Unknown - i c40a5069f5c85ef3

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“Creo que Kreacher tiene razón” dijo Harry. “Vamos a tener que descubrir cómo abrir esta cosa antes de poder destruirla.”

Una repentina conciencia de lo que estaba sosteniendo, de lo que viv´ıa bajo las peque˜nas puertas doradas, golpeó a Harry mientras hablaba. Incluso después de todos los esfuerzos para encontrarlo, sent´ıa el violento impulso de arrojar lejos de él el guardapelo. Controlándose de nuevo, intentó abrirlo con los dedos. Luego probó el encantamiento que Hermione hab´ıa usado para abrir la puerta de la habitación de Regulus. Ninguno funcionó. Le devolvió el guardapelo a Ron y Hermione, que hicieron todo lo posible por abrirlo, pero no tuvieron más éxito que él.

“Aunque, ¿puedes sentirlo?” preguntó Ron en voz muy baja, mientras lo sosten´ıa apretadamente en su pu˜no cerrado.

“¿Qué quieres decir?”

Ron le pasó el Horrocrux a Harry. Después de un momento, Harry pensó que sab´ıa lo que Ron quer´ıa decir. ¿Era su propia sangre latiendo por sus venas lo que sent´ıa, o era algo que lat´ıa dentro del guardapelo, como un peque˜no corazón metálico?

“¿Qué vamos a hacer con él?” preguntó Hermione.

“Mantenerlo a salvo hasta que descubramos cómo destruirlo” respondió Harry, y, aunque le apetec´ıa poco, se colgó la cadena alrededor del cuello, dejando caer el guardapelo fuera de la vista bajo sus ropas, donde descansó sobre su pecho junto a la bolsita que le hab´ıa dado Hagrid.

CAPÍTULO 14. EL LADR ÓN

158

“Creo que deber´ıamos turnarnos para vigilar fuera de la tienda” a˜nadió mirando a Hermione, levantándose y estirándose. “Y también tenemos que pensar en conseguir algo de comida. Tú te quedas aqu´ı” a˜nadió con dureza, cuando Ron intentó levantarse y se puso de un desagradable tono verde.

Con el Chivatoscopio que Hermione le hab´ıa dado a Harry por su cumplea˜nos colocado con cuidado sobre la mesa de la tienda, Harry y Hermione pasaron el resto del d´ıa compartiendo la tarea de vigilancia. Sin embargo, el chivatoscopio permaneció en silencio y quieto en su posición todo el d´ıa, y ya fuese por los encantamientos protectores y hechizos repeledores que Hermione hab´ıa extendido a su alrededor, o porque la gente raramente se aventuraba por esa zona, su trozo de bosque permaneció desierto, sin contar a los pájaros o ardillas ocasionales. La tarde no trajo ningún cambio. Harry encendió su varita cuando sustituyó a Hermione a las diez, y miró hacia la escena desierta, tomando nota de los murciélagos volando muy por encima a través del único trozo de cielo visible desde su resguardado claro.

Ahora se sent´ıa hambriento, y un poco mareado. Hermione no hab´ıa guardado nada de comida en su bolso mágico, ya que hab´ıa asumido que esa noche regresar´ıan a Grimmauld Place, por lo que no ten´ıan nada que comer salvo algunos champi˜nones salvajes que Hermione hab´ıa recogido en los árboles cercanos y cocido en un cazo. Después de un par de cucharadas, Ron hab´ıa alejado su porción, con aspecto mareado. Harry sólo hab´ıa perseverado para no herir los sentimientos de Hermione.

El silencio que lo rodeaba fue roto por extra˜nos crujidos y lo que sonó como ramitas rompiéndose: Harry pensó que eran sonidos causados por animales más que por personas, pero aún as´ı agarró la varita con fuerza y se puso alerta. Sus tripas, ya con molestias debido a la inadecuada ayuda de los champi˜nones correosos, hormigueaban con inquietud.

Harry cre´ıa que se sentir´ıa eufórico si consegu´ıan robar y recuperar el Horrocrux, pero de alguna manera no era as´ı. Todo lo que sent´ıa mientras se sentaba mirando hacia la oscuridad, de la que su varita sólo iluminaba una peque˜na parte, era temor por lo que pasar´ıa a continuación. Era como si hubiera estado avanzando bullicioso hasta ese punto durante las últimas semanas, meses, incluso a˜nos, pero ahora que se hab´ıa parado de golpe, ya no le quedasen caminos.

