Entonces pensé en algo.
– Rhys, ¿cómo averiguaste lo del Glimmer porno?
– Cuando vimos la película de Constantine había algunos extras en la película que eran duendes.
– Por eso ella quería ser grande -aclaró Donal -Para poder tener relaciones sexuales con él. Ella fue una “chica cámara” durante un tiempo.
– ¿Qué hace una “chica cámara”?
– Trabajan en un sitio web donde puedes ver a semiduendes jugando consigo mismos, con otros semiduendes y a veces, incluso con humanos. Para acceder te suscribes como a cualquier página pornográfica.
– ¿Y eso hacía su novia para ganarse la vida? -le pregunté.
– Se conocieron a través de la web. Ella rompió las reglas saliendo con un cliente y la despidieron.
– Entonces una “chica cámara” es una semiduende.
– No sólo semiduendes, también humanas. Son sólo muchachas que uno puede pagar y que actúan representando tus fantasías -dijo Rhys.
Donal asintió.
– ¿Y cómo sabes tú todo esto, Rhys? -pregunté.
– Tengo una casa fuera del mundo feérico, Merry, ¿te acuerdas? Cuando a uno no le permiten tocar a alguien más, la pornografía es una cosa maravillosa.
Eché un vistazo a Doyle.
– Pensé que la reina no dejaba que los guardias se dieran placer a sí mismos.
– Ella impuso esa regla sólo a sus hombres de más confianza. Considerándolo ahora, creo que sólo a los hombres que ella pensó que podría volver a querer algún día.
– ¿Debería sentirme insultado? -preguntó Rhys.
– No, deberías sentirte feliz. Al menos tú obtenías una liberación.
Rhys asintió.
– Honrada y suficiente.
– ¿Los viste matar a alguien? -pregunté.
– No, juro que habría ido a la policía.
– ¿Entonces, por qué estás seguro de que ellos lo hicieron?
– Fue cuando averigüé quiénes eran los semiduendes que murieron. Ella odiaba a unos porque podían transformarse y jugar a ser humanos, y odiaba a otros porque eran más poderosos que ella, pero sólo a veces. Unas veces eran sus amigos, pero en otros momentos parecía odiarlos. Realmente se ganó su nombre.
– ¿Qué nombre? -le pregunté.
– Bittersweet. A veces ella se hacía llamar Sweet [30]y lo era, pero antes, en otros tiempos, ella se llamaba Bitter [31], y estaba medio loca.
Tuve uno de esos momentos en los que las cosas parecen encajan en su lugar, como si fueran un puzzle. Ella no era nuestro testigo, era uno de nuestros asesinos, pero… ¿por qué había perdido el tiempo? ¿Por qué no se marchó?
– Ella pretendió ser un testigo de los primeros asesinatos -comenté.
– Puede que no estuviera fingiendo -dijo Donal.
– ¿Qué quieres decir?
– Si hizo cosas malas como Bitter, y cuando volvió en sí era Sweet, estaría confusa. Ella te diría que nunca haría esas cosas horribles. Al principio pensé que actuaba, pero finalmente comprendí que ella realmente no lo recordaba.
– ¿Puede un semiduende ser un bogart? -preguntó Rhys.
– Pensé que sólo los brownies podrían ser como Jekyll y Hyde -dije.
– Ella era mitad brownie -aclaró Donal. -Dijo que era como Thumbelina [32], que su madre era de tamaño normal, pero que ella era del tamaño de su pulgar. Su hermana es de talla normal, pero se parece a una brownie.
Recordé el mensaje de Jordan cuando salió del sueño inducido por los calmantes.
– Thumbelina quiere ser grande.
– ¿Y su padre? -pregunté.
– Es un semiduende que puede cambiar de tamaño hasta casi llegar al humano. Ella tiene a un hermano así, también.
– ¿Cuál es el nombre de la hermana? -indagué.
Él nos lo dijo, pero no era el de nuestra víctima. Tuve otra idea.
– ¿Su madre y hermana se hicieron cirugía plástica para reconstruir sus caras?
