– Los de la mudanza empacaron algunas pinturas. ¿Por qué no las tienes colgadas en tu cuarto?
Ella permaneció silenciosa por unos pocos momentos, dándole vueltas a la pregunta una y otra vez en su mente. A él no iba a gustarle la respuesta, y cuando no le gustaba algo podía ser muy imprevisible.
– Al principio estaba apenaba y no ponía demasiado atención a nada. Cuándo pensé acerca de las pinturas y quise verlas, quizá en busca de consuelo, estaba de reposo en la cama y no podía ir registrando las cajas.
Le tiró con la suficiente fuerza del pelo para que ella soltara un pequeño grito.
– Deberías habérmelo contado. Las habría colgado por ti. ¿Después del reposo en cama?
Ella le disparó un pequeño ceño pero él no la miraba y fue malgastado completamente.
– Para de tirarme del pelo.
Él no la soltó, pero empezó a frotar los mechones de adelante a atrás entre sus dedos casi distraídamente. Ella suspiró y lo dejó pasar, sabiendo que estaba buscando evasivas.
– Después de que Andraya naciera estuve cansada todo el tiempo, ajustándome a dos bebés y a una casa. Cuando llegaba a la cama por la noche estaba agotada.
– Tenías muchas pesadillas -indicó él.
Ella no lo podía negar. Él a menudo había corrido a su cuarto para cerciorarse de que estaba bien y había permanecido hablando hasta que se dormía otra vez.
– Es verdad -admitió-. Después de eso, no estaba segura de sí iba a quedarme o no. Pensaba que me daría algún tiempo mientras resolvía lo que iba a hacer después de que llegara el dinero del arreglo.
Al lado de ella, Jake se quedó inmóvil.
– ¿Piensas un poco en dejarme, verdad?
¿Había dolor en su voz? Ya era bastante experta en leer los matices emocionales en las voces de personas, pero Jake era diferente. Él siempre sonaba casual, su voz suave e hipnotizadora sin importar el tema. Incluso cuando estaba enojado, bajaba el tono de voz en vez de levantarlo.
– No estoy pensando en abandonarte. -Era absurdo, por el modo en que hablaban, deberían haber tenido una relación-. No sabía si el trabajo iba a funcionar. Las cosas cambiarían si te casaras con alguien. No puedes fingir que no lo harían.
– Puedes tranquilizar tu mente sobre que me case. Las mujeres que conozco son rameras traicioneras y no las permitiría en ningún sitio cerca de mi dinero, de mi casa ni de ti. Y ciertamente no de mis hijos. Así que creo que puedo decir sin peligro que casarme con alguna de ellas está fuera de cuestión.
– Sólo les permites acercarse a tu cuerpo.
Ella apretó los labios, odiando la mezcla de emoción en su voz que hizo que él girara la cabeza para mirarla, su mirada de repente especulativa. Ella no se había dado cuenta hasta ese momento que estuviera enojada con él. Ni siquiera había sabido que estuviera celosa. No quería a Jake como su amante ni como nada. Cualquier otra clase de la relación aparte de la platónica que tuvieran sería un desastre. No era fácil vivir con Jake como jefe. Como amante o marido, él gobernaría con un puño de hierro.
– No todos podemos ser pequeños santos perfectos, sin nunca disfrutar de los placeres de la carne.
Ella curvó las uñas en la palma, con la suficiente fuerza para hacerse daño. Las puntas de los dedos le dolieron.
– Sal de mi cuarto. Hablo en serio. Estás siendo insultante y he tenido un día suficientemente malo sin aguantar tu mierda. Vete.
Él no se movió.
– ¿Por qué es eso un insulto? Básicamente me has indicado que he sido un pecador. ¿Qué está mal conmigo señalando que tú eres una santa?
– Estás siendo deliberadamente insultante y lo sabes. -Se puso el brazo sobre los ojos-. Estoy tan cansada, Jake. Quería que el día de hoy fuera bueno para ti. Esperé que vinieras a casa e intenté hacer algo especial para tu cumpleaños. No sé qué falló, pero sólo quiero arrastrarme bajo las mantas e intentarlo otra vez mañana. -Tenía la garganta ahogada con lágrimas otra vez y eso la hizo querer llorar por ser tan idiota. ¿Qué estaba mal con ella?
