Carlos Fuentes - La cabeza de la hidra

Здесь есть возможность читать онлайн «Carlos Fuentes - La cabeza de la hidra» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La cabeza de la hidra: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La cabeza de la hidra»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En La cabeza de la hidra (1978) ensaya una novela policiaca con un tema histórico mexicano, Una familia lejana (1980) se enraíza en la fantasía y en la historia, relaciona varios continentes, diversos niveles de historicidad (el mundo prehispánico) y tradiciones literarias.

La cabeza de la hidra — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La cabeza de la hidra», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Lo dije de la manera más flemática posible. Nuevamente, contestó con la contrapartida de la fatalidad.

– No te entiendo. Yo no importo. Pero no entiendo este juego. Volverán a reunir toda la información, la partida se reiniciará igual que antes…

– Para ti, se inició de veras en un taxi, ¿recuerdas?, ese fue el momento del vuelco, Félix, ese paso insensible de la realidad a la pesadilla, esa rendija por la que se cuela cuanto parece cierto y seguro en tu vida para volverse incierto, inseguro y fantasmagórico. ¿Crees que puedes regresar impunemente a la situación anterior, recobrar la realidad que perdiste para siempre, volver a ser el oscuro burócrata, tenorio y marido que se llamaba Félix Maldonado?

Corrí el riesgo de tomar la mano de Félix, de que sintiera de cerca mi piel seca, de saurío.

– Te necesito, Félix. Tienes razón. La partida se reiniciará. Es como una justa entre caballeros con miedo y con tacha en un laberinto sin luces. La próxima vez, sin embargo, se encontrarán con un adversario no sólo más fuerte, sino distinto. Y así sucesivamente. Por eso quise que esta vez me conocieran, para que la siguiente vez me desconozcan. Y tú me seguirás necesitando porque soy la única persona en el mundo que te seguirá llamando Félix Maldonado.

– Ruth…

– No, no me respondas. Vas a ofenderme gravemente si me subestimas. No cometas el mismo error de nuestros enemigos. No me subestimes ni subestimes mis capacidades de metamorfosis. ¿Sabes? La calvicie puede ser una ventaja en estos casos. Basta una peluca entrecana con un mechón displicente, rasurarme el bigote, abultarme con maquillaje, exageradamente, los párpados, añadirme unas cuantas arrugas, hacerme la nariz un poco más aguileña, hablar con cualquiera de los acentos ingleses que aprendí en los teatros viendo obras de Shakespeare contigo. Aunque a veces es preferible citar a Lewis Carroll. Welcome to Wonderland.

– Trevor…

– And you, my friend, would have to take on the role of the March Haré…

– Pero Angélica era tu hermana…

– Poor Ophelia. No te sueltes de mí, Félix, aunque mi piel te repugne. Añade un acento neutro de colombiano, interjecciones madrileñas de hace ochenta años, cáspita, abur, recórcholis… ¿Me estás siguiendo, Félix?

– Pero estabas sirviendo a los árabes en Houston…

– Ellos me conocen como Trevor, un homosexual inglés expulsado de la Foreign Office por riesgo a la seguridad, los israelitas y la C.I.A. me conocen como Mann, agente mercenario cubierto por un empleo itinerante con la Dow Chemical, tú como Timón de Atenas, tu viejo compañero de escuela y dueño de una empresa petroquímica en México. Sirvo a todos para servirme de todos y para que todos me teman. No estoy sentado en mi biblioteca esperando tus telefonazos, Félix, mientras tú expones la piel. Recibo tu telefonazo en México anunciándome la muerte de la pobre Ofelia -es la única vez que de verdad me sorprendiste- y a las tres horas estoy en Houston con una cabeza de senador romano y una imitación pasable de Claude Rains; mañana vuelo a Washington en cuatro horas y me presento en las oficinas de la C.I.A. en Langley como el incierto Mr. Mann, un ligero acento teutón y otra imitación pasable de Conrad Veidt…

Solté la mano de Félix sólo porque me faltó el aliento para seguir hablando, sólo porque sin palabras no podía tocarlo, sólo porque quise que tuviese las manos libres para hacer lo que quisiera, le estaba dando esa libertad, al fin le había demostrado que yo también me arriesgaba, que él no era el único en vivir la parte peligrosa de la vida; al fin cancelaba esa deuda de nuestra juventud.

– Pero Angélica era tu hermana -replicó Félix con la voz, la mirada, el cuerpo incrédulos y la mano con la pistola colgándole inerte.

Ahora lo miré con tranquilidad.

– Félix, ¿qué piensas hacer cuando salgas de mi casa?

