Al ir a sacar la cinta de su caja, Amanda observó que había palabras escritas en la cartulina interior.
– ¡Parece la caligrafía de John Lennon! -exclamó la periodista-. Luego nos ocuparemos de eso.
Acto seguido introdujo la cásete en el reproductor, pulsó la tecla play y se escuchó la voz quejumbrosa y nasal del ex Beatle, acompañado tan sólo por su guitarra acústica:
She's not a girl who misses much
Do do do do do do, oh yeah.
Por la cara que puso Amanda, Perdomo se percató de que ésta había reconocido inmediatamente la canción.
– ¡Es Happiness is a warm gun! -afirmó la periodista-. En lo que parece una demo tape.
– ¿Una qué? -preguntó Perdomo desconcertado.
– Demo tape -insistió la periodista-. Los músicos de pop, cuando tienen la canción ya estructurada, suelen llevar a cabo una grabación casera, para que los demás miembros del grupo puedan hacerse una idea más cabal del tema.
Perdomo quiso hacer una pregunta, pero Amanda le ordenó con un gesto tajante que permaneciera en silencio y escuchara un pasaje:
I need a fix 'cause I'm going down
Down to the bits that I left uptown.
– ¿Sabes lo que está diciendo? -le preguntó la reportera, muy excitada-. Dice: «¡Necesito un pico, porque voy de bajada!».
– ¿Heroína? -inquirió Perdomo. La periodista hizo un gesto afirmativo con la cabeza
– Dicen que Lennon estuvo enganchado al jaco durante un tiempo.
A medida que la cásete avanzaba, Amanda iba haciendo todo tipo de comentarios a vuelapluma.
– El du dúa de la parte final que hacen los demás Beatles no es un coro cualquiera -aseguró-. Están cantando «Bang, bang, shoot, sboot». No está mal para un hombre cuyo destino final sería morir acribillado a balazos, ¿no?
Cuando la canción llegó a su fin, Perdomo se enteró por boca de Amanda, y en apenas tres minutos, de un sinfín de detalles acerca de aquel mítico tema.
1. Se trataba de la canción más significativa del llamado Álbum Blanco de los Beatles. Aunque Happiness is a warm gun estaba compuesta por Lennon, el propio Paul McCartney había reconocido que aquél era el track que más le gustaba del doble LP.
2. A Lennon se le había ocurrido la canción después de hojear una revista de armamento que le había facilitado George Martin, el productor de los Beatles. Al músico le pareció un delirante despropósito que pudiera asociarse la felicidad con un objeto diseñado para matar gente, pues el título de la canción no era otra cosa que el pie de foto de la portada, en la que se veía un revólver.
2. El tema era de una complejidad estructural insólita para la época. Constaba de cinco secciones muy diferentes entre sí, en las que abundaban los cambios de compás. A final de la canción, cuando Lennon canta «When I hold you in my arms», había incluso un ejemplo de polirritmia: mientras la batería va haciendo tresillos, el resto de los instrumentos y las voces de fondo emplean figuras rítmicas binarias.
3. La letra de la canción contenía imágenes surrealistas, que Lennon había escrito después de un viaje de LSD.
Perdomo había escuchado atentamente a la periodista, mientras ésta volcaba toda esta información en sus oídos, y se había quedado, literalmente, sin habla.
– No puedo creer -dijo cuando se sobrepuso a su sorpresa- que el pacifista por antonomasia, el hombre que se opuso a la guerra de Vietnam y que cantaba aquello de Give peace a chance tenga una canción dedicada a las armas.
Amanda le sacó de su error.
– La pistola de Lennon, en la canción, es todo menos un arma de fuego, my dear. Es lo que yo llamo el poder transformador de los genios, o si lo prefieres expresado de manera más pedante, su capacidad metafórica. Primero, el gun es, claramente, una jeringuilla llena de droga. Un poco más adelante hay un verso que dice: «Cuando siento mi dedo en tu gatillo, sé que nada malo puede ocurrirme».
– ¿Y ese gatillo…?
– No es ningún gato pequeño, my love, sino un conejito. Es la cosita de Yoko.
Amanda rebobinó por completo la grabación, extrajo la cásete de la pletina y la estudió concienzudamente. Era una TDK D-C60 con las etiquetas, que un día fueron de color blanco, tan ajadas y amarillentas como un viejo pergamino de biblioteca. En la cara A, y escrito a mano con bolígrafo rojo, figuraba, el título original de la canción:
happiness is a warm gun in your hand
– No tengo la menor duda de que se trata de la caligrafía de John Lennon -afirmó Amanda-, pero para estar completamente seguros, vamos a compararla con un texto que esté autentificado. ¿Me esperas un minuto?
La periodista desapareció en dirección a su alcoba y Perdomo permaneció a solas durante unos momentos, con la cásete de Winston en la mano. Instintivamente, la golpeó varias veces contra la palma de la mano, recordando lo que era una práctica habitual en otros tiempos, para desbloquear las bobinas y evitar que la cinta se saliera de su carril en plena reproducción. El policía sonrió al acordarse de las horas que había dedicado, en su adolescencia, a tratar de meter otra vez la delgada tira de plástico dentro de la carcasa, con ayuda de un bolígrafo ensartado en una de las bobinas.
La voz de Amanda le sacó de sus recuerdos de juventud.
– Esto es un texto original de John Lennon, que figura en una de sus biografías más famosas -dijo mostrándole un libro, abierto por la mitad, que incluía numerosas fotografías relacionadas con el ex Beatle.
Una de ellas reproducía una nota fechada en abril de 1980, en la que el ex Beatle se quejaba a un asistente de que la cerradura del portal del Edificio Dakota no funcionaba. «La gente sabe que vivo aquí», le recordaba Lennon a su ayudante, para urgirle a que tomara medidas que garantizaran su plena seguridad.
– Está escrita menos de seis meses antes de que Chapman le descerrajara cuatro tiros -le explicó Amanda-. Lennon no tenía guardaespaldas, igual que Winston, ¿no? En el caso de Lennon es aún más extraño porque, en los años ochenta, Nueva York tenía una tasa de criminalidad que era de las más altas del mundo.
Perdomo colocó la pequeña cásete sobre la página del libro, para comparar las dos caligrafías, y comprobó que eran exactas.
– Todo hace suponer -conjeturó Amanda- que Winston compró esta cinta en alguna subasta rockera. Los ingleses las llaman memorabilia auctions, y en ellas puedes encontrarte desde una cazadora de Elvis Presley al molde de los dientes que empleó Michael Jackson en Thriller. Todo lo que tiene que ver con Lennon alcanza siempre precios astronómicos en estas pujas, así que no quiero ni imaginar lo que debió de pagar Winston para conseguir esta cásete. No me extraña que la guardara en la caja fuerte del hotel.
– ¿Qué me puedes decir de todas esas palabras escritas en el interior de la cartulina que forra por dentro la caja de plástico? -le preguntó el inspector.
Amanda extrajo la cartulina, en la que era habitual escribir los títulos de las canciones grabadas en la cásete, y se dio cuenta de que Lennon había garabateado en ella varias palabras sin sentido:
– ¿De qué se trata? -preguntó ansioso el policía-. Parece un idioma élfico.
– Pero no lo es -aseguró la reportera tras unos segundos de reflexión-. Lennon era muy aficionado a escribir mensajes al revés, de hecho fue pionero en una técnica de grabación llamada backmasking que ha hecho correr ríos de tinta entre los aficionados a la demonología y el satanismo. De modo que si le damos la vuelta a todas estas palabras, lo que nos queda es:
Читать дальше