Thomas Harris - Hannibal
Здесь есть возможность читать онлайн «Thomas Harris - Hannibal» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Hannibal
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Hannibal: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Hannibal»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Hannibal — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Hannibal», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– ¿Hace falta que pregunte por qué?
– No a menos que quieras que te lo explique. No tiene nada que ver con el Acta de Derechos de los Animales, te lo aseguro -dijo Mason, que no pudo contener la risa.
Tanta charla lo había extenuado. Hizo una seña a Margot.
La mujer cogió una libreta, se acercó a la luz y leyó sus propias anotaciones.
– Queremos toda la información que se consiga y la queremos antes que los de Ciencias del Comportamiento. Queremos los informes de la Unidad de Ciencias del Comportamiento en cuanto los introduzcan en la base de datos, y queremos los códigos de acceso al VICAP y al Centro Nacional de Información sobre el Crimen.
– Sólo se puede acceder al VICAP llamando desde un teléfono público -dijo Krendler, que seguía hablando hacia la oscuridad como si no tuviera delante a la mujer-. ¿Cómo piensa hacerlo?
– Es que no pienso hacerlo -replicó Margot.
– Lo hará -susurró Mason-. Crea programas para las máquinas de los gimnasios. Es su pequeño negocio, para no tener que vivir a expensas de su hermanito.
– El FBI tiene un sistema cerrado y parte de él está cifrado. Tendrá que acceder desde una localización autorizada, exactamente como yo le diga, y bajar la información a un portátil programado en el Departamento de Justicia -explicó Krendler-. De esa forma, si el VICAP introduce un virus trazador en la información, irá directamente al Departamento de Justicia. Compre un portátil potente y un buen módem con dinero en metálico a un mayorista, y no envíe la garantía por correo. Compre también una tarjeta descompresora. Y no lo utilice para navegar en Internet. Lo necesitaré de un día para otro y lo quiero de vuelta cuando todo haya acabado. Me pondré en contacto con ustedes. Entonces, ya está, eso es todo -y se puso en pie recogiendo sus papeles.
– No, no es todo, señor Krendler… -replicó Mason-. Lecter no tiene ningún motivo para asomar las orejas. Tiene dinero para esconderse eternamente.
– ¿De dónde lo ha sacado? -preguntó Margot.
– A su consulta de psiquiatra iban unos cuantos viejos muy ricos -explicó Krendler-. Consiguió que lo nombraran heredero de un montón de dinero y acciones, y los escondió bien. Hacienda no ha sido capaz de dar con ellos. Exhumaron los cuerpos de una pareja de benefactores para comprobar si los había matado, pero no pudieron probar nada. El escáner no encontró toxinas.
– Así que no lo cogerán en un atraco, tiene dinero de sobras -dijo Mason-. Hay que engañarlo para que salga de su escondite. Empieza a pensar en maneras de hacerlo.
– Se imaginará de dónde le vino el golpe de Florencia -dijo Krendler.
– No me digas.
– Y te querrá a ti.
– No estoy tan seguro. Yo le gusto tal como soy. Anda, Krendler, sigue pensando -dijo Mason, y se puso a tararear.
Todo lo que el inspector general adjunto oyó mientras salía fue el mosconeo de Mason, que tenía costumbre de canturrear himnos religiosos mientras tramaba algo: «Ya tienes tu cebo, Krendler. Pero ya hablaremos cuando hayas hecho un ingresó banCarlo que te incrimine. Cuando me pertenezcas».
CAPÍTULO 45
En el cuarto de Mason no queda más que la familia, el hermano y la hermana.
Música y luz suave. Música del Magreb, laúd y tambores. Margot está sentada en el sofá, con la cabeza baja y los codos en las rodillas. Hubiera podido tratarse de una lanzadora de martillo olímpico esperando su turno, o de una levantadora de pesas descansando en el gimnasio después de un entrenamiento. Respira un poco más deprisa que el respirador de Mason.
La canción termina y Margot se levanta y se acerca a la cabecera de la cama. La anguila asoma la cabeza por el agujero de la roca artificial y mira hacia su ondulado cielo de plata por si barrunta otro chaparrón de carpa para esta noche. Margot se esfuerza por dulcificar su áspera voz.