– No sé. No sé qué decir. Buscaré a Ruth.

– Sí. ¿Y después?

– Ya te lo dije. Tendré que averiguar quién mató a Sara.

– ¿Para qué? Sara Klein murió dos veces, de niña en Alemania y de mujer en Palestina. Su asesinato en México fue una mera formalidad.

– Tú no la amabas.

– ¿Vas a comprometer toda nuestra operación lanzándote a una pesquisa idiota que nada tiene que ver con lo nuestro, vas a poner en entredicho cuanto hemos logrado sólo para satisfacer tu vanidad de amante platónico y vengarte de la muerte de la única puta israelita que nunca se acostó contigo mientras te cornamentaba con un viejo profesor judío y un joven terrorista palestino?

Me apuntó directamente al pecho con la pistola.

– Tú no la amabas, cabrón.

– Dispara, Félix. Dale un giro de tuerca a la leyenda. Esta vez, Pólux mata a Castor. Los dos no pueden ser inmortales, ¿sabes?, sólo uno.

– Tú no la amabas, cabrón.

Me acerqué a él; volví a tomarle la mano, pero esta vez la mano armada. Le quité la pistola y hablé muy cerca de su cara.

– Ah, la pasión vuelve a levantar su espantosa cabeza de hidra. Corta una y renacerán miles, ¿verdad? Llámala celos, insatisfacción, envidia, desprecio, miedo, asco, vanidad, terror, escarba en los motivos secretos de todos los que hemos participado en esta comedia de errores, Félix, y ponle a la pasión el nombre que quieras. Nunca acertarás, porque detrás de cada nombre de la pasión hay una realidad oscura, política o personal, da igual, que nadie puede nombrar y que te impulsa a disfrazar de acción, lícita o ilícita, también da igual, lo que sólo es pasión, hambre, padecimiento, deseo, un amor que se alimenta de su odio y un odio que se alimenta de su amor. ¿Crees ser subjetivo? Nutres la objetividad. ¿Crees ser objetivo? Nutres la subjetividad. Igual que en una novela, donde las palabras acaban siempre por construir lo contrario de sí mismas.

– Angélica era tu hermana…

– Y Mary tu amante, Ruth tu esposa, Sara no sé, algo más fuerte que tú y que no acabas de comprender o nombrar. Anda. Regresa un día a contármelo todo. Puede que entonces yo te cuente cómo murió Angélica y por qué.

– Ya sé cómo; Dolly la empujó de una ventana.

– Pero no el porqué. Mejor no trates de explicártelo, ni eso ni nada.

– ¿Sabía que Trevor eras tú?

– Por supuesto. De niños nos disfrazábamos y pretendíamos ser otros. Fue una prolongación de nuestros juegos.

– Pero no sabía que este juego iba a ser mortal.

– No. Creía que se trataba de matar a Rossetti, deshacernos de una vez por todas de él. Pobrecita. Rossetti es útil porque es innocuo y manejable; Angélica no, era locuaz y caprichosa. Aprovecha la experiencia, Félix, aunque no te la expliques. Ese es tu destino, ser utilizado ciegamente. No te quejes. Los grandes males suelen ser monótonos. La pasión sin imaginación, como tú la vives, es más divertida.

– La imaginación sin memoria, como tú la vives, es más dolorosa. Te compadezco.

– Soy católico, Félix. Sé que cuando se carece de pasión, la gracia fortuita puede salvarnos de su ausencia. Un día, de jóvenes, te dije que el crimen y la condenación me parecen igualmente estériles. Es preferible que no haya castigo. El deber del amor es preferible a cualquier condena. Rossetti no lo merecía.

– ¿Así amabas a Angélica?

– No te voy a explicar nada. Entiende. No tengo argumentos contra ti. También a ti te amo.

En la mirada de Félix estaba todo lo que yo temía cuando me dijo:

– Claro que entiendo. Hay algo que el poderoso Timón no pudo comprar. Un corazón. Tis deepest winter in Lord Timon's purse. 59

Quise disfrazar la herida continuando la humorada cultural:

– You're a dog. 60

– Thy mother's of my generation 61-contestó Félix- y creo que por primera vez alguien me mentó la madre citando a Shakespeare.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La cabeza de la hidra»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La cabeza de la hidra» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Carlos Fuentes - Chac Mool
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - En Esto Creo
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - Vlad
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - Hydra Head
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - Christopher Unborn
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - The Campaign
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - Adam in Eden
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - Instynkt pięknej Inez
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - La Frontera De Cristal
Carlos Fuentes
Отзывы о книге «La cabeza de la hidra»

Обсуждение, отзывы о книге «La cabeza de la hidra» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x