Andrew Klavan - Ensayo De Una Ejecución

Здесь есть возможность читать онлайн «Andrew Klavan - Ensayo De Una Ejecución» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Ensayo De Una Ejecución: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Ensayo De Una Ejecución»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Faltan pocas horas para la ejecucion de Frank Beachum; el ya se encuentra en una cruel agonia, cuando el frio halito del terror impregna todas las celulas del cuerpo. sin esperanza. Ni siquiera en el periodista Steve Everett, quiza la unica persona del mundo que cree en su inocencia…

Ensayo De Una Ejecución — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Ensayo De Una Ejecución», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La chica estaba allí de pie, una mocosa ridícula vestida con un uniforme Walt Disney de color azul celeste. ¿Recuerdan aquello de que los viejos héroes griegos eran los hijos de las mujeres que copulaban con los dioses? Pues bien, esa muchacha era la hija de alguna dama que había pasado la noche con Mickey Mouse. En el mismo instante en que me vio cruzar el umbral, toda su persona granujienta se iluminó como una bombilla. Los dientes de conejo destellaron y los ojos se le abrieron como platillos volantes.

– Buenas tardes tenga usted. ¿Cómo está usted hoy? -gritó.

– ¿Qué? -proferí.

– ¿Tiene usted un buen día?

– Un día fantástico -repuse-. El mejor día de toda mi vida. Y ahora déme un dálmata de peluche, por favor.

– ¡Oh! ¿Desea usted uno de nuestros dálmatas? Tenemos a Pongo y a Perdita y a Lucky y…

– El grande. Déme el más grande. ¿Qué vale? ¿Mil quinientos dólares?

– Oh, no señor. Ni mucho menos -respondió, riéndose alegremente.

Dio un par de brincos alborozados para llegar a unas cajas amarillas al fondo de la sala. Allí había un televisor enorme, o mejor dicho, nueve televisores juntos que formaban una sola imagen. Los siete enanitos andaban por las pantallas montadas cantando a-hiboo, a-hi-boo. Una pelota resaltaba rebotando las palabras en la parte inferior.

La muchacha atolondrada pasó su dedo jaranero por la brillante papelera y por la caja de Pinocho hasta llegar a la de los dálmatas. Cogió uno de los grandes y se lo llevó alegremente al alegre mostrador.

– ¿Cómo desea usted pagar, señor? -canturreó.

– Con sangre me parece apropiado -contesté-. Pero una tarjeta de crédito tendrá que bastar.

Cogió la tarjeta y la introdujo en la máquina. Iba tarareando la canción de los enanitos para sí misma.

– Alguien se va a poner pero que muy contento la mañana de Navidad -observó.

– La tarde de Navidad -sonreí rechinando los dientes-. Mi ex no me dejará ir a casa hasta la hora de comer.

Su pelo rizado se meneó durante un instante y vi cómo sus ojos se apagaban.

– Me echó de casa porque me follé a otro bombón y todavía está mosqueada por ello -expliqué.

Minnie respiró profundamente por la nariz y se quedó cabizbaja, escribiendo rápidamente en el recibo de la tarjeta de crédito.

– Habría podido ser peor -aclaré-. Podría haber perdido mi empleo porque a la que me estaba tirando era la mujer de mi jefe. Afortunadamente, di en el blanco justo antes de que pudieran hundirme, así que me salvé. De hecho, incluso conseguí un jugoso contrato para escribir un libro, y con un poco de suerte incluso gane un Pulitzer y un billete de ida para salir de este agujero inmundo y volver a los buenos tiempos. ¿Qué le parece? ¿Quiere acostarse conmigo?

Me entregó alegremente el dálmata en una bolsa con un empujoncito decididamente coqueto.

– No creo que a nadie le apetezca acostarse con usted, señor -enjaretó.

– Puede pensar lo que quiera, hermana, pero se equivocaría de medio a medio -respondí riendo-. Felices Navidades.

Salí de la tienda sintiéndome algo más aliviado. Encendí un cigarrillo mientras avanzaba por el suelo de ladrillo y di una calada profunda, sonriendo. Todavía esbozaba la misma sonrisa cuando salí del centro comercial y me adentré en el frío.

Y seguía allí. El hombre chocho. El coro de chiquillas seguía cantando sus canciones, con los rostros rosados entornados hacia la nieve que caía incesante y desviando incómodamente la mirada de vez en cuando hacia donde el mendigo pedía dinero con pan. Me encolericé de nuevo.

Arremetí contra él mientras perseguía con la lata a uno de los transeúntes. Le di un empujón en el hombro.

– Bien, bien -indiqué-. Eso es todo. Estoy harto. Voy a llamar a la policía. Te he dicho, estúpido ca…

Entonces oí una voz detrás de mí que gritaba:

– ¡Papi! ¡Venga, vamos!

