El Estrangulador de Bayside.
Ella leyó el resto del archivo, en seguida recogió el teléfono y pidió información para el número del Departamento de Policía de Bowers Inlet.
– Me gustaría hablar con el Jefe Denver, -dijo Regan a la persona que contestó el teléfono.
– Él no está. Puedo tomar su mensaje.
– Mi nombre es Regan Landry. Soy escritora, escribo acerca de crímenes reales… Tengo información que podría interesarle, en relación con los actuales homicidios.
– ¿Usted tiene información acerca de los homicidios?
– Tengo información sobre algunos casos antiguos… algunas notas que fueron escritas a mi padre…
– No le sigo.
– Mire, por favor, déle mi nombre y mi número al Jefe Denver y pídale que llame. Podría ser importante. -Regan colgó después de recitar el número de la granja y su número de móvil.
Ella entró en la cocina y se hizo una cafetera, se sirvió una taza, y lo llevó a la oficina. Se sentó y contempló el archivo que había dejado abierto en su escritorio.
¿Qué es lo que realmente tenía ahí?
Un par de notas que alguien había enviado a su padre años atrás. Unas pocas páginas de la investigación preliminar que Josh había comenzado. ¿Había más?
Suspiró. Maldijo su piojoso mantenimiento de registros. Si, de hecho, había comenzado a enumerar las notas que recibió, ¿dónde estaban las demás? Tal vez las había entregado a la policía. Al FBI.
Tal vez había otro archivo… o dos, u ocho, o una docena. Conociendo a su padre, podría haber muchos más, o ninguno. Podría haberlos dado. O no. Podría haberlos perdido, tirado, o puesto en una caja y simplemente los olvidó cuando otro proyecto más interesante se presentó.
Miró a través del cuarto hacia la larga fila de archivadores de madera que sabía estaban llenos de archivos y cajas con notas. En el sótano, había cajas de archivos que ella le había ayudado a trasladar varios años atrás, cuando se había quedado sin espacio allí para sus trabajos actuales y le pidió que vaciara varios cajones y los embalara para almacenarlos.
Regan se pasó una mano por el pelo y se dijo a sí misma que se tomara las cosas con más calma. Sólo porque las notas recibidas por su padre y el jefe de policía de Bowers Inlet fueran similares -bien, eran exactamente las mismas- ¿qué significa eso?
Hey, Denver, ¿me recuerdas?
Hey, Landry, ¿me recuerdas?
No era exactamente un pensamiento original. Alguien del pasado de cualquiera podría decir lo mismo. Y alguien tímido o tal vez prudente estructuraría las notas de la misma manera, recortando letras y pegándolas al papel. ¿Qué probaba, de todos modos?
Abrió el archivo y sacó las dos hojas de papel legal amarillo. En la parte superior de la primera hoja, Josh había escrito, Víctimas atribuidas al Estrangulador de Bayside, junio 1979-agosto de 1979 . A continuación una lista de trece nombres. Después de cada nombre había una fecha, y el nombre de una localidad:
Alicia Coors:Junio'79:Bowers Inlet
Carol Jo Hughes:Junio'79:Bowers Inlet
Cindy Shelkirk:Junio'79:Tilden
Terry List:Julio'79:Dewey
Mary Pat Engles:Julio'79:Tilden
Heather Snyder:Julio'79:Hasboro
Jill Grabowski:Julio'79:Killion Point
Mindy Taylor:Julio'79:Hasboro
Cathy Cleary:Agosto'79:Tilden
Allison Shea:Agosto'79:Dewey
Trina Wilson:Agosto'79:Killion Point
Lorraine Otto:Agosto'79:Hasboro
Regina Daley:Agosto'79:Killion Point
La segunda hoja no tenía encabezado y constaba de dos columnas, una de fechas, otra de lugares, pero no los nombres. Las fechas abarcaban varios años, y los lugares variaban, de un estado a otro. Los nombres de las víctimas del Estrangulador de Bayside serían bastante fáciles de rastrear. Quizás el Jefe Denver podría verificar los nombres de las víctimas de Bowers Inlet cuando él le devolviera la llamada. Si se la devolvía.
