• Пожаловаться

Stella Rimington: La invisible

Здесь есть возможность читать онлайн «Stella Rimington: La invisible» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Stella Rimington La invisible

La invisible: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La invisible»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La impactante novela escrita por la directora del servicio de inteligencia británico. Cuando la agente Liz Carlyle se dirige a la reunión semanal del servicio de antiterrorismo del MI5 -el servicio de inteligencia británico- no puede imaginarse la noticia que va a abrir la mañana: el Sindicato Islámico del Terror puede estar preparando a un invisible, un terrorista originario del país objetivo, en este caso Gran Bretaña. Carlyle y su equipo se embarcarán en una carrera contra el reloj para evitar un atentado terrorista en Inglaterra. El personaje de M, jefa de James Bond, está claramente inspirado en Stella Rimington.Con sus novelas, Rimington nos da una visión realista del trabajo de los servicios de inteligencia británicos.

Stella Rimington: другие книги автора


Кто написал La invisible? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

La invisible — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La invisible», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Se extrajo el tubo de la nariz. Le dolía la cabeza y en la boca conservaba un espeso regusto a rancio. La temperatura era ambiente y, a pesar de llevar una bata blanca de hospital, de esas que se anudan por detrás, no sentía frío ni calor.

La puerta se abrió y entró una joven rubia con pantalones militares y una camiseta de las fuerzas aéreas norteamericanas.

– ¡Hola! ¿Cómo se encuentra esta mañana?

– … Bien, supongo. -Liz volvió a parpadear, intentando erguirse-. ¿Dónde estoy?

– En Marwell, en el hospital de la base. Soy la doctora Beth Wildor. -Parecía enérgica y tenía unos dientes deslumbrantes.

– Oh… De acuerdo, ¿puedo levantarme?

– ¿Me permite que le haga un reconocimiento rápido?

– Claro.

Durante los siguientes diez minutos, la doctora Wildor le repasó ojos y oídos, comprobó su audición, le tomó la presión y realizó una batería de pruebas, anotando los resultados en una tablilla.

– Tiene un singular poder de recuperación, señorita Carlyle. Anoche, cuando la trajeron, no tenía muy buen aspecto.

– Me temo que no recuerdo mucho de lo que pasó anoche.

– Es por el trauma de la explosión. Probablemente nunca recuperará algunos recuerdos, pero en este caso quizá no sea algo negativo.

– ¿Murió alguien?

– ¿Aparte de los terroristas, quiere decir? No. Tenemos heridos, pero ninguna baja definitiva.

– Gracias a Dios.

– Exactamente. Usted es policía, ¿verdad?

– Ministerio del Interior. ¿Puedo levantarme ya?

– Creo que debería tomárselo con calma. ¿Por qué no recibe a su visita? Ya hablaremos cuando acabe mi ronda.

– ¿Tengo una visita?

– Sí, por supuesto -dijo con una sonrisa de complicidad que dejó al descubierto todos sus dientes-. Y parece muy preocupado por usted.

– Si se llama Mackay, no tengo ganas de hablar con él.

– Creo que no es ése el nombre que me dio. Era… -echó un vistazo a la tablilla- un tal Wetherby.

– ¿Wetherby? -Sintió una inexplicable sensación de sorpresa-. ¿Está aquí?

– Está esperando en la puerta. -Dirigió a Liz una mirada de complicidad-. ¿Le digo que es bienvenido?

– Muy bienvenido -respondió Liz, intentando sin éxito borrar la sonrisa de su rostro.

– Está bien. ¿Quiere que le dé un par de minutos para refrescarse un poco?

– Quizá debería.

– Le daré cinco.

Cuando la doctora Wildor salió del cuarto, Liz bajó los pies al suelo y caminó lentamente hasta el cuarto de baño. Se sentía algo mareada y quedó sorprendida ante el rostro que la miró desde el espejo. Parecía cansado y llevaba una máscara oscura alrededor de los ojos como consecuencia de la explosión. Hizo lo que pudo con el contenido envasado al vacío de un pequeño neceser que encontró junto a la cama, y sintiéndose ligeramente absurda y tramposa, adoptó en la cama una postura lo más decorosa posible.

Wetherby traía un ramo de flores. Ella nunca se habría imaginado algo así, pero allí estaba, con un ramillete de flores semitropicales.

– ¿Puedo… hum, puedo dejar esto en algún lado? -preguntó, mientras miraba ceñudo alrededor.

– En el lavabo, quizá. Son preciosas, gracias.

– ¿Cómo se siente? -se interesó, dándole la espalda desde el cuarto de baño.

– Mejor de lo que parezco.

Él regresó y se sentó, algo tenso, en una esquina de la cama.

– Pues parece… En fin, me alegro de que no fuera peor.

De repente, Liz se dio cuenta que ir de visita a un hospital era algo habitual en la vida de Wetherby, y se sintió un poco incómoda por parecer una heroína trágica cuando en realidad no parecía tener nada grave.

