Elizabeth George - Memoria Traidora

Здесь есть возможность читать онлайн «Elizabeth George - Memoria Traidora» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Memoria Traidora: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Memoria Traidora»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Intrigada por el silencio que se había originado a sus espaldas, lentamente, la mujer comenzó a darse la vuelta. De pronto, una luz brillante cegó sus ojos, dejándola inmóvil, en medio de la calle, como suele sucederle a las presas indefensas. En milésimas de segundo, el estrepitoso rugir de un motor y el chirriar de unos neumáticos le congelaron la sangre y le hicieron ver que no tendría escapatoria. Cuando el coche la derribó, su cuerpo y la misteriosa fotografía que llevaba en sus manos salieron disparados hacia el gélido aire de la noche londinense. Sin duda, se había tratado de un asesinato. Y de una frialdad estremecedora, como pudo constatar poco después la policía, cuando descubrió que el conductor no sólo la había atropellado, sino que había dado marcha atrás para pasar sobre su cuerpo inerte para rematarla.
El problema era que, a partir de ahí, las pistas, más que apuntar hacia un asesino en el presente, parecían perderse en un confuso laberinto de crímenes, mentiras, culpas y castigos que habían rodeado la extraña muerte de una niña, hacía más de dos décadas. Como si se tratara de una máquina del tiempo, el suceso se había encargado de reabrir un lejano misterio que, por errores y debilidades humanas, nunca se había terminado de cerrar. La única verdad, si es que cabía encontrar alguna certeza, tenía que yacer en un antiguo y terrible secreto. Un secreto guardado, oculto y quizá perdido en alguna suerte de su memoria traidora.

Memoria Traidora — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Memoria Traidora», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Me contó que estaba probando una nueva dieta. Ella la llama la Dieta Anti-Blanca. «He probado la Dieta Mayonesa, la Dieta de la Sopa de Col, la Dieta de Zonas, la Dieta de Nueva York, la Dieta No Sé Qué No sé Cuantos. Ninguna me ha funcionado; por lo tanto, he decidido probar ésta.» Me cuenta que esta última consiste en comer todo lo que uno quiera mientras que no sea blanco. La comida que ha sido alterada artificialmente con colorantes también cuenta como blanca.

Me he dado cuenta de que está obsesionada por el peso, y eso es un misterio para mí. Que yo sepa, no está gorda, pero debo admitir que es difícil de ver porque siempre va vestida de cuero por su trabajo de mensajera o con su peto. No parece que tenga más ropa que esa. Aunque pueda parecer un poco gorda a los ojos de otra gente -y no me malinterprete porque a mí no me lo parece-, seguramente se debe al hecho de tener la cara redonda. ¿No es verdad que si uno tiene la cara redonda parece que esté gordo? Se lo digo, pero no le consuela en lo más mínimo. «Vivimos en una época esquelética -me dice-. Tienes suerte de tener una constitución delgada.»

Nunca le he contado el precio que he tenido que pagar para tener esa apariencia de demacrado que ella parece admirar tanto. En vez de eso le digo: «Las mujeres están demasiado obsesionadas por el peso. Estás estupendamente».

Una vez que le dije eso, me respondió: «Si estoy tan estupenda, ¿por qué no me invitas a salir?».

Y así fue como empezamos a vernos. ¡Qué expresión más rara eso de «vernos», como si fuéramos incapaces de ver a otra persona hasta que estuviéramos involucrados socialmente. Esa expresión no me gusta demasiado, porque tiene cierto sabor a eufemismo en un contexto innecesario. Por otro lado, lo de las «citas» me parece un poco adolescente. Y aunque no fuera así, tampoco definiría muy bien lo que estamos haciendo.

«Así pues, ¿qué es lo que hace con Liberty Neale?», desea saber.

Cuando en realidad lo que querría preguntar es: «¿Duerme con ella, Gideon? ¿Es la mujer que ha sido capaz de derretir el hielo que ha tenido en las venas estos últimos años?».

Supongo que eso depende de lo que usted entienda por dormir con alguien, doctora Rose. Y ya está usando otro eufemismo. ¿Por qué usamos la palabra «dormir» cuando dormir es la última cosa que queremos hacer cuando nos metemos en la cama con alguien del sexo contrario?

Pero sí, dormimos juntos. De vez en cuando. Con eso quiero decir que dormimos, no que follamos. Ninguno de los dos está preparado para nada más.

«¿Cómo llegaron a esa situación?», me preguntará.

Fue una progresión natural. Una vez me preparó la cena al final de un día especialmente agotador en el que había estado ensayando para un concierto en el Barbican. Me quedé dormido en su cama, ya que habíamos estado sentados allí escuchando una grabación. Me tapó con una manta y se tumbó junto a mí, y así permanecimos hasta la mañana siguiente. De vez en cuando dormimos juntos. Supongo que nos debe de parecer un consuelo a los dos.

«Reconfortante», me replicará.

Si con eso quiere decir que me gusta que esté, sí, es reconfortante.

«Eso es precisamente lo que no tuvo en su infancia, Gideon -señalará-. Si todo el mundo estaba tan obsesionado con su crecimiento artístico, es bastante probable que otras necesidades más importantes pasaran inadvertidas y, por lo tanto, insatisfechas.»

Doctora Rose, insisto en que acepte lo que le digo: tuve unos buenos padres. Tal y como ya le he dicho, mi padre trabajó como un burro para poder llegar a final de mes. Cuando se hizo patente que yo tenía el potencial, el talento y el deseo de ser… digamos lo que soy hoy en día, mi madre buscó un trabajo para poder ayudar con los gastos. Y si no veía a mis padres tan a menudo como me hubiera gustado a causa de todo esto, tenía a Raphael a mi lado casi todo el día, y si él no estaba, tenía a Sarah-Jane.

