Elizabeth George - Sin Testigos

Здесь есть возможность читать онлайн «Elizabeth George - Sin Testigos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Sin Testigos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Sin Testigos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En los últimos tres meses, ya son cuatro los cuerpos de jóvenes que la policía de Londres ha encontrado brutalmente mutilados, tras ser secuestrados y agredidos sexualmente. Ninguna de las tres primeras víctimas -chicos negros- ha podido ser identificada y New Scotland Yard ni siquiera había establecido relación entre las muertes hasta la aparición del último cadáver, un adolescente blanco intencionadamente dispuesto encima de una tumba. Ahora se sospecha que un asesino en serie está detrás de ellas.
El caso cae en manos del comisario Thomas Lynley y su equipo. La investigación los conducirá a Coloso, una organización benéfica que se dedica a la reinserción de jóvenes problemáticos y marginales, y de la que podrían salir las víctimas del asesino en serie. Sin embargo, parece que Coloso esconde algo más que buenas intenciones y Lynley no sólo deberá lidiar con un complicado caso sino con la prensa y la opinión pública que no dudan en tildar a la policía de racista, ya que la mayoría de los chicos a los que Coloso ayuda son de raza negra.

Sin Testigos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Sin Testigos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Cómo evoluciona el comisario, señor? -le preguntó por ese motivo.

– No es momento ahora para hablar de cómo evoluciona el comisario -fue la contestación de Hillier-. ¿Vas a hacerte cargo de la investigación, o debo pasársela a uno de tus compañeros?

– Me gustaría que Barbara Havers volviera a estar en mi equipo como sargento.

– Ya. Bueno, esto no es una mesa de negociaciones. O dices: «Sí, me pondré a trabajar enseguida, señor», o: «Lo siento, voy a tomarme unas largas vacaciones».

Así que Lynley no tuvo más remedio que quedarse con el «Sí, me pondré a trabajar enseguida» y sin la posibilidad de interceder por Havers. Pero ideó un plan rápido que suponía asignar a su compañera ciertos aspectos de la investigación que sin duda destacarían sus puntos fuertes. Seguro que, dentro de pocos meses, podría enmendar las injusticias que se habían cometido con Barbara desde el mes de junio pasado.

Luego, por supuesto, vio que Hillier le tenía reservada una sorpresa. Winston Nkata llegó -recién nombrado sargento, lo cual impedía que Havers fuera ascendida en un futuro próximo- y sin saber cuál iba a ser su papel en el drama que se desataría a continuación.

Lynley estaba furioso, pero se mantuvo impasible. Sentía curiosidad por ver cómo iba a negar Hillier lo obvio cuando designara a Nkata para ser su mano derecha. Porque Lynley no tenía ninguna duda de lo que pretendía el subinspector Hillier. Como los padres de Nkata eran uno jamaicano y el otro de Costa de Marfil, él era decidido, magnífica y apropiadamente negro. Y en cuanto saltara la noticia de que se habían producido una serie de asesinatos raciales que no se habían relacionado entre sí cuando debieron relacionarse, la comunidad negra iba a estallar. No era un Stephen Lawrence, sino tres. No había excusa que valiera excepto la más obvia, la que ya había planteado la propia Barbara Havers con su estilo habitual y políticamente incorrecto: racismo institucionalizado, consecuencia de que la policía no había perseguido enérgicamente a los asesinos de unos jóvenes mestizos y negros. Sólo eso.

Hillier estaba engrasando con cuidado la maquinaria. Indicó a Nkata que se sentara a la mesa de reuniones y lo puso al tanto de lo ocurrido. No mencionó la raza de las tres primeras víctimas, pero Winston Nkata no era estúpido.

– Así que tiene problemas -observó serenamente cuando Hillier acabó sus comentarios.

Hillier contestó con una calma estudiada.

– Tal como está la cosa, intentamos evitar los problemas.

– Y ahí es donde entro yo, ¿no?

– Por decirlo de algún modo.

– ¿Qué modo de decirlo es ése? -Preguntó Nkata-. ¿Cómo piensa mantener esto en secreto? No los asesinatos, quiero decir, sino que no se haya hecho nada al respecto.

Lynley controló sus ganas de sonreír. Ah, Winston, pensó. No le hacía la pelota a nadie.

– Se han llevado a cabo investigaciones en todas las jurisdicciones relevantes -fue la respuesta de Hillier-. Hay que reconocer que debió establecerse una relación entre los asesinatos y que no fue así. Por este motivo, Scotland Yard se ha hecho cargo del caso. He dado instrucciones al comisario en funciones Lynley para que organice un equipo. Quiero que tengas un papel destacado en él.

– Se refiere a un papel simbólico -dijo Nkata.

– Me refiero a un papel de mucha responsabilidad, crucial y…

– Visible -le interrumpió Nkata.

