Stella Rimington - La invisible

Здесь есть возможность читать онлайн «Stella Rimington - La invisible» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La invisible: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La invisible»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La impactante novela escrita por la directora del servicio de inteligencia británico.
Cuando la agente Liz Carlyle se dirige a la reunión semanal del servicio de antiterrorismo del MI5 -el servicio de inteligencia británico- no puede imaginarse la noticia que va a abrir la mañana: el Sindicato Islámico del Terror puede estar preparando a un invisible, un terrorista originario del país objetivo, en este caso Gran Bretaña. Carlyle y su equipo se embarcarán en una carrera contra el reloj para evitar un atentado terrorista en Inglaterra. El personaje de M, jefa de James Bond, está claramente inspirado en Stella Rimington.Con sus novelas, Rimington nos da una visión realista del trabajo de los servicios de inteligencia británicos.

La invisible — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La invisible», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Oh, sí. Y lo contaré todo en mi informe, no tema.

– Estoy deseando leerlo.

La cocina de campaña era inmensa, un resplandeciente mar de máquinas expendedoras y manteles recién lavados que se extendía a lo largo de muchos metros cuadrados. A esas horas, el lugar estaba muy poco concurrido -una docena de personas, quizá, la mayoría con ropa de deporte-, y ellos dos eran los únicos ante la caja del autoservicio. Liz pidió café, zumo de naranja y unas tostadas; Wetherby se contentó con el café.

– Me ha preguntado si sabía quién era realmente Faraj Mansoor -dijo él, retomando la conversación.

– Exacto.

– La respuesta es sí. Geoffrey Fane me lo contó todo esta mañana temprano. He venido hasta aquí en el mismo helicóptero que él.

– ¿Y dónde está Fane ahora?

– Supongo que recibiendo el informe de Mackay mientras vuelven a casa.

Liz contempló incrédula la vasta cantina.

– Cabrones. Nos mantuvieron deliberadamente a oscuras, viendo cómo luchábamos contra el tiempo, viendo cómo moría gente.

– Eso parece -aceptó Wetherby-. ¿Cómo lo descubrió?

– Por el comportamiento de Mackay anoche. Cuando Mansoor salió del Pabellón con las manos en alto (y recuerde que estuvimos persiguiendo a ese hombre día y noche durante una semana), Mackay apenas lo miró. Es más, mantuvo la cabeza vuelta como si no quisiera verlo.

– Siga.

– Lo conocía. Se conocían. Es la única explicación posible.

Wetherby desvió los ojos hacia la máquina expendedora de Coca-Cola antes de hablar.

– Faraj Mansoor fue agente del MI6, al igual que su padre antes que él. Y por lo que sé, un agente de primera. Valiente y serio.

– ¿Y Mackay era su supervisor?

– Lo heredó. Mackay llegó a Islamabad en el momento de la intervención norteamericana en Afganistán. Leyendo entre líneas creo que, por la razón que sea, presionó demasiado a Mansoor. Éste le dijo que lo dejaba, que lo vigilaban muy de cerca, e insistió en que cesasen todos los contactos hasta que él les avisara de lo contrario.

– ¿Y Mackay aceptó?

– No tenía elección. Mansoor era el mejor hombre del Seis en ese teatro de operaciones, tenían que mantenerlo feliz.

– Y entonces la aviación norteamericana mató a su familia…

– Exacto. Accidente trágico o incompetencia letal, depende del punto de vista, pero el caso es que Mansoor creyó que era una venganza contra él, un castigo por cortar el contacto con Mackay. Así que cambió de bando -poco sorprendente, por cierto- y empezó a colaborar con los yihadistas. Su padre y su prometida habían muerto, y se esperaba una respuesta por su parte. Era una cuestión de honor, cuando menos.

– Ojo por ojo.

– Y todo eso, sí.

– Y ahí entra D'Aubigny.

– Exacto, ahí entra D'Aubigny. En algún lugar de París, más o menos al mismo tiempo, la chica informó a sus supervisores que tenía información privilegiada, que sabía cuál era la residencia del comandante de la base Marwell. El mensaje cruzó medio mundo y los ideólogos del SIT comprendieron que podían matar varios simbólicos pájaros de un tiro. Una oportunidad demasiado buena para desaprovecharla.

Liz sacudió la cabeza.

– Por la forma en que se comportó Mansoor al final, diría que para él se había convertido en algo personal. Cuando vio que ya no podía eliminar a la familia Delves, simplemente se rindió. Estaba armado y podía haberse llevado consigo a unos cuantos hombres del SAS, pero a esas alturas… -Se encogió de hombros-. Yo diría que se dio cuenta de que ya no tenía sentido seguir matando. Probablemente, ni siquiera sentía un odio particular hacia Occidente.

– Puede que tenga razón.

– Dígame -siguió Liz, frunciendo el ceño-, si nuestra información sobre Pakistán llegaba vía Seis, y ellos nos ocultaban todo lo referente a Mansoor, ¿cómo descubrió que era su familia la que murió a manos de la aviación norteamericana?

– El enlace principal del Seis en Pakistán es, como bien sabe, Inteligencia Interservicios, que reporta ante el Ministerio de Defensa. El Seis se comunica mucho menos con el Departamento de Inteligencia, que reporta ante nuestro Ministerio del Interior y cuya opinión sobre el DI es… digamos que un poco recelosa.