Jake se puso de lado, le deslizó una mano por su pelo.
– Hiciste que mi cumpleaños fuera especial, Emma. Nunca he tenido un regalo o un pastel antes. Nunca olvidaré lo que has hecho por mí. Y mañana por la mañana, abriré los regalos con Kyle y Andraya. Podemos tener pastel para el desayuno.
Ella trató de no reírse.
– No, no lo harás. Ellos no pueden tener pastel para desayunar.
– ¿Por qué no?
Sonó bastante inocente, pero ella le conocía mejor que eso. En el momento que tuvo a su hijo, él probablemente había investigado cada hecho que pudo encontrar sobre nutrición y salud. Más que probablemente, había consultado a cada autoridad de primera que pudo encontrar. Tenía una mente para hechos y detalles, y ella dudaba si alguna vez olvidaba lo que leía.
– Sabes muy bien por qué no. No podemos correr el riesgo de mimarlos demasiado, Jake. Andraya ya muestra signos de ser una princesita.
– Es una princesa.
– En su propia mente.
Jake envolvió el largo pelo en la mano y atrajo los hilos sedosos a la cara.
– En mi mente también. Pero si tú dices que nada de pastel para el desayuno, nada de pastel. Eres la jefa.
Ella casi bufó.
– ¿Desde cuándo? Nadie jamás te da órdenes, Jake.
Dirigía la casa y el rancho del mismo modo en que dirigía sus negocios. No confiaba en nadie lo bastante para darles mucha cancha. Drake, Joshua y quizás ella, eran los pocos a los que daba un pequeño margen, pero no mucho. Sería un verdadero infierno vivir con él. Querría completo control. Porqué eso la hacía querer llorar otra vez, no lo sabía. Pero las lágrimas ardieron en las puntas de las pestañas, humillándola aún más.
– Lo siento, Jake. Honestamente no sé que está mal conmigo. De verdad. No eres tú. Me estoy rompiendo en pedazos. No me he sentido así ni siquiera cuando estuve embarazada.
Jake le deslizó la mano sobre el hombro y por el brazo hasta rozarle con los nudillos por debajo del dobladillo de la blusa y abrirla sobre su vientre como si pudiera sentir a un niño creciendo ahí.
– Creo que necesitas tener a alguien sosteniéndote mientras te duermes. Recuerda cuando tenías pesadillas. -Dobló la cabeza hacia la de ella y le rozó la sien con un beso-. Te sostenía y tú te dormías.
Eso era verdad, pero su cuerpo no había estado ardiendo. Él había estado duro entonces también, como lo estaba ahora, y sin ninguna vergüenza por ello. Pero ahora era diferente porque ella era demasiado consciente de él, tumbado duro y grueso, ardiendo contra su muslo como una marca.
– ¿Quieres más niños?
La mirada de Emma saltó a su cara.
– ¿Por qué preguntas eso?
– He estado pensando en ello últimamente. Preguntándome cómo te sentías acerca de ello. Con Kyle y Andraya tan cercanos en edad pensé que quizás sintieras que ellos eran más que suficiente. -Retiró la mano del estómago, las almohadillas de los dedos se deslizaron por sus costillas mientras los nudillos le rozaban las caras inferiores de los senos.
Le estaba mirando directamente a los ojos y no podía decir si fue un accidente o si quería tocarla tan íntimamente. Antes de que pudiera preguntar, él agregó en ese mismo tono bajo.
– Le he pedido a John que prepare los papeles de adopción para que adoptes a Kyle.
Ella sintió una rápida explosión de placer porque él no sólo lo hubiera recordado, sino que ya le hubiera dado instrucciones a su abogado. Ella no tenía la menor idea de cuando él podría haber encontrado tiempo, pero así era Jake, haciendo de la adopción una prioridad cuando ellos apenas la habían mencionado.
– Gracias. Me siento como si ya fuera la madre de Kyle. Hacerlo legal libera una enorme carga de mi mente.
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