Los círculos del macho se hicieron más apretados cuando pasaron por el vestíbulo de mármol que se abría hacía el enorme salón. Cuando un relámpago azotó a través del cielo, el suelo brilló durante un breve momento, blanco con pequeños hilos de oro que lo atravesaban. Propulsado por la furia de la tormenta y el olor atractivo que ella emitía, el macho la apresuró, golpeándola de lado sin advertencia.
Emma se tambaleó, y usó su flexible columna para girar incluso mientras caía. El macho estuvo sobre ella en un instante, agarrándole el cuello con los dientes, mordiendo con la suficiente fuerza para hacerla sangrar mientras la cubría, usando su peso superior para aplastarla con su cuerpo y dominarla. Emma le clavó las garras, intentando herir su vientre o lados, para luego ir por sus piernas, pero los dientes se hundieron más, en un intento para obligarla a rendirse.
Ella luchó con todas sus fuerzas, intentando continuamente encabritarse como un caballo sobre sus piernas traseras para tirarlo, usando los poderosos lazos y bandas de los músculos para ayudarle. La sangre le corría por la nuca y se filtraba en su piel, el olor de ella dominaba en la habitación. El macho saltó lejos para evitar matarla mientras ella arremetía y rastrillaba contra él. Devolvió el golpe con un pesado zarpazo, las garras rozaron su costado otra vez, el impacto tuvo la suficiente fuerza para golpear a la mujer de lado. Ella rodó y se puso de pie, la cabeza baja, levantándose a duras penas.
Emma sabía que otra batalla era inminente y que la perdería. Tenía que encontrar un modo de matarlo. No había contado con la fuerza superior de él. En su forma de leopardo se sentía tan poderosa y fuerte, que había creído poder emparejarse con él en la batalla. Él había vivido la mayor parte de su vida en el bosque tropical, y dominaba el cambio por años. Ella era nueva en esto y no tenía ninguna experiencia real en combate.
Lentamente giró la cabeza y examinó sus ojos. Su corazón se detuvo con fuerza en su pecho. Ella sintió que su leopardo se retiraba también. Los ojos amarillos-verdosos hablaban de triunfo, fulminándola con perversa satisfacción. Estaba desgastándola, cansándola, para luego tener el camino libre. En ese instante él era totalmente leopardo, hasta su astuta inteligencia había sido derrotada por la enloquecida compulsión dentro de él.
El macho comenzó a dar vueltas otra vez, vocalizando su interés, sus ojos se enfocaban directamente en los suyos. Ella siseó, advirtiéndole, dando vueltas con él para impedirle saltar sobre su espalda otra vez. Detrás de ella, oyó el rugido de otro macho. Rory giró, su flexible espina le daba la capacidad de doblarse casi por la mitad. Él había reconocido el sonido antes de que ella lo hiciera y ya arremetía contra el intruso macho.
Emma captó el olor de Drake antes de que registrara el sonido de su voz y se arrojó con la fuerza de su cuerpo contra Rory, golpeándole en el costado en un esfuerzo por impedirle acercarse a Drake, el cual sólo había logrado cambiar parcialmente. Sus patas traseras se negaban a cambiar y estaba en una severa desventaja. Él había dejado abiertas las puertas de la casa y los otros leopardos no podrían dejar de oír la caótica batalla.
Rory volvió su furia contra Emma, asestándole un potente puñetazo que la asombró, y luego saltó sobre la espalda de ella y dirigió los dientes hacia su garganta en un asfixiante apretón. En un instante estuvo bajo él, reconociendo su capacidad de matarla. Drake cambió a su forma humana y detuvo a Conner y Joshua cuando ellos irrumpieron en la casa.
– Déjala ir, Rory -dijo Drake, reconociendo al hombre del bosque tropical. Un traidor que había desechado el código con que su pueblo vivía y había decidido usar sus capacidades únicas como un mercenario, trabajando para aquel que pagara más.
Joshua y Conner, en forma de leopardos, rodearon de uno y otro lado al leopardo macho, cada uno rugiendo un desafío con toda la garganta.
