• Пожаловаться

Harlan Coben: Última oportunidad

Здесь есть возможность читать онлайн «Harlan Coben: Última oportunidad» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Harlan Coben Última oportunidad

Última oportunidad: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Última oportunidad»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

¿Qué haríamos cualquiera de nosotros si uno de nuestros hijos fuera secuestrado? El doctor Seidman, un cirujano plástico especializado en niños, se despierta de pronto después de doce días en coma en la cama de un hospital. Ha sobrevivido a los disparos que recibió en su casa la mañana en que su hija Tara, de seis meses, fue secuestrada y su mujer asesinada. Él es el sospechoso. A partir de entonces, este hombre acorralado por los recelos de la Policía, e inmerso en un sinfín de sentimientos contradictorios y dudas, se ve empujado por el escalofriante mensaje de quienes le exigen el rescate. «Si te pones en contacto con las autoridades, desapareceremos. No habrá otra oportunidad.» No puede hablar ni con la Policía ni con el FBI. No sabe en quién confiar. Seidman no descansará.

Harlan Coben: другие книги автора


Кто написал Última oportunidad? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Última oportunidad — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Última oportunidad», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Con una gran sonrisa, Tara corrió con un abandono total hacia Lorraine. La mujer se agachó, con la cara iluminada de la forma celestial que sólo puede iluminársele a una madre. Levantó a mi hija en brazos. Ahora oía el sonido melodioso de la risa de Tara. El sonido penetró en mi corazón. Se me cayeron las lágrimas. Lenny me puso una mano en el brazo. Le oí sorber por la nariz. Vi que Abe, el marido, se acercaba a ellas. También sonreía.

Me pasé varias horas observando aquel jardín pequeño y perfecto. Vi cómo Lorraine señalaba pacientemente las flores, explicándole cuál era cada una. Vi cómo Abe la paseaba a caballo en su espalda. Vi cómo Lorraine le enseñaba a aplanar la tierra con la mano. Pasó otra pareja. Tenían una niña de la edad de Tara. Abe y el otro padre empujaron a las niñas en el columpio del jardín trasero. Sus risitas resonaron en mis oídos. Finalmente entraron todos en la casa. Abe y Lorraine fueron los últimos en desaparecer. Cruzaron la puerta cogidos del brazo.

Lenny se volvió hacia mí. Recosté la cabeza en el respaldo. Había esperado que fuera el final de mi camino. Pero no lo era.

Al cabo de un rato dije:

– Vamonos.

Capítulo 44

Cuando llegamos al Marriott del aeropuerto, le dije a Lenny que se fuera a casa. Dijo que quería quedarse. Le dije que podía resolverlo yo solo, que quería resolverlo yo solo. Aceptó de mala gana.

Llamé a Rachel. Estaba mejor. Le conté lo que había sucedido,

– Llama a Harold Fisher -dije-. Pídele que realice una investigación a fondo de Abe y Lorraine Tansmore. Quiero saber si hay algo raro.

– De acuerdo -dijo suavemente-. Ojalá estuviera contigo.

– Ojalá.

Me senté en la cama. Apoyé la cabeza en las manos. No creo que llorara. Ya no sabía lo que sentía. Había terminado. Lo había descubierto todo. Cuando Rachel volvió a llamarme dos horas después, nada de lo que me dijo me sorprendió. Abe y Lorraine eran buenos ciudadanos. Abe era la primera persona de su familia con título universitario. Tenía dos hermanas menores que vivían en la zona. Las dos tenían tres hijos. Había conocido a Lorraine durante su primer año en la Universidad de Washington en Saint Louis.

Cayó la noche. Me levanté y me miré al espejo. Mi esposa había intentado matarme. Sí, era una mujer inestable. Eso lo sabía ahora. Bueno, probablemente ya lo sabía entonces. Supongo que tanto daba. Cuando a un niño le destrozan la cara, yo la arreglo. Puedo hacer milagros en el quirófano. Pero mi familia se desmoronaba y yo no hice más que observar.

Pensé entonces en lo que significaba ser padre. Amaba a mi hija. Esto lo sabía. Pero al ver a Abe, cuando, veo a Lenny entrenando a los niños, me hago preguntas. Preguntas acerca de mi capacidad. Me pregunto sobre mi compromiso. Me pregunto si estoy capacitado.

¿O acaso conozco ya la respuesta?

Deseaba con todas mis fuerzas recuperar a mi hija. También quería con todas mis fuerzas que aquello no dependiera sólo de mí y lo que yo quería.

Tara me había parecido tan feliz.

Ya era medianoche. Volví a mirarme en el espejo. ¿Y si dejarla donde estaba, con Abe y Lorraine, fuera lo correcto? ¿Era suficientemente valiente y fuerte para marcharme? Seguí mirándome al espejo, desafiándome. ¿Lo era?

Me eché. Creo que me dormí. Una llamada a la puerta me despertó con un sobresalto. Eché un vistazo al reloj de la mesita. Decía que eran las 5:19.

– Estoy durmiendo -dije.

– ¿Doctor Seidman?

Era una voz de hombre.

– Doctor Seidman, me llamo Abe Tansmore.