– ¿Estás despierto?
En un instante Mason está presente tras su ojo siempre abierto.
– ¿Ha llegado la hora de hablar de… -un siseo de inhalación- lo que quiere Margot? Anda, siéntate aquí, en las rodillas de Santa Claus.
– Ya sabes lo que quiero.
– Dímelo otra vez.
– Judy y yo queremos un niño. Queremos un Verger, nuestro propio hijo.
– ¿Y por qué no compráis un chinito? Están más baratos que los lechones.
– Sería una buena obra. Podríamos hacer eso también.
– ¿Y qué dirá papá? «…A un familiar directo, confirmado como mi descendiente por el laboratorio Cellmark o uno similar mediante la prueba del ADN, todas mis propiedades una vez desaparecido mi querido hijo Mason.» Su querido hijo Mason: ése soy yo. «En caso de no existir tal heredero, el único beneficiario será la Convención Baptista Sureña, con cláusulas específicas a favor de la Universidad Baylor de Waco, Texas.» A papá le jodio un montón lo de tus tortillas, Margot.
– Puedes pensar lo que quieras, Mason, pero no es por el dinero; bueno, un poco sí, pero ¿es que no quieres un heredero? También sería tu heredero, Mason.
– ¿Por qué no te buscas un buen semental y le das un poco de metesaca? No puede decirse que no sepas hacerlo.
La música marroquí vuelve a sonar, y el exasperante bordoneo del laúd parece azuzar la ira contenida de Margot.
– Me he jodido yo misma, Mason. Se me han secado los ovarios con todo lo que me he metido. Además, quiero que Judy participe. Quiere ser la madre. Mason, dijiste que si te ayudaba… Me prometiste tu esperma.
Los dedos de araña de Mason le hicieron un gesto.
– Sírvete tu misma. Si es que sigue ahí.
– Mason, lo más probable es que tu esperma siga siendo viable, y te aseguro que es muy fácil cosecharlo sin que sufras molestias…
– ¿Cosechar mi esperma viable? Me parece que has estado hablando con alguien.
– Sólo con la clínica de fertilidad, es confidencial -las facciones de Margot se suavizaron, incluso a la luz fría del acuario-. Seríamos unas madres estupendas, Mason. Hemos ido a clases de paternidad, y Judy viene de una familia numerosa y unida. Además, existe un grupo de apoyo para parejas de madres.
– Solías conseguir que me corriera cuando éramos niños, Margot. Me hacías descargar como si tuvieras un motor en la muñeca. Y a toda hostia.
– Me hiciste daño cuando era pequeña, Mason. Me hiciste daño y me dislocaste el codo obligándome a lo otro. Sigo sin poder levantar más de cuarenta kilos con el brazo izquierdo.
– Es que no querías comerte el chocolate. Y ya te dije que hablaríamos de lo del niño algún día, hermanita, cuando acabe este trabajo.
– Sólo te pido que te hagas el análisis -dijo Margot-. El médico te sacará una muestra sin hacerte daño…
– ¿Qué daño me va a hacer, si no puedo sentir nada ahí abajo? Podrías chupármela hasta ponerte azul, y te aseguro que no sería lo mismo que la primera vez. Ya me lo han hecho otros y no ha pasado nada.
– El médico te sacará un poco, sólo para ver si tu esperma da señales de motilidad. Judy ya está tomando Clomid. Estamos controlando su ciclo, hay un montón de cosas por hacer…
– En todo este tiempo, no he tenido el gusto de conocer a Judy. Cordell dice que es patizamba. ¿Cuánto hace que os lo montáis tú y ella, Margot?
– Cinco años.
– ¿Por qué no la traes un día? Podríamos… hacer algo juntos, por decirlo así.
Los tambores magrebíes acaban con un seco manotazo que deja un silencio resonante en los oídos de Margot.
– ¿Por qué no te apañas con el Departamento de Justicia tú sólito? -le susurró pegando la boca a su oreja-. ¿Por qué no intentas llegar a una cabina telefónica con el jodido portátil? ¿Por qué no pagas a unos cuantos espaguetis más para coger al tío que convirtió tu cara en comida para perros? Dijiste que me ayudarías, Mason.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Hannibal»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Hannibal» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Hannibal» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.