Tom Clancy - Los dientes del tigre

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"Si le vas a patear el trasero al tigre, más vale que tengas un plan para enfrentarte a sus dientes."
Tom Clancy. Durante la era del terrorismo global, donde cualquiera puede acceder tanto a un fusil Kalashnikov como a algunas fatales nociones de química, o simplemente está dispuesto a morir por una "causa justa", las antiguas reglas ya no corren.
Por más organizaciones gubernamentales creadas ad hoc, las únicas efectivas son las rápidas y ágiles, libres de supervisión y restricciones y fuera del sistema.
En un anónimo edificio suburbano, una empresa invierte con éxito en acciones, bonos y divisas pero, tras la fachada financiera, de lo que se ocupa en realidad es de identificar y localizar amenazas terroristas para eliminarlas del modo que sea.
Instalado con la venia del presidente norteamericano, "el Campus" recluta a tres nuevos talentos: el agente del FBI Dominic Caruso, su hermano Brian, combatiente en Afganistán, y Jack Ryan Jr., que ha crecido rodeado de intrigas mientras su padre llegaba a la Casa Blanca.
La frenética trama de Los dientes del tigre obligará a Jack a deshacerse de sus conocimientos sobre espionaje y operaciones de inteligencia para enfrentarse a un mundo que se ha vuelto mucho más peligroso, poblado por fanáticos islámicos y narcotraficantes colombianos.
El genio de Tom Clancy para las historias amplias y absorbentes lo ha convertido en uno de los narradores más destacados de la actualidad. Su nueva novela supera las marcas anteriores.

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Bueno, debían de existir. Si algo no cambiaba nunca en el mundo, era la naturaleza humana. Aún existía gente cruel y brutal. "Tal vez la sociedad ya no los incitaba a serlo, como, digamos, en el Imperio Romano. Los juegos con gladiadores habían condicionado a la gente para que aceptara y aun disfrutara del espectáculo de la muerte violenta, y la oscura verdad del asunto era que si a Jack le hubieran dado acceso a una máquina del tiempo, podría haber -habría- ido al Anfiteatro Flavio a verlos, sólo por una vez. Pero eso era curiosidad humana, no sed de sangre. Sólo una ocasión de ganar conocimiento histórico, de ver y leer una cultura vinculada a la suya, pero diferente. Tal vez incluso vomitara ante el espectáculo…, o tal vez no. Tal vez su curiosidad fuera lo suficientemente fuerte. Pero lo que era seguro era que si fuera allí, iría con un amigo. Por ejemplo, la Beretta.45 que Mike Brenna le enseñó a disparar. Se preguntó cuántos otros estarían dispuestos a hacer el viaje. Probablemente unos cuantos. Hombres. No muteres. Las mujeres necesitarían de mucho condicionamiento social para mirar eso. ¿y los hombres? Los hombres se criaban viendo películas como Silverado y Salvando al Soldado Ryan. Los hombres querían saber cómo se desempeñarían en situaciones así. De modo que no, la naturaleza humana no cambiaba. La sociedad tendía a aplastar a los crueles, y como el hombre era una criatura dotada de raciocinio, la mayor parte de las personas evitaba el comportamiento que la podía llevar a la cárcel o al cadalso. De modo que el hombre podía aprender con el tiempo, pero los impulsos básicos no, de modo que uno alimentaba a esas feas bestezuelas con fantasías, libros y películas y sueños, pensamientos que atravesaban la conciencia cuando uno se iba a dormir. Tal vez los policías lo pasaran mejor. Ellos podían dar rienda suelta a su bestezuela cuando lidiaban con quienes se pasaban de la raya. Probablemente fuera satisfactorio, pues se alimentaba a la bestia y se protegía a la sociedad al mismo tiempo.

Pero si la bestia aún vivía en los corazones de los hombres, en alguna parte debía de haber hombres que usarían sus talentos -no tanto para controlada como para ponerla a su servicio, para usarla como herramienta en su busca personal del poder. Esos hombres eran Los Malos. Los que no lograban su cometido se llamaban sociópatas. Los que lo lograban se llamaban… presidentes.

¿A dónde conducía todo esto?, se preguntó Jack Jr. A fin de cuentas, sólo era un muchacho, aunque lo negara, y aunque para la ley fuera un hombre hecho y derecho. ¿Un hombre hecho ya no crecía? ¿Dejaba de hacerse preguntas? ¿Dejaba de buscar información o -según él consideraba- la verdad?

Pero una vez que tenías la verdad, ¿qué demonios hacías con ella? Aún no lo sabía. Tal vez sólo fuese una cosa más para aprender. Sin duda, tenía la misma necesidad de aprendizaje de su padre, si no, ¿por qué estaba viendo ese programa en lugar de alguna estúpida comedia de situaciones? Tal vez debiera comprarse algún libro que tratase de Stalin y Hitler. Los historiadores se lo pasaban revisando viejos archivos. El problema era que aplicaban sus ideas personales a lo que encontraban.

