Jeffery Deaver - El Hombre Evanescente
Здесь есть возможность читать онлайн «Jeffery Deaver - El Hombre Evanescente» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:El Hombre Evanescente
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
El Hombre Evanescente: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Hombre Evanescente»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Un nuevo caso del detective tetrapléjico Lincoln Rhyme, enfrentado a un criminal de habilidades extraordinarias: engañar, escapar, disfrazarse…
El Hombre Evanescente — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Hombre Evanescente», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Sachs negaba con la cabeza, demasiado sorprendida para reaccionar. Tanto ella como Kadesky tenían la mirada fija en el cuerpo que había tendido en el suelo.
La joven ilusionista se acercó al rincón y levantó «el cuerpo»: un armazón ligero con la forma de una persona tendida boca abajo. La parte de la cabeza estaba cubierta por pelo corto de color rojizo-púrpura, y la parte del tronco tenía ropa parecida a los vaqueros y la cazadora que vestía Kara cuando Bell la había esposado. Los brazos del atuendo terminaban en lo que resultaron ser unas manos de látex, unidas por las esposas de Bell, de las que Kara había sacado sus propias manos para luego sustituirlas por otras falsas.
– «Es un artificio» -anunció Rhyme a los presentes, señalando con la cabeza al armazón-. Una falsa Kara.
Cuando Sachs y los demás habían vuelto la cabeza para mirar la pizarra, obedeciendo a la desorientación de Rhyme, Kara había aprovechado para liberarse de las esposas, desplegar la estructura en forma de cuerpo humano, deslizarse en silencio hacia la puerta y disfrazarse a toda velocidad en el pasillo.
Kara empezó a plegar la muñeca, que quedaba reducida a un paquete del tamaño de una almohada pequeña (cuando llegó lo llevaba escondido debajo de la chaqueta). El artificio no hubiera pasado un examen de cerca, pero en la penumbra y con un público que no sospechaba nada y al que habían desorientado, nadie se dio cuenta de que no era en realidad la joven.
Kadesky estaba haciendo gestos negativos con la cabeza.
– ¿Has hecho todo el número de escapismo y de transformismo en menos de un minuto?
– En cuarenta segundos.
– ¿Cómo?
– El efecto ya lo ha visto -le dijo Kara-. Creo que me guardaré el método para mí.
– Entonces, supongo que todo este montaje se debe a que quieres que te haga una prueba -dijo Kadesky con cinismo.
Kara dudó unos instantes y Rhyme lanzó a la joven una mirada punzante.
– No. Todo este montaje ha sido la prueba. Quiero un empleo.
Kadesky la estudió con atención.
– Esto sólo ha sido un truco. ¿Tienes más?
– Muchos.
– ¿Cuántas veces te has llegado a cambiar en una sola función?
– Cuarenta y dos. Treinta personajes. Durante un número de treinta minutos.
– ¿Cuarenta y dos en media hora? -preguntó el productor, las cejas arqueadas.
– Así es.
Kadesky deliberó sólo unos cuantos segundos.
– Ven a verme la próxima semana. No pienso acortar las actuaciones de los artistas que están trabajando ahora. Pero sí podrían utilizar una ayudante y suplente. Y tal vez puedas hacer algunas actuaciones en nuestro campamento de invierno en Florida.
Rhyme y Kara intercambiaron miradas. Él hizo un enérgico gesto afirmativo con la cabeza.
– De acuerdo -le dijo la joven a Kadesky. Le estrechó la mano.
Kadesky miró la silueta de resortes y alambres que les había engañado.
– ¿La has hecho tú?
– Sí.
– Seguro que querrás patentarla…
– No se me ha ocurrido, gracias. Lo pensaré.
Kadesky volvió a examinarla.
– Cuarenta y dos en treinta minutos…
Hizo un gesto de despedida con la cabeza y salió de la habitación. Parecía que tanto él como Kara hubieran comprado un bonito coche deportivo a muy bajo precio. Sachs soltó una carcajada.
– ¡Maldita sea! Me has tomado el pelo. -Miró a Rhyme-. Los dos.
– ¡Eh, un momentito! -intervino Bell fingiéndose dolido-. Yo también he participado. Yo soy el que la ató de pies y manos.
Sachs volvió a sacudir la cabeza, sorprendida.
– ¿Y cuándo planeasteis todo esto?
Todo había empezado la noche anterior, según explicó Rhyme, mientras él estaba tendido en la cama escuchando la música que llegaba del Cirque Fantastique, la voz apagada del maestro de ceremonias, los aplausos y las risas del público. Sus pensamientos habían girado hacia Kara, hacia su excelente actuación en Smoke & Mirrors. Recordó la falta de confianza en sí misma de la que adolecía la joven y el influjo que ejercía sobre ella Balzac.
