Juan Bolea - Un asesino irresistible

Здесь есть возможность читать онлайн «Juan Bolea - Un asesino irresistible» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Un asesino irresistible: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Un asesino irresistible»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Martina de Santo, nuestra detective más internacional, ha sido ascendida al cargo de inspectora. Como tal, tendrá que resolver el extraño asesinato de la baronesa de Láncaster, cuyo cadáver, abandonado en un prado, muestra señas de haber sido atacado por un criminal y por un animal salvaje simultáneamente. Al hilo de la investigación, Martina se introducirá en el cerrado y excéntrico mundo de la aristocracia española, contemplará sus grandezas y sus miserias y las luchas cainitas por mantener sus privilegios. Una trama perfecta de Martina, quien tendrá que aplicarse a fondo para solucionar este nuevo y fascinante enigma.

Un asesino irresistible — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Un asesino irresistible», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Siguiendo las instrucciones de mi marido, y asumiendo con gusto un papel, el de anfitriona, que ya me iba tocando ejercer en el seno de mi nueva familia política, alojé a Cas en la habitación que tenía reservada. Ella me dijo que quería dormir un poco. Solía hacerlo de día, pues desde niña sentía un pánico cerval hacia la oscuridad. «En el caso de que no tenga más remedio que acostarme de noche y sola -me confesó- la única solución para poder dormir consiste en atiborrarme de somníferos y dejar alguna luz encendida.» Hugo me había advertido que Cas posee una sensibilidad fuera de lo común. «En cuanto empieces a tratarla un poco, te darás cuenta de lo extraordinaria que es.»Y, la verdad, Martina, tengo que darle la razón a mi marido. Casilda y yo apenas llevamos unos pocos días aquí, en Reunión, dedicadas a la noble tarea de no hacer nada, y ya la llama de la amistad ha prendido entre nosotras. Cas ha sabido deslumbrarme con las armas de la delicadeza y la generosidad, tratándome de igual a igual en todo momento, sin abrumarme con sus apellidos ni con su fama.

Cas me ha hablado mucho de Azucena. Fui yo misma la que sacó el tema, no vayas a pensar. Ambas llegaron a conocerse bastante bien, y parece ser que se apreciaban mutuamente. Cas me aseguró que ella la había defendido desde el primer momento frente a otros miembros de la familia que, de forma más o menos disimulada, la repudiaban por su origen plebeyo. Las burlas por tan injusta causa llegaron a ser muy crueles. ¿Me tratarán a mí de la misma manera? ¡Espero que no!

Hugo estaba enamorado de Azucena, de eso a Cas no le cabía la menor duda. Y, tal como ahora lo está haciendo conmigo, disfrutó con ella de una larga luna de miel. Asimismo, estuvieron en el yate de Cursufi y en la casa de Hugo en Kenia, a la que, por cierto, no se ha decidido a llevarme aún. Hugo fue generoso con su primera mujer. Puso a su disposición una cuenta corriente, prácticamente ilimitada, a fin de renovar su vestuario y convertirla en muy poco tiempo en una dama y en una estrella de la vida social. «Azucena era bastante inteligente -recordó Cas; estábamos en la terraza del Fin de Siècle disfrutando de la puesta de sol y tomando unos gin-tonics-. Y muy ambiciosa. Asumió su papel con una intensidad que incluso a mí, en mi calidad de actriz, me asombraba.» «¿Quieres decir que estaba actuando?», le pregunté. «¡Claro que sí! -me replicó Cas-. ¡Exactamente como actuarás tú si quieres sobrevivir!»Espero, Martina, que mi carácter no cambie como cambió el suyo, porque Azucena empezó a frecuentar malas compañías y a aparecer en las revistas. Al principio, lo hacía como acompañante de Hugo en recepciones y fiestas; pero después, a los pocos meses, vendía sus propias entrevistas y elegía sus compromisos con ayuda de una agencia. Quizá tú misma, Martina, recuerdes, como me sucede a mí, pues tan sólo ha pasado poco más de un año, algunos de aquellos reportajes de la primera baronesa de Santa Ana -pronto me designarán a mí como «la segunda»- con trajes de alta costura y peinados de fantasía, posando en lugares de ensueño -incluso, para disgusto de la duquesa, de mi suegra, en los propios jardines del palacio de Láncaster-. «Empezó a corromperse -me dijo Casilda-. Hacía cosas reprobables… Invertía por su cuenta, con el dinero que Hugo le daba a manos llenas, y se enredó con otros hombres.» «¿Por qué?», pregunté, asombrada. «¿No tenía bastante con uno solo, y tan irresistible como Hugo?» «Al parecer, mi querida hermanita, no», fue la respuesta de Cas. Me hice el juramento de no engañar jamás a Hugo. Si lo nuestro, por lo que sea, no llega a funcionar, lo dejaremos de manera civilizada. «Acepta tu nuevo rango, Dalia -me animó Cas-. Y represéntanos con dignidad, no como Azucena…»

