Elizabeth George - Una Dulce Venganza

Здесь есть возможность читать онлайн «Elizabeth George - Una Dulce Venganza» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Una Dulce Venganza: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Una Dulce Venganza»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Se trataba de un fin de semana en que iba a celebrarse un compromiso de matrimonio. Pero cuando el Detective Inspector Thomas Lynley y su novia, Deborah Cotter, llegan a Howenstow, la casa familiar de Lynley, se encuentran con una atmósfera llena de tensión.
Para el amigo de Lynley, el científico forense Simon Allcourt-St. James, que se enfrenta con el doble dolor de perder a Deborah y observar como su hermana está envuelta en una relación insatisfactoria, el fin de semana se alargará interminablemente. Sólo la presencia de su vieja amiga, Helen Clyde, le produce algún consuelo. También para Lynley, alejado largo tiempo de su madre y ahora enfrentado al hecho de que su joven hermano ha vuelto a la dependencia de las drogas, el hogar está lleno de recuerdos tormentosos que le gustaría olvidar.
Entonces, un periodista es encontrado asesinado en el pueblo cercano de Nanrunnel, y la fiesta de compromiso pasa a un segundo plano. A pesar de que el crimen está fuera de la jurisdicción de Lynley como investigador de Scotland Yard, pronto surgirá su preocupación ante la mayoría de las evidencias no sólo hacia el hombre que administra sus tierras, sino incluso hacia la propia familia de Lynley.

Una Dulce Venganza — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Una Dulce Venganza», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Su señoría ha pedido…

– Lo sé -dijo lady Helen.

Experimentó una leve punzada de culpabilidad por abusar de Dentón, sabiendo que su determinación de proteger a Lynley se basaba en una lealtad que se remontaba a casi una década.

– Lo comprendo. Ha pedido que no se le moleste, que no se le interrumpa. No ha contestado a ninguna de mis llamadas desde hace dos semanas, Dentón, de modo que he comprendido muy bien que no desea ser molestado. Ahora que hemos aclarado la situación, haz el favor de decirle que quiero verle.

– Pero…

– Si es necesario, subiré directamente a su habitación.

Denton expresó su rendición cerrando la puerta.

– Está en la biblioteca. Iré a buscarle.

– No hace falta. Conozco el camino.

Dejó a Denton en el vestíbulo, boquiabierto, y subió a toda prisa hasta la primera planta, recorrió un pasillo alfombrado, pasó frente a una impresionante colección de objetos de peltre antiguos y guiñó el ojo a media docena de Asherton muertos mucho tiempo atrás. Oyó que el criado de Lynley murmuraba, no lejos de ella.

– Señora… Lady Helen…

La puerta de la biblioteca estaba cerrada. Golpeó con los nudillos una vez, oyó la voz de Lynley y entró.

Estaba sentado ante su escritorio, la cabeza apoyada en una mano y varias carpetas desplegadas frente a él. Lo primero que pensó lady Helen, con gran sorpresa por su parte, fue que utilizaba gafas para leer, cosa que ignoraba por completo. Lynley se las quitó y se puso en pie. Sin hablar, miró a Denton, que compuso una expresión afligida.

– Lo siento -dijo-. Lo intenté.

– No le eches la culpa -dijo lady Helen-. Me colé sin pedir permiso.

Vio que Denton avanzaba un paso. Uno más y se acercaría lo bastante para cogerla del brazo y acompañarla de vuelta a la calle. Era inimaginable que lo hiciera sin órdenes de Lynley, pero, si éste había acariciado la posibilidad, lady Helen procuró disuadirle.

– Gracias, Denton. Déjanos solos, por favor. Si no te importa.

Denton se quedó perplejo. Miró a Lynley, que cabeceó una sola vez. El criado abandonó la habitación.

– ¿Por qué no has contestado a mis llamadas, Tommy? -preguntó lady Helen en cuanto estuvieron solos-. He telefoneado aquí y al Yard en repetidas ocasiones. He venido cuatro veces. Me tenías preocupadísima.

– Lo siento, querida -confesó él con desenvoltura-. Últimamente, el trabajo se acumula. Estoy hundido hasta las cejas. ¿Te apetece una copa?

Se acercó a una mesa de palo de rosa sobre la que estaban dispuestas varias botellas y un juego de copas.

– No, gracias.

Lynley se sirvió un whisky, pero no bebió enseguida.

– Siéntate, por favor.

– No tengo ganas.

– Claro. Como gustes.

Le dirigió una sonrisa poco convincente y bebió buena parte de la copa. Entonces, tal vez cansado de fingir, apartó la vista.

– Lo lamento, Helen. Quise contestar a tus llamadas, pero me fue imposible. Pura cobardía, imagino.

La ira de lady Helen se esfumó de inmediato.

– No soporto verte así. Atrincherado en tu biblioteca. Incomunicado en el trabajo. No puedo soportarlo, Tommy.

Por un momento, sólo se oyó la respiración irregular de Lynley.

– Sólo puedo apartarla de mi mente cuando trabajo -dijo por fin-. Eso es lo que he hecho, lo único que he hecho. Si no he estado ocupado en un caso, he empleado el tiempo en repetirme que algún día lo superaré. Dentro de unas semanas, o de unos meses. -Lanzó una carcajada trémula-. Cuesta creerlo.