– Me han dicho que no hemos sufrido ninguna baja…

– El comisario Whitten está en la habitación de al lado. Fue alcanzado por metralla (creen que procedente de la caja metálica donde transportaban la bomba) y ha perdido un poco de sangre. Un par de soldados tienen cortes diversos, algunos graves, y por último tenemos media docena de afectados por la onda expansiva de la explosión, como usted. Pero afortunadamente no ha habido muertes. Algo que, en gran parte, se lo debemos a usted.

– Bueno, no nos hemos quedado cortos de cadáveres en este asunto. Usted sabía lo de Mansoor, ¿verdad? Usted sabía quién era realmente…

Él la miró y enarcó una ceja.

– ¿Le apetece desayunar mientras hablamos?

– Mucho.

– Pediré que traigan algo. ¿Qué prefiere?

– Prefiero vestirme e ir al comedor, la cantina o como lo llamen. Odio comer en la cama.

– ¿Puede levantarse? No me gustaría hacer enfadar a esa doctora de la dentadura de anuncio.

– Nos arriesgaremos.

Liz sonrió, consciente de lo extraño del protocolo que impedía que utilizasen los nombres propios de cada uno. Impulsada por una repentina efervescencia, bajó de la cama y giró sobre sí misma buscando su ropa.

Wetherby miró al suelo con irónica caballerosidad, y se encaminó hacia la puerta.

Ella lo miró extrañada, hasta que recordó que su bata estaba prácticamente abierta por la espalda y entonces soltó una risita maliciosa. Quizá no estaba recuperada del todo.

No pudo encontrar su ropa, pero en un pequeño armarito junto a la cama, alguien había dejado un conjunto de ropa interior nueva, botas militares de entrenamiento, una camiseta con la leyenda Go Warthogs!, y una sudadera gris con cremallera. Así vestida, abrió la puerta.

– Sígame -le dijo Wetherby-. A propósito, un conjunto encantador.

Salieron al exterior del hospital y al intenso frío. En la distancia, destellando bajo un manto de nubes negras, podía verse una escuadrilla de Thunderbolts con sus ametralladoras listas.

– Lo arrasan todo y lo llaman paz.

– ¿De quién es? -preguntó Liz.

– De Tácito. Se refería al Imperio romano.

– Supongo que no ha dormido en toda la noche siguiendo los acontecimientos…

– Cuando llamó para decirme que iban a West Ford en helicóptero, yo estaba en una reunión COBRA. Cinco minutos después, la policía informó que una explosión había causado una docena de heridos o muertos; y casi de inmediato llegó otro informe de un tiroteo por parte del SAS. Como puede imaginar, en Downing Street estaban con los nervios de punta. Cuando llegué aquí, Jim Dunstan me puso al corriente de algunos hechos, incluido el que uno de mis agentes había caído. -Sonrió secamente-. Por supuesto, el primer ministro estaba muy preocupado por usted. Insistió en que la incluiría en sus plegarias.

– Seguro que eso me ha salvado. Apenas me enteré de nada de lo que pasó, así que dígame, ¿tuvieron tiempo de evacuar a la familia Delves? Uno de los hombres que iban en mi helicóptero intentó llamarlos por teléfono para que salieran de allí en estampida, pero comunicaban constantemente y no lo consiguió.

Wetherby asintió.

– La evacuación fue de lo primero que se encargó Dunstan, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de las fuerzas locales estaban desplegadas a veinte kilómetros de allí protegiendo esta base, Marwell. Pero logró contactar con el personal de seguridad que protegía a los Delves, y ellos evacuaron la casa y el pub vecino.

– ¿Adonde llevaron a todo el mundo?

– Creo que a la iglesia, que se encuentra al otro lado del pueblo.

– Entretanto, todos aterrizamos junto al campo de criquet. Y allí estaba Jean d'Aubigny. La recuerdo caminando hacia mí. ¿Qué pasó? ¿Por qué se alejaba de su objetivo?

– No lo sabemos, pero creemos que cambió de idea. Llevaba la bomba encima y el transmisor lo tenía Mansoor. Suponemos que fue él quien la detonó. Según me han explicado, tras la explosión se produjo un caos total. Uno de los helicópteros que buscaba a Mansoor informó de rastros de calor en el Pabellón. Uno de los equipos SAS fue hasta allí para investigar y… -Su sonrisa se volvió amarga-. Bueno, me han informado que usted presenció todo lo demás.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La invisible»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La invisible» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Stella Rimington: At Risk
At Risk
Stella Rimington
Stella Rimington: Rip Tide
Rip Tide
Stella Rimington
libcat.ru: книга без обложки
libcat.ru: книга без обложки
Steve Berry
Philip Kerr: Gris de campaña
Gris de campaña
Philip Kerr
Stella Rimington: Dead Line
Dead Line
Stella Rimington
Отзывы о книге «La invisible»

Обсуждение, отзывы о книге «La invisible» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.