Carlos Zafón - El Prisionero Del Cielo

Здесь есть возможность читать онлайн «Carlos Zafón - El Prisionero Del Cielo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Prisionero Del Cielo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Prisionero Del Cielo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Si La sombra del viento se convirtió en un fenómeno editorial en España, con El juego del ángel Carlos Ruiz Zafón se encumbró como uno de los autores imprescindibles del panorama literario español.
Con El prisionero del cielo, el autor barcelonés vuelve al mundo del Cementerio de los libros olvidados, a esa Barcelona mítica situada entre los años cuarenta y cincuenta con el propósito de regalarnos nuevas intrigas y misterios.
Barcelona, 1957. Daniel Sempere y su amigo Fermín, los héroes de La Sombra del Viento, regresan de nuevo a la aventura para afrontar el mayor desafío de sus vidas. Justo cuando todo empezaba a sonreírles, un inquietante personaje visita la librería de Sempere y amenaza con desvelar un terrible secreto que lleva enterrado dos décadas en la oscura memoria de la ciudad. Al conocer la verdad, Daniel comprenderá que su destino le arrastra inexorablemente a enfrentarse con la mayor de las sombras: la que está creciendo en su interior. Rebosante de intriga y emoción, El Prisionero del Cielo es una novela magistral donde los hilos de La Sombra del Viento y El Juego del Ángel convergen a través del embrujo de la literatura y nos conduce hacia el enigma que se oculta en el corazón del Cementerio de los Libros Olvidados.

El Prisionero Del Cielo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Prisionero Del Cielo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Seguro que lo puede meter ahí usted solo?

– No se preocupe, jefe, que hay práctica.

El carcelero asintió de nuevo, no del todo convencido.

– A ver si tenemos suerte, porque el muñón le está empezando a supurar y eso va a oler que no le cuento…

– Joder -dijo el carcelero alejándose a toda prisa.

Tan pronto como lo oyó llegar al extremo del corredor, Fermín procedió a desnudar a Salgado y luego se desprendió de su ropas. Se vistió con los harapos pestilentes del ladrón y le puso los suyos. Colocó a Salgado de lado en el camastro, de cara al muro, y lo tapó con la manta hasta cubrirle medio rostro. Entonces agarró el saco de lona y se introdujo dentro. Iba a cerrar la saca cuando recordó algo.

Volvió a salir a toda prisa y se acercó al muro. Rascó con las uñas entre las dos piedras donde había visto a Salgado esconder la llave hasta que asomó la punta. Intentó asirla con los dedos, pero la llave resbalaba y quedaba apresada entre la piedra.

– Dese prisa -llegó la voz de Martín desde el otro lado del corredor.

Fermín clavó las uñas sobre la llave y tiró con fuerza. La uña del anular se desprendió y una punzada de dolor le cegó por unos segundos. Fermín ahogó un grito y se llevó el dedo a los labios. El sabor de su propia sangre, salado y metálico, le llenó la boca. Abrió los ojos de nuevo y vio que un centímetro de la llave sobresalía de la grieta. Esta vez pudo retirarla con facilidad.

Volvió a calzarse la saca de lona y, como pudo, cerró el nudo desde el interior, dejando una abertura de casi un palmo. Contuvo las arcadas que le subían por la garganta y se tendió en el suelo, anudando los cordeles desde el interior de la saca hasta dejar apenas una rendija del tamaño de un puño. Se llevó los dedos a la nariz y prefirió respirar a través de su propia mugre antes que rendirse a aquel hedor a podredumbre. Ahora sólo cabía esperar, se dijo.

20

Las calles del Pueblo Nuevo estaban sumergidas en una tiniebla espesa y húmeda que reptaba desde la ciudadela de chabolas y cabañas en la playa del Somorrostro. El Studebaker del señor director atravesaba los velos de bruma lentamente y avanzaba entre los cañones de sombras formados por fábricas, almacenes y hangares oscuros y decrépitos. Las luces del coche dibujaban dos túneles de claridad al frente. Al rato la silueta de la antigua fábrica textil Viardell asomó en la niebla. Las chimeneas y crestas de pabellones y talleres abandonados se perfilaron al fondo de la calle. El gran portón estaba custodiado por una reja de lanzas; tras ésta se adivinaba un laberinto de maleza entre la que sobresalían los esqueletos de camiones y carromatos abandonados. El chofer se detuvo frente a la entrada de la vieja factoría.

– Deje el motor en marcha -ordenó el señor director.

Los haces de luz de ambos faros penetraban en la negrura más allá del portón, revelando el estado ruinoso de la fábrica, bombardeada durante la guerra y abandonada como tantas

estructuras en toda la ciudad.

A un lado se apreciaban unos barracones sellados con tablones de madera y, frente a unas cocheras que parecían haber sido pasto de las llamas, se alzaba lo que Valls supuso que era la antigua casa de los vigilantes. El aliento rojizo de una vela o un candil de aceite lamía el contorno de una de las ventanas cerradas. El señor director observó la escena sin prisa desde el asiento trasero del coche. Tras varios minutos de espera, se inclinó hacia adelante y se dirigió al chofer.

– Jaime, ¿ve usted esa casa a la izquierda, frente a la cochera?