Recordó también lo que Sachs le había contado sobre el avanzado estado de senilidad de la madre de Kara, lo que le movió a invitar a Jaynene la mañana siguiente.
«Voy a hacerte otra pregunta», le había dicho Rhyme a la enfermera. «Piensa en ella antes de responder. Y necesito que seas totalmente sincera.»
La pregunta era: ¿hay alguna posibilidad de que la madre de Kara recupere su estado normal alguna vez?
Jaynene había dicho:
«¿Que si recobrará la razón, es eso lo que quiere decir?»
«Exacto. ¿Se recuperará?»
«No.»
«¿Así que Kara no se la va llevar a Inglaterra?»
«No, no, no», había dicho con una risa triste. «Esa mujer no va a ir a ningún sitio.»
«Kara dijo que no podía dejar el trabajo porque necesita el dinero para que su madre siga en la residencia.»
«Ella necesita cuidados, desde luego, pero no en nuestro centro. Kara paga rehabilitación, actividades de recreo y atención médica. Cuidados a corto plazo. La madre de Kara ni siquiera sabe en qué año vive. Podría estar en cualquier otro sitio. Lamento decirlo así, pero lo único que ella necesita en este momento es mantenimiento.»
«¿Qué pasará si va a una residencia para una estancia a largo plazo?»
«Que iría empeorando hasta que le llegara la hora. Lo mismo que si se quedara con nosotros, sólo que no arruinaría a Kara.»
Después de la conversación, Jaynene y Thom se habían ido a comer juntos, y, por supuesto, a compartir batallitas sobre las personas que cuidaban. Luego, Rhyme había llamado a Kara. Ella había acudido a verle y habían hablado. La conversación fue incómoda: a él nunca se le habían dado bien las cuestiones personales. Enfrentarse a un asesino sin corazón era fácil en comparación con inmiscuirse en la delicada alma de la vida de una persona.
«Yo no conozco muy bien tu profesión», le había dicho Rhyme. «Pero cuando te vi actuar en la tienda el domingo, me quedé impresionado. Y no me impresiono con facilidad. Lo hiciste condenadamente bien.»
«Para ser una estudiante…», le había respondido, quitándose importancia.
«No», dijo Rhyme con firmeza. «Para ser una artista. Deberías actuar en un escenario.»
«Todavía no estoy preparada. Ya llegará.»
«El problema de esa actitud», dijo Rhyme tras un espeso silencio, «es que a veces no llega». Bajó los ojos hacia su propio cuerpo. «A veces, las cosas… intervienen. Y ahí está…, se aplaza algo importante y uno se lo pierde para siempre.»
«Pero el señor Balzac…»
«… te tiene sometida. Está claro.»
«Él sólo piensa en lo que más me conviene.»
«No, no es cierto. Yo no sé en qué piensa, pero desde luego no es en ti. Fíjate en Weir y Loesser. Y en Keating. Los mentores pueden hechizarte. Agradécele a Balzac lo que ha hecho, conserva su amistad, envíale entradas de palco de tu primera actuación en el Carnegie Hall. Pero apártate de él ahora; ahora, ahora que puedes.»
«Yo no estoy hechizada», dijo Kara riendo.
Rhyme no había contestado, y se dio cuenta de que ella estaba pensando hasta qué punto la tenía dominada.
«Hemos conseguido contactar con Kadesky», prosiguió Rhyme, «nos debe una, después de todo lo que hemos hecho. Amelia me ha contado lo mucho que te gusta el Cirque Fantastique. Creo que deberías solicitar que te hicieran una prueba».
«Aunque lo hiciera, mi situación personal…, mi…»
«Madre», le interrumpió Rhyme.
«Exacto.»
«He estado hablando con Jaynene.»
La joven se quedó callada.
«Déjame que te cuente una historia», dijo Rhyme.
«¿Una historia?»
«Yo fui el jefe del Departamento de Investigaciones Forenses de Nueva York. El trabajo tenía una parte que era la típica mierda administrativa, ya puedes figurarte. Pero a mí lo que más me gustaba, lo que mejor se me daba, era encargarme de las Escenas de Crímenes, y por eso, incluso después de ascender de categoría, yo seguía acudiendo a los trabajos sobre el terreno siempre que me era posible. Bueno, pues hace unos años tuvimos un violador en serie que actuaba en el Bronx. No voy a entrar en detalles, pero la situación era bastante fea y yo quería atrapar a ese hombre. Lo deseaba desesperadamente. Me llamó una patrulla para informarme de que se acababa de producir otra agresión, hacía apenas media hora, y al parecer las pruebas eran buenas. Me fui allí a encargarme personalmente de la escena.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «El Hombre Evanescente»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Hombre Evanescente» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «El Hombre Evanescente» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.