John Connolly - Los atormentados

Здесь есть возможность читать онлайн «John Connolly - Los atormentados» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los atormentados: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los atormentados»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Daniel Clay, en otro tiempo un respetado psiquiatra infantil, desapareció al salir a la luz los abusos sufridos por varios niños que él atendía. Ahora, cinco años después, y cuando ya se le ha declarado muerto, su hija, Rebecca Clay, es acosada por un desconocido que pregunta por su padre. Ese desconocido, llamado Merrick, está obsesionado con descubrir la verdad sobre la desaparición de su propia hija, y Rebecca contrata al detective Charlie Parker para deshacerse de Merrick a toda costa. Parker no tarda en verse atrapado entre aquellos que quieren conocer la verdad sobre Daniel Clay y aquellos que quieren permanecer ocultos a toda costa, pues quizá no estaban del todo al margen de los abusos. Pero intervienen otras fuerzas. Alguien, un fantasma del pasado de Parker, financia la cacería de Merrick. Y las acciones de Merrick han inducido a otros a salir de las sombras: figuras semivislumbradas decididas a vengarse a su manera, pálidos espectros que vagan sin reposo. Han llegado los seres atormentados… Así arranca este nuevo y esperado caso del detective Charlie Parker, alias «Bird», en la que es la sexta novela de la serie policiaca escrita por John Connolly.

Los atormentados — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los atormentados», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

No necesitaba la ayuda de Ángel para entrar en la caravana de Lang, porque mi intención era que a Lang no le quedara la menor duda de que alguien había registrado su casa. En el peor de los casos, lo pondría nervioso, y yo lo quería nervioso. A diferencia de Caswell, Lang no parecía la clase de hombre que fuera a buscar una soga cuando las cosas se complicaran. Por el contrario, si la suerte que corrió Merrick servía de indicativo, era de los que contraatacaban. La posibilidad de que Lang no fuera culpable de nada ni siquiera se me pasó por la cabeza.

Llevaba una palanca debajo del abrigo para entrar en la caravana de Lang. La introduje en el resquicio de la puerta y empujé hasta reventar la cerradura. Dentro, lo primero que me llamó la atención fue el calor sofocante. Lo segundo fue el orden, cosa que no esperaba en la caravana de un hombre soltero. A la izquierda había una cocina compacta y, poco más allá, en la parte inferior de la caravana, una mesa rodeada por tres de sus lados de un sofá. A la derecha, justo antes del dormitorio, había una butaca ergonómica y un televisor de pantalla panorámica Sony muy caro, con un DVD, una grabadora DVD y un vídeo de la misma marca debajo. A su lado vi cintas de vídeo y DVD en una estantería: películas de acción, unas cuantas comedias, e incluso un par de clásicos de Bogart y Cagney. Más abajo guardaba una selección de porno en DVD y vídeo. Eché un vistazo a algunos de los títulos, pero tuve la impresión de que era material bastante corriente. No incluía nada relacionado con niños, pero supuse que las películas con niños debían de estar en estuches con carátulas falsas para aparentar otra cosa muy distinta; o eso, o las imágenes mismas estaban insertadas en otras cintas o discos para que no las encontraran en un registro superficial. Encendí el televisor y cogí una película porno al azar, pulsando la tecla de avance rápido por si salía algo fuera de lo normal, pero era, en efecto, lo que anunciaba. Podía haber pasado el día entero revisando todas las películas con la esperanza de encontrar algo, pero no tenía sentido. Además, era un tanto deprimente.

Al lado del televisor había una mesa de ordenador de Home Depot y un PC nuevo. Intenté acceder al ordenador, pero estaba protegido con contraseña. Lo apagué y examiné los libros en los estantes, así como las revistas amontonadas bajo una rinconera. Tampoco allí encontré nada, ni siquiera porno. Era posible que Lang tuviese más material escondido en otra parte, pero después de registrar toda la caravana no encontré el menor rastro. Sólo me quedaba el cesto de la ropa sucia en el cuarto de baño impecable, que parecía lleno de camisetas, calzoncillos y calcetines usados. Lo vacié en el suelo, por si acaso, pero no encontré más que una pila de ropa sucia y olor a sudor rancio. Por lo demás, Lang estaba limpio. Me llevé una decepción, y por primera vez empecé a dudar de mis acciones en relación con él. Tal vez tendría que haber avisado a la policía. Si había material incriminatorio en su ordenador, ellos podían encontrarlo. Además, yo había contaminado la caravana con mi presencia, de modo que aunque encontraran alguna prueba de que Lang había intervenido en el asesinato de Merrick -un bate de béisbol ensangrentado o una palanca manchada-, no haría falta un gran abogado para alegar que yo podía haber colocado allí las armas, eso en el supuesto de que confesase lo que sabía a la policía. De momento, parecía que Lang era un callejón sin salida. Tendría que esperar a ver cómo reaccionaba al allanamiento.

