Miguel Asturias - El Papa Verde

Здесь есть возможность читать онлайн «Miguel Asturias - El Papa Verde» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Papa Verde: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Papa Verde»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Esta es la segunda parte de la trilogia que integran los libros Viento fuerte, El papa verde y Los ojos de los enterrados añade una aguda intención social a esos valores poético – mitológico y a esa observación de una realidad política.
En una plantación bananera de la zona del Caribe, Asturias retrata a uno de los personajes más apasionantes de la novela hispanoamericana, uno de esos aventureros norteamericanos de recio carácter, individualistas de temperamento casi renacentista, que se apodera de una sociedad frutera, despojando e primer término a los cultivadores y luego a los mismos capitalistas de la compañía.
Obra de arte y documento, pintura de un personaje excepcional y de una situación humana y social, El papa verde ocupa un lugar incomparable en el universo que Asturias ha construido pacientemente, brillantemente, con cada uno de sus libros.

El Papa Verde — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Papa Verde», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Yo pienso lo contrario. Le voy a contar el caso. Cuando me le declaré, día a día le reclamaba la respuesta…

– Terquedad de enamorado…

– Terquedad de enamorado, como usted dice. Y no me contestaba, y no me contestaba, hasta el día en que usted llegó a buscarla. Ese día me citó al muelle a las cinco y media de la tarde y del muelle me dijo que si la acompañaba de paseo a los islotes. Allá fuimos gozando de la brisa, muy de la mano, yo pidiéndole desde luego que me correspondiera o me dijera que no.

– Yo a mi marido estuve seis meses para aceptarlo.

– Pues bien, al entrar en uno de los islotes, se soltó de mi mano y marchó adelante. Yo la seguía y la seguía, pero poco a poco me fui dando cuenta que el juego era peligrosísimo. Hubo un momento en que pensé volverme, tomar una barca y salir a recogerla al mar.

¿Y por qué usted no la llamaba?

– Porque eso era lo que ella quería, que yo la detuviera…

– ¡Qué malo!

– El islote empezó a perder superficie y ella a sumergirse en el líquido cristal del agua, como si tal cosa, sin acortar el paso, con el agua hasta las rodillas… No pude más… La llamé a gritos… -doña Flora le había agarrado las manos-. La llamé a gritos… Eso era lo que esperaba… Se detuvo y al venir a mí y refugiarse en mis brazos, me dio un largo beso.

– Realmente que es una extraña manera… Bueno, lo que ella quiso es probarlo… Me deja usted confusa… ¿Y qué es esto? Yo, agarrándole las manos… estoy tan nerviosa… Y eso confirma mi suposición, lo que le dije en casa: se vistió de novia para tirarse al río…

– ¡Tanto no creo!

Y por no afligirla más -¡qué negociaba!- no le contó que Mayarí decía siempre que estaba arrepentida de no haberse arrojado al mar aquella vez, de haber vuelto cuando él la llamó.

Las palmeras bañadas por la luna semejaban surtidores de agua verde, silenciosa, rutilante.

– ¡Qué noche la que fue a escoger esta amolada!… Con lo que usted me acaba de contar del islote, no sé… no sé a qué voy al puerto… La luna, el agua, el vestido de novia, todo se junta…

El tren pitó a la distancia. La estación de láminas acanaladas pintadas de alquitrán, los rieles largos como sus lágrimas, los brequeros igual que muñecos sobre los vagones, lámparas agitándose para el movimiento del enganche, poco brillantes en la claridad meridiana de la luna majestuosa.

Lo abordaron, acompañados por el jefe de trenes. Doña Flora repetía a cada momento: «¡No sé a qué voy al puerto!… ¡No sé a qué voy al puerto!…»

El contacto de la luna y el agua transparente era música. Se oía. Se oía un canto enmadejado, profundo, sacudido entre las olas, apagándose en las playas, rozando las rocas, desnudando el miedo batracio de las piedras medio sumergidas en la corriente. No es fácil decir lo que le falta al agua para hablar, pero su fábula de cristal y espuma saca lenguas de astilladas puntas diamantinas para decir adiós a los que se quedan en las riberas: los árboles vetustos, las fluviales enredaderas de quiebracajetes, las palmatorias nevadas de cera de los izotales, las huellas verdes que en el aire semejan las tunas; y para decir vamos a lo que en el fluir de sus moléculas rodantes le acompaña, desde la arena movible revuelta con oro, hasta pedazos de montaña.

Mayarí, eterna enamorada del agua, sabía que esta vez realzaría su gran sueño, que esta vez no habría voz humana que la hiciera regresar de su ambicionado viaje a los líquidos profundos. Geo la recobró aquella vez de la inmensidad del mar, al llamarla, y se refugió en sus brazos creyéndolo transparente. Pero Geo era de sólidas paredes, de oscuridades que la encerraron, como en una tumba, oyendo hablar de números.

