Benjamin Black - El secreto de Christine

Здесь есть возможность читать онлайн «Benjamin Black - El secreto de Christine» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El secreto de Christine: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El secreto de Christine»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La inocencia es el escondite perfecto del crimen. Dublín, años cincuenta. En un depósito de cadáveres, una turbia trama de secretos familiares y organizaciones clandestinas comienza a desvelarse tras el hallazgo de un cuerpo que nunca tendría que haber estado allí. Una oscura conspiración que abarca ambos lados del Altántico y que acaba envolviendo en un siniestro abrazo, inesperadamente, la vida misma de todos los protagonistas. Demos la bienvenida a Benjamin Black. Nos encontraremos lo mejor de un extraordinario escritor, John Banville, también entre la niebla, los vapores del whisky y el humo de los cigarrillos de un Dublín convertido en el escenario perfecto para la mejor literatura negra. Por sus magníficas descripciones de personajes y ambientes, con un lenguaje preciso, elegante e inteligente, John Banville está considerado como el gran renovador de la literatura irlandesa y uno de los más importantes escritores en lengua inglesa de la actualidad.

El secreto de Christine — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El secreto de Christine», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Mal volvió del cuarto de baño sin corbata, en mangas de camisa, en tirantes, a enseñarle unos gemelos.

– ¿Te importa atarme este dichoso invento? -dijo irritado y quejoso.

Extendió los brazos y Sarah se puso en pie para tomar los dos complicados y fríos eslabones y disponerse a insertarlos en los ojales. Evitaron encontrarse los ojos uno al otro, Mal con los labios fruncidos, mirando sin ver un rincón del techo. Qué delicada y pálida tenía la piel en el interior de las muñecas. Esa clase de detalles le habían llamado a ella la atención cuando se conocieron veinte años atrás: lo suave que parecía, la dulzura y bondad que desprendía un hombre tan alto, tan tierno y vulnerable.

– ¿Está Phoebe en casa? -preguntó él.

– No tardará en llegar.

– Más le vale, sobre todo en una noche como ésta.

– Eres demasiado duro con ella, Mal.

Él frunció aún más los labios.

– Más te vale ir a ver si mi padre ha llegado. Ya sabes que es un pelma con esto de la puntualidad.

¿En qué momento, se preguntó ella, empezaron a hablarse de ese modo esquinado, de mal genio, como dos desconocidos que se vieran atrapados en un ascensor?

Ella bajó al otro piso, la seda de su vestido susurraba al rozarle las rodillas, como un chisporroteo en sordina. La verdad era que debería haberse puesto algo menos llamativo, menos… declamatorio. Esbozó una sonrisa sin alma; le había gustado la palabra. No tenía por costumbre declamar.

Maggie, la criada, estaba en el comedor colocando las cucharas en la mesa.

– ¿Está todo listo, Maggie?

La criada la miró velozmente, extrañada, como si por un instante no la reconociera. Y luego asintió. Tenía una mancha en el dobladillo del uniforme, por detrás, y Sarah confió en que sólo fuera salsa. Maggie tenía edad más que de sobra para jubilarse, pero a Sarah le faltaba la presencia de ánimo necesaria para despedirla, tal como había despedido a la otra pobre chica. Alguien llamó a la puerta de la calle.

– Yo iré -dijo Sarah. Maggie no la miró. Asintió de nuevo, examinando las cucharas con los ojos entornados.

Cuando abrió la puerta, Sarah se encontró que Garret Griffin le colocaba a la fuerza un ramo de flores en los brazos.

– Garret -le dijo con afecto-. Adelante.

El anciano entró en el vestíbulo y se produjo el habitual momento de desamparo al no saber ella cómo saludarlo, ya que los Griffin, incluido Garret, no eran de los que aceptaban un beso con facilidad. Señaló las flores que ella apretaba contra el pecho, y que eran de una fealdad pasmosa.

– Espero que te gusten -dijo-. Esto de las flores no se me da nada bien.

– Me encantan -dijo ella, aspirando con cautela el aroma de los capullos. Las margaritas de septiembre olían a calcetines sucios. Sonrió. Lo de menos eran las margaritas. Estaba contenta de verle-. Me encantan -volvió a decir.

Él se quitó el abrigo y lo colgó de los ganchos que había detrás de la puerta.

– ¿Soy el primero en llegar? -preguntó, dándole la espalda y frotándose las manos.

– Todos los demás se retrasan.

– Ay, Señor -gimoteó-. Siempre me pasa lo mismo. ¡Siempre me adelanto!

– Así tendremos ocasión de charlar un rato antes de que los demás te monopolicen.

Él sonrió, mirándola con cierto desprecio, con esa arisca timidez que tenía. Ella volvió a pensar, con una tenue sorpresa -¿y por qué esa sorpresa?-, en el gran afecto que el anciano le había inspirado siempre. Mal apareció en las escaleras, solemne, con su traje oscuro y su sobria corbata. Garret lo miró sin ningún entusiasmo.

– Vaya, ahí estás -dijo.

Padre e hijo se plantaron uno frente al otro en silencio. Sarah avanzó hacia ellos impulsivamente, y al hacerlo tuvo la sensación de que un envoltorio invisible y quebradizo se deshacía sin hacer ruido a su alrededor.