Emma sintió la presión del macho más grande contra ella, impulsándola a moverse hacia la entrada que Drake guardaba. Ella dio un paso, luego un segundo, antes de que sus piernas se hundieran abajo. Los dientes pellizcaban su garganta, se aferraban y mordieron otra vez. Rory hundió sus garras profundamente en cada hombro, obligándola a ponerse de pie. Su piel estaba salpicada con sangre, oscura ahora por las manchas. Los costados subían y bajaban, Emma se esforzó por seguir moviéndose hacia la puerta.
– Maldición, Rory, déjala ir -suplicó Drake. Él se apartó, pero sólo lo suficiente para permitir que los dos leopardos pasaran por allí.
Rory apretó aún más el agarre sobre Emma, medio arrastrando a Drake a su paso. En el último momento la dejó caer, giró y acuchilló el muslo de Drake con un potente golpe, rasgando el músculo y el tendón hasta el hueso, dejando caer al hombre como una piedra. La sangre salpicó a través del suelo y las paredes.
Emma hundió sus dientes en una pata de Rory desde donde yacía bajo él. Incluso cuando Joshua y Conner saltaron hacia adelante, el leopardo macho la aferraba por la garganta, apretando dura, y furiosamente ahora, preparado para matar. Conner cambió a fin de salvar a Drake mientras la sangre fluía de la enorme herida.
Drake lo empujó a empellones.
– No a mí. Sálvala. Si él se la lleva de aquí, la matará por rencor o la tomará para él.
– Lo siento, hombre -dijo Conner mientras tiraba del cinturón de los vaqueros de Drake y lo envolvía alrededor del muslo herido-. Eso ahora es trabajo de Joshua. Él puede tumbar al hijo de puta.
Emma oyó a Drake y su corazón se hundió. No iba a permitir que Rory la sacara del rancho. Si su compañero lo estaba esperando en algún sitio en medio de la noche para ayudarlo, ellos podrían derrotar a Joshua, y ella rechazaba la idea de dejar morir a Joshua por protegerla. Así que no iría con Rory. Ella se movió con él por el amplio vestíbulo, atravesó la cocina hacia la abierta puerta trasera. Joshua los siguió, retumbando una advertencia en su garganta.
Emma reunió toda su fuerza y resolución. Una vez fuera de la puerta, forzaría a que Rory la matara, o la soltara. Si ella forcejeaba, Joshua saltaría sobre Rory y si aún estaba viva podría ayudar, pero no podía ser llevada lejos de la casa. ¿Quién sabía dónde esperaba el compinche de este?
El leopardo macho sintió la tensión femenina y supo que ella estaba a punto de resistirse otra vez, entonces él abrió las mandíbulas y las cerró al instante, hundiendo sus dientes con mayor profundidad para una mejor sujeción. La sangre caliente llenó su boca cuando el aire de la noche golpeó su cara. El viento azotó su piel y la lluvia cayó sobre él. La mujer jadeó, sus costados se alzaban y bajaban, sus pulmones luchaban por aire. Él era muy consciente del macho que le seguía, su rival, y sabía que tenía que arrastrarla lejos de los demás para permitirse luchar en espacio abierto.
El golpe lo impactó desde un lado, tremendamente poderoso, enormemente fuerte, cuando un tercer macho entró en la lucha sin advertencia. Incluso el viento lo había engañado, enmascarando la presencia del gran macho con dorados y salvajes ojos que brillaban con furia asesina. Rory perdió su apretón sobre Emma cuando algo dentro de él se rompió y su gato gritó, enroscándose en el aire para caer agazapado, preparado para luchar hasta la muerte.
Una frenética llamada anterior de Drake a Jake lo había puesto en camino inmediatamente, insensible a la ferocidad de la tormenta. Había llegado para encontrar el olor abrumador de leopardos machos y el femenino grito de dolor de Emma. Luego escuchó el ronco grito de Drake y supo que había caído. Se quitó las ropas tan rápido como pudo, convocando el cambio, corriendo para interceptar al atacante de Emma. Lo golpeó con todas sus fuerzas, agarrándole con la guardia baja cuando Rory surgió de la casa, sosteniendo a Emma por la garganta.
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