Sentado en un banco, disfrutaba del calor de la tarde. La oración del día había tenido una fuerza especial y ahora se sentía como si irradiase luz y calor al unísono con el sol. Se miró la mano y observó el delgado haz de luz que la rodeaba. Jacob sonrió: ya había empezado.
Junto al banco había una paloma. Yacía de costado y la madre naturaleza ya comenzaba a recuperarla para sí y a transformarla en tierra. Allí estaba, sucia y rígida, con los ojos cubiertos por la membrana blancuzca de la muerte. Ansioso, se inclinó hacia delante y se puso a estudiarla. Era una señal.
Jacob se levantó del banco y se sentó en cuclillas a su lado. La escrutó con ternura. Su mano ardía ya como si tuviese fuego dentro. Tembloroso, acercó el índice derecho a la paloma y lo dejó reposar ligeramente sobre el desaliñado plumaje. Nada sucedió. La decepción amenazó con engullirlo, pero se obligó a permanecer en el lugar al que solían llevarlo sus plegarias. Tras unos minutos, la paloma se estremeció. Después una de las rígidas patas del ave se movió de pronto. Luego todo empezó a suceder al mismo tiempo: el animal recuperó el lustre del plumaje, la membrana que le cubría los ojos desapareció, se apoyó sobre sus patas y, con un vigoroso aleteo, elevó el vuelo. Jacob sonrió satisfecho.
El doctor Stig Holbrand, acompañado de Fredrik Nydin, un médico residente que realizaba parte de sus prácticas en el psiquiátrico judicial, observaba a Jacob desde una ventana que daba al jardín.
– Ese es Jacob Hult. Constituye un caso un tanto especial en este centro. Torturó a dos muchachas para luego intentar sanarlas. Ambas murieron de las lesiones sufridas y está acusado de asesinato, pero no superó el examen psiquiátrico y, además, tiene un cáncer en el cerebro que no tiene tratamiento.
– ¿Cuánto se quedará aquí? -preguntó el residente que, pese a comprender lo trágico de aquella historia, no podía por menos de considerarla extraordinariamente emocionante.
– Seis meses, más o menos. Asegura que llegará a curarse a sí mismo y se pasa la mayor parte del tiempo meditando. Lo dejamos hacer. La verdad es que no molesta a nadie.
– Pero ¿qué es lo que está haciendo ahora?
– Sí, bueno, eso no quiere decir que no tenga una conducta un tanto extraña a veces -el doctor Holbrand entrecerró los ojos y se hizo sombra con la mano para ver mejor-. Creo que está arrojando al aire una paloma. Bueno, al menos ese pobre animal ya estaba muerto -observó fríamente.
Y siguieron su ronda de pacientes.
Ante todo deseo dar las gracias una vez más a mi esposo, Micke, que, como es costumbre en él, antepone siempre a todo mi labor literaria y constituye mi principal apoyo.
Muchas gracias, cómo no, a Mikael Nordin, así como a Bengt y Jenny Nordin, de la agencia literaria Bengt Nordin Agency que, de forma incansable, han trabajado sin cesar para que mis libros alcancen a un público más amplio.
Mención especial merecen los policías de Tanumshede y su jefe, Folke Åsberg, pues no sólo se tomaron la molestia de leer mi material y de aportar opiniones, sino que además aceptaron de forma ecuánime el que a mí se me ocurriese colocar en su lugar de trabajo a un par de policías especialmente incompetentes. ¡En este caso, la realidad no se parece en nada a la ficción!
Una persona cuya colaboración ha sido de un valor incalculable durante el trabajo con esta novela es mi redactora y editora, Karin Linge Nordh, que revisó el manuscrito con más prolijidad de lo que yo misma habría podido hacer, además de hacerme observaciones más que razonables. Asimismo, también me ha inculcado la valiosísima expresión: when in doubt, delete.
Otras personas cuyo apoyo ha resultado fundamental en la elaboración de este libro, así como del anterior, son Gunilla Sandin e Ingrid Kampås, Martin y Helena Persson, mi suegra Gunnel Läckberg y Åsa Bohman, que leyeron y comentaron gustosos el manuscrito.
Finalmente quisiera expresar aquí mi agradecimiento a Berith y Anders Torevi, que no sólo comercializaron La princesa de hielo con el mayor entusiasmo, sino que además le dedicaron parte de su tiempo a leer y comentar el manuscrito de esta novela.
Todos los personajes y los sucesos que figuran en el libro son ficticios. En cambio, Fjällbacka y sus alrededores son reales, aunque en más de una ocasión también me he tomado ciertas libertades con algunos lugares.
CAMILLA LÄCKBERG-ERIKSSON
www. camillalackberg. com
Nacida en 1974 en un pequeño pueblo de la costa oeste de Suecia, en Fjällbacka, Camilla Läckberg estudió marketing y trabajó durante un tiempo en una empresa antes de dedicarse en exclusiva a la literatura. Está casada, tiene una hija y vive actualmente en Estocolmo.
La princesa de hielo es su primera novela, y gracias al éxito que consiguió con ella ya ha escrito cuatro obras más con los mismos protagonistas. Sus novelas transcurren en el pueblo donde nació la autora. Dibuja finamente el retrato de la sociedad cerrada de una pequeña ciudad, en la que todos lo saben todo de todo el mundo, pero en la cual las apariencias son fundamentales.
Camilla Läckberg es considerada todo un fenómeno en Escandinavia. De sus novelas se han vendido ya más de dos millones de ejemplares, y todos sus libros han estado en las listas de bestsellers. Fue nominada al premio a la mejor novela negra de la Academia Sueca tanto en 2004 como en 2005. Sus novelas también están siendo publicadas en muchos países europeos. Hoy ya es toda una celebridad de las letras suecas.
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