Ruth Rendell - Falsa Identidad

Здесь есть возможность читать онлайн «Ruth Rendell - Falsa Identidad» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Falsa Identidad: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Falsa Identidad»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un pastor anglicano se pone en contacto con el detective Wexford para investigar un caso resuelto quince años atrás. Arthur Painter, chofer y jardinero de una acaudalada dama, asesinó a su anciana patrona por dinero. Aunque el sacerdote actúa por motivos personales muy lícitos, el inspector jefe no está dispuesto a dar su brazo a torcer y ratifica que condenó al auténtico responsable del homicidio. Pero a medida que el tenaz religioso comunique al policía nuevas pesquisas y hable con distintos testigos, se irá desvelando una oscura trama de intereses económicos que apunta a uno de los miembros de la familia de la víctima como principal beneficiario de su muerte. Al final, Wexford no podrá continuar haciendo oídos sordos a las dudas que se ciernen sobre su primer caso criminal…

Falsa Identidad — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Falsa Identidad», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Archery murmuró alguna cosa.

– Ahora, escucha. Charles dice que se marcha mañana y que irá directamente a Kingsmarkham.

– ¿Se marcha?

– ¡Vamos, Henry, no es para tanto! Sólo va a perder los tres últimos días del curso.

– Mientras no esté cumpliendo con su amenaza. ¿Va a venir al Olive?

– ¡Naturalmente! En algún sitio tendrá que quedarse. Sé que es caro, cariño, pero ha conseguido un trabajo para agosto y septiembre, en una fábrica de cerveza. Suena horrible pero va a ganar dieciséis libras a la semana y te podrá devolver el dinero.

– No sabía que mi hijo me considerara tacaño.

– Sabes que no quería decir eso. Estás muy susceptible esta mañana…

Después de que ella colgara, Archery se quedó con el auricular en la mano durante unos momentos. Se preguntó por qué no le había pedido a ella que viniese también. Quería hacerlo la noche anterior… Pero había estado tan adormecido mientras hablaba que apenas recordaba lo que le había dicho. La voz de la telefonista interrumpió sus pensamientos:

– ¿Ha terminado usted o quiere hacer alguna llamada?

– No, gracias. He terminado.

Las pequeñas casas arenosas de Glebe Road parecían decoloradas y agostadas por el sol. Aquella mañana recordaban más que nunca a las moradas del desierto, rodeadas cada una de ellas por su humilde oasis privado.

Burden se dirigió primero al número 102. Un viejo conocido suyo vivía allí, era un hombre con un extenso historial policial y un sentido del humor bastante negro, llamado Monkey Matthews. Burden pensaba que existían bastantes posibilidades de que él fuese el autor de una bomba casera, un extraño invento a base de llenar con azúcar y herbicida una botella vacía de whisky, que esa misma mañana alguien había depositado en el buzón de una rubia de dudosa reputación. La bomba destruyó el vestíbulo del piso, pero no llegó a alcanzar a la mujer, ya que ella y su amante se encontraban en la cama, pero el policía pensó que de todos modos constituía una tentativa de asesinato.

Burden llamó primero a la puerta y luego pulsó el timbre, aunque estaba seguro de que este último no funcionaba. Después se dirigió a la parte de atrás de la casa y se encontró hundido hasta los tobillos en desperdicios, ruedas de cochecito, ropa vieja, periódicos y botellas vacías. Miró por la ventana de la cocina. Había un paquete abierto de herbicida -cloruro sódico- en el alféizar de la ventana. ¿Cómo se podía ser tan confiado, o tan estúpido? Burden volvió a la calle, entró en una cabina telefónica y avisó a Bryant y Gates para que viniesen a detener al ocupante del número 102 de Glebe Road.

El número 24 estaba en la misma acera. Se encontraba tan cerca de la casa que el inspector no vio ningún inconveniente en aprovechar la ocasión para conversar un rato con Liz Crilling. La puerta principal estaba cerrada, pero no habían echado el pestillo. Burden tosió ligeramente antes de entrar.

En la habitación del fondo, una radio de plástico emitía música moderna. Elizabeth Crilling estaba sentada ante una mesa, leyendo la sección de ofertas de trabajo del periódico local de la semana anterior, sólo llevaba puesta una combinación, que tenía uno de los tirantes sujeto por un imperdible.

– No recuerdo haberle invitado a entrar.

Burden la miró con desagrado.

– ¿Le importaría ponerse algo? -Ella no se movió y siguió leyendo el periódico. Él examinó la lúgubre y desordenada habitación y, de uno de los montones de ropa, seleccionó algo que parecía una bata, una prenda de color rosa, cuyos volantes evocaban pétalos marchitos-. Tenga -dijo, y al observar el estremecimiento que la sacudió al ponérsela, Burden pensó que quizá la muchacha no se encontrase bien. Le venía demasiado grande, evidentemente no era suya.

