Juan Saer - Glosa
Здесь есть возможность читать онлайн «Juan Saer - Glosa» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Glosa
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Glosa: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Glosa»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Glosa — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Glosa», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
En fin, como se dice, y para decirlo otra vez, y aunque siga siendo siempre la Misma, ¿no?, todo eso. La cosa es que le ha dado incluso un golpe de teléfono al que él dice ser su mejor amigo, Lopecito, para proponerle ir de pesca a la isla la semana siguiente. Y Leto, en el coche motor, está dispuesto a dejarse llevar, con una placidez un poco crispada, por esos días tibios y lindos de primavera, hasta el miércoles siguiente, en la isla frente a Rosario. Esa expectativa impregna todo el fin de semana: la llegada al pueblo, el cruce de las vías y del campito de la estación, el paso por el molinillo, la entrada en casa de los abuelos, la cena, el paseo nocturno por el pueblo, el croar de las ranas, el canto intermitente de los grillos, que acompaña desde siempre, y sin duda precede, la noche humana, la. palpitación discontinua, fosforescente, de los bichos de luz, el olor de los paraísos, la reunión familiar del sábado con los parientes que han ido llegando de los pueblos vecinos en auto o en el coche motor, la abundancia ordenada, a base de objetos idénticos repetidos muchas veces, del almacén, la noche bajo el crucifijo, la misa y el asado del domingo a mediodía, los batones floreados de las mujeres, el paseo por la estación con los primos, y, sobre todo, la hora perfecta de la llanura, el atardecer, y, también, de tanto en tanto, como de a ráfagas, la proclama insensata de Isabel a la parentela, relativa a su felicidad conyugal, su éxito social, su satisfacción sexual, su bienestar económico, su armonía familiar, su paz religiosa, su equilibrio corporal, que él deja correr como un rumor de fondo del que lo intriga menos la falsedad que la repetición obstinada y la vehemencia. Esa insistencia traiciona su incertidumbre, del mismo modo que, cuando en el anochecer del domingo el coche motor está llegando a Rosario Norte, la frase que murmura, un poco distraída, Ojalá que no haya preparado nada para la cena porque con todo lo que comimos en Andino podemos llegar a reventar, puede traducirse, piensa Leto, como la manera de significar lo contrario, porque el hecho de que el hombre los esté esperando con comida caliente contribuiría a disipar la incertidumbre que la trabaja y que es de naturaleza tan curiosa que, cuando se manifiesta en el exterior, siempre se muestra como su contrario.
El hombre no está en la estación, Ha hecho bien en no venir, murmura Isabel, después de haber escrutado el andén y la entrada, ha hecho bien en no venir porque de todos modos no tenemos valijas y el tranvía nos deja a una cuadra. Leto que, después de tantos años, se ha hecho experto en el arte de simular que no ha oído nada, o de responder, de manera casi inaudible, con monosílabos imprecisos, a toda proposición irrazonable, o, como él las llama en su fuero interno, de doble fondo, proferida por Isabel, desvía la conversación a los huevos frescos, el ramo de flores, los chorizos con grasa, recién salidos de la chacra, con que los han obsequiado en el pueblo.