Abrí la puerta. Era guapo visto de cerca, al estilo James Taylor. Llevaba vaqueros y una camisa tostada. Lo miré a los ojos. Eran azules pero estaban teñidos de rojo. Sabía que los míos también. Nos quedamos un buen rato mirándonos. Intenté hablar, pero no pude. Me aparté y le dejé pasar.

– Su abogado vino a visitarnos. Él… -Abe calló y tragó saliva-. Él nos ha contado la historia. Lorraine y yo hemos estado levantados toda la noche. Hemos hablado. Hemos llorado mucho. Pero creo que desde el principio hemos sabido que sólo había una decisión que tomar. -Abe Tansmore intentaba dominarse, pero no lo conseguía. Cerró los ojos-. Tenemos que devolverle a su hija.

Yo no sabía qué decir. Negué con la cabeza.

– Tenemos que hacer lo mejor para ella.

– Esto es lo que estoy haciendo, doctor Seidman.

– Llámeme Marc, por favor. -Era una tontería, lo sé. Pero es que no estaba preparado para todo aquello-. Si les preocupa un caso judicial largo y agotador, Lenny no debería…

– No, no es eso.

Nos quedamos de pie un poco más. Le indiqué la silla de la habitación. La rechazó y luego me miró.

– Me he pasado toda la noche intentando imaginar su sufrimiento. No creo que pueda. Creo que hay cosas que sólo pueden conocerse por experiencia. Puede que ésta sea una de ellas. Pero su dolor, por terrible que sea, no es por lo que Lorraine y yo hemos tomado esta decisión. Tampoco es porque nos sintamos culpables. Aunque en el fondo, deberíamos habernos preguntado qué estaba pasando. Acudimos al señor Bacard. Pero sus tarifas ascendían a cien mil dólares. No soy rico. No podía permitírmelo. Luego, unas semanas después, el señor Bacard nos llamó. Dijo que tenía una niña que necesitaba un hogar inmediatamente. No era una recién nacida, dijo. La madre acababa de abandonarla. Nos dimos cuenta de que no era normal, pero él dijo que, si la queríamos, teníamos que aceptarla sin hacer preguntas.

Apartó la vista. Lo miré a la cara.

– Creo que, en el fondo, quizá siempre lo hemos sabido. Pero no podíamos enfrentarnos a ello. Aunque ésta tampoco es la razón por la que hemos tomado esa decisión.

Tragué saliva.

– Entonces ¿por qué?

Sus ojos buscaron los míos.

– No se puede hacer algo malo por una buena razón. -Debí parecerle confundido-. Si Lorraine y yo no hiciéramos esto, no seríamos unos buenos padres para educarla. Queremos que Natasha sea feliz. Queremos que sea una buena persona.

– Puede que sean los más adecuados para hacerlo.

Negó con la cabeza.

– No es así como funciona. No damos los niños a los padres que pueden educarlos mejor. Ni usted ni yo podemos juzgarlo. No sabe lo difícil que es esto para nosotros. O a lo mejor sí.

Aparté la mirada. Vi mi reflejo en el espejo. Sólo por un segundo. Menos quizá. Pero fue suficiente. Vi al hombre que era. Vi al hombre que quería ser. Me volví para mirarlo y dije:

– Quiero que la criemos todos.

Se quedó atónito. Lo mismo que yo.

– No sé si le entiendo -dijo.

– Yo tampoco. Pero eso es lo que haremos.

– ¿Cómo?

– No lo sé.

Abe negó con la cabeza.

– No puede funcionar. Ya lo sabe.

– No, Abe. No lo sé. Vine aquí para llevarme a casa a mi hija, y descubrí que ya estaba en casa. ¿Es correcto que la arranque de su casa? Quiero que ustedes dos estén en su vida. No digo que vaya a ser fácil. Pero muchos niños crecen con padres solteros, con padrastros, en familias de acogida. Hay divorcios, separaciones y yo qué sé. Todos la queremos. Haremos que funcione.

Vi que la esperanza volvía a la cara delgada del hombre. Se quedó unos segundos sin habla. Luego dijo:

– Lorraine está abajo. ¿Puedo ir a hablar con ella?

– Por supuesto.

No tardaron mucho. Llamaron a mi puerta. Cuando la abrí, Lorraine vino a abrazarme. Le devolví el abrazo, a una mujer que ni conocía. Su pelo olía a fresas. Detrás de ella, Abe entró en la habitación. Tara estaba dormida en sus brazos. Lorraine me soltó y se apartó. Abe se acercó a mí y me pasó a mi hija con cuidado. La cogí en brazos y mi cabeza se puso a arder. Tara se agitó un poco. Protestó. No la solté. La mecí y la arrullé.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Última oportunidad»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Última oportunidad» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Harlan Coben: Non hai scelta
Non hai scelta
Harlan Coben
Harlan Coben: Motivo de ruptura
Motivo de ruptura
Harlan Coben
Harlan Coben: Por siempre jamás
Por siempre jamás
Harlan Coben
Rafael Argullol: La razón del mal
La razón del mal
Rafael Argullol
Iris Johansen: Segunda Oportunidad
Segunda Oportunidad
Iris Johansen
Отзывы о книге «Última oportunidad»

Обсуждение, отзывы о книге «Última oportunidad» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.