Hab´ıa otros Horrocruxes ah´ı fuera, en alguna parte, pero no ten´ıa ni la más m´ınima idea de dónde podr´ıan estar. Ni siquiera sab´ıa lo que eran todos. Mientras tanto, no sab´ıa cómo destruir el único que hab´ıan encontrado, el Horrocrux que actualmente yac´ıa contra la carne desnuda de su pecho. Curiosamente, no hab´ıa absorbido calor de su cuerpo, sino que yac´ıa tan fr´ıo contra su piel como si acabase de salir de agua helada. De vez en cuando Harry pensaba, o tal vez imaginaba, que pod´ıa sentir el débil latido pulsando irregular al lado del suyo.

Presentimientos sin nombre lo invadieron mientras estaba sentado en la oscuridad.

Intentó resistirlos, apartarlos, pero aún as´ı lo segu´ıan implacables. Ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro siga con vida. Ron y Hermione, ahora hablando en voz baja detrás, dentro de la tienda, pod´ıan alejarse si quer´ıan, él no. Y a Harry le parec´ıa, mientras estaba sentado intentando controlar su propio miedo y cansancio, que el Horrocrux apoyado contra su pecho estaba marcando el tiempo que le quedaba... Una idea estúpida, se dijo a s´ı mismo, no pienses en eso...

Su cicatriz estaba empezando nuevamente a doler. Ten´ıa miedo de estar provocándolo por tener esos pensamientos, e intentó dirigirlos en otra dirección. Pensó en el pobre Kreacher, que los habr´ıa estando esperado a ellos en la casa y hab´ıa recibido a Yaxley. ¿Se quedar´ıa callado el elfo o le contar´ıa al mort´ıfago todo lo que sab´ıa? Harry quer´ıa creer que CAPÍTULO 14. EL LADR ÓN

159

Kreacher hab´ıa cambiado su actitud hacia él durante el último mes, que ahora le ser´ıa leal,

¿pero quién sab´ıa lo que pasar´ıa? ¿Y si los mort´ıfagos lo torturaban? Imágenes morbosas zumbaron por la mente de Harry, y también intentó apartarlas, porque no hab´ıa nada que pudiese hacer por Kreacher; Hermione y él ya hab´ıan decidido no intentar convocarlo, ¿y si también ven´ıa alguien del Ministerio? No pod´ıan contar con que la Aparición de los elfos estuviese libre del mismo fallo que hab´ıa llevado a Yaxley a Grimmauld Place en el dobladillo de la manga de Hermione.

Ahora la cicatriz de Harry estaba ardiendo. Pensó en que hab´ıa tanto que no sab´ıa.

Lupin hab´ıa tenido razón al hablar de magia que nunca hab´ıan esperadoo imaginado.

¿Por qué Dumbledore no le hab´ıa explicado más? ¿Hab´ıa pensado que habr´ıa tiempo, que vivir´ıa durante a˜nos, tal vez durante siglos, como su amigo Nicolas Flamel... Si as´ı fuese, se hab´ıa equivocado... Snape se hab´ıa encargado de ello... Snape, la serpiente dormida, que hab´ıa atacado en lo alto de la torre...

Y Dumbledore hab´ıa ca´ıdo... ca´ıdo...

“Dámela, Gregorovitch.”

La voz de Harry era alta, clara y fr´ıa, y su varita estaba aferrada delante de él por una mano blanca de largos dedos. El hombre al que estaba apuntando con la varita, estaba suspendido en el aire con las piernas hacia arriba, aunque no hab´ıa cuerdas que lo sujetasen; se balanceaba all´ı, atado de forma invisible e inquietante, con los miembros enroscados sobre su cuerpo, con la cara aterrorizada a nivel de la de Harry, rubicunda debido a la sangre que se hab´ıa agolpado en su cabeza. Ten´ıa el cabello de color blanco puro y una barba densa y tupida: un Papá Noel atado.

“¡No la tengo, ya no la tengo! ¡Hace muchos a˜nos que me la robaron!”

“No mientas a Lord Voldemort, Gregorovitch. Él sabe... Siempre sabe.”

Las pupilas del hombre colgado estaban muy abiertas, dilatadas con miedo, y parecieron agrandarse, cada vez más, hasta que su negrura engulló por completo a Harry...

Y ahora Harry se dirig´ıa apresurado por un oscuro pasillo siguiendo la estela del corpulento Gregorovitch, que sujetaba un farol en lo alto. Gregorovitch irrumpió en una habitación al final del pasillo y su farol iluminó lo que parec´ıa ser un taller. Virutas de madera y oro brillaban en el oscilante c´ırculo de luz, y en el alféizar de la ventana se hallaba posado, como un pájaro gigante, un joven de cabello dorado. En la fracción de segundo que la luz del farol lo iluminó, Harry vio el placer en su apuesto rostro. Entonces el intruso lanzó un Hechizo Aturdidor con su varita y saltó hacia atrás hasta casi caer por fuera de la ventana con un estallido de risa.

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