La tarea oficial de Jerry Rounds era encabezar la planificación estratégica del lado blanco del Campus. Desempeñaba bastante bien esa tarea,podrfa haber sido un verdadero lobo en Wall Street, de no haber elegido seguir la carrera de oficial de inteligencia de la Fuerza Aérea cuando terminó sus estudios en la Universidad de Pennsylvania. El servicio incluso había pagado su título de Master en la Wharton School of Bussiness antes de hacerlo coronel. Ello le había suministrado un inesperado título de master que colgar en la pared, lo que a su vez le daba una soberbia excusa para estar en el negocio bursátil. Incluso, éste era motivo de diversión para ese ex jefe de análisis de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, que se había desempeñado en el edificio del cuartel general de la Agencia de Inteligencia de Defensa, en la Base de la Fuerza Aérea Bolling en Washington. Allí había terminado por darse cuenta de que ser un especialista sin rango -nunca había llevado las alas plateadas de piloto de la USAF- no compensaba su estatus de ciudadano de segunda en un servicio totalmente dominado por quienes volaban, aun cuando él era más inteligente que veinte de ellos juntos. Incorporarse al Campus había ensanchado sus horizontes en muchos aspectos.
"¿Qué hay, Jerry?", preguntó Hendley.
"La gente de Meade y del otro lado del río está muy interesada en algo", replicó Rounds alcanzándole unos papeles.
El ex senador leyó la transcripción del tráfico durante aproximadamente un minuto y luego la devolvió. En un instante, supo que ya había visto casi todo antes. "¿Y?"
"Que esta vez puede que no se equivoquen, jefe. He estado atento al trasfondo de esto. La cosa es que tenemos una combinación de disminución de los mensajes de jugadores conocidos combinadas con esto. Me pasé mi vida en la CIA buscando coincidencias. Esta lo es".
"Bien, ¿qué están haciendo con eso?"
"A partir de hoy, aumentará un poco la seguridad en los aeropuertos. El FBI pondrá gente en las puertas de partida".
"¿Aún no salió nada en la TV?"
"Bueno, tal vez los muchachos de Seguridad Territorial se hayan vuelto más inteligentes en lo que hace a la difusión. Es contraproducente. La forma de agarrar una rata no es gritándole. Es mostrándole lo que quiere ver y después rompiéndole el maldito cuello".
O haciendo que un gato le salte encima cuando menos se lo espere. pensó Hendley, aunque no lo dijo. Pero eso era más difícil de llevar a cabo.
En cambio preguntó: "¿Alguna idea de qué podemos hacer?"
"Por ahora no. Es como cuando avanza un frente de tormenta. Puede que contenga lluvias y granizo, pero no existe una forma práctica de detenerlo".
"¿Jerry ¿cuán buenos son nuestros datos con respecto a la gente de planificación, los que dan las órdenes?"
"Algunos son muy buenos. Pero son sobre la gente que transmite las órdenes, no sobre quienes las originan".
"¿Y si les ocurriera algo?"
Rounds asintió de inmediato. "Así se habla, jefe. En ese caso, los peces realmente gordos tal vez se asomaran. Especialmente si no saben que se acerca una tormenta".
"Por ahora ¿cuál es la mayor amenaza?"
"El FBI piensa en autos-bomba, o tal vez en alguien con un abrigo de C-4, como en Israel. Es posible, pero desde el punto de vista operativo, no estoy seguro", Rounds se sentó en la silla que se le ofrecía, "una cosa es darle a un tipo de éstos un paquete de explosivos y ponerlo dentro de un autobús para que llegue a destino pero eso, aplicado a nuestras circunstancias, se complica un poco, Hay que traer al tipo aquí, equiparlo -lo cual implica disponer de explosivos, lo cual es otra complicación-, luego hacer que se familiarice con el objetivo, luego llevarlo allí. y luego, se espera que el que va a poner la bomba mantenga su motivación muy lejos de su red de apoyo, muchas cosas pueden salir mal y es por eso que las operaciones negras se hacen de la forma más simple que se pueda, ¿Para qué hacer cosas complicadas que pueden acarrear problemas?"
"Jerry, ¿cuántos objetivos duros tenemos?", preguntó Hendley,
"¿En total? Unos seis, De ésos, cuatro son objetivos reales, indudables",
"¿Me puedes suministrar ubicaciones y perfiles?"
