Petros Márkaris - Un caso del comisario Jaritos y otros relatos clandestinos

Здесь есть возможность читать онлайн «Petros Márkaris - Un caso del comisario Jaritos y otros relatos clandestinos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Un caso del comisario Jaritos y otros relatos clandestinos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Un caso del comisario Jaritos y otros relatos clandestinos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Nueve relatos, nueve casos policíacos en los que se ven involucrados inmigrantes albaneses, de países del Este o subsaharianos, en los que intervienen asesinos, sicarios, viejos racistas o camareros, que se desarrollan en Atenas, en los prolegómenos de la cita olímpica de 2004. Historias como el asesinato de tres árabes en las inmediaciones de las instalaciones olímpicas o el que comete un camarero sudanés tras ganar una quiniela muestran la cara más sórdida y grotesca de la actual sociedad griega.

Un caso del comisario Jaritos y otros relatos clandestinos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Un caso del comisario Jaritos y otros relatos clandestinos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Claro que, si hubiera leído a Marx, sabría que el dinero no tiene patria ni familia. Pero ya hemos dicho que Vasilis no había leído a Marx.

Café batido

La tipa que escribe esta historia me ha mandado a una de las islas de la línea árida, apenas una talla más grande que una roca. El cascarón que hace el recorrido nos desembarca a las tres de la mañana, con dos horas de retraso, y los pasajeros salen medio dormidos, con los baúles agitándose a sus espaldas como lanchas neumáticas en la estela de un yate.

Soy el único que no dispone de coche ni de comité de bienvenida. Miro a mi alrededor, pero ¿qué hay que ver? Una pared de piedra a diez metros y una palmera detrás del muro roban parte de la luz que llega del puerto. El resto, bultos negros en la noche. Casi me he hecho a la idea de que tendré que recorrer a pie el camino hasta el pueblo cuando se detiene a mi lado una camioneta agrícola cargada de cebollas.

– ¿Adonde vas, paisano? -pregunta el conductor.

– Al pueblo.

– Sube.

Tomo asiento a su lado y la camioneta arranca jadeando, con el tubo de escape agitando la noche cada diez metros.

– ¿Dónde te alojas? -pregunta el conductor.

– Todavía no lo sé.

¿Cómo explicar que la tipa que escribe la historia lo quiere así? Que llegue a un islote de la línea árida sin medio de transporte ni noción de dónde voy a alojarme.

– Estás de suerte -dice él-. Yo tengo unas habitaciones para alquilar.

Miro por el parabrisas. Sólo veo la estrecha franja de camino de tierra que iluminan los faros del coche. El conductor calla y conduce a ciegas. Ahora que ya se ha asegurado un cliente, no es preciso que siga hablando.

La tipa que escribe la historia me ha mandado aquí para que mate a una cincuentona. Se llama Aliki y, si la fotografía que vi de ella le hace justicia, es una morena desgarbada de pelo corto, con la cara llena de arrugas. Mira a la cámara con la sonrisa lánguida de la alcohólica que en vano se empeña en hacerse querer.

Cuando pregunté por qué tenía que matarla, la tipa me paró los pies.

– Tú no preguntes. El móvil es cosa mía.

No insistí. Sé que estoy condenado a interpretar el papel de malo, de modo que callo y cumplo con mi trabajo. En esta ocasión, además, me ha impuesto ciertas condiciones. No puedo matarla con un arma; prohibido usar cuchillo o pistola. Puedo tirarla por un barranco o empujarla al mar por un precipicio.

Al menos he tenido suerte con la habitación. Es limpia y tranquila. Ahora estoy sentado en el café de enfrente tomando un café batido, mientras el sudor va bajando de mi nuca a la espalda en lentas gotas. A las diez de la mañana el sol ya abrasa los muretes de piedra, las rocas que asoman por entre los hierbajos secos y las casas encaladas con sus postigos azules.

Me estoy preguntando cómo encontraré a la tal Aliki cuando la veo salir de la misma casa donde me alojo. La tipa no ha dejado nada al azar, pienso. No va vestida de negro, como en la fotografía, sino que lleva una camiseta de algodón, una falda estampada y un ancho sombrero de paja, adornado con una cinta roja. Lo único que no puede disimular es su cara arrugada y esa mirada ausente que tienen los alcohólicos por la mañana. Hace un calor abrasador, pero ella pide un Nescafé caliente, sin leche. Será que el café batido no basta para mantenerla en pie. Saca del bolso una libreta, donde empieza a anotar algo. Alas tres palabras sostiene el bolígrafo en el aire y proyecta su mirada a lo lejos, hacia las rocas que centellean bajo el sol. Vuelve a sus anotaciones. Algo me dice que este escribir y soñar promete, y pido otro café batido.