– Parecen humanas, narices, bocas, y todo eso. Y los duendes se curan mucho mejor que los humanos, por lo que el resultado de la cirugía es realmente bueno.
– Así que su madre y hermana, aunque brownies, ¿pueden pasar por humanas?
Él asintió.
– Si su padre y hermano pudieran esconder sus alas, entonces también podrían.
– ¿Ella es la única que no puede efectuar el cambio? -pregunté.
Volvió a asentir, mientras comenzaba a frotar mis nudillos con su pulgar. Luché para no separarme de él, porque si era un adicto a las hadas, y se había convertido en eso sólo por ver esas películas, entonces, de alguna forma, toda su vida había sido arruinada por alguien de nuestro pueblo.
Miré a Rhys.
– ¿Has visto pornografía sidhe?
– Alguna -dijo él.
– ¿Podría bastar para hacer que un humano se convirtiera en adicto a las hadas?
– Sólo en el caso de que fuera impresionable, pero que fuera un crío empeoraría las cosas. -Él miró al hombre que estaba sentado en nuestra oficina y sólo asintió con la cabeza. Sí que lo creía.
– Danos el verdadero nombre de Liam -le pedí.
– ¿Me crees?
– Lo hago.
Él sonrió y pareció aliviado.
– Steve Patterson, y es sólo Steve, no Steven. Él siempre odiaba que su primer nombre fuera un apodo.
Retiré mi mano y él me dejó ir de mala gana.
– Tengo que llamar a la policía y darles el nombre.
– Lo entiendo. -Pero sus ojos se llenaron de lágrimas y se giró para mirar fijamente a Frost, quién todavía tenía la mano en su hombro. Era como si cualquier contacto que viniera de nosotros fuera mejor que ningún toque.
Llamé a Lucy y le dije todo lo que teníamos.
– ¿Crees que este Donal no estuvo implicado?
Le vi mirar fijamente a Frost como si éste fuera la cosa más hermosa del mundo.
– Sí, lo creo.
– Bien, te avisaré cuando tengamos a Patterson. No puedo creer que fuera uno de los nuestros. Los medios se van a poner las botas.
– Lo siento, Lucy… -pero yo ya hablaba al aire. Ella estaba ya de camino, preparándose para atrapar a nuestro asesino y nosotros estábamos abandonados aquí con Donal, quién había sido condenado a la temprana edad de doce años a querernos. ¿Quién iba a decirnos que nuestra magia también surtía efecto en las películas? ¿Y habría alguna cura para ello?
PATTERSON NO ESTABA EN SU CASA, NI EN EL TRABAJO, NI en ningún otro sitio donde la policía le buscó. Simplemente había hecho las maletas y había desaparecido. Pero era más fácil encontrar en Los Ángeles a un hombre humano que a una semiduende del tamaño de una Barbie. Pusieron sus fotografías en las noticias como personas de interés [33]que podrían tener información sobre los asesinatos. Tenían miedo de lo que la comunidad duende les podría hacer si las noticias sacaban a relucir que ellos eran nuestros presuntos asesinos. Yo tenía sentimientos encontrados sobre ahorrar a los contribuyentes el coste de un juicio que acabaría siendo apelado.
Esta noche soñé con la última escena del crimen. Pero era Royal el que estaba suspendido de lo alto del arco, su cuerpo colgando inerme y muerto, luego abrió los ojos, pero estaban nublados, como los ojos de los muertos. Desperté gritando su nombre, empapada en un sudor enfermizo.
Rhys y Galen habían intentado consolarme para ver si podía volver a conciliar el sueño, pero no podía volver a dormir hasta que despertaran a Royal y me lo trajeran. Tenía que verle vivo antes de poder volver a dormirme.
Me desperté entre Rhys y Galen, con Royal enroscado sobre la almohada, al lado de mi cabeza. Se parecía… bueno, de alguna forma parecía estar a medio camino entre ser el objeto de un sueño infantil o una fantasía muy adulta.
Él despertó con una sonrisa perezosa y me dijo…
– Buenos días, Princesa.
– Siento haberte despertado anoche.
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