Me giré instintivamente y, mirando al otro lado del aparcamiento, vi a Frank Beachum.

Hacía más o menos un mes que no le había visto, desde que terminamos las entrevistas para el libro que estaba escribiendo. Las habíamos empezado cuando todavía estaba en la cárcel, y continuamos unas cuantas semanas después de que le soltaran. En realidad no tenía muchas cosas que contarme puesto que yo había entrado a formar parte de la historia muy tarde y sólo pretendía contar esa parte de la misma. Le costaba expresarse y, lógicamente, sus sentimientos sobre ese último momento en la camilla eran un embrollo. Me comentó que no recordaba gran cosa de lo que había ocurrido. «Sólo vi lo que estaba pasando, eso es todo. Todo aquello ponía los pelos de punta, créame», me había dicho. Así que esa fue una de las cosas que tuve que intuir.

Al cabo de un tiempo me di cuenta de que no podía sacarle nada más. Aun así volví unas cuantas veces. Para mantener la relación, supongo. Íbamos a algún bar y nos tomábamos una cerveza juntos. Le preguntaba por Bonnie y me respondía que había dejado la medicación, que se encontraba mejor y yo le decía que eso era fantástico mientras asentíamos estúpidamente el uno frente al otro allí sentados. Lo cierto es que no teníamos mucho de qué hablar, él y yo. No teníamos casi nada en común. Él arreglaba coches y yo los conducía. En un momento dado fue un buen chiste, pero no nos llevó muy lejos.

Sabía que planeaba irse de St. Louis pronto. Cuando la historia salió a la luz le llovieron ofertas de trabajo y aceptó una en un garaje del estado de Washington, en algún lugar a las afueras de Seattle. Quería esperar a que Bonnie terminara la terapia con el psiquiatra y esperaba que el Estado le indemnizara con algo de dinero antes de irse. Pensé que pasaría algún tiempo antes de que el Estado tomara una decisión al respecto, pero estaba bastante convencido de que al final sería una buena indemnización. El juez del caso era Evan Walters, un cristiano muy recto y honrado casado con una cristiana muy recta y honrada y con tres hijos cristianos muy rectos y honrados. Durante los últimos dos meses yo había ido a la misma casa de putas que él, y yo lo sabía, y él sabía que yo lo sabía, y sería una buena indemnización, estaba seguro de ello.

Así que Frank debió de abandonar la ciudad poco después de aquel día en la Union Station porque, como digo, no le he visto desde entonces. Y, de hecho, esa última vez no nos acercamos ni hablamos ni nada de nada. Simplemente, me lo quedé mirando desde la entrada del centro comercial. Él estaba en la acera junto al aparcamiento. Su hija Gail le tenía cogido por los dedos e intentaba tirar de él, pero al verme él se quedó ahí, inmóvil. Bonnie estaba junto a él, con la cabeza envuelta en un pañuelo. Por lo que vi, parecía cansada, pero reía y sonreía abiertamente, y al parecer gozaba de buena salud.

– ¡Vamos, papi, vamos! -gritó de nuevo Gail.

Tiró de él con fuerza, pero Frank se quedó donde estaba unos instantes más. Poco a poco, mientras le miraba, levantó la mano. Se llevó el dedo hasta el mechón de cabello que le pendía sobre la frente y luego bajó la mano para apuntarme. Un saludo, podría llamarse, o tal vez una despedida.

Levanté el cigarrillo y le devolví con él el saludo. Se echó a reír. Gail seguía tirando de él por la acera. Pasó el brazo por el hombro de su mujer, la abrazó y los tres siguieron su camino hacia el tiovivo.

Les observé avanzar por la nieve hasta que los perdí de vista cuando doblaron la esquina del edificio. Entonces miré a mi alrededor.

Los ojos inyectados en sangre del hombre chocho me miraban desde debajo del flequillo peludo que salía de la gorra Elf.

– Mierda -espeté.

Me llevé la mano al bolsillo y saqué la cartera. Agarré un billete de diez y lo embutí bruscamente en la lata.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Ensayo De Una Ejecución»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Ensayo De Una Ejecución» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Andrew Klavan - True Crime
Andrew Klavan
Andrew Klavan - Nightmare City
Andrew Klavan
Andrew Klavan - If We Survive
Andrew Klavan
Andrew Klavan - The Final Hour
Andrew Klavan
Andrew Klavan - Damnation Street
Andrew Klavan
Andrew Klavan - Shadowman
Andrew Klavan
Andrew Klavan - Empire of Lies
Andrew Klavan
Andrew Klavan - The Identity Man
Andrew Klavan
Andrew Klavan - The long way home
Andrew Klavan
Laura Andrea Ibañez - Una bisagra en mi vida
Laura Andrea Ibañez
Отзывы о книге «Ensayo De Una Ejecución»

Обсуждение, отзывы о книге «Ensayo De Una Ejecución» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x