Bajan, lentos, del tranvía, dejando atrás las palmeras de la avenida para internarse en la cuadra oscura, arbolada, que los separa de la casa. Isabel no muestra, le parece a Leto, ningún apuro por llegar como si, mediante una prescindencia motriz, su cuerpo, a diferencia de sus razonamientos, estuviese tratando de expresar cosas más verdaderas. Dos veces, en una sola cuadra, se para unos minutos a conversar con vecinos que, sentados en sillones plegadizos en la vereda, a los costados de la puerta de calle, o, acodados en el marco de la ventana, han salido a gozar del fresco de la nochecita, mientras Leto, manteniéndose a distancia, cortés, con el canasto de huevos y chorizos con grasa en una mano y un cigarrillo sin encender en la otra, se pregunta si ella no está tratando de ganar tiempo para que él, que ella supone inocente de sus maniobras y libre de sus presentimientos, la aventaje y llegue primero a la casa -y todo eso a pesar de que, vistos desde el exterior, no son otra cosa que una madre con su hijo, un muchachón callado de unos veinte años, que vuelven respetables, nítidos y un poco cansados, de un fin de semana en el campo, gente del barrio, el marido, parece, es radiotécnico y se ocupa de televisión y se da poco con los vecinos, el muchacho estudia contabilidad, y ella bonita todavía a pesar de que anda por los cuarenta, los hombres más bien silenciosos y retraídos, en tanto que ella manifiesta tal vez, algunas veces, una tendencia a hablar un poco de más, como si no pudiese parar, o como si tratara de ocultar, de tapar, con palabras, grietas de un fondo oscuro que esas mismas palabras, contra la intención de quien las profiere, abriesen con sus aristas múltiples y secretas. Pero no cede. La espera, paciente, o un poco cruel, más bien, a cada dilación, y cuando llegan a la casa, que está oscura y silenciosa, desierta de vida humana, y pone la llave en la cerradura, y la hace girar, vuelve a sentir, al entreabrir la puerta, el rastro de la víbora, la presencia indefinible pero segura del escorpión, cuyos signos, debilitados en las últimas semanas, se han vuelto otra vez inequívocos y palpables. Cuando enciende la luz esa presencia lo atrae, lo chupa, lenta, hacia el dormitorio, y cuando ve al hombre tirado en el suelo, la cabeza destrozada por el balazo, el revólver todavía en la mano, el suelo, las paredes, los muebles, salpicados de sangre, de fragmentos de cerebro, de cabellos, de astillas de hueso, se dice, tranquilo y glacial: "Así que había sido esto". Patente: "esto" -es decir, los días, las noches, el tiempo, el ser, el mundo, la vida palpitante y gruesa, el hombre, en su tallercito de radioelectricista, los había desmontado, desarmado y separado en piezas sueltas, cablecitos de colores, alambres de cobre, tornillos dorados, dispersándolos sobre la mesa para examinarlos uno por uno, neutro y sin piedad, limitándose a realizar lo que él sin duda consideraba comprobaciones objetivas, y después, en horas lisas y minuciosas, había vuelto a armar el todo a su manera dándole la coherencia irrefutable de su delirio. Para obtener sus propósitos había debido componer una comedia, delimitando un escenario, el universo visible, y haciendo entrar en él a todos sus así llamados seres queridos, modificando a veces la trama para convencer a los más reticentes, como sucedía desde algunas semanas atrás con Leto, a causa de cuya desconfianza se había visto obligado a salir en apariencia de su "taller", transformando un poco su propio personaje y preparando, con el apoyo incondicional de Lopecito, al que se tragaba de un solo bocado, la supuesta semana de pesca en la isla para que Leto, pasando de la reticencia a la esperanza, cayera, al volver del pueblo el domingo a la noche, de unos peldaños más arriba. Dicho en forma breve, y por el hombre mismo, para sí mismo sin duda, y sin duda también sin palabras, más o menos así: Cuando yo digo bailen, todos tiene que bailar. No se aceptan objeciones.
Dos o tres días después, la autopsia revela que se ha pegado el tiro el viernes a eso de las dos de la tarde, o sea que, sonriente, los ha despedido en la estación, no sin antes recordarle que el miércoles cruzarán a la isla con Lopecito, se ha tomado, sonriendo todavía, el tranvía hasta el barrio, ha recorrido la cuadra que separa la parada de tranvías de la casa, a paso tranquilo y regular, y, sin duda sin dejar de sonreír, ha entrado en la casa, ha cruzado el vestíbulo, ha penetrado en el dormitorio, y sin vacilar ni perder la sonrisa fija y vindicativa, se ha pegado el balazo.
– Es lo que yo llamo un suicida insolente -le ha dicho César Rey, unos meses más tarde, en el bar Montecarlo, en la ciudad, mientras miran subir, a través de la ventana, el amanecer frío de otoño. Y Rey puede aseverarlo mejor que nadie, porque la víspera, precisamente, ha alquilado una pieza de hotel con la intención de cortarse las venas, pero en el momento de pasar al acto ha cambiado de idea de un modo brusco, y al salir del hotel se ha encontrado con Leto en el bar de la galería y han venido siguiendo la farra hasta el amanecer.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Glosa»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Glosa» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Glosa» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.