Miré por la ventana para asegurarme de que nadie se acercaba, abrí la puerta y me dispuse a regresar al coche. Sólo cuando pisé la grava y eché un vistazo a la valla, caí en la cuenta de que si bien había registrado el interior de la caravana, no había mirado debajo. La rodeé hasta la parte de atrás, donde no se me veía desde la carretera, y allí me arrodillé y escudriñé entre las estacas.

Debajo de la caravana había un gran contenedor metálico, de entre dos y tres metros de largo y algo más de un metro de alto. Parecía atornillado a la parte inferior. Lo recorrí todo con la linterna y no vi el menor indicio de una puerta, lo que significaba que la única vía de acceso estaba dentro de la caravana. Volví a entrar y examiné el suelo, cubierto de pared a pared con una tupida moqueta marrón que parecía pelo de perro mojado. La palpé con los dedos y noté trozos ásperos y huecos. Hinqué los dedos en uno de los huecos y tiré. Oí cómo crepitaba un cierre de velcro al separarse y la moqueta se desprendió. Tenía ante mí una trampilla de cincuenta por cincuenta centímetros, con cerraduras a ambos lados. Me quité el abrigo y me dispuse a emplear la palanca, pero esta vez no me fue tan fácil como con la puerta. Era de acero y, por mucho que lo intenté, no pude levantarla lo suficiente para acoplar bien la palanca. Me senté en el suelo y analicé mis opciones. Podía dejar las cosas tal como estaban, volver a colocar la moqueta e intentar regresar en otro momento, lo que daría a Lang sobradas oportunidades de retirar todo el material incriminatorio en cuanto viera que alguien había entrado en su casa. Podía llamar a la policía y, en tal caso, habría tenido que explicar quién me había creído que era para allanar una caravana. En el supuesto de que fueran capaces siquiera o estuvieran dispuestos a conseguir una orden para registrar la caravana de Lang, la caja metálica tal vez contenía sólo el manuscrito de su gran novela o los vestidos y las joyas de su difunta madre, y entonces me arriesgaría a una condena de prisión, aparte de todo lo demás.

Telefoneé a Ángel.

– ¿Dónde está?

– En la Fundición Bath -respondió-. Lo veo desde donde nos encontramos. Parece que hay un problema con los monitores del sistema de vigilancia. Está comprobando cables y abriendo trastos. Tiene para rato.

– Inutilizadle el coche -dije-. Basta con dos neumáticos. Luego volved aquí.

Media hora más tarde estaban conmigo en la caravana de Lang. Señalé a Ángel la trampilla en el suelo y se puso manos a la obra. No despegó los labios ni una sola vez, ni siquiera cuando, al cabo de cinco minutos, cedió la primera cerradura y, poco después, la segunda. No habló cuando apareció a la vista una bandeja metálica plana con cintas de vídeo, DVD, cedés y carpetas de plástico con páginas transparentes en el interior, y en cada página imágenes de niños desnudos, a veces con adultos y a veces con otros niños. No habló cuando desprendió la bandeja tirando de un par de asas, una a cada lado, y al levantarla reveló un zulo donde yacía encogida una niña envuelta en varias mantas, entre muñecas viejas, barras de chocolate, galletas y una caja de cereales. Al iluminarla la luz, parpadeó. Ángel no habló cuando vio el cubo que debía usar como retrete, ni la abertura circular en la pared, cubierta por una rejilla, que servía de respiradero en su encierro.

Sólo habló al inclinarse y tender la mano a la niña asustada.

– Tranquila -dijo-. No permitiremos que nadie vuelva a hacerte daño.

Y la niña abrió la boca y soltó un alarido.

Avisé a la policía. Ángel y Louis se marcharon. Allí nos quedamos solos una niña de diez años de piel amarillenta, que al parecer se llamaba Anya, y yo. Llevaba un collar barato en el cuello, con las cuatro letras de su nombre en relieve plateado. La acomodé en el asiento delantero de mi coche y permaneció allí inmóvil, con la cara vuelta en dirección contraria a la caravana, la mirada fija en el suelo. No supo decirme cuánto tiempo la habían retenido allí, y conseguí que me confirmara su nombre y me dijera su edad en un inglés con marcado acento antes de sumirse otra vez en el silencio. Me dijo que tenía diez años. Dudé que confiara en mí, y no me extrañó.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los atormentados»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los atormentados» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


John Connolly - The Burning Soul
John Connolly
John Connolly - Los amantes
John Connolly
John Connolly - Dark Hollow
John Connolly
John Connolly - The Whisperers
John Connolly
John Connolly - El Ángel Negro
John Connolly
John Connolly - Nocturnes
John Connolly
Отзывы о книге «Los atormentados»

Обсуждение, отзывы о книге «Los atormentados» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x