«Lo haré», repetía Jimmy una y otra vez. Esta vez no habría obstáculos: ni móvil, que detestaba conocer, ni relación alguna con la futura víctima. Esta vez se trataba de una tal Aliki, de quien no disponía más datos, a la que tenía que matar sin saber por qué.

«¡Lo haré! -afirmó resueltamente para sí mientras miraba a la tal Aliki, que otra vez mantenía el bolígrafo suspendido-. Es la oportunidad que he estado esperando para librarme del cutrerío y llegar a ser alguien.» Y tomó otro sorbo de café.

Cada vez que levantaba la vista de la libreta y antes de pasearla por el paisaje circundante, Aliki observaba a través de sus gafas de sol al tipo que estaba sentado a la mesa de al lado.

«¿Por qué no me quita los ojos de encima? -se preguntaba-. ¿Qué quiere? Si le gusto con esta pinta, seguro que es un pervertido.»

Y con este pensamiento se levantó para ir a bañarse a Tsiguri.

He hecho algunos progresos. Desde hace dos días consigo estar siempre a su lado. Esta mañana, en Tsiguri, hemos tomado el sol a dos metros de distancia, aunque mirábamos en direcciones opuestas de la playa para fingir que no nos veíamos.

Ahora es la una de la madrugada y estamos sentados a mesas contiguas en el Egli, el pequeño bar que extiende sus dominios por el paseo marítimo. A través de los altavoces nos llega una música que parece elegida al azar: cantos tradicionales, canciones melódicas, Madonna y música de las islas.

Aliki termina la cuarta garrafita de aguardiente a palo seco y yo, el segundo café batido. Apura la copa, deja el dinero encima de la nota con la cuenta y se levanta. La dejo pasar de largo mientras pienso que quizás éste sea el momento apropiado. A lo mejor puedo aprovechar que se tambalea y la tiro al mar. Pero un imprevisto me obliga a cambiar de planes. Al pasar por mi lado, se detiene para afianzar el equilibrio, se vuelve y me sonríe.

– Nosotros dos somos como un menú barato -dice-. Pita y café. -Y se echa a reír.

Sonrío lo justo para disimular mi turbación. Intento pensar en una respuesta, pero ella se me adelanta.

– ¿Te importa si me quedo un rato contigo? -Se sienta e indica al camarero que le sirva la quinta garrafita-. ¿Me acompañas para tomar la última?

– Tal vez no te conviene beber más. -En cuanto lo suelto, maldigo mi estupidez. En lugar de disuadirla, debería estar animándola.

Por suerte, no necesita que la animen.

– ¿Y qué quieres que tome? ¿Café? -responde con una sonrisa irónica.

– Te ayudaría a despejarte un poco.

– ¿Y a ti quién te ha dicho que quiero despejarme? -De repente, sus propias palabras le producen pánico-. No, no, tranquilo… ¡no voy a contarte por qué me doy a la bebida! -Y para demostrármelo me echa los brazos al cuello y me da un beso-ventosa en la mejilla-. Mira… eres un encanto y me apetece mucho tomar una última copa contigo.

Y sigue abrazada a mi cuello. No sé si por ternura o

porque tiene miedo de caerse si me suelta.

Sus habitaciones estaban a medio camino de Mesaría. Durante el trayecto Jimmy iba sosteniendo a Aliki, porque ella tropezaba constantemente, ya fuese con alguna piedra o con sus propios pies, y corría peligro de caer. Cada vez que la ayudaba a enderezarse, ella prorrumpía en elogios:

– Ya sabía yo que eras un caballero. Lo supe nada más verte.

Y acto seguido intentaba darle un beso, intento que

fracasaba la mitad de las veces, porque no conseguía

estirar el cuerpo lo suficiente.

Al final, la llevó hasta la casa. Lo más difícil fue subirla al primer piso. Aliki llegaba al tercer escalón, tropezaba y caía hacia atrás. Al cuarto intento, Jimmy desistió, la levantó en brazos y empezó a subir las escaleras.

– ¿Por qué me sigues a todas horas?

La pregunta fue inesperada y esta vez fue Jimmy quien estuvo a punto de caerse. Consiguió mantener el equilibrio al tiempo que buscaba una respuesta desesperadamente. Por suerte, la propia Aliki lo sacó del apuro.

– Deja, no me lo digas. De todas formas, mañana ya no me acordaré.

Cuando llegaron a la puerta de su habitación, ella le abrazó con más fuerza y le susurró:

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Un caso del comisario Jaritos y otros relatos clandestinos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Un caso del comisario Jaritos y otros relatos clandestinos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Un caso del comisario Jaritos y otros relatos clandestinos»

Обсуждение, отзывы о книге «Un caso del comisario Jaritos y otros relatos clandestinos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x