– ¿Dónde está su madre?

– No tengo ni idea. Habrá salido. No soy su niñera. -Sonrió de pronto, mostrando sus bonitos dientes-. ¿Usted cree que debo preocuparme por ella? ¡Qué gracia! A propósito… -La sonrisa desapareció y exclamó-: ¿Qué hacía ese clérigo por aquí?

Burden nunca contestaba una pregunta si lo podía evitar.

– Veo que está usted buscando trabajo.

Ella frunció los labios, y dijo:

– Llamé a mi empresa ayer, cuando salí del maldito juzgado, y me dijeron que estaba despedida. Eso se lo tengo que agradecer a usted. -Burden inclinó la cabeza cortésmente-. Total, que tengo que encontrar otro trabajo, ¿qué remedio me queda? Buscan chicas para una fábrica de impermeables, y dicen que, con las horas extras, puedes llegar a ganar hasta veinte libras a la semana.

Burden recordó la educación que Liz Crilling había recibido, sus familiares le habían costeado los estudios en los colegios más caros. Ella le dirigió una mirada desafiante y añadió:

– No hay ningún mal en ir a verles: total, ¿qué más da? La vida es un infierno de todas formas. -Soltó una carcajada, se acercó a la chimenea y se apoyó contra la repisa, mirándole fijamente. La bata abierta y la ropa interior gastada resultaban provocativas, de manera cruda y directa, y estaban en consonancia con el tiempo bochornoso y el desbarajuste de la habitación-. ¿A qué se debe el honor? ¿Se siente sólo, inspector? Me han dicho que su mujer está fuera. -Liz sacó un cigarrillo y se lo colocó entre los labios. Su dedo índice estaba manchado de nicotina, la uña amarilla y las cutículas mordisqueadas-. ¿Dónde demonios están las cerillas?

Hubo algo en la mirada de recelo que ella le lanzó por encima del hombro que le impulsó a seguirla a la cocina. Una vez allí, Liz se volvió hacia él, cogió una caja de cerillas y se colocó en la puerta para impedir que saliese. Burden se puso en guardia. Ella le tendió la caja de cerillas, mientras decía:

– ¿Sería usted tan amable de encendérmelo?

Sin vacilar, él encendió una cerilla. Ella se acercó más a él y, cuando la llama prendió fuego al tabaco, agarró con fuerza su mano. Durante una fracción de segundo, a Burden le embargó una emoción que su pudibundo carácter definía como vil, pero inmediatamente ese mismo carácter, su sentido del deber y una repentina desconfianza volvieron a imponerse. La joven respiraba con dificultad, pero él estaba seguro de que no se debía a su proximidad. Con la facultad que le daba la experiencia, él se apartó a un lado, liberándose de la pierna que tenía entre las suyas, y se encontró frente a lo que ella acaso pretendía ocultarle.

El fregadero estaba atestado de platos sucios, peladuras de patatas, posos de té y papel mojado, pero a aquellas alturas las Crilling ya no tenían la necesidad de ocultar la miseria en la que vivían.

– Le vendrían bien unos días libres, por lo que veo -dijo él en voz alta-, para poner en orden este sitio.

Ella se echó a reír y dijo:

– Escuche, sería usted bastante atractivo si no insistiera tanto en guardar las apariencias.

– ¿Ha estado enferma? -preguntó Burden al ver algunos frascos de píldoras vacíos, otro medio lleno y la jeringuilla-. De los nervios, me atrevería a decir.

Ella dejó de reírse.

– Son de ella.

Burden leyó las etiquetas, en silencio.

– Tiene que tomarlos para el asma. Son todos iguales. -Cuando el inspector tendió su mano para coger la jeringa, ella le agarró por la muñeca-. ¡No tiene derecho a husmear por aquí! ¡Eso es un registro y para eso necesita una orden judicial!

– Es cierto -dijo Burden apaciblemente. Regresó al salón detrás de ella y dio un respingo cuando de repente la oyó gritar-: ¡No ha contestado mi pregunta sobre el clérigo!

– Vino aquí porque conoce a la hija de Painter -dijo Burden con cautela.

Ella palideció y el policía pensó que se parecía mucho a su madre.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Falsa Identidad»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Falsa Identidad» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
Ruth Rendell
libcat.ru: книга без обложки
Ruth Rendell
Ruth Rendell - The Bridesmaid
Ruth Rendell
Ruth Rendell - From Doon with Death
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Simisola
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Not in the Flesh
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Carretera De Odios
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Thirteen Steps Down
Ruth Rendell
Lisa Scottoline - Falsa identidad
Lisa Scottoline
Отзывы о книге «Falsa Identidad»

Обсуждение, отзывы о книге «Falsa Identidad» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x