Miré a mi alrededor para encontrar un lugar en el que esconderme. No había ninguno. La mesa de juego y el sofá no ofrecían protección alguna. A través del ojo de buey de la sala vi un destructor deslizándose, luego el cemento gris de un rompeolas y finalmente una pequeña boya blanca, con una luz que lanzaba destellos verdes cuando pasamos junto a ella. Salíamos del canal hacia aguas abiertas. Escuchando tras la puerta, oí el agudo sonido del viento al golpear contra la tela; estaban izando las velas. Luego, más voces, y finalmente unos pasos en la escalera enmoquetada.
– Espero que no se ponga a jugar al escondite conmigo, señorita Warshawski. Conozco este barco mucho mejor que usted. -Era Grafalk.
El corazón me latía locamente. Se me estaba revolviendo el estómago. Me quedé sin aliento y demasiado débil como para hablar.
– Sé que está aquí. Vimos su coche en el embarcadero.
Hice varias respiraciones con el diafragma, exhalando el aire lentamente en una escala descendente, y salí al pasillo.
– Buenas tardes, señor Grafalk. -No era la frase más brillante del mundo, pero las palabras me salieron sin temblar. Me sentí muy contenta conmigo misma.
– Es usted una joven muy lista. Informada también. Así que no hará falta que le diga que se ha metido usted en una propiedad privada. Es una hermosa noche para navegar, pero creo que hablaremos más tranquilos aquí abajo. Sandy podrá manejar el barco solo durante un rato ahora que las velas están desplegadas.
Me cogió el brazo con una garra de acero y me llevó con él hacia el interior de la sala, encendiendo la luz de nuevo con la otra mano.
– Siéntese, señorita Warshawski. ¿Sabe usted? Goza de mi más profunda admiración. Es usted una dama llena de recursos y con buen instinto de supervivencia. Ya debería haber muerto varias veces. Y me ha impresionado la reconstrucción que hizo para Paige. Me ha impresionado mucho.
Llevaba ropa de noche, un traje negro ceñido a sus anchos hombros y estrechas caderas. Estaba muy elegante con él y tenía una expresión de excitación contenida que le hacía parecer más joven.
Me soltó el brazo y me senté en una de las sillas rectas de cuero junto a la mesa de juego.
– Gracias, señor Grafalk. Tendré que pedirle referencias la próxima vez que me las pida un cliente.
Se sentó frente a mí.
– Oh, me temo que sus clientes van a verse pronto privados de sus servicios, señorita Warshawski. Una lástima, ya que tiene usted capacidad para serle de ayuda a la gente. Por cierto, ¿para quién está trabajando ahora? No será para Martin, espero.
– Trabajo para mi primo -dije.
– Qué quijotesco por su parte. Vengando la memoria del fallecido Boom Boom. Paige dice que no cree usted que cayera bajo el Bertha Krupnik accidentalmente.
– Mis padres me contaron lo de Santa Claus a una edad muy temprana. Paige no me ha parecido nunca muy ingenua, de todos modos. Sólo quiere ver las cosas del modo menos molesto.
Grafalk sonrió un poco. Abrió el armario de los licores y sacó un decantador.
– ¿Un poco de Armagnac, Vic? No le importará que la llame así, ¿verdad? Warshawski es un nombre muy difícil y tenemos ante nosotros una larga conversación… No culpe a Paige, querida Vic. Es una persona muy especial, pero tiene unas fuertes necesidades materiales que proceden de su infancia. ¿Conoce la historia de su padre?
– Un cuento desgarrador -dije secamente-. Es sorprendente que ella y su hermana pudiesen seguir viviendo.
Volvió a sonreír.
– La pobreza es relativa. De cualquier modo, Paige no quiere arriesgar su actual modo de vida pensando en nada que sea… demasiado peligroso.
– ¿Qué opina la señora Grafalk de la situación?
– ¿Quiere decir con Paige? Claire es una mujer admirable. Ahora que nuestros dos hijos han acabado la universidad, ella está absorbida por un sinnúmero de obras de caridad, todas muy respaldadas por Grafalk. Reclaman toda su atención y está encantada de saber que la mía está en otra parte. Por desgracia, nunca se interesó mucho por la Grafalk Steamship.