Esta vez sería la feliz esposa de un río. Probablemente nadie se da cuenta de lo que es ser la esposa de un río, y de un río como el Motagua, que riega con su sangre las dos terceras partes de la sagrada tierra de la Patria, por donde hicieron camino los mayas, sus antepasados, que viajaban en balsas de coral rosado, y más tarde frailes buenos, encomenderos y piratas en grandes o pequeñas barcas movidas a remo a pica por esclavos encadenados, desde los rápidos, hasta donde la corriente, en la desembocadura, pierde impulso y se torna sueño de talco entre cocodrilos y eternidades.

Mayarí sabe que las lágrimas son redondas, esféricas inmensidades líquidas que acaban por ahogar a los que aman sin ser correspondidos. Por eso no le arredra morir en la gran lágrima rodante de su esposo. Mejor morir en el río que ahogada en su propio llanto. Pero ¿cómo llamar muerte a la que se tiende en la horizontal blandura de la mártir que flota a la deriva? ¿Cómo no pensar que sobre su frente, mientras descienda dormida, vestida de blanco, acunada en su velo como en una nube, girarán nueve estrellas, nueve, como las perlas del sartalito de Chipó?

Y sentada en la choza donde estaba escondida vio surgir la luna mayor del año, el espejo redondo en que los enamorados se ven muertos. Nadie la acompañó en su coloquio agónico. Su cuerpo de madera naranja en medio del espejo cóncavo del cielo que absorbía el polvo de la temblorosa claridad lunar, para devolverlo cernido en un más fino y azuloso polen húmedo. Su cabello de madeja negra trenzado con caracolitos de conchanácar, como azahares. Una isla. Una isla de novia. La llevan sus pies en zapatos minúsculos de raso. Anda la luna, anda ella, anda el río. Es una isla vestida de novia rodeada de luna por todas partes. Las chalupas vienen a su encuentro. Una jícara de chocolate. Lo bebe. Oro rojo con espuma en jícara que no está en sus dedos, sino en el sueño de sus dedos.

¿A qué distancia está Barbasco?

– ¿Quién pregunta?

– Yo…

– Más vale bajar hacia la desembocadura, la noche está muy linda… (Ella oyó decir: la novia está muy linda, y es que era igual: una novia linda era la noche para el río inmaterial, sonámbulo, translúcido…)

La brisa fresca colocada entre sus clientes le quitaba de la boca el sabor del chocolate de oro, ahora que bajaba sobre el fuego de la corriente impetuosa, apelotonada, apretando los muslos, abrazándose ella misma con sus manos, hasta quedar inmóvil, paralizada, tensa.

Barcas adornadas con jazmines sobre arcos de siemprevivas, llenas de niños y palomas, saludaban su paso por el agua que la luna volvía miel espesa, retorciéndose en tirabuzones para mostrar el esplendor de sus reflejos múltiples, plurales. Mas no, el momento no era llegado, su pie no tocaría el dulce líquido movible, para que la transportara fuera de la barca, como cosa suya. Navegaría en la barca de Chipó hasta donde iban, vestida de blanco, en una semioscuridad azul, entre las anchas alas de polvo de plata de los playados, el susurro pajarero de los afluentes y acantilados doblegados bajo el rocío. «El Chilar». Iban hasta «El Chilar», con Chipo Chipó, a recoger algunas firmas, hablar con la gente y entrevistarse con un Chama, a quien pedirían, rogarían, suplicarían que estas tierras inmejorables en el mundo para el cultivo del guineo, secaran sus lodos vegetales hasta quedar convertidas en miga de pan viejo. Para grandes males grandes remedios.

Respiraba con todos los pulmones toda la vida del río elástico, dorado, casi felino en la montaña de palmas de corozo. Un dulce malestar ahogó su palabra. Iba a preguntar a Chipó si aquel paseo era su boda con el río. En la mano llevaba el sartal de perlas, sobre sus senos que parecían dos mentiras.

– Tienes el color de la rama que da sombra -dijo al barquero de brazos tan delgados que eran un poco la continuación de la pica con que impulsaba la piragua- y tu voz da silencio sonoro… ¡Déjame que dé el paso de la pequeña gota! Sólo eso se oirá, una pequeña gota que cae al agua, que hace pluc… y que se acaba… -Chipó picaba, sudoroso, jadeante, sin entender lo que iba hablando-… No pretenda tu voz de hombre detenerme como Geo, en el islote. Es horrible… No tienes derecho…

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Papa Verde»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Papa Verde» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Papa Verde»

Обсуждение, отзывы о книге «El Papa Verde» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x