– Simplemente se continúa la espiral hacia fuera: M es dieciséis; K es diecisiete, y así se sigue. Por fin, entendí el mensaje.
– ¿Cuál es el mensaje, Harry?
El matemático vaciló:
– Debo confesarles que es extraño.
– ¿Qué quieres decir con «extraño»?
Harry arrancó otra hoja de su anotador amarillo y se la tendió a los demás integrantes del equipo. Norman leyó el breve mensaje, escrito en claras letras mayúsculas.
HOLA, ¿CÓMO ESTÁ USTED? YO ESTOY BIEN. ¿CUÁL ES SU NOMBRE? MI NOMBRE ES JERRY.
– Bueno -dijo Ted, al cabo-, de ningún modo esto representa lo que yo esperaba.
– Parece propio de niños -comentó Beth-. Como si fuese algo extraído de esos viejos libros para enseñar a leer a los chicos.
– Eso es lo que parece.
– Quizá usted lo tradujo mal -sugirió Barnes.
– Le aseguro que no -dijo Harry.
– Pues entonces este extra-terrestre parece un idiota -dijo Barnes.
– Dudo mucho de que lo sea -respondió Ted.
– Por supuesto que tiene que dudarlo -dijo Barnes-. Un extra-terrestre estúpido echaría por tierra toda la teoría que usted construyó. Pero es algo que se debe tener en cuenta, ¿no? Un ser extra-terrestre estúpido… En otros planetas tiene que haberlos.
– Dudo mucho de que alguien que domine una tecnología tan evolucionada como la de esa esfera sea estúpido -dijo Ted.
– Pues entonces usted no se fijó en todos los imbéciles que manejan automóviles para volver a su casa -replicó Barnes-. ¡Jesús! Después de todo este esfuerzo. «¿Cómo está usted? Yo estoy bien.» ¡Jesús!
– No creo que este mensaje entrañe falta de inteligencia, Hal -adujo Norman.
– Todo lo contrario -corroboró Harry-. Opino que el mensaje es muy inteligente.
– Expliqúense -pidió Barnes.
– Es cierto que el contenido parece pueril -reconoció Harry-, pero si se piensa en él resulta ser sumamente lógico, ya que un mensaje sencillo carece de ambigüedad, es amistoso y no infunde miedo. Mandar un mensaje así demuestra mucha sensatez. Creo que se nos está acercando de la misma sencilla manera en que nosotros podríamos acercamos a un perro: le ofrecemos la mano, dejamos que la huela, que se acostumbre a nosotros.
– ¿Está diciendo que ese ser nos trata como si fuésemos perros? -preguntó Barnes.
Norman pensó: «A Barnes todo esto lo sobrepasa. Se muestra irritable porque está asustado; no se siente idóneo. O quizá siente que está excediéndose en su autoridad.»
– No, Hal -dijo Ted-. Ese ser está empezando en un nivel simple, nada más.
– Pues sí que es simple, ya lo creo -dijo Barnes-. ¡Jesús! Nos ponemos en contacto con un ser del espacio exterior y nos dice que se llama Jerry.
– No saquemos conclusiones apresuradas, Hal.
– Quizá tenga un apellido -dijo Barnes, esperanzado-. Quiero decir: ¿mi informe a CincComPac va a decir que, en una expedición en satprof, murió una persona para que podamos conocer a un extra-terrestre llamado Jerry? Podría tener un nombre mejor. Cualquier nombre, menos Jerry. ¿Se lo podemos preguntar?
– ¿El qué? -inquirió Harry.
– Su nombre completo.
– Personalmente, considero que deberíamos mantener conversaciones mucho más importantes…
– Me gustaría tener el nombre completo de ese ser -insistió Barnes-. Para el informe.
– Sea -dijo Ted-. Nombre completo, rango y número de serie.
– Me agradaría recordarle, doctor Fielding, que soy yo quien está al mando aquí.
– Lo primero que tenemos que hacer es ver si nos quiere hablar siquiera. Démosle el primer grupo de números -decidió Harry, y escribió:
00032125252632
Hubo una pausa; después, llegó la respuesta:
00032125252632
– Muy bien -dijo Harry-. Jerry está escuchando.
