Ruth Rendell - Simisola

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La ciudad del inspector Wexford -personaje legendario de la autora- se ve sacudida por la desaparición de una joven de color. El inspector se lanza a una investigación que le desvela los resortes más difíciles de la convivencia racial, y una sociedad de claroscuros que confirma la maestría de la autora británica para urdir tramas perfectas y ahondar en las miserias humanas.

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24

Hacía el mismo calor que en el corazón de un bosque tropical, o en una sauna. No soplaba ni una gota de viento. El sol se perdía detrás de bancos de una blancura espumosa que se superponían a una masa de nubarrones negros. Tronaba pero tan lejos que el sonido se perdía en el estrépito del tráfico.

La marcha ocupaba el carril izquierdo de la calle Mayor de Kingsmarkham. En este tramo la calle Mayor era bastante ancha y había espacio suficiente para permitir el paso de los coches provenientes de Stowerton, pero a los que iban hacia allí los desviaban por Queen Street y el largo camino alternativo del sur, lleno de curvas. La manifestación pasó por delante de la iglesia de San Pedro cuando sonaba la última campanada de las doce, y siguió hacia el norte casi pegada a las paredes del templo. En este lugar donde se desviaba el tráfico, dos agentes de policía, un hombre y una mujer, dejaban paso libre a los manifestantes. Se habían sumado más personas en la puerta de la iglesia y, delante del más grande de los supermercados de la calle Mayor, un hombre y una niña que habían cogido un carro de la hilera dispuesta en el patio lo abandonaron para irse con la manifestación.

El coche patrulla con la franja en el costado y el penacho en la puerta había sido reemplazado por un Vauxhall sin identificaciones, conducido por el agente Stafford, del cuerpo uniformado, y el agente Rowlands. Wexford y Burden habían dejado el suyo en la zona azul delante de las oficinas de Hawkins y Steele donde trabajaba Bruce Snow, pero cuando Stafford asomó la cabeza por la ventanilla y se ofreció a llevarlos, Wexford sacudió la cabeza y contestó que acompañarían a la columna a pie. Sophie Riding, que había entregado la petición en la oficina de la Seguridad Social, estaba dos personas por delante de ellos. Se encontraban encajonados entre ella y su estandarte y el coche de la policía. Fue así cómo pudieron presenciar sin perder detalle lo que iba a ocurrir.

El Range Rover estaba aparcado a mano derecha y enfrente de la raya discontinua amarilla a unos treinta metros más allá, delante de Woolworths. Era un lugar poco adecuado para aparcar precisamente esta mañana, pero su posición no infringía ninguna regla de tráfico. Wexford no reconoció el Range Rover, ni tampoco la furgoneta blanca aparcada detrás o el coche que tema adelante, pero si consideró que el comportamiento de su conductor, como el de los otros conductores al aparcar los vehículos en este lugar, era antisocial. También observó su color verde oliva que le hizo recordar la reunión de ¡Mujeres, alerta! y la nota que le habían pasado. Sin embargo en aquel momento resultaba más interesante la visión, mucho más lejana, sólo al alcance de alguien tan alto como él, de Anouk Khoori cruzando el césped delante de las oficinas del ayuntamiento, con los brazos abiertos. Vestía una prenda amplia y abría los brazos como un personaje real que regresa de una gira de buena voluntad, saludando a los niños que no veía desde hacía un mes.

Wexford le comentaba a Burden que seguramente ella le diría a los manifestantes que sabía que vendrían, que tenía el presentimiento de que vendrían, cuando se abrió la puerta del pasajero del Range Rover y Christopher Riding se apeó del coche. El Range Rover estaba ahora a unos cuatro metros de Wexford y Burden. Se abrió la puerta de atrás y apareció el padre de Christopher. Los acontecimientos se precipitaron.

Christopher rodeó el capó del Range Rover mientras su hermana Sophie se acercaba. Él y Swithun Riding actuando al unísono la sujetaron por los brazos y ella dejó caer el estandarte al tiempo que gritaba. La alzaron en volandas, abrieron del todo la puerta y la lanzaron al interior del vehículo. Ambos eran altos y fuertes, con manos grandes y brazos musculosos, y la levantaron y la balancearon en el aire, el largo pelo rubio flotando como una nube, antes de arrojarla en el asiento trasero.

Los más próximos se apartaron en abanico. Una mujer gritó. Alguien recogió el estandarte. Los que estaban por delante de la muchacha continuaron la marcha, sin darse cuenta de lo ocurrido, pero los que venían detrás se detuvieron a mirar. Ahora Swithun Riding estaba otra vez en el asiento del conductor, mientras su hijo se escurría entre el capó del Range Rover y el coche que tenía delante. El Range Rover debía estar equipado con cierre central, porque Sophie no podía abrir la puerta y escapar. Comenzó a golpear los cristales con los puños mientras gritaba.

Wexford miró el Vauxhall sin identificación y le hizo un gesto con la cabeza a Stafford. Se adelantó y cogió la manija del portón trasero, pero al comprobar que estaba cerrada, golpeó el cristal. Stafford y Rowlands salieron del Vauxhall. Esto no era lo que esperaban, esto no tenía precedentes, ¿algo así podía pasar en Kingsmarkham?

El conductor del coche delante del Range Rover, adrede o sin darse cuenta, dio marcha atrás un par o tres de centímetros. Era un movimiento peligroso y Christopher soltó un aullido de rabia y miedo. Por suerte para él, el conductor frenó a tiempo cuando estaba a punto de aplastarlo. Christopher se encontró pillado entre el parachoques trasero del primer coche y el parachoques delantero del Range Rover. Los dos vehículos formaban un cepo que le aprisionaba las piernas. El joven no dejaba de moverse, agitando los brazos al tiempo que gritaba: «¡Mete la primera, cabrón, mete la primera!».

La vanguardia de la columna, todavía sin apercibirse del tumulto a sus espaldas, continuó avanzando, imperturbable. Como un caballo de pantomima cuyas patas traseras han renunciado al juego, se movió al trote en los ochenta metros finales de su avance. La retaguardia se había desparramado en una multitud de espectadores fascinados. Burden, con un gesto rápido a Wexford, dio la vuelta por el espacio entre la parte de atrás del Range Rover y la furgoneta blanca, pasó junto a la muchacha secuestrada que no dejaba de gritar, y abrió la puerta del pasajero a la que Riding había quitado el seguro para que subiera su hijo.

– ¡Da marcha atrás, retrocede! -le gritó el muchacho.

Riding arrancó el motor; iba a poner la marcha atrás cuando Burden apoyó el pie en el estribo y subió al coche. Riding que nunca le había visto antes debió pensar que era un entrometido del público. Sin pensárselo dos veces, hizo algo totalmente inesperado. Echó hacia atrás el brazo derecho como un lanzador de disco y descargó un tremendo puñetazo contra la barbilla de Burden.

La puerta del pasajero se abrió. Burden salió despedido por el hueco. Frenó la caída sujetándose al marco pero así y todo medio cayó sobre el pavimento. La muchacha gritó más fuerte. Con la puerta del pasajero abierta, Riding dio marcha atrás sin parar mientes en la furgoneta blanca aparcada detrás y chocó contra la misma con gran estrépito. Entonces vio a los policías uniformados. Vio a Wexford.

– Abra la puerta -dijo el inspector jefe.

Riding se limitó a mirarle. La mitad de la muchedumbre se había situado en la acera de Woolworths. Alguien ayudó a Burden. Se tambaleó, mareado, se llevó una mano a la cabeza y se sentó con todo el peso del cuerpo en la pared baja, delante de la tienda. Wexford apartó al muchacho y, pasando entre el Range Rover y el coche de delante, entró por la puerta del pasajero.

– No intente hacer lo mismo conmigo -le advirtió a Riding.

Quitó el seguro de la puerta trasera y ayudó a salir a la muchacha. Sophie tenía la cara empapada de lágrimas. Se apoyó en Wexford, con las manos aferradas a las mangas. Tembló al escuchar la sarta de insultos que soltaba Riding. Con la cabeza asomada por la puerta abierta, le gritó a Burden:

– ¿A usted qué le importa lo que yo haga para evitar que mi hija haga el ridículo? ¿Quién le manda a usted meter las narices en asuntos ajenos?

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