Sara Paretsky - Fuego

Здесь есть возможность читать онлайн «Sara Paretsky - Fuego» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Fuego: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Fuego»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Victoria Warshawski es una investigadora privada que procede de los barrios del sur de Chicago, donde la inmigración, las drogas, los embarazos adolescentes y el absentismo escolar son una constante. Aquejada de cáncer, la entrenadora de baloncesto del instituto donde ella estudió le pide que asuma el control del equipo femenino, y Warshawski no puede negarse.
El equipo está compuesto por adolescentes de minorías raciales, algunas de ellas con hijos, y todas procedentes de familias humildes. La mayoría de los padres de las chicas trabaja en By-Smart, una cadena de hipermercados que explota y discrimina a sus empleados.

Fuego — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Fuego», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El señor Contreras y yo estábamos en el Mustang, en el que nos habíamos protegido huyendo de los acalorados sentimientos de Rose. Casi antes de que yo saliera del cuarto se había puesto a reprender a Julia por no haberle contado lo que me había dicho a mí:

– ¿Te he criado como a una mentirosa? -había gritado antes de girar en redondo y exigirme que no perdiera el tiempo y empezara a buscar a Josie.

– ¿Dónde me sugiere que busque, Rose? -pregunté cansinamente-. Es medianoche. Dice que no está en casa de April. ¿A qué otras amigas podría recurrir?

– No lo sé, no puedo pensar. ¿Sancia, quizá? Sólo que Sancia, en realidad, era amiga de Julia, aunque ella y Josie…

– Probaré con Sancia -interrumpí-, y con las demás chicas del equipo. ¿Y algún pariente? ¿Mantiene contacto con su padre?

– ¿Su padre? ¿Ese gamberro? No la ha visto desde que cumplió dos años. Ni siquiera sé dónde vive ahora.

– Pero ¿cómo se llama? Los hijos a veces se ven con sus padres a escondidas sin que las madres se enteren.

Cuando protestó contra esa idea (Josie nunca haría algo a sus espaldas) le señalé que Josie había desaparecido a sus espaldas. Rose desembuchó a regañadientes el nombre del padre, Benito Dorrado; la última vez que le había visto, ocho meses atrás, estaba en un Eldorado con una puta pintada como una mona. Detrás de ella, en la cama, Julia ahogó un grito al oír la palabrota.

– ¿Algún otro pariente? ¿Tiene algún hermano o hermana en Chicago?

– Mi hermano vive en Joliet. Ya lo he llamado y no sabía nada de ella. Mi hermana vive en Waco. No pensará…

– Rose, está usted angustiada y nos está haciendo dar vueltas en círculo. ¿Josie está muy unida a su tía? ¿Cree que sugeriría a Billy viajar mil quinientos kilómetros en coche para ir a su casa?

– No lo sé, no lo sé; sólo quiero que vuelva mi niña.

Se echó a llorar con los sollozos incontrolables de una persona que no suele permitirse desfallecer.

El señor Contreras la tranquilizó con un lenguaje muy parecido al que había empleado con el bebé.

– Denos algo que pertenezca a su niña, una camiseta u otra prenda que no haya lavado. Mitch la olerá y le seguirá la pista, ya verá.

Los niños estaban sentados en sus colchones hinchables mirando asustados a Rose con los ojos como platos. Una cosa era que su hermana desapareciera y otra muy distinta que su madre se viniera abajo. Para que todos se calmaran, dije que vería qué podía averiguar esa misma noche. Di a Rose el número de mi móvil y le pedí que me llamase si se enteraba de algo.

Ahora mi vecino y yo estábamos sentados en el coche, tratando de decidir qué hacer a continuación. Mitch ocupaba el angosto asiento de atrás con la camiseta sin lavar de Josie entre las patas. Nunca había pensado en él como perro rastreador, pero nunca se sabe.

– Deberías comenzar por las chicas del equipo -sugirió el señor Contreras.

– Una libreta de direcciones nos vendría muy bien, un listín telefónico, cualquier puñetera cosa.

No quería volver a subir al apartamento a pedir un directorio de Chicago. Finalmente, pese a que era muy tarde, llamé a Morrell para ver si se avenía a buscar las direcciones. Aún estaba levantado; de hecho, estaba viendo el partido.

– Últimos dos minutos, oportunidad de cinco yardas para los Chiefs -informé al señor Contreras, que se frotó las manos regodeándose con la idea del bote que le aguardaba en mi apartamento.