Probablemente necesitara un psicólogo para que lo ayudara a ver las cosas en perspectiva. Ellos también tenían prejuicios ideológicos, pero al menos su forma de pensar tenía una pátina de profesionalismo. A Junior le incomodaba irse a dormir cada noche con pensamientos sin resolver y verdades sin encontrar. Pero suponía que de eso se trataba lo que llamamos la vida.

Todos oraban. Quedamente. Abdulá musitaba lo que leía en su Corán. Mustafá recorrfa ese mismo libro en la intimidad de su mente; no todo, por supuesto, sólo las partes vinculadas a su misión del día siguiente. Ser valientes, recordar su Santa Misión, llevarla adelante sin piedad. La piedad era cosa de Alá.

¿Y si sobrevivimos?, se preguntó, y el pensamiento lo sorprendió. Claro que tenían un plan para esa eventualidad. Iban otra vez hacia al oeste, intentaban regresar a México de alguna manera, y de allí volaban de regreso a casa, donde sus camaradas los recibirían alborozados. En realidad, no creía que ello ocurriera, pero la esperanza es algo que nadie deja por completo de lado y por más atractivo que fuese el paraíso, la vida en la tierra era lo único que realmente conocía.

También ese pensamiento lo sobresaltó. ¿Acababa de dudar de su Fe? No exactamente. Sólo un pensamiento pasajero. No hay más Dios que Alá, y Mahoma es su profeta, recitó en su mente, expresando la Shahada, que era el cimiento mismo del Islam. No, no podía negar su Fe ahora. Su Fe lo había hecho atravesar el mundo hasta llegar al lugar donde tendría lugar su martirio. Su Fe había criado y nutrido su vida, desde la infancia, desde la ira de su padre hasta la tierra misma de los infieles que escupían sobre el Islam y nutrían a los israelíes, para allí ofrecer su vida en testimonio de su Fe. Y morir, probablemente. Casi con certeza, a no ser que Alá quisiera otra cosa. Porque todo está escrito por la Mano Misma de Alá…

El despertador sonó justo antes de las seis. Brian llamó a la puerta de su hermano.

"Arriba, agente federal. Que el día se va".

"¿Estás seguro?", observó Dominic desde el extremo del pasillo. "iTe gané, Aldo!" Era la primera vez que eso ocurría.

"Entonces pongámonos en movimiento, Enzo", respondió Brian, y salieron juntos. Una hora y cuarto después: estaban juntos ante la mesa del desayuno.

"Es un buen día para estar vivo", observó Brian con su primer sorbo de café.

"El cuerpo de infantes de marina te debe de haber lavado el cerebro, hermano", observó Dominic, mientras sorbía su café.

"No, es que las endocrinas hacen su trabajo. Así se miente a sí mismo el cuerpo humano".

"Con la edad, se pasa", les dijo Alexander. "¿Están listos para su pequeño ejercicio de campo?"

"Sí, sargento mayor", repuso Brian con una sonrisa. "Listos para eliminar a Michelle para la hora del almuerzo".

"Sólo si la pueden rastrear sin que ella lo note".

"Sería más fácil en el bosque, sabes. Estoy entrenado para esa actividad en particular".

"Brian, ¿qué crees que hemos estado haciendo todo este tiempo?", inquirió suavemente Pete.

"Ah, ¿de eso se trataba?"

"Primero consíguete zapatillas nuevas", aconsejó Dominic.

"Sí, lo sé. Éstas están prácticamente muertas". La lona de la parte superior se estaba separando de la suela de goma y las suelas mismas estaban prácticamente deshechas. Odiaba desprenderse de ellas. Había corrido muchas millas con esas zapatillas y uno puede sentirse sentimental con cosas así, lo cual suele ser motivo de enfado para una esposa.

"Iremos temprano al centro de compras. Hay un Foot Locker al lado de donde alquilan cochecitos de bebé", le recordó Dom a su hermano.

"Sí, lo sé. Bien, Pete, ¿algún consejo con respecto a Michelle?", preguntó Brian. "Sabes, antes de partir a una misión se estila dar instrucciones previas"-

"Está bien que lo pregunte, capitán. Sugiero que la busquen en Victoria's Secret, justo frente a The Gap. Si se acercan lo suficiente sin que los vea, ganan. Si ella pronuncia su nombre cuando están a más de tres metros de distancia, perdieron".

"Eso no es estrictamente justo", seilaló Dominic. "Ella sabe qué aspecto tenemos, en particular altura y peso. Un verdadero malo no contaría con esa información. Se puede fingir ser más, pero no menos alto".

"Y además, mis tobillos no soportan los tacones altos", agregó Brian.

"De todas formas, con tus piernas no te quedarían bien, Aldo", se burló Alexander. "Alguien dijo que sería un trabajo fácil?"

Lo único que no nos dijeron es de qué se trata el maldito trabajo, pensó Brian. En cambio, dijo: "Está bien, improvisamos, nos adaptamos, vencemos".

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