Carlos Fuentes - Los años con Laura Díaz

Здесь есть возможность читать онлайн «Carlos Fuentes - Los años con Laura Díaz» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los años con Laura Díaz: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los años con Laura Díaz»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un recorrido por la vida íntima de una mujer y sus pasiones, los obstáculos, prejuicios, dolores, amores y alegrías que la conducen a conquistar su libertad propia y su personalidad creativa. Una saga familiar, originada en Veracruz. Laura Díaz y otras figuras de la talla de Frida Kahlo y Diego Rivera comparten aspectos centrales de la historia cultural y política del país, y nos llevan a reflexionar sobre la historia, el arte, la sociedad y la idiosincrasia de los mexicanos. En esta novela, como nunca antes, Fuentes es fiel a su propósito de describirnos el cruce de caminos donde se dan cita la vida individual y la colectiva.

Los años con