El clima de confianza entre nosotras estaba alcanzando tal nivel de intimidad que me atreví a preguntarle a las claras quién había acabado con su vida. «Ojalá lo supiera -me repuso Cas-. De una cosa puedes estar absolutamente segura: tu marido es inocente.»Hugo se presentó en ese momento, vestido para la cena, y su sola presencia disipó cualquier nubarrón que pudiera cernirse sobre su pasado. Su limpia mirada azul se posó en la mía al tiempo que me cogía las manos y me besaba en la boca exactamente como yo había soñado siempre que me besaría un hombre como él en el nacimiento de un amor perdurable.

Esa noche, en nuestra suite, con las ventanas abiertas a la brisa del trópico, supe mostrar a Hugo, con mis caricias, con mis besos, que creía en él, en su inocencia, en nuestro futuro, y que le amaba.

Tuya, siempre

Dalia

Nota: Hugo me está preparando una fiesta de presentación en sociedad. El no sabe que yo lo sé, pero se celebrará el primer domingo de mayo, es decir, apenas hayamos regresado a España, en el palacio de Láncaster. Espero, Martina, que puedas venir. Tu compañía me resultará del máximo apoyo. ¡Estoy tan nerviosa!

59. ¿Dónde está Martina?

Pese a todos aquellos acontecimientos, pese a los asesinatos de Jacinto Rivas y del juez Nicolás Peregrino, más el intento de acabar con la vida de Ernesto Buj (quien la salvó gracias a que su perrito, Cisco , consiguió llamar la atención de una pareja que, en busca de intimidad, había acudido de noche a la playita donde fue agredido), Martina de Santo no dio señales de vida.

¿Dónde diablos estaba la inspectora?

Nadie lo sabía. Se había tomado unos días libres justo antes de que Jacinto Rivas apareciese desnucado en el aprisco de los pastos, muy cerca -¿de manera casual, nos preguntábamos algunos?- del lugar donde, dos años atrás, fue abandonado el cadáver de Azucena de Láncaster.

La ausencia de Martina me extrañaba tanto que, en cuanto tuve oportunidad, pregunté a Conrado Satrústegui por su paradero. El comisario me informó de que la inspectora había adelantado sus vacaciones. Al parecer, se proponía realizar una larga travesía por el África central, acompañando a una expedición antropológica que iba en busca de los antiguos hombres-leopardo. A lo largo de las próximas semanas, en cualquier caso, iba a permanecer incomunicada.

Como ignoraba la fecha de su regreso, yo la iba llamando de vez en cuando a su casa, pero no cogía el teléfono. En una ocasión, mis pasos me llevaron a la parte alta de la ciudad y me acerqué hasta la casa modernista de tres plantas en que ella vivía. A través de las verjas, se veía claramente que el césped necesitaba siega. Sin embargo, me extrañó que del buzón, que debería estar congestionado, no asomasen cartas. Di por supuesto que Martina había dejado la llave a alguien de confianza para que se encargase de recogerlas.

Concluía el mes de abril y seguíamos sin noticias suyas. El buen tiempo y la humedad hicieron que las alamedas estallasen de margaritas y calas. Hasta las casamatas militares de la muralla perimetral se cubrieron de buganvilla en flor. Fue un mes espléndido, sobre todo para el subinspector Barbadillo.

En ausencia de Martina, le había tocado a Casimiro cargar con el peso de las investigaciones en curso. El subinspector, picado aún por el reciente ascenso de Martina, debió de considerar que aquélla era su gran oportunidad para tomarse la revancha y se dedicó a los nuevos casos en cuerpo y alma.

Era eficaz, y pronto comenzaron a palparse sus progresos. Tanto que, en un tiempo relativamente breve, Barbadillo había conseguido reunir los suficientes indicios como para deducir que los últimos crímenes, el del jardinero de los Láncaster y el del magistrado que había instruido la causa de Hugo, más la seria intentona de mandar al Hipopótamo al otro barrio, eran obra de un mismo individuo: un antiguo campeón de lucha libre y ex presidiario llamado Óscar Domínguez, alias Toro Sentado.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Un asesino irresistible»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Un asesino irresistible» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Un asesino irresistible»

Обсуждение, отзывы о книге «Un asesino irresistible» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x