– No has contestado. ¿Desearás más niños?
– No lo sé. Con la persona correcta. -No quería irse. No quería separarse de Andraya y Kyle.
Él frotó la almohadilla del dedo de aquí para allá sobre la ceja de ella, con ese ahora familiar toque que frecuentemente usaba para ayudarla a dormir. El gesto la calmó sin ninguna razón, casi como si él la acariciara. Le cubrió los ojos con la mano mientras la acariciaba y ella bajó las pestañas y dejó que la tensión abandonara su cuerpo.
– ¿Y tú, Jake?
Jake respiró profundamente. Iba a tener más niños e iba a tenerlos con Emma.
– En otro año o dos, antes de que Kyle y Andraya sean demasiado mayores. -Porque mantendría a Emma cerca de él.
No sabía mucho acerca del amor, pero sabía cómo seducir a una mujer. Tanto si Drake tenía razón o no acerca de Emma, ella era la que iba a conservar. La ataría a él de todas las formas posibles, incluyendo más niños. Podía permitirse el lujo de ellos, y podía contratar ayuda. Si sus otros hijos eran en igual a Kyle y Andraya, entonces él podría aprender a cuidarlos a su manera.
– ¿Fuiste hija única?
El dedo trazó un sendero a través del párpado cerrado, por el pómulo saliente y hacia abajo a los labios llenos.
– Esa es otra cosa que tenemos en común. No tengo hermanos. Perdí a mis padres en un accidente de tráfico poco antes de cumplir diecinueve. No tenía a nadie más, ningún otro pariente.
– ¿Qué sucedió? ¿Estabas en el coche?
Sintió el pequeño estremecimiento que la atravesó.
– No, pero encontré el coche.
La acarició el pelo para apaciguarla.
– No quería traer a la superficie malos recuerdos. -No estaba seguro de que era peor, si tener a unos monstruos por padres o perder a unos padres a los que amas delante de ti. No conocía esa clase de perdida. No podía imaginarse perder a Emma. La idea le dejaba sin aire, con la mente en blanco, entumecida y ni siquiera estaba enamorado. No conocía el significado de la palabra amor. No era capaz de amar, pero sabía que ella sí.
– Lo siento, cariño, fue desconsiderado por mi parte traer a colación a tus padres y el accidente antes de que te duermas. No tenía ni idea. -Inclinó la cabeza los escasos centímetros para rozar cada ojo con un beso y luego siguió acariciándole la cara con las yemas de los dedos.
– Fueron tiempos difíciles cuando les perdí -admitió, su voz soñolienta. Se puso de lado, frente a él, pero no abrió los ojos-. Siempre teníamos un lugar planeado si nos separábamos si algo iba mal. -Estaba tan somnolienta y cálida. Jake la hacía sentirse segura, de otro modo nunca le habría contado nada, mas no podía detener las palabras que salían por su boca. Fue casi un alivio-. Les esperé una hora en la biblioteca, pero no vinieron. Así que fui al punto de encuentro. Se suponía que no llamaríamos por el móvil. Esperé allí otra hora y entonces supe que algo había ido mal.
Jake apretó los brazos alrededor de ella y le rozó la sien con suaves besos.
– Debe haber sido tan aterrador.
– Estaba aterrorizada. Mis padres eran mi vida entera. Había una reserva de dinero y papeles y los cogí, pero en vez de ir al siguiente lugar, al lugar de encuentro final antes de supuestamente desaparecer, robé una bicicleta y pedalee fuera del pueblo, por el camino por donde habrían conducido. El camino era muy sinuoso y empinado. Tuve que andar en varios sitios y sabía que si lo averiguaban, estarían furiosos conmigo, pero no pude evitarlo.
Se quedó en silencio tanto tiempo que él la incitó.
– Los encontraste.
Ella siseó entre dientes.
– Sí, les encontré. -Su voz era tensa y muy baja. Él apenas podía captar el hilo de voz aún con su aguda audición-. El coche se había salido del camino. Mi madre había muerto en seguida; por lo menos, creo… espero que lo hiciera. Pero mi padre… -Las palabras se desvanecieron y enterró la cara mojada en lágrimas contra el pecho de Jake.