Oí los pasos desiguales de Morrell renqueando por el pasillo en busca de su ordenador portátil y sus listines telefónicos. En un par de minutos me leyó las direcciones de todas las chicas del equipo que tenían teléfono, incluida Celine Jackman, aunque no me imaginaba a Josie acudiendo a la archienemiga de April en el equipo. Hice un bosquejo del mapa del barrio y apunté las direcciones en la cuadrícula de calles. Las direcciones abarcaban unos dos kilómetros de norte a sur, pero no más de cuatro manzanas de este a oeste, salvo por la del padre de Josie. Benito Dorrado se había mudado del South Chicago al East Side, un barrio cercano relativamente estable y algo más próspero.

Tardamos bastante más de una hora en husmear por las calles y callejones próximos a los hogares de las chicas de mi equipo. Descarté despertarlas para preguntarles por Josie: una visita de la entrenadora a altas horas de la noche buscando a una jugadora descarriada sólo serviría para que todo el equipo flipara en colores. Llevando conmigo a Mitch con la correa bien corta, me iba asomando a todos los garajes que encontramos; casi todas las chicas vivían en las casas de una planta que predominan en el barrio, y éstas a menudo tienen garaje en los callejones de la parte trasera. En uno de los garajes sorprendimos una reunión de pandilleros, ocho o diez jóvenes cuya amenazadora mirada me puso la piel de gallina. Iban a acometernos, pero el grave gruñido de Mitch los hizo retroceder lo suficiente como para que pudiéramos batirnos en retirada.

A la una y media llamó Rose para preguntar cómo iban nuestras pesquisas. Ante mi respuesta negativa suspiró pero dijo que suponía que debía acostarse: tenía que seguir buscando trabajo por la mañana, aunque con aquel peso tan grande en el corazón le constaba que no causaría muy buena impresión.

El señor Contreras y yo enfilamos hacia el sur, por debajo de las pilastras de la Skyway, hasta la casita de madera de Benito Dorrado en la avenida J. Las luces estaban apagadas, cosa nada sorprendente puesto que ya habían dado las dos, pero no sentí los mismos escrúpulos de despertarlo que con las chicas del equipo; era el padre de Josie, bien podía prestar atención a algunos de los dramas de la vida de su hija. Llamé al timbre con insistencia durante un par de minutos y luego le llamé por el móvil. Cuando el teléfono hubo sonado unas doce veces detrás de la puerta principal, fuimos a la parte de atrás. El garaje para un solo coche estaba vacío; ni el Eldorado de Benito ni el Miata de Billy estaban a la vista. O se había mudado o estaba pasando la noche con la puta pintarrajeada.

– Me parece que ahora viene cuando nos vamos a la cama -bostecé abriendo tanto la boca que me crujió la mandíbula-. Estoy viendo manchas en lugar de señales de tráfico, y eso no es bueno para conducir.

– ¿Cansada tan temprano, encanto? -mi vecino sonrió con picardía-. Claro, tú nunca te acuestas tan tarde.

– Y eso que usted no me controla, ¿verdad?

Sonreí a mi vez.

– Ni hablar, encanto: me consta que no te gusta que me meta en tus asuntos.

Por lo general, cuando salgo hasta esas horas, estoy en un club con amigos, bailando, estimulada por la música y el movimiento. Estar sentada en un coche fisgando con ansia a través del parabrisas era otra historia. Conducir por South Chicago no es tarea fácil, además: calles que acaban en descampados de la ciénaga que hay debajo de la ciudad o en un canal; calles que acaban en la Skyway. Creía recordar que se podía cruzar hacia la autovía del oeste por la calle Ciento tres pero acabé en el río Calumet y tuve que dar media vuelta. En la otra orilla del río se hallaba el almacén de By-Smart. Me pregunté si Romeo Czernin estaría conduciendo para sus patronos esa noche, o si él y Marcena estaban aparcados en el patio de un colegio haciendo el amor tras los asientos de la cabina.

La calzada estaba llena de surcos y las casas muy separadas. Los amplios espacios que mediaban entre ellas no estaban vacíos en realidad: camas viejas, neumáticos y bastidores de coche oxidados asomaban sobre los montones de hierbajos en putrefacción y árboles muertos. Un par de ratas cruzaron la calle delante de mí y se metieron en la cuneta de la izquierda; Mitch empezó a gimotear y a revolverse en el estrecho asiento trasero; él también las había visto y estaba seguro de poder atraparlas si lo dejaba suelto.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Fuego»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Fuego» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Sara Paretsky - Body Work
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Golpe de Sangre
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Marcas de Fuego
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Indemnity Only
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Deadlock
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Sin previo Aviso
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Medicina amarga
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Sisters on the Case
Sara Paretsky
Sara Paretsky - A Woman’s Eye
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Windy City Blues
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Fire Sale
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Punto Muerto
Sara Paretsky
Отзывы о книге «Fuego»

Обсуждение, отзывы о книге «Fuego» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x