Steve Berry - La conexión Alejandría

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La legendaria biblioteca desaparecida esconde el futuro de tres religiones.
Fundada en el siglo III a.C., la biblioteca de Alejandría era la mayor fuente de conocimiento del mundo entero. Pero hace 1.500 años desapareció entre el mito y la leyenda sin dejar rastro arqueológico alguno. Su saber ha sido desde entonces codiciado por académicos, buscadores de tesoros y aquellos que creen que sus secretos esconden la llave del poder. Cotton Malone, el ya célebre agente del gobierno norteamericano, vive retirado en Copenhague, donde regenta una librería de segunda mano. Pero su tranquila vida se ve truncada de repente: su hijo es secuestrado y alguien prende fuego a la librería. Cotton Malone tiene una valiosa información capaz de revelar los secretos de la desaparecida biblioteca de Alejandría, y alguien parece dispuesto a cualquier cosa para conseguirla.

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Ella sonrió.

– Eres un tipo raro, Brent.

– Sólo soy un hombre reservado que se guarda lo que le gusta.

Stephanie se sentía abatida y mentalmente agotada, e intentaba aplacar una profunda inquietud que pugnaba por apartar su atención de Green. Habían apagado a propósito todas las luces para comunicar a cualquiera que vigilase que el ocupante de la casa se había retirado.

– ¿Estás pensando en Malone? -preguntó él en medio de la oscuridad.

– Tiene problemas.

– No puedes hacer nada hasta que llame.

Ella sacudió la cabeza.

– No me basta.

– Tienes a un agente en Londres. ¿Qué posibilidades hay de dar con Cotton?

Pocas. Londres era una ciudad grande, y ¿quién sabía si Malone se encontraba allí? Podía haberse ido a cualquier lugar de Gran Bretaña. Sin embargo ella no quería pensar en imposibles, de modo que soltó:

– ¿Cuánto hace que sabes lo de Pam?

– No mucho.

A Stephanie le molestaba que la hubiesen dejado fuera, y decidió que si quería conseguir algo tendría que dar algo a cambio.

– Hay alguien más en todo esto.

– Te escucho. -El tono de Green indicaba que se había despertado su interés. Por fin ella sabía algo que él desconocía.

Stephanie le contó lo que Thorvaldsen le había revelado sobre la Orden del Vellocino de Oro.

– Henrik no me dijo ni palabra.

– Bueno, es un bombazo. -Bebió otro trago de refresco-. Él sólo cuenta lo que quiere que sepas.

– ¿Secuestraron ellos al hijo de Malone?

– Son los primeros de mi lista.

– Eso explica algunas cosas -razonó Green-. Los israelíes se han mostrado inusitadamente precavidos en toda esta operación. Expusimos la conexión con la esperanza de que su contacto aquí mordiera el anzuelo. Durante varios años, en privado, sus diplomáticos han solicitado información sobre George Haddad. No los engañamos del todo cuando Malone lo escondió. Examinaron cuidadosamente los restos del café, pero la bomba hizo un excelente trabajo. Con todo, incluso después de que ofreciéramos la conexión para que ellos la vieran, los israelíes se condujeron con hermetismo.

– Dime algo que no sepa.

– Que se llevaran al hijo de Malone nos desconcertó, por eso retrasé nuestra reunión la primera vez que llamaste para darme la noticia.

– Pensé que era sólo porque no te caía bien.

– Es verdad que hay que tener paciencia para aguantarte, pero he aprendido a adaptarme.

Ella sonrió.

Green cogió de la mesa un plato de cristal con cacahuetes salados. Stephanie también tenía hambre, así que tomó un puñado.

– Sabíamos que Israel no era el culpable del rapto de Gary Malone -afirmó Green-. Y sentíamos curiosidad por saber por qué se quedaron tan quietos cuando pasó. -Hizo una pausa-. Luego, después de que tú me llamaras, me contaron lo de Pam Malone.

Ella era toda oídos.

– Hace unos tres meses inició una relación con un hombre, un abogado de éxito en un bufete de Atlanta, un socio importante y un patriota judío, partidario de Israel. Seguridad Nacional cree que ayudó a financiar una de las facciones más combativas del gobierno israelí.

Ella sabía que el dinero norteamericano avivaba la política israelí desde hacía tiempo.

– No tenía idea de que te implicases tanto a diario.

– Te repito, Stephanie, que soy muchas cosas que desconoces. Tengo una imagen pública que se me exige, pero cuando acepté este empleo no tenía intención de ser un monigote. Soy la máxima autoridad policial de este país y hago mi trabajo.

Ella reparó en que Green no había comido nada; en vez de eso, el bulto de su mano izquierda hurgaba en la extendida derecha.

– ¿Qué haces? -quiso saber ella.

– Buscar mitades.

– ¿Por qué?

– Tienen más sal.

– ¿Cómo dices?

– En un cacahuete entero el centro no está salado, pero si está partido y salado hay el doble de sal.

– Estás de coña.

Él escogió uno y se lo metió en la boca.

– ¿Por qué una mitad tiene más sal que el fruto entero?

– ¿Es que no prestas atención? -preguntó él divertido-. Dos mitades saladas contienen más sal que un cacahuete entero. -Se comió otro.

Stephanie fue incapaz de decidir si hablaba en serio o sólo quería exasperarla, pero él siguió buscando mitades.

– ¿Qué haces con los enteros?

– Los dejo para el final. Pero te cambio uno entero por una mitad.

Le gustaba ese Brent Green, su punto guasón, su mordaz sentido del humor. De pronto le entró un afán protector.

– Quieres a esos idiotas arrogantes en la Casa Blanca lo mismo que yo. Has oído cómo hablan de ti: te llaman el ilustrísimo Green, ocultan cosas, te utilizan sólo para favorecer su imagen.

– Me gustaría creer que no soy tan insignificante.

– ¿Qué hay de insignificante en darles por el culo? Si alguien lo necesita son ellos. Incluido el presidente.

– Estoy de acuerdo. -Se sacudió los restos de cacahuete de las manos mientras seguía masticando. Lo cierto es que Stephanie empezaba a valorar al hombre que tenía enfrente.

– Háblame más de Pam -le pidió.

– Ella y el abogado se ven desde hace unos tres meses. Sabemos que él se relaciona con Heather Dixon, han quedado varias veces.

Ella se sentía perpleja.

– Me estoy perdiendo algo. ¿Cómo iban a suponer los israelíes que Pam se mezclaría en todo esto? Ella y Malone llevan mucho tiempo separados, apenas hablan. Y tú mismo dijiste que no crees que ellos secuestraran a Gary.

– Los israelíes debían de saber algo que nosotros desconocíamos. Se adelantaron a todo esto, sabían que pasaría y sabían que Pam Malone se pondría en contacto con Cotton. Es lo único que tiene sentido. Se acercaron a ella adrede. Y ahora háblame de esa Orden del Vellocino de Oro. Creo que los israelíes también sabían que estaba involucrada y que se llevaría al chico en algún momento. Tal vez planearan hacerlo ellos.

– ¿Pam es espía?

– Su grado de participación es un misterio. Y, por desgracia, el abogado de Atlanta al que veía murió antes de ayer. -Green se detuvo-. Le pegaron un tiro en un aparcamiento.

Nada nuevo. Oriente Próximo solía comerse a los suyos.

– ¿Qué sabes de él? -preguntó Stephanie.

– Estamos estudiando su participación en una transacción de compraventa de armas. Tel Aviv afirma públicamente que intenta detener esta clase de tratos, pero en privado alienta la práctica. Tengo entendido que el abogado hacía todos los movimientos a través de Pam. Pasaba mucho tiempo con ella, le hacía regalos, esa clase de cosas. Para ser alguien que quiere que la gente crea que es dura, Pam Malone no es más que alguien solitario y vulnerable.

Ella captó algo en el tono de Green.

– Eso también te describe a ti, ¿eh?

Green no respondió en el acto, y ella se preguntó si no habría tocado un punto sensible. Al cabo replicó en voz queda:

– Más de lo que crees.

A Stephanie le apetecía explorar ese camino y estaba a punto de hacer una intentona cuando oyó pasos en la escalera. La silueta de Cassiopeia apareció en la puerta.

– Tenemos visita. Un coche acaba de aparcar junto a la acera.

Green se puso en pie.

– No he visto los faros.

– Ha venido a oscuras.

Stephanie estaba preocupada.

– Pensaba que estabas dormida.

– Alguien tiene que vigilar por vosotros.

El teléfono sonó.

No se movió nadie.

Sonó de nuevo.

Green atravesó la oscuridad, encontró el inalámbrico y lo cogió. Stephanie se percató de que fingía estar adormilado.

Instantes de silencio.

– Entonces ven, por supuesto. Bajo en un momento.

Green colgó.

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