– Sí, de acuerdo. Un papel visible. -El rostro por lo general ya rubicundo de Hillier cada vez se enrojecía más. Era evidente que la reunión no se ajustaba al escenario que había preconcebido. Si le hubiera consultado previamente, Lynley le habría contado con mucho gusto que, como Winston Nkata había sido durante un tiempo el máximo asesor en las peleas de la banda de los Brixton Warriors y tenía las cicatrices que lo demostraban, era la última persona a la que no tomar en serio cuando uno concebía sus maquinaciones políticas. Así que Lynley se descubrió disfrutando del espectáculo que ofrecía el subinspector al no saber qué decir. Era evidente que había imaginado que aquel hombre negro saltaría de alegría ante la oportunidad de tener un papel importante en lo que sería una investigación prominente. Como la reacción no fue ésa, Hillier se encontró caminando por una cuerda floja entre la indignación que le producía que un subordinado cuestionara su autoridad y la corrección política de un inglés blanco ostensiblemente moderado que, en el fondo, estaba convencido de que pronto ríos de sangre correrían por las calles de Londres.

Lynley decidió dejar que lo discutieran solos.

– Le dejo para que le explique los matices del caso al sargento Nkata, señor. Habrá que organizar muchos detalles: cambiar a los hombres de sus turnos y cosas así. Quiero que Dee Harriman se ponga a ello enseguida. -Recogió los documentos y fotografías relevantes y le dijo a Nkata-: Estaré en mi despacho cuando acabes aquí, Winston.

– Sí -dijo Nkata-. Voy en cuanto hayamos leído la letra pequeña.

Lynley salió del despacho y logró contener la risa hasta que hubo avanzado cierta distancia por el pasillo. Sabía que a Hillier le habría costado soportar que Havers volviera a ser sargento. Pero Nkata iba a suponer todo un reto: orgulloso, inteligente, listo y rápido. Era un hombre en primer lugar, un hombre negro luego y, sólo por último, policía. Hillier, pensó Lynley, lo había entendido en el orden equivocado.

Después de cruzar al edificio Victoria, decidió bajar por las escaleras hasta su despacho y fue allí donde encontró a Barbara Havers. Estaba sentada en el último peldaño de las escaleras de abajo, fumando y toqueteando un hilo suelto del puño de su chaqueta.

– Está mal que hagas eso aquí. Lo sabes, ¿verdad? -Se sentó con ella en el escalón.

Barbara se quedó mirando el extremo reluciente del cigarrillo y luego volvió a llevárselo a los labios. Dio una calada con llamativa satisfacción.

– Quizá me echen.

– Havers…

– ¿Lo sabía? -le preguntó con brusquedad.

Lynley le concedió la cortesía de no fingir no haberla entendido.

– Por supuesto que no. Te lo habría dicho. Te habría mandado un mensaje antes de que llegaras. Algo. A mí también me ha cogido por sorpresa. Sin duda era lo que pretendía.

Barbara se encogió de hombros.

– Qué diablos. No es que Winnie no se lo merezca. Es bueno. Listo. Trabaja bien con todo el mundo.

– Aunque está poniendo a prueba a Hillier. Al menos cuando me he marchado.

– ¿Se ha dado cuenta de que lo quiere para aparentar? ¿Que es una cara negra para lucir en las ruedas de prensa? «Aquí no tenemos problemas con el color de la gente, miren todos: tenemos la prueba que lo demuestra.» Qué poco sutil es Hillier, por Dios.

– Winston está cinco o seis pasos por delante de Hillier, diría yo.

– Debería haberme quedado para verlo.

– Pues sí. Por lo menos habrías sido diplomática.

Barbara tiró al descansillo de abajo el cigarrillo, que rodó, se frenó al tocar la pared y despidió una columna de humo.

– ¿Cuándo he sido yo eso?

Lynley la miró de arriba abajo.

– Hoy, con ese conjunto, de hecho. Excepto por… -Se inclinó hacia delante y le miró los pies-. ¿Eso que llevas para sujetarte los pantalones son grapas, Barbara?

– Rápido, fácil y temporal. No me van los compromisos. Habría usado celo, pero Dee me ha recomendado esto. Aunque no he debido tomarme tantas molestias.

Lynley se levantó del escalón y alargó la mano para ayudarla a ponerse en pie.

– Aparte de las grapas, te has lucido.

– Sí. Así soy yo. Hoy en Scotland Yard, mañana en la pasarela -dijo Havers.

Bajaron al despacho temporal de Lynley. Dorothea Harriman acudió a la puerta en cuanto él y Havers empezaron a extender el material del caso sobre la mesa de reuniones.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Sin Testigos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Sin Testigos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Elizabeth George - Believing the Lie
Elizabeth George
Elizabeth George - Wer dem Tod geweiht
Elizabeth George
Elizabeth George - For the Sake of Elena
Elizabeth George
Elizabeth George - I, Richard
Elizabeth George
Elizabeth George - Licenciado en asesinato
Elizabeth George
Elizabeth George - El Precio Del Engaño
Elizabeth George
Elizabeth George - Al borde del Acantilado
Elizabeth George
Elizabeth George - Cuerpo de Muerte
Elizabeth George
Elizabeth George - This Body of Death
Elizabeth George
Отзывы о книге «Sin Testigos»

Обсуждение, отзывы о книге «Sin Testigos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x