– Y usted tiene amigos en el DI, ¿verdad?

– Conservo uno o dos, sí, gente a la que puedo recurrir de ser necesario. Les pasé el nombre de Faraj Mansoor, y según su banco de datos era un sospechoso de terrorismo, cuyo padre y cuya prometida fueron asesinados en Daranj. Lo que ellos no sabían, y yo no mencioné, es que Mansoor también fue un agente británico.

– ¿Por qué Fane y Mackay no nos lo contaron todo? Quiero decir… habríamos comprendido la situación, ¿no? Lo habríamos mantenido en secreto…

– Es el problema cuando tienes que decidir si compartes tu información con los demás -explicó Wetherby-. Desde el punto de vista de Fane, o se lo cuentas a todo el mundo (norteamericanos incluidos) o no se lo cuentas a nadie. Y decidieron que sería a nadie.

– ¿Por qué?

– Imagínese que Mansoor tiene éxito y… digamos que vuela una sala de fiestas en Londres o causa daños graves a un complejo de edificios militares o de negocios, matando a un montón de gente. Y entonces, el mundo descubre que es un antiguo agente del MI6. El daño sería incalculable.

– Y si encima los edificios o los muertos son norteamericanos…

– Exacto. Las repercusiones serían inimaginables. Mucho mejor mantener la boca cerrada, buscarlo, encontrarlo y eliminarlo antes que tenga oportunidad de hablar y contarlo todo.

Liz se frotó las sienes.

– Lo siento. Comprendo el punto de vista político del asunto, pero sigo pensando que lo que ocurrió anoche es algo indefendible. Fue simple y llanamente un asesinato. No tenía ninguna granada. Ese hombre estaba allí de pie, con las manos en alto, rindiéndose.

– Liz, me temo que eso es puramente académico. Mansoor y D'Aubigny mataron a varias personas inocentes, y ahora ellos también han muerto. Habrá una investigación, por supuesto, pero puede imaginarse las conclusiones.

Ella volvió a sacudir la cabeza. Al otro lado de las enormes ventanas, el cielo era de un gris sucio y plomizo. Un grupo de hombres y mujeres jóvenes los miraron con curiosidad antes de marcharse.

Liz se quedó contemplando unos segundos su vacía taza de café.

– Hemos perdido, ¿verdad?

– Hemos ganado, Liz -respondió Wetherby, tomando las manos de la chica entre las suyas-. Usted consiguió salvar a toda esa familia. Nadie podría haber hecho más.

– Siempre fuimos un paso por detrás. Intenté pensar como D'Aubigny, pero no lo conseguí. No logré meterme dentro de su cabeza.

– Nadie habría podido hacerlo mejor.

– Cuando ella murió, estábamos cara a cara. Creo que incluso me dijo algo, pero no pude oírla debido a los helicópteros.

Wetherby guardó silencio. No soltó sus manos, ni ella intentó retirarlas.

– ¿Qué vamos a hacer ahora? -preguntó por fin Liz.

– Creo que podemos pedirle a alguien que nos lleve hasta Swanley Heath, y allí recuperaremos su coche. Después, yo mismo conduciré y la llevaré hasta Londres, ¿de acuerdo?

– De acuerdo -asintió Liz.

Agradecimientos

He soñado durante años con escribir un thriller, y en todo ese tiempo su personaje principal, Liz, me ha rondado por la cabeza. Mientras los años pasaban, Liz iba evolucionando y cambiando, al igual que yo. Está claro que ella tiene, en gran medida, muchos elementos autobiográficos, pero posee también las características de muchas agentes de los servicios de inteligencia que he conocido a lo largo de mi carrera profesional. Los otros personajes del libro son completamente imaginarios, y otro tanto ocurre con la historia. Surgieron en el transcurso de una conversación de sobremesa en el Winstub Gilg de Mittelbergheim, Alsacia, en junio de 2001. Quiero agradecer a John Rimington, que compartió conmigo la cena, y al excelente Tokay pinot gris, que estimuló tanto la charla como la imaginación. El oficio de novelista y el de agente de inteligencia son muy distintos, a pesar de lo que muchos puedan pensar, y si no hubiese sido por la perseverancia y el valor de Sue Freestone, mi editora en Hutchinson, nunca habría sido capaz de convertirme en lo segundo. Deseo dar también las gracias, de modo especial, a Luke Jennings, cuya ayuda tanto en la documentación como en la escritura ha hecho posible la existencia de este libro.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La invisible»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La invisible» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Paul Auster - Invisible
Paul Auster
Stella Rimington - Dead Line
Stella Rimington
Stella Rimington - Rip Tide
Stella Rimington
Stella Rimington - At Risk
Stella Rimington
Stella Rimington - Breaking Cover
Stella Rimington
Stella Rimington - Illegal Action
Stella Rimington
Stella Rimington - Secret Asset
Stella Rimington
Stella Rimington - Open Secret
Stella Rimington
Ramón de la Serna y Espina - La torre invisible
Ramón de la Serna y Espina
Дарья Решетникова - Present Invisible
Дарья Решетникова
Stella Lennon - Invisible i
Stella Lennon
Отзывы о книге «La invisible»

Обсуждение, отзывы о книге «La invisible» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x