– ¡Mira qué ha traído Garret! -dijo, mostrando las asquerosas flores-. ¿A que son una maravilla?

Quirke iba por la tercera copa. Estaba sentado de lado en la barra, con un codo apoyado, un ojo cerrado para defenderse del humo del cigarrillo, escuchando a medias a Phoebe, que ensayaba ante él sus planes de cara al futuro. Le había permitido que se tomara una segunda tónica con ginebra, y sus ojos centelleaban, a la vez que tenía la frente sudorosa. Mientras hablaba, la pluma de su sombrerito temblaba al ritmo de sus excitadas palabras. El hombre que estaba junto a ellos, el del pelo aplastado, no dejaba de lanzarle furtivas miradas con gran molestia por parte de su gruesa acompañante, aunque Phoebe no parecía haberse dado cuenta de los ojos de pescado con que la escrutaba el individuo. Quirke sonrió para sus adentros, sintiéndose sólo un poco imbécil por estar allí con ella, con su vestido veraniego, tan luminosa y tan joven. El ruido del local era ya un rugir constante, y ni siquiera al intentarlo en serio era capaz de oír lo que ella decía. Entonces oyó un grito a sus espaldas.

– Jesucristo con polainas! ¡Si es el Doctor Muerte en persona!

Barney Boyle estaba allí mismo, borracho como una cuba y amenazadoramente jovial. Quirke se dio la vuelta y adoptó una sonrisa condescendiente. Barney era un conocido peligroso: Quirke y él se habían emborrachado juntos a menudo en los viejos tiempos.

– Hola, Barney -le dijo con reticencia.

Barney iba con su ropa de bebedor: traje negro arrugado y manchado, una corbata de rayas por cinturón y una camisa que alguna vez fue blanca, con los cuellos abiertos, como si alguien se los hubiera arrancado a tirones en una refriega. Phoebe se sintió emocionada: ése era el famoso Barney Boyle. Era, y casi se echó a reír al darse cuenta, una versión a escala de Quirke, quien le sacaba una cabeza; tenía el mismo pecho fornido, la misma nariz partida, los mismos y ridículos pies pequeños. La agarró de la mano y le plantó en el dorso un lúbrico beso. Tenía también las manos pequeñas, suaves, encantadoramente regordetas.

– Tu sobrina, ¿no? -le dijo a Quirke-. Dios santo, Doc, estas sobrinas que se hacen ahora están cada vez más sobrinosas, quiero decir sabrosas, y ése, querida -dijo, volviendo su reluciente sonrisa de nuevo hacia Phoebe-, no es un trabalenguas tan fácil como parece, y menos si te has alimentado a base de cerveza negra.

Pidió bebidas para todos, insistiendo, en contra de las protestas de Quirke, en que Phoebe se tomara otra. Barney se esponjaba bajo la ávida mirada de la muchacha, cambiando el peso del cuerpo de los talones a las puntas y vuelta a empezar, con una pinta en una mano y un cigarrillo empapado en la otra. Phoebe le preguntó si estaba escribiendo una nueva obra de teatro, y él barrió el aire en torno a su cabeza con un gesto de desprecio.

– ¡Pues no! -dijo a voz en cuello-. No pienso escribir más para el teatro -adoptó una pose irónica y habló como si se dirigiera a un público numeroso-. De ahora en adelante, el Abbey Theatre va a tener que apañárselas sin los frutos de mi genio -dio un trago violento de su pinta, echando la cabeza para atrás y abriendo bien la boca; los tendones del cuello se le tensaron al tragar-. He vuelto a escribir poesía -añadió, secándose los labios rojos y bulbosos con el dorso de la mano-. En irlandés, esa lengua maravillosa que aprendí en la cárcel, la universidad de la clase obrera.

Quirke se percató de que su sonrisa poco a poco y sin remedio se le iba solidificando. En tiempos lejanos hubo noches en las que Barney y él habían estado allí, felices y contentos, hasta la hora de cierre y hasta mucho después, frente a frente, copa a copa, exhibiendo cada cual su henchida personalidad ante el otro, como un par de niños que jugasen con sendos globos. Ah, pero aquellos tiempos eran agua pasada. Cuando Barney trató de pedir otra ronda, Quirke alzó una mano y dijo no, y añadió que debían marcharse.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El secreto de Christine»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El secreto de Christine» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Benjamin Black - The Black-Eyed Blonde
Benjamin Black
Benjamin Black - Even the Dead
Benjamin Black
Benjamin Black - Holy Orders
Benjamin Black
Benjamin Black - Vengeance
Benjamin Black
Benjamin Black - El lémur
Benjamin Black
Benjamin Black - El otro nombre de Laura
Benjamin Black
Benjamin Black - Christine Falls
Benjamin Black
Benjamin Black - Elegy For April
Benjamin Black
Benjamin Black - The Silver Swan
Benjamin Black
Benjamin Black - A Death in Summer
Benjamin Black
Benjamin Black - The Lemur
Benjamin Black
Отзывы о книге «El secreto de Christine»

Обсуждение, отзывы о книге «El secreto de Christine» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x