– ¿Emma?
Ella sacudió la cabeza.
– Cariño. Sólo dímelo.
Emma permaneció silenciosa durante mucho tiempo, pero entonces levantó las pestañas y le miró a los ojos, buscando algo allí, alguna tranquilidad.
– Mi padre había estado vivo, pero alguien le había torturado. Había pequeños cortes por todo su cuerpo. Quienquiera que lo hubiera hecho había encendido un fuego y había dejado sus cuerpos para que ardieran. Pude ver huellas que se alejaban del coche.
– ¿Qué clase de huellas? -apenas podía respirar, sabiendo que ella había pasado por tal cosa, sabiendo cuan cerca había estado de los asesinos. ¿En qué había estado metido su padre?
– Huellas de un gato grande.
La boca de Jake se secó ante la revelación. ¿Huellas de leopardo? ¿Tenía Drake razón sobre ella, entonces? Todo señalaba que sí, pero ¿cómo podía ser? Tenía que reunir más información sobre ella. Ahora ciertamente no era el momento de mencionar que él podía cambiar y convertirse en gato.
– Les había dado mi palabra de que si algo iba mal, me marcharía, me iría a miles de kilómetros de distancia. Y lo hice. Me fui a California, porque se los prometí.
Si Emma daba su palabra, la cumpliría costara lo que costase. Si Emma se casaba con él, no habría engaños, ningún abandono, ninguna ruptura de votos.
– Conociste a Andrew y te casaste con él. -Cambiándose el apellido, hacía más difícil que la rastrearan-. Lo siento, Emma, esto debe haber sido tan difícil. -Transfirió la mano al pelo, deslizándola sobre los hilos sedosos. La acción le calmó casi tanto como a ella. Sintió la tensión resbalar de su cuerpo-. ¿A tu madre siempre le gustaron los leopardos? ¿Es de ahí de donde te viene el amor por dibujar leopardos también? -Quería que recordara a su madre de ese modo, algo hermoso que compartieron juntas.
– Sí, pero ella nunca hizo uno como la pintura que hice para ti, medio hombre y medio leopardo. Ella adoraba a los gatos grandes. Pintó asombrosas imágenes de ellos que parecían vivas, pero ninguna con una cara medio-humana, medio-gato. Creo a que veces tienes una calma y una manera de moverte, como el agua sobre la arena, fluida y silenciosa, eso me recuerda a un leopardo.
– ¿No a un tigre? -preguntó él curiosamente. Las perspicacias de Emma eran una de las cosas que admiraba en ella. Tenía unos instintos asombrosos. Estaba empezando a pensar que Drake quizás tuviera razón acerca de Emma, y si era verdad, él no sabía si eso ayudaría a su causa o la haría más difícil.
– Los leopardos son más imprevisibles -levantó las pestañas. Revolotearon. Él pudo ver la diversión en los ojos verdes. Ojos de gato-. Y tienes mal genio.
Él oyó la sonrisa en su voz y se inclinó más cerca para inhalar su perfume. A veces quería tomar esa felicidad en los pulmones, para llenar su cuerpo, la sangre, para mantenerla para sí. No sabía cómo ser feliz. Era violentamente protector, quizá demasiado para ser feliz. Había construido un imperio, y lo protegía ferozmente, pero siempre era consciente de que sus enemigos le rodeaban. Emma había atravesado una experiencia terrible, pero todavía tenía la capacidad de amar, de bromear, de encontrar la felicidad y la diversión.
– No tengo mal genio. Sólo me gusta que las cosas se hagan de cierta manera.
Ella hizo una pequeña mueca con los labios y el corazón de Jake dio bandazos. Su sangre se encrespó calientemente y su verga dio un tirón, caliente, dura y completamente excitada. Jake inspiró y lo expulsó, deslizando la palma por el brazo para enredar los dedos con los de ella para no ahuecar la tentación del seno. Tenía que ir despacio, dejar que se acostumbrara a la idea de tener un hombre en su vida otra vez. No había estado lista, pero él había plantado la semilla y con un poco de suerte ella soltaría a Andrew, y Jake estaría allí para ella.
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