"Cuando quieras".
"El lunes", No tenía sentido pensarlo durante el fin de semana, Tenía planeados dos días de cabalgatas, tenía derecho a un par de días libres cada tanto,
"Entendido, jefe", Rounds se puso de pie y se dirigió a la puerta, Allí se detuvo y se volvió, "Oh, hay un tipo en Morgan and Steel, departamento de bonos, es un delincuente, juega fuerte con dinero de los clientes, unos ciento cincuenta", esto significaba cíento cincuenta millones de dinero ajeno,
"¿Alguien se dio cuenta?"
"No, yo soy el único que lo identificó, lo conocí hace un par de meses en Nueva York y algo en él me pareció raro, de modo que intervine su computadora personal. ¿Quieres ver sus notas?"
"No es nuestro trabajo, Jerry"
"Lo sé, interrumpí nuestros negocios con él para estar seguro de que no jodería con nuestros fondos, pero creo que ya sabe que es hora de partir, tal vez un viaje al otro lado del charco, pasaje de ida, alguien debería echarle una mirada, ¿Tal vez Gus Wemer?"
"Lo pensaré, gracias por la puesta al día",
"Entendido", Y Rounds siguió su camino.
"De modo que intentamos acercamos a ella sin que se dé cuenta, ¿no?",preguntó Brian.
"Ésa es la misión", asintió Peter.
"¿Cuán cerca?"
"Lo más que puedas".
"¿Tanto como para meterle un tiro en la nuca?", preguntó el infante de Marina.
"Tanto como para ver sus aros", Alexander decidió que ésa era la forma más educada de decirlo. Además, era precisa, dado que la señora Peters llevaba el cabello bastante largo.
"Así que, ¿no pegarle un tiro en la cabeza sino cortarle el cuello?", continuó Brian.
"Mira, Brian, dilo como quieras. Lo suficientemente cerca como para tocarla, ¿de acuerdo?"
"De acuerdo, sólo para asegurarme de que lo entiendo", dijo Brian. "¿Llevamos nuestra riñonera?"
"Sí", respondió Alexander, aunque no era necesario. Brian estaba siendo un problema otra vez. ¿Quién ha oído hablar de infantes de marina con problemas de conciencia?
"Nos hará más conspicuos", objetó Dominic.
"Disimúlenlo de alguna manera. Sean creativos", sugirió el oficial de entrenamiento con tono ligeramente irritado.
"¿Cuándo sabremos exactamente para qué es todo esto?", preguntó Brian.
"Pronto".
"Siempre dices lo mismo, tio".
"Mira, puedes regresar a Carolina del Norte cuando quiera".
"Lo he pensado", le dijo Brian.
"Mañana es viernes. Píénsalo durante el fin de semana, ¿de acuerdo?"
"De acuerdo". Brian retrocedió. El tono del diálogo se había vuelto un poco más áspero de lo que quería. Era hora de retroceder. No le disgustaba nada Pete. Era el no saber, y lo poco que le gustaba lo que parecía ser. Lastimar mujeres no entraba en su credo. Tampoco niños, que había sido precisamente lo que había hecho que su hermano estallara -no es que eso le pareciera mal a Brian. Se preguntó por un momento si él hubiera hecho lo mismo y se dijo a sí mismo que por una niña, sí claro, pero no estaba muy seguro. Cuando terminó la cena, los gemelos se encargaron de lavar los platos y luego se instalaron frente al televisor a beber unos tragos y ver el History Channel.
Un poco más al norte la situación de Jack Ryan Jr. era parecida. Bebía ron con coca y pasaba una y otra vez del History al History International, con alguna pasada por Biografía, donde daban un programa de dos horas sobre Josef Stalin. Ese individuo, pensó Junior, era un hijo de puta bien frío. Forzar a uno de sus allegados a firmar la orden de prisión para su propia esposa. Mierda. ¿Pero cómo era que esa persona de aspecto poco impresionante ejercía tal poder sobre sus propios pares? ¿Qué era ese poder que ejercía sobre los demás? ¿De dónde provenía? ¿Cómo lo mantuvo? El padre de Jack era un hombre de considerable poder, pero nunca había dominado a la gente de forma siquiera parecida a ésa. Probablemente, nunca se le había ocurrido hacerlo, ni tampoco matar gente por, en última instancia, pura diversión ¿Qué personas eran así? ¿Aún existían?
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