Ruth Rendell - Un Beso Para Mi Asesino
Здесь есть возможность читать онлайн «Ruth Rendell - Un Beso Para Mi Asesino» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Un Beso Para Mi Asesino
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Un Beso Para Mi Asesino: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Un Beso Para Mi Asesino»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Un Beso Para Mi Asesino — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Un Beso Para Mi Asesino», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– ¿A usted le gustaría que su hijo se casara con Daisy?
– Oh, sí, me gustaría. Es una chica encantadora. Y lista, por supuesto, y guapa. Lo siento, pero no me gustaría que mi hijo se casara con una chica fea. No espero que crea que esto está bien, pero me parece un desperdicio, un hombre guapo con una chica fea. -Joyce Virson se pavoneó un poquito. No había otra palabra para describir aquel pequeño estiramiento del cuello, la manera en que se pasó un grueso dedo por la mandíbula-. Somos una familia apuesta por ambas partes. -La sonrisa que ofreció a Wexford era picara, casi coqueta-. Claro que la pobrecita está locamente enamorada de él. Sólo hay que ver cómo le sigue con los ojos. Le adora.
Wexford creyó que la señora Virson iba a preludiar sus siguientes comentarios con su acostumbrada expresión de tristeza por una opinión que evidentemente no lamentaba en lo más mínimo, pero sólo dio más explicaciones de las aptitudes de Daisy para una unión con un miembro de la familia Virson. Daisy le tenía tanto cariño a ella, tenía unos modales tan agradables, un temperamento tan apacible y tan afable…
– Y es muy rica -dijo Wexford.
La señora Virson prácticamente saltó. Dio un respingo tan violento como alguien en las primeras fases de un ataque de apoplejía. Su voz aumentó veinte o treinta decibelios.
– Eso no tiene nada que ver. Si mira el tamaño de esta casa y el nivel de la comunidad, no se puede pensar que aquí falte dinero. Mi hijo tiene unos ingresos importantes, es perfectamente capaz de mantener a una esposa con el…
Wexford pensó que iba a añadir algo acerca del estilo de vida al que Daisy estaba acostumbrada, pero la señora Virson se controló y le miró con furia. Harto de su hipocresía y afectación, Wexford había decidido que era hora de darle un golpe bajo. Había surtido más efecto del que esperaba. Sonrió para sus adentros.
– ¿No le preocupa el que pueda ser demasiado joven? -dijo. Ahora también sonrió exteriormente, una sonrisa amplia y conciliadora-. Usted misma acaba de decir que es una niña.
Joyce Virson se ahorró la respuesta porque Daisy entró en la habitación. El había oído sus pasos en el vestíbulo cuando pronunciaba la palabra «niña». Daisy le sonrió con aire triste. Todavía llevaba el brazo vendado pero menos abultado y el cabestrillo era más ligero. Wexford se dio cuenta de que era la primera vez que la veía de pie, moviéndose. Era más delgada de lo que le había parecido, más frágil de aspecto.
– ¿Para qué soy demasiado joven? -preguntó-. Hoy es mi cumpleaños: cumplo dieciocho.
La señora Virson dio un grito.
– Daisy, eres terrible, ¿por qué no nos lo habías dicho? No tenía la menor idea, no habías dicho una palabra.
Intentó reír con asombro pero Wexford captó que estaba muy disgustada. La revelación de Daisy indicaba que no era cierto que conociera bien a la joven que se alojaba en su casa.
– Supongo que sólo se lo insinuaste a Nicholas para que pudiera prepararte una sorpresa.
– Que yo sepa, él tampoco lo sabe. No lo recordará. Ahora no tengo a nadie en el mundo que recuerde mi cumpleaños. -Miró a Wexford y dijo sin pensarlo, un poco teatral-: ¡Dios mío, qué triste!
– Que cumplas muchos más -le deseó él.
– Ah, tiene usted tacto, va con cuidado. No podía decir «Feliz cumpleaños», ¿verdad? A mí no. Sería espantoso, sería un insulto. ¿Cree que recordará mi cumpleaños el año que viene? ¿Se dirá a sí mismo la víspera: Mañana es el cumpleaños de Daisy? Tal vez sea el único que lo haga.
– Qué tontería, querida. Nicholas sin duda lo recordará. Será tarea tuya írselo recordando. Lo siento, pero los hombres necesitan alguna insinuación, y a veces un pequeño pellizco en el brazo. -La expresión de Joyce Virson era ferozmente picara.
Daisy dejó que sus ojos se fijaran en los de Wexford un breve instante y apartó la mirada. Sin mirarle, dijo:
– ¿Vamos a la otra habitación?