– Lo sé. Te comprendo.

– Dios, sí. ¿Quién podría saberlo mejor que tú?

– Entonces, ¿por qué no me has telefoneado?

Lynley caminó inquieto hacia la chimenea. Como no ardía ningún fuego, dedicó su atención a una colección de platos de porcelana Meissen alineados sobre la repisa. Cogió uno y le dio vueltas entre las manos. Lady Helen quiso decirle que tuviera cuidado, que el plato podía romperse porque lo apretaba mucho, pero calló. Lynley devolvió el plato a su sitio. Ella repitió la pregunta.

– Sabes que quería hablar contigo. ¿Por qué no me has telefoneado?

– No he podido. Estoy fatal. No puedo ocultártelo.

– ¿Por qué diablos has de ocultármelo?

– Me siento como un idiota. Debería ser más fuerte, no preocuparme por lo ocurrido. Debería olvidarlo y seguir adelante.

– ¿ Seguir adelante?

Lady Helen experimentó un arrebato de cólera. Su sangre hirvió ante esta actitud altiva, que siempre había considerado despreciable en los hombres que conocía, como si la educación, la cultura y las generaciones condenaran a una vida carente de sentimientos.

– ¿Te atreves a decirme que no tienes derecho a tu pena porque eres un hombre? No lo creo. No quiero creerlo.

– No tiene nada que ver con la pena. He tratado de volver a ser el hombre que era hace tres años. Antes de todo esto. Antes de Deborah. Si puedo recuperarle, estaré perfectamente.

– Ese hombre no era diferente del hombre actual.

– Hace tres años, no me lo habría tomado tan mal. ¿Qué significaban las mujeres para mí, entonces? Compañeras de cama. Nada más.

– ¿Eso es lo que quieres ser? ¿Un hombre que emprende una fuga sexual por la vida, pensando únicamente en su próxima representación en la cama? ¿Eso, eso es lo que quieres?

– Es más fácil así.

– Claro que es fácil. Esa clase de vida siempre es fácil. Abandonas la cama del otro sin apenas una palabra de despedida, mucho menos de compromiso. Si por casualidad te despiertas una mañana junto a alguien cuyo nombre se te escapa, ¿qué más da? Forma parte del juego.

– Aquellas relaciones no implicaban dolor. No implicaban nada. Al menos, para mí.

– Quizá te guste recordarlo de esa manera, Tommy, pero no era así, porque, si lo que dices es verdad, si la vida se reducía a coleccionar y seducir a un harén, ¿por qué no te acostaste nunca conmigo?

Lynley meditó sobre la pregunta. Se sirvió una segunda copa.

– No lo sé.

– Sí, lo sabes. Dime por qué.

– No lo sé.

– Menuda conquista habría resultado yo. Abandonada por Simon, mi vida destrozada. Lo último que deseaba era liarme con otro. ¿Cómo pudiste resistirte a un desafío semejante? Menuda oportunidad para demostrar tus dotes. Menudo espaldarazo a tu autoestima.

Lynley dejó su copa sobre la mesa y le dio vueltas entre los dedos. Ella contempló su perfil, intuyó lo frágil de su control.

– Confiaba en que eras diferente -contestó.

– Nada de eso. Tenía lo que hay que tener. Era como las demás, pasión y placer, pechos y muslos.

– No seas ridícula.

– Una mujer, al fin y al cabo. Fácil de seducir, sobre todo por un experto. Pero nunca lo intentaste conmigo. Ni siquiera una vez. Esa clase de reticencia sexual es incongruente en un hombre cuyo único interés en las mujeres reside en lo que pueden ofrecerle en la cama. Yo tenía cosas que ofrecer, ¿verdad, Tommy? Oh, al principio me habría resistido, pero habría acabado acostándome contigo, y tú lo sabías. Pero no lo intentaste.

Lynley se volvió hacia ella.

– ¿Cómo podía hacerte eso, después de que hubieras roto con Simon?

– ¿Compasión? -preguntó lady Helen-. ¿De un hombre entregado al placer? ¿Qué importaba de quién procediera? ¿Acaso no éramos todas iguales?

Lynley permaneció en silencio durante tanto rato que ella se preguntó si iba a contestar. Leyó en su rostro que se esforzaba por mantener la serenidad. Deseaba que hablara, deseaba que sintiera, deseaba que asumiera su dolor para que éste pudiera vivir, estallar y morir.

– Tú no -dijo por fin. Ella intuyó que le había costado mucho pronunciar las dos palabras-. Ni Deborah.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Una Dulce Venganza»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Una Dulce Venganza» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Elizabeth George - Believing the Lie
Elizabeth George
Elizabeth George - Wer dem Tod geweiht
Elizabeth George
Elizabeth George - For the Sake of Elena
Elizabeth George
Elizabeth George - Licenciado en asesinato
Elizabeth George
Elizabeth George - Al borde del Acantilado
Elizabeth George
Elizabeth George - Una gran salvación
Elizabeth George
Elizabeth George - Cuerpo de Muerte
Elizabeth George
Elizabeth George - This Body of Death
Elizabeth George
Elizabeth George - With No One As Witness
Elizabeth George
Отзывы о книге «Una Dulce Venganza»

Обсуждение, отзывы о книге «Una Dulce Venganza» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x