– Yo no lo he hecho.
Sevilla. Jueves, 8 de junio de 2006, 08:04 horas
En el aula de la guardería habían instalado persianas y cristales nuevos. Las unidades de aire acondicionado ya funcionaban a máxima potencia, que era la única manera de mantener a un nivel tolerable el hedor sulfuroso de los cadáveres descompuestos que todavía estaban en el edificio destruido. Eran más de las ocho y el comisario Elvira aún no había llegado. Todos estaban cansados, pero en la sala se oía un zumbido de expectación.
– Algo ha pasado -dijo Ramírez-, tengo la corazonada de que algo ha pasado. ¿Qué crees, Javier?
Falcón era incapaz de hablar.
– ¿Dónde está el juez Calderón? -dijo Ramírez-. Es lo que me hace pensar que algo gordo ha pasado. Él es quien tiene que dar la conferencia de prensa.
Falcón asintió, reducido al silencio por lo que había visto junto al río. Se abrió la puerta y entró Elvira. Se dirigió hacia la pizarra que estaba al otro lado del aula, seguido por tres hombres. Ya habían llegado a la reunión Pablo y Gregorio, del CNI, el inspector jefe Ramón Barros y uno de sus superiores de la unidad antiterrorista del CGI, y Falcón y Ramírez de la brigada de homicidios. Elvira se volvió. Su expresión era lúgubre.
– Lo que voy a decirles no es fácil de expresar -comenzó-, así que sólo voy a informar de los hechos. Cerca de las seis de la mañana Esteban Calderón ha sido detenido como sospechoso de haber asesinado a su esposa. Dos agentes lo han encontrado esta mañana intentando deshacerse del cadáver arrojándolo al Guadalquivir. Dadas las circunstancias, ya no actuará como juez de instrucción en nuestro caso. Tampoco será posible que nuestra brigada de homicidios se encargue de la investigación del asesinato, de modo que vendrán tres agentes de Madrid, a las órdenes del inspector jefe Luis Zorrita. Gracias.
Los tres agentes de homicidios de Madrid asintieron y salieron en fila india del aula, deteniéndose un momento para presentarse y estrechar la mano de Falcón y Ramírez. La puerta se cerró. Elvira reanudó la reunión. Ramírez se quedó mirando a Falcón en estado de shock.
– Hemos decidido nombrar a un juez de instrucción de fuera de Sevilla -dijo Elvira-, y a estas horas el juez Sergio del Rey ya ha salido de Madrid. Cuando llegue se anunciará en una conferencia de prensa que se celebrará en la sede del Parlamento Andaluz, y hasta ese momento les pido que no revelen a nadie esta información.
»Con posterioridad al suicidio de Ricardo Gamero, del CGI, han ocurrido algunos hechos importantes, y ahora el CNI nos pondrá al corriente.
La enorme trascendencia de lo que acababa de anunciar había dejado la cara de Elvira demacrada, como si de la noche a la mañana le hubieran sorbido la salud. Se sentó en la silla del maestro, inanimado, con la barbilla apoyada en el puño, como si su cabeza necesitara ese apoyo para no derrumbarse. Pablo se situó delante de los presentes.
– Justo antes del suicidio del agente del CGI Ricardo Gamero, recibimos información de la inteligencia británica en la que se identificaba a los otros dos hombres que fotografió el confidente de Gamero, Miguel Botín. Se trata de dos hombres de nacionalidad afgana que vivían en Roma. El MI5 los conocía porque fueron arrestados en Londres dos semanas después de los atentados frustrados del 21 de julio y retenidos para ser interrogados según la Ley Antiterrorista. Los liberaron sin cargos. Lo único que pudieron demostrar los ingleses es que estaban en Londres visitando a su familia. Ayer por la noche la policía italiana registró las direcciones conocidas de esos dos hombres en Roma y no encontraron a nadie. Su paradero actual es desconocido. Lo que nos preocupa de estos dos sospechosos es que se cree que tienen conexiones con el alto mando de Al-Qaeda en Afganistán, y los ingleses creen que han forjado algunos vínculos con el GICM de Marruecos. Se sabe que el año pasado estuvieron en el Reino Unido, Bélgica, Francia, Italia, España y Marruecos. Se cree que en todos estos países hay células durmientes. Los servicios de inteligencia todavía no han podido determinar cuál era el papel de Miguel Botín, qué relación tenía el imán Abdelkrim Benaboura con esos dos hombres y si tienen algo que ver con lo ocurrido en Sevilla.