Hizo algunos apuntes en su anotador y tecleó otra secuencia de números:
0002921 301321 061318210842232
– ¿Qué le dijiste? -preguntó Beth.
– Que somos amigos.
– Olvídese de lo de amigos. Pregúntele el maldito apellido -apremió Barnes.
– Un minuto, por favor. Una cosa cada vez.
– Es posible que Jerry no tenga un apellido -apuntó Ted.
– ¡Maldición! Puede usted estar seguro -dijo Barnes- de que el nombre verdadero de este ser no es Jerry.
Llegó la respuesta:
– Dijo «Sí».
– Sí… ¿qué? -preguntó Barnes.
– Nada más que «sí». Veamos si podemos conseguir que conteste en caracteres alfabéticos. Va a ser más fácil si Jerry usa letras, y no sus códigos numéricos.
– ¿Cómo va a conseguir que use letras?
– Le mostraremos que son la misma cosa -explicó Harry.
Y tecleó:
00032125252632 = HOLA
Después de una breve pausa, en la pantalla apareció:
00032125252632 = HOLA
– No lo entiende -dijo Ted.
– No, no parece darse cuenta. Tratemos con otro par.
Tecleó:
0004212232 = SÍ
Llegó la respuesta:
0004212232 = SÍ
– No hay dudas de que no entiende -insistió Ted.
– Creí que era muy inteligente -dijo Barnes.
– Déle una oportunidad. Después de todo, Jerry está hablando nuestro idioma y no a la recíproca -argumentó Ted.
– A la recíproca. Buena idea. Probemos a la recíproca, veamos si el extra-terrestre deduce la ecuación de esa manera.
Harry tecleó:
0004212232 = SÍ. SÍ = 0004212232
Se produjo una larga pausa; todos tenían los ojos fijos en la pantalla. Nada ocurrió.
– ¿Está pensando?
– ¿Quién puede saber lo que está haciendo?
– ¿Por qué no responde?
– Démosle la oportunidad, Hal, ¿de acuerdo?
Finalmente, llegó la respuesta:
SÍ = 0004212232 2322124000 = ÍS
– Ajá. Piensa que le estamos mostrando imágenes simétricas.
– Es un estúpido -sentenció Barnes-. Lo sabía.
– ¿Qué hacemos ahora?
– Probemos con una oración más completa -propuso Harry-. Démosle más elementos con qué trabajar.
Harry tecleó:
0004212232 = 0004212232 SÍ = SÍ 0004212232 = SÍ
– Un silogismo -dijo Ted-. Muy bien.
– ¿Un qué? -exclamó Barnes.
– Una proposición lógica -aclaró Ted.
La respuesta llegó:
, =,
– ¿Qué diablos es eso? -preguntó Barnes.
Harry sonrió:
– Creo que está jugando con nosotros.
– ¿Jugando con nosotros? ¿A eso le llama jugar?
– Sí, así le llamo -dijo Harry.
– Lo que usted realmente quiere decir es que nos está poniendo a prueba, está poniendo a prueba el modo en que reaccionamos ante una situación de presión. -Barnes entrecerró los ojos-. Sólo finge ser estúpido.
– Quizá nos esté poniendo a prueba para ver cuán inteligentes somos -sugirió Ted-. Tal vez él piense que somos nosotros los estúpidos, Hal.
– No sea ridículo -dijo Barnes.
– No -dijo Harry-. La cuestión es que Jerry está comportándose como un niño que trata de entablar amistad. Y cuando los niños buscan hacer amigos, empiezan a jugar juntos. Intentemos con algo juguetón.
Harry se sentó ante la consola y tecleó:
La respuesta llegó con rapidez:
,,,
– Sagaz -dijo Harry-. Este tipo es muy sagaz. Rápidamente tecleó:
=, =
Llegó la respuesta:
7 & 7
– ¿Se está divirtiendo? -preguntó Barnes-. Porque lo que es yo, no sé qué diablos está usted haciendo.
Читать дальше