– ¿Mientras que Paige se desvive por ella? No puedo imaginármelo.
– ¿Está segura de que no quiere un poco de Armagnac? Es muy bueno.
– Le creo. -Mi estómago se resistía a admitir más alcohol después del St. Émilion de la noche anterior.
Se sirvió un poco más.
– Paige está en una posición en la que se tiene que interesar por lo que me interesa a mí. No me importa saber que he comprado su atención; es muy intensa y encantadora aunque sea comprada. Y me temo que la naviera es lo que más me importa de todo.
– ¿Tanto que por ella mató a Phillips y a Mattingly, obligó a Phillips a empujar a mi primo del muelle e hizo saltar al Lucelia Wieser para protegerla? Ah, sí, me olvidaba de Henry Kelvin, el vigilante nocturno del edificio de Boom Boom.
Grafalk estiró las piernas e hizo dar vueltas al coñac en su copa.
– Técnicamente, Sandy fue el que hizo el trabajo sucio. Sandy es mi chófer y mi factótum. Puso las cargas de profundidad en el Lucelia; es muy buen buceador. Fue hombre rana en la Armada y sirvió en mi barco en la Segunda Guerra Mundial. Cuando se licenció le contraté.
– Pero usted es el inductor. Ante la ley son igualmente responsables.
– La ley tendría que descubrirlo antes. Por ahora, no parece muy interesada por mí.
– Cuando tenga las pruebas de que Phillips recibió aquí la herida de su cabeza, su interés subirá mucho.
– Sí, pero, ¿quién va a decírselo? Sandy no. Yo no. Y usted me temo, no estará con nosotros cuando volvamos a puerto. Así que usted tampoco.
Estaba intentando asustarme y lo estaba consiguiendo.
– Phillips le llamó el sábado por la noche después dé recibir mi mensaje, ¿verdad?
– Sí, me temo que Clayton se estaba viniendo abajo. Era un buen hombre a su estilo, pero se preocupaba demasiado por los detalles. Sabía que si usted le contaba a Argus lo de las facturas, su carrera terminaría. Quería que yo hiciese algo para ayudarle. Desgraciadamente, no había mucho que yo pudiera hacer ya.
– ¿Pero por qué le mató? ¿Qué daño podía hacerle que se supiera que había estado usted mezclado en un asunto de comisiones en los cargamentos? Usted posee el control de las acciones de la Grafalk Steamship. Su consejo de dirección no puede forzarle a dimitir.
– Oh, estoy de acuerdo. Por desgracia, aunque no mezclásemos a Clayton en el… percance del Lucelia, conocía demasiado bien mis sentimientos hacia Martin. Sospechó que yo era el responsable y me amenazó con decírselo a la Guardia Costera si no le protegía ante Argus.
– Así que le hizo usted un agujero en la cabeza. ¿Qué utilizó? ¿Uno de esos morillos? Y lo llevó al puerto. Meterlo en el Gertrude Ruttan fue el toque macabro. ¿Qué habría hecho si Bledsoe no hubiera tenido un barco en el puerto?
– Usar el de algún otro. Me pareció más poético utilizar el de Martin. ¿Cómo se le ocurrió?
– No era tan difícil, Niels. La policía patrulla por esas instalaciones. Preguntaron a todo el mundo que había estado en el puerto entre la medianoche y las seis de la mañana del domingo, inspeccionando también sus coches, estoy segura. Así que el que puso el cuerpo en las bodegas tuvo que entrar en el puerto sin pasar por el control de policía. Una vez que me di cuenta de eso, era evidente que lo tenían que haber llevado en un barco. Un helicóptero habría llamado mucho la atención.
Se sintió herido en su orgullo al ver que trataba su gran idea tan a la ligera.
– No correremos esos riesgos con usted, Vic. La dejaremos a un par de millas de la costa con un buen peso que la mantenga en el fondo.
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