«Después del suicidio de Ricardo Gamero hemos registrado el apartamento de Miguel Botín y descubierto otro ejemplar profusamente anotado del Corán que encaja con la edición encontrada en la Peugeot Partner que conducían Hammad y Saoudi. Extensos fragmentos de las notas son transcripciones exactas, y creemos que se trata de un libro de claves. Nuestra conjetura es que cada vez que una célula durmiente se activa, se les proporciona un nuevo libro de claves, que pueden utilizar hasta que la misión se completa.
»La importancia de haber encontrado ese ejemplar del Corán en el apartamento de Miguel Botín es que podría significar que el confidente de Ricardo Gamero llevaba un doble juego: trabajaba con el CGI y para una célula terrorista. Esto arroja una tremenda confusión a nuestra presente investigación, pues significaría que lo único que Botín le transmitía a Gamero era lo que sus superiores querían que nosotros supiéramos. Eso significaría que Hammad y Saoudi, los dos afganos y el imán eran personas prescindibles.
»Hay un último detalle relacionado con las actividades de Botín que también resulta confuso. Como saben, se ha dedicado un gran esfuerzo a intentar encontrar a los falsos inspectores del ayuntamiento y a los falsos electricistas. El inspector jefe Falcón ha encontrado un testigo que se hallaba en la mezquita el domingo por la mañana, después de que se fundieran los fusibles el sábado por la noche. Ese testigo vio cómo Botín le entregaba la tarjeta del electricista al imán, y cómo el imán llamaba a ese número y concertaba una cita. El inspector jefe Barros nos ha informado de que ni él ni su departamento autorizaron nada parecido. El CGI seguía esperando la autorización para colocar micrófonos en la mezquita.
»Ahora tenemos que contemplar la posibilidad de que los inspectores y los electricistas fueran miembros de una célula terrorista o estuvieran a sueldo. Podría ser -y no tendremos oportunidad de verificarlo hasta que la policía científica llegue a la mezquita- que los inspectores del ayuntamiento hubieran colocado un dispositivo para fundir los fusibles y que los electricistas hubieran colocado una bomba para acabar con el imán, Hammad y Saoudi y el propio Botín.
– Me da la impresión de que en esta hipótesis hay algo que no encaja -dijo Barros-. Podemos llegar a creer que Botín fuera el agente involuntario de la destrucción de todos ellos, pero no veo a ningún mando terrorista permitiendo que se destruya tal cantidad de hexógeno, introducida en este país, hemos de imaginar, incurriendo en un riesgo y unos gastos considerables.
– Los electricistas y los inspectores podrían constituir un tipo de célula terrorista desconocida hasta ahora -dijo Falcón-. Los testigos han dicho que eran un español y dos europeos del Este.
– ¿Y cómo encaja en todo esto el suicidio de Ricardo Gamero? -preguntó Barros.
– Experimentó una profunda sensación de fracaso al no haber podido impedir esa atrocidad -dijo Pablo-. Tenemos entendido que se tomaba su trabajo muy en serio.
Silencio, mientras todos analizaban la hipótesis del CNI. Falcón salió de golpe de su estado de shock. No dejaba de pensar que se estaba concediendo demasiada importancia al ejemplar del Corán como libro de claves. Pero era imposible entender por qué dos ejemplares idénticos habían acabado en la Peugeot Partner y en el piso de Botín.
– ¿Por qué cree que esta célula se autodestruyó? -dijo Barros.
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