«¿Quién era?», me pregunta.

Sarah-Jane Beckett. De hecho, no sabría muy bien cómo llamarla. Institutriz es una palabra demasiado anticuada, y Sarah-Jane me habría dejado las cosas bien claras de inmediato si alguna vez hubiera osado llamarla así. Por lo tanto, supongo que debería decir que fue mi maestra. Como ya le he contado, una vez que quedó claro que tenía talento, nunca fui a la escuela porque los horarios eran incompatibles con las clases de violín. Así pues, contrataron a Sarah-Jane para que me instruyera. Cuando no estaba con Raphael, estaba con ella. Y como teníamos que encajar las horas de clase donde y como podíamos, vivía con nosotros. De hecho, vivió con nosotros durante muchos años. Debió de llegar cuando yo tenía cinco o seis años -tan pronto como mis padres se dieron cuenta de que sería imposible educarme del modo tradicional- y se quedó con nosotros hasta que yo cumplí los dieciséis, época en la que ya había completado mi educación y en la que mi horario de conciertos, grabaciones, ensayos y períodos de pruebas excluía la posibilidad de seguir estudiando. Pero hasta entonces, Sarah-Jane me dio clases a diario.

«¿La consideraba una especie de madre?», me preguntará.

Siempre, siempre saca el tema de mi madre. ¿Está buscando algún tipo de relación edípica, doctora Rose? ¿Qué le parece un complejo de Edipo por resolver? La madre se va al trabajo cuando el niño tiene cinco años, y éste por tanto se ve incapaz de llevar a cabo su deseo inconsciente de tirarse sobre ella. Después la madre desaparece cuando el niño tiene ocho o nueve años, quizá diez, los que sean, porque ni lo recuerdo ni me importa, y nunca más se volvió a saber de ella.

No obstante, recuerdo su silencio. ¡Qué extraño! Me acaba de venir a la mente. El silencio de mi madre. Recuerdo que una noche me desperté y que ella estaba en la cama conmigo. Me abrazaba con tanta fuerza que casi no podía respirar. Se me hacía muy difícil porque me rodeaba con los brazos y me cogía la cabeza como si… No importa. No lo recuerdo.

«¿Cómo le cogía la cabeza, Gideon?»

«No lo recuerdo. Lo único que sé es que me costaba respirar y que sentía su caluroso aliento en la cara.»

«¿Caluroso aliento?»

«Era tan sólo una sensación. Deseaba escapar de donde estaba.»

«¿Escapar de ella?»

«No. Tan sólo escapar. De hecho, deseaba correr. Aunque todo esto podría ser un sueño, ya que sucedió hace muchos años.»

«¿Sucedió más de una vez?», me preguntará.

Ya veo adónde quiere ir a parar, pero no le voy a seguir el juego, porque me niego a hacer ver que recuerdo lo que usted parece querer que yo recuerde. Los hechos son éstos: mi madre está junto a mí en la cama, me sostiene en sus brazos, hace calor y huelo su perfume. También siento un peso en la mejilla. Siento ese peso. Es cargante, pero inmóvil, y huele a perfume. Es extraño que recuerde ese olor. Soy incapaz de decirle qué era -me refiero al perfume, doctora Rose-, pero estoy convencido de que si lo oliera de nuevo lo reconocería de inmediato y que, además, me recordaría a mi madre.

«Supongo que le sostenía entre sus pechos -me dirá-. Por eso sentía un peso y el olor a perfume. ¿La habitación estaba a oscuras o había luz?»

«No lo recuerdo. Sólo me acuerdo del calor, del peso y del olor. Y del silencio.»

«¿Ha estado en la misma posición con alguna otra persona? ¿Con Libby, tal vez? ¿O con quien fuera que precediera a Libby?»

¡No! ¡Por el amor de Dios! Además, no se trata de analizar a mi madre. Ya lo sé. Sí. Soy consciente de que el hecho de que mi madre me/nos abandonara es de una gran importancia. No soy idiota, doctora Rose. Regreso a casa de Austria, mi madre ha desaparecido, nunca jamás vuelvo a verla, nunca más le oigo la voz ni vuelvo a leer ni una sola frase dirigida a mí escrita con su letra… Sí, sí, ya sé de qué va: es algo muy grave. Y como nunca más volví a tener noticias de ella, también me doy cuenta de la relación lógica que debí hacer de niño: era culpa mía. Tal vez hiciera esa relación cuando tenía ocho, nueve o los años que fuera que tenía cuando ella se marchó, pero no recuerdo haberla hecho y ni siquiera la hago ahora. Se marchó. Fin de la historia.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Memoria Traidora»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Memoria Traidora» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Elizabeth George - Believing the Lie
Elizabeth George
Elizabeth George - Wer dem Tod geweiht
Elizabeth George
Elizabeth George - For the Sake of Elena
Elizabeth George
Elizabeth George - I, Richard
Elizabeth George
Elizabeth George - Licenciado en asesinato
Elizabeth George
Elizabeth George - El Precio Del Engaño
Elizabeth George
Elizabeth George - Al borde del Acantilado
Elizabeth George
Elizabeth George - Cuerpo de Muerte
Elizabeth George
Elizabeth George - Sin Testigos
Elizabeth George
Elizabeth George - This Body of Death
Elizabeth George
Отзывы о книге «Memoria Traidora»

Обсуждение, отзывы о книге «Memoria Traidora» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x