Era la primera vez que el señor director se dirigía a él por su nombre de pila. Algo en aquel tono repentinamente amable y cálido le hizo preferir el trato frío y distante habitual.

– ¿La caseta, dice usted?

– La misma. Quiero que se acerque hasta allí y llame a la puerta.

– ¿Quiere que entre ahí? ¿En la fábrica?

El señor director dejó caer un suspiro de impaciencia.

– En la fábrica no. Escúcheme bien. Ve la casa, ¿verdad?

– Sí, señor.

– Muy bien. Pues se acerca usted a la verja, se cuela por la abertura que hay entre los barrotes, va hasta la caseta y llama a la puerta. ¿Hasta ahí todo claro?

El chofer asintió con escaso entusiasmo.

– Bien. Cuando haya usted llamado, alguien le abrirá. Cuando lo haga le dice: «Durruti vive.»

– ¿Durruti?

– No me interrumpa. Usted repita lo que le he dicho. Le darán algo. Probablemente una maleta o un lardo. Lo trae usted, y ya está. Simple, ¿no?

El chófer estaba pálido y no cesaba de mirar por el retrovisor, como si esperase que alguien o algo emergiese de las sombras en cualquier momento.

– Tranquilo, Jaime. No va a pasar nada. Le pido esto como un favor personal Dígame, ¿está usted casado?

– Hará ahora tres años que me casé, señor director.

– Ah, qué bien. ¿Y tiene usted hijos?

– Una niña de dos años y mi señora está esperando, señor director.

– La familia es lo más importante, Jaime. Es usted un buen español Si le parece, como regalo de bautizo anticipado y muestra de mi agradecimiento por su excelente trabajo, le voy a dar cien pesetas. Y si me hace este pequeño favor le voy a recomendar para un ascenso. ¿Qué le parecería un empleo de despacho en la Diputación? Tengo buenos amigos allí y me dicen que buscan hombres con carácter para sacar al país del pozo al que lo han llevado los bolcheviques.

A la mención del dinero y de las buenas perspectivas una leve sonrisa asomó a los labios del chofer.

– ¿No será peligroso o…?

– Jaime, que soy yo, el señor director. ¿Le iba a pedir yo que hiciera algo peligroso o legal?

El chofer le miró en silencio. Valls le sonrió.

– Repítame qué es lo que tiene que hacer, ande.

– Voy hasta la puerta de la casa y llamo. Cuando abran digo: «Viva Durruti.»

– Durruti vive.

– Eso. Durruti vive. Me dan la maleta y la traigo.

– Y nos vamos a casa. Así de fácil.

El chofer asintió y, tras un instante de duda, bajó del coche y se aproximó a la veja. Valls observó su silueta atravesando el haz de luz de los faros y llegar ante la entrada. Allí se volvió un instante a mirar el coche.

– Venga, imbécil, entra -murmuró Valls.

El chófer se coló entre los barrotes y, sorteando escombros y maleza, se acercó lentamente a la puerta de la casa. El señor director extrajo el revólver que llevaba en el bolsillo interior del abrigo y tensó el percutor. El chófer llegó a la puerta y se detuvo allí. Valls lo vio llamar dos veces y esperar. Transcurrió casi un minuto sin que nada sucediese.

– Otra vez -murmuró Valls para sí.

El chófer miraba ahora hacia el coche, como si no supiera qué hacer. De repente un soplo de luz amarillenta se dibujó donde un instante antes había estado la puerta cerrada. Valls vio cómo el chófer pronunciaba la contraseña. Se volvió una vez más a mirar hacia el coche, sonriendo. El disparo, a bocajarro, le reventó la sien y le atravesó el cráneo. Una neblina de sangre emergió por el otro lado y el cuerpo, ya cadáver, se sostuvo un instante en pie envuelto en el halo de pólvora antes de precipitarse al suelo como un muñeco roto.

Valls bajó del asiento trasero a toda prisa y se colocó al volante del Studebaker. Sosteniendo el revólver sobre el salpicadero y apuntando hacia la entrada de la fábrica con la mano izquierda, puso la marcha atrás y pisó el acelerador. El coche retrocedió hacia la tiniebla tropezando con baches y charcos que punteaban la calle. Mientras se alejaba pudo ver el resplandor de varios disparos a la puerta de la fábrica, pero ninguno alcanzó el coche. Sólo cuando estuvo a unos doscientos metros maniobró para dar la vuelta y, acelerando a fondo, se alejó de allí mordiéndose los labios de rabia.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Prisionero Del Cielo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Prisionero Del Cielo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
Carlos Zafón
libcat.ru: книга без обложки
Carlos Zafón
Carlos Zafón - Alicia, al Alba
Carlos Zafón
Carlos Zafón - Rosa de fuego
Carlos Zafón
Carlos Zafón - Der dunkle Wächter
Carlos Zafón
Carlos Zafón - Das Spiel des Engels
Carlos Zafón
Carlos Zafón - Le prince de la brume
Carlos Zafón
Carlos Zafón - El Juego del Ángel
Carlos Zafón
Carlos Zafón - La sombra del viento
Carlos Zafón
Отзывы о книге «El Prisionero Del Cielo»

Обсуждение, отзывы о книге «El Prisionero Del Cielo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x