Regan se sentó y miró fijamente las páginas amarillas durante un largo tiempo. Comparó las dos listas que su padre había impreso. Con excepción de la inclusión de los nombres de la primera lista, eran idénticas en su forma.
Si la primera era en realidad una lista de las víctimas del Estrangulador de Bayside -nombres, fechas, y lugares- ¿cuál era la importancia de la segunda lista?
Las estudió, línea a línea. No importaba cuánto tiempo las mirara, la lista no tenía sentido:
Mayo ’83:Pittsburgh
Febrero ’86:Charlotte
Agosto ’86:Corona
Marzo ’87:Memphis
Enero ’88:Turkey
Noviembre ’90:Panamá
Noviembre’91:Croacia
Septiembre ’93:Somalia
Abril ’95:Bosnia
Febrero ’98:Pakistán
Otros????:
Ya que estaba en la carpeta junto con las notas del Estrangulador de Bayside, ¿podría asumir que tenían algo que ver con esas muertes? Y si era así, ¿qué?
Le echó un vistazo al reloj. Hacía más de una hora que había llamado al Jefe Denver. Tendría que ser paciente, darle un poco más de tiempo.
Regan metió las listas de vuelta en la carpeta, añadió las dos notas que habían sido enviadas a su padre, y colocó el archivo en una esquina del escritorio. Le dio otra mirada más al archivo grande y, convencida de que no quedaba nada más que saber, lo volvió a guardar en el gabinete. Sacó el expediente detrás de él y regresó al escritorio. Sentada en la silla grande que su padre había utilizado durante más de veinte años, comenzó a hojear el contenido, de adelante hacia atrás. Una vez satisfecha de no haber descubierto nada que pudiera agregar a la información en el archivo delgado que estaba en la esquina del escritorio, guardó la carpeta de nuevo y sacó otra. Y otra.
Había revisado cinco carpetas de archivos al mediodía, otras tres a media tarde, cuando hizo una segunda llamada al Departamento de Policía de Bowers Inlet. Denver no estaba disponible. Ella dejó otro mensaje.
Se detuvo para comer sólo una comida improvisada alrededor de las siete de la tarde, curioseó por cajón tras cajón de archivos. A las ocho y media, se detuvo para hacer otra cafetera, y se le ocurrió que aunque muchos archivos permanecían en la oficina, había tres veces más en el sótano, y sólo Dios sabía lo que podría haber escondido Josh en el ático.
Hasta el momento no había encontrado nada que se refiriera a la lista que su padre había impreso con las fechas y lugares, ni había encontrado ninguna otra carta que pudiera haber sido enviado por el Estrangulador de Bayside. Quizás Josh se las había dado a alguien de una agencia del cumplimiento de la ley, después de todo.
Pero él habría guardado copias, se recordó, si hubiera planeado escribir un libro sobre el tema. Habría guardado copias de toda la correspondencia, a pesar de todo. Lo había hecho antes, ella lo sabía. A lo largo del día había encontrado varios de esos archivos. Pero ¿dónde estaban los archivos que estarían relacionados la lista anterior? Tenían que estar allí. Se trataba de una cuestión de encontrar los cajones correctos. O la caja correcta.
Cuando Regan estudió la misteriosa lista por quizás la décima vez, se le ocurrió pensar que bien podría haber dejado de lado algo que podría ser una pista que diera sentido a las listas.
¿Cómo voy a saber si no sé lo que es?
Algo desmotivada por el pensamiento, pero, no obstante, determinada, Regan leyó durante toda la noche. Su padre siempre había confiado en su instinto en momentos como ese, se recordó a sí misma. Tal vez había llegado el momento de poner su propio instinto a prueba.
***
Él estaba de pie sobre el paseo de madera en lo alto de la duna e inhaló profundamente, llenando sus pulmones de tanto de la bahía como podía absorber con un aliento. Eso, más que nada, ese olor, significa que estaba en casa.
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