– Oh, ¿por qué no os quedáis aquí, querida? Se está bien y no escucharé lo que digáis. Estaré demasiado absorta en mi libro. No oiré ni una palabra.
Decidido a no hablar con Daisy en presencia de la señora Virson, antes de plantearlo esperó a oír lo que Daisy diría. Ella tenía un aspecto tan abstraído, tan remotamente triste, que suponía que oiría una apática aceptación, pero en cambio Daisy habló con firmeza.
– No, es mejor que sea en privado. No vamos a echarte de tu habitación, Joyce.
Él la siguió al «estudio pequeño», la habitación donde habían estado el sábado. Allí ella comentó:
– Tiene buenas intenciones. -Wexford se maravilló de lo joven que ella podía ser… y de lo madura-. Sí, hoy cumplo dieciocho. Después del funeral creo que iré a casa. Poco después. Ahora que tengo dieciocho años puedo hacer lo que quiera, ¿no? ¿Absolutamente lo que quiera?
– Como todos nosotros, sí. Aparte de quebrantar la ley con impunidad, puedes hacer lo que te plazca.
Ella suspiró fuerte.
– No quiero quebrantar la ley. No sé lo que quiero hacer, pero creo que estaría mejor en casa.
Como aviso, él le dijo:
– Quizá no te das perfecta cuenta de cómo te sentirás cuando vuelvas a casa. Después de lo que sucedió allí. Te recordará aquella noche y te resultará muy doloroso.
– Aquella noche está siempre conmigo -replicó ella-. No puede estar presente con más fuerza de la que lo está cada vez que cierro los ojos. Entonces veo aquellas imágenes. Cuando cierro los ojos. Veo aquella mesa… antes y después. Me pregunto si alguna vez podré soportar volver a sentarme ante una mesa de comedor. Aquí ella me da la comida en una bandeja. Yo se lo pedí. -Se quedó callada; de pronto sonrió y le miró. Él vio un extraño brillo en sus ojos oscuros-. Siempre hablamos de mí. Cuénteme algo de usted. ¿Dónde vive? ¿Está casado? ¿Tiene hijos? ¿Tiene a alguien que se acuerde de su cumpleaños?
Él le dijo dónde vivía, que estaba casado, que tenía dos hijas y tres nietos. Sí, ellos se acordaban de su cumpleaños, más o menos.
– Ojalá yo tuviera padre.
¿Por qué él había omitido preguntarle esto?
– Claro que lo tienes. ¿Le ves alguna vez?
– Nunca le he visto. Que yo recuerde. Mamá y él se divorciaron cuando yo era un bebé. Vive en Londres, pero nunca ha dado muestras de querer verme. No me refiero a que me gustaría tenerle a él, me gustaría tener «un» padre.
– Sí, supongo que tu… bueno, el esposo de tu abuela ocupaba el lugar de un padre en tu vida.
Era inconfundible, la incredulidad en la mirada que ella le lanzó. Emitió un sonido entre un ronquido y una tos.
– ¿Ha aparecido Joanne?
– No, Daisy. Estamos preocupados por ella.
– Oh, no le habrá pasado nada. ¿Qué le podría haber sucedido?
Su serena inocencia sólo sirvió para exacerbar la preocupación de Wexford.
– Cuando iba a ver a tu madre los martes -dijo-, ¿siempre iba en coche?
– Claro. -Pareció sorprendida-. Ah, ¿quiere decir si iba a pie? Serían unos buenos ocho kilómetros. De todos modos, Joanne nunca iba a pie a ningún sitio. No sé por qué vivía aquí, detestaba las cosas del campo, todo lo relacionado con el campo. Supongo que lo hacía por su anciana madre. Le diré una cosa: a veces iba en taxi. No porque se le hubiera estropeado el coche. Le gustaba tomar alguna copa, y después tenía miedo de conducir.
– ¿Qué me puedes decir de unos que se llaman Griffin?
– Trabajaban para nosotros.
– El hijo, Andy, ¿le has visto desde que se marcharon?
Ella le miró de un modo curioso. Era como si se maravillara de que él hubiera atinado en algo inesperado o secreto.
– Una vez. Qué curioso que lo pregunte. Yo estaba en el bosque. Iba paseando por el bosque y le vi. Probablemente usted no conoce nuestro bosque, pero fue cerca del camino secundario, ese caminito que va hacia el este, fue cerca de donde están los nogales. Él quizá me vio, no lo sé; debería haberle dicho algo, haberle preguntado qué hacía, pero no lo hice, no sé por qué. Me asustó, verle así. No se lo dije a nadie. Había entrado sin derecho en la finca; a Davina le habría desagradado, pero no se lo dije.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Un Beso Para Mi Asesino»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Un Beso Para Mi Asesino» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Un Beso Para Mi Asesino» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.