Steve Berry - La Habitación de Ámbar

Здесь есть возможность читать онлайн «Steve Berry - La Habitación de Ámbar» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Habitación de Ámbar: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Habitación de Ámbar»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La Habitación de Ámbar es uno de los mayores tesoros creados por el hombre. Las tropas alemanas que invadieron la Unión Soviética se hicieron con ella en 1941. Cuando los Aliados comenzaron los bombardeos fue ocultada y se convirtió en un misterio que perdura hasta nuestros días.
A la juez Rachel Cutler le encantan su trabajo y sus hijos, y mantiene una relación civilizada con su ex marido Paul. Todo cambia cuando su padre muere en misteriosas circunstancias, dejando pistas acerca de un secreto llamado 'la Habitación de Ámbar'. Desesperada por descubrir la verdad, Rachel viaja a Alemania seguida de cerca por Paul.
Enfrentados a asesinos profesionales en un juego traicionero, los dos chocan contra las fuerzas de la avaricia, el poder y la misma Historia.

La Habitación de Ámbar — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Habitación de Ámbar», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Pretende excavar la otra abertura, pero no encontrará nada. Algo que usted ya sabe, ¿correcto? Yo diría que la excavación ha terminado. Y ahora, ¿ha traído el pago del que hablamos?

Suzanne estaba cansada de Grumer. Loring tenía razón. Era un hijo de puta codicioso. Otro cabo suelto. Uno que requería su atención inmediata.

– Tengo su dinero, Herr Grumer.

Buscó en el bolsillo de la chaqueta y cerró la mano derecha alrededor de la culata estriada de la Sauer, cuyo silenciador ya estaba adosado al corto cañón. Algo pasó de repente sobre su hombro izquierdo y golpeó el pecho de Grumer. El alemán lanzó un gemido, trastabilló hacia atrás y se desplomó sobre el suelo. Bajo la pálida luz del altar, Suzanne reparó inmediatamente en la empuñadura de jade de color lavanda con una amatista en el pomo.

Christian Knoll saltó desde el coro al suelo de piedra de la nave con una pistola en la mano. Ella desenfundó su propia arma y se arrojó tras el podio, con la esperanza de que el nogal tuviera más de madera maciza que de chapado.

Se arriesgó a echar un rápido vistazo.

Knoll realizó un disparo silenciado y la bala rebotó en el podio, a centímetros de su cara. Se echó hacia atrás y se encogió cuanto pudo detrás del podio.

– Tuviste mucha inventiva en la mina, Suzanne -dijo Knoll.

El corazón de la mujer latía desbocado.

– Solo hacía mi trabajo, Christian.

– ¿Por qué fue necesario matar a Chapaev?

– Lo siento, amigo mío, no puedo entrar en detalles.

– Es una lástima. Esperaba conocer tus motivos antes de matarte.

– Aún no estoy muerta.

Pudo oír la risa entre dientes de Knoll. Una risa enfermiza que resonó en el silencio.

– Esta vez estoy armado -dijo Knoll-. El regalo de Herr Loring, de hecho. Un arma muy precisa.

La cz-75b. Cargador de quince balas. Y solo había usado una. Le quedaban catorce oportunidades para matarla. Demasiadas, se mirara como se mirara.

– Aquí no hay tubos fluorescentes a los que disparar, Suzanne. De hecho, tampoco hay ningún sitio donde ir.

Con terror malsano, ella comprendió que su enemigo estaba en lo cierto.

Paul no había oído más que fragmentos dispersos de la conversación. Era obvio que sus reservas iniciales acerca de Grumer se habían demostrado ciertas. Parecía que el Doktor había estado jugando a dos bandas y acababa de descubrir el precio que en ocasiones se cobraba el engaño.

Contempló horrorizado la muerte de Grumer y el enfrentamiento de los dos rivales, los disparos amortiguados que cruzaban la iglesia como golpes de almohadón. Rachel se encontraba detrás de él y miraba por encima de su hombro. Estaban totalmente quietos, por miedo a revelar su presencia. Paul sabía que tenían que salir de la iglesia, pero esta salida debía producirse en el más absoluto silencio. Al contrario que los dos pistoleros de la nave, ellos estaban desarmados.

– Ese es Knoll -le susurró Rachel al oído.

Ya se lo había imaginado. Y la mujer era sin duda Jo Myers, o Suzanne, tal y como Knoll la había llamado. Había reconocido la voz al instante. Era evidente que ella había matado a Chapaev, ya que no había negado la alegación cuando Knoll le había preguntado al respecto. Rachel se apretaba contra él. Estaba temblando. Paul alargó la mano y le apretó la pierna contra la suya para tratar de calmarla. Pero su propia mano también temblaba.

Knoll se agazapó tras la segunda hilera de bancos. Le gustaba aquella situación. Aunque su oponente no estaba familiarizada con la distribución de la iglesia, estaba claro que Danzer no tenía ningún sitio al que ir sin que él dispusiera de al menos algunos segundos para disparar.

– Dime algo, Suzanne. ¿Por qué la explosión de la mina? Nunca antes habíamos cruzado esa línea.

– ¿Qué pasa, que te fastidié el plan con esa Cutler? Probablemente fueras a follárterla y después a matarla, ¿verdad?

– Ambas ideas se me pasaron por la cabeza. De hecho, estaba preparándome para lo primero cuando nos interrumpiste de forma tan grosera.

– Lo siento, Christian. Pero, en realidad, esa Cutler tendría que darme las gracias. Vi que sobrevivió a la explosión. No creo que hubiera tenido tanta suerte con tu cuchillo. Como nuestro amigo Grumer, ¿eh?

– Como dices tú, Suzanne, solo estaba haciendo mi trabajo.

– Mira, Christian, quizá no debamos llevar esto al extremo. ¿Qué te parece una tregua? Podemos volver a tu hotel y liberar sudando las frustraciones. ¿Qué me dices?

Tentador. Pero aquel era un asunto serio y Danzer no hacía más que ganar tiempo.

– Vamos, Christian. Te garantizo que será mejor que cualquier cosa que hayas hecho con esa puta mimada de Monika. Nunca hasta ahora has tenido motivo de queja.

– Antes de considerarlo, quiero algunas respuestas.

– Haré lo que pueda.

– ¿Qué hace tan importante a esa habitación?

– No puedo hablar de eso. Reglas, qué te voy a decir.

– Los camiones están vacíos. Ahí no hay nada. ¿A qué tanto interés?

– Misma respuesta.

– Tenéis untado al conserje de los registros de San Petersburgo, ¿correcto?

– Por supuesto.

– ¿Sabías desde el principio que había ido a Georgia?

– Creí que hice un buen trabajo ocultándome. Es evidente que no.

– ¿Estabas en la casa de Borya?

– Por supuesto.

– Si no le hubiera roto yo el cuello al viejo, ¿lo habrías hecho tú?

– Me conoces demasiado.

Paul estaba pegado al telón cuando oyó a Knoll admitir que había matado a Karol Borya. Rachel lanzó un jadeo y dio un paso atrás. Este movimiento lo empujó a él hacia delante y provocó una ondulación del paño. Paul comprendió que el movimiento y el sonido de Rachel bastarían para atraer la atención de ambos combatientes. Al instante empujó a Rachel hacia el suelo, se volvió en medio del salto y absorbió la mayor parte del impacto con el hombro derecho.

Knoll oyó un jadeo y vio moverse el telón. Realizó tres disparos contra el terciopelo, a la altura del pecho.

Suzanne vio moverse el telón, pero su interés principal era salir de la iglesia. Usó el momento de los disparos de Knoll para realizar uno en su dirección. La bala se estrelló en uno de los bancos. Vio cómo Knoll rodaba para ponerse a cubierto, de modo que saltó hacia las sombras del altar elevado y se encaramó a una arcada a oscuras.

– Vamos -vocalizó Paul mientras ponía a Rachel en pie y corrían hacia la puerta. Las balas habían atravesado el paño y habían encontrado piedra. Esperaba que Knoll y la mujer estuvieran demasiado preocupados entre ellos como para molestarse en perseguirlos. O quizá hicieran equipo contra lo que podía considerarse un enemigo común. No pensaba quedarse allí a ver qué camino decidían tomar los dos asesinos.

Llegaron hasta la puerta.

El hombro le dolía muchísimo, pero la adrenalina que corría por sus venas operaba como anestésico. Salieron al pasillo que había tras la iglesia.

– No podemos volver al patio -dijo-. Allí seríamos blanco fácil.

Se volvió hacia una escalera que conducía arriba.

– Vamos -dijo.

Knoll vio cómo Danzer saltaba hacia la arcada, pero los pilares, el podio y el altar le impedían lograr un disparo claro, y las sombras tampoco ayudaban. Sin embargo, en ese momento estaba más interesado en los que se ocultaban tras el telón. Él había entrado en la iglesia del mismo modo, subiendo la escalera de madera en el extremo del pasillo hasta el coro.

Se acercó con cautela al telón y echó un vistazo con el arma preparada.

No había nadie.

Oyó que una puerta se abría para luego cerrarse. Se acercó rápidamente al cuerpo de Grumer y recuperó el estilete. Limpió la hoja y la devolvió a la manga.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Habitación de Ámbar»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Habitación de Ámbar» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Habitación de Ámbar»

Обсуждение, отзывы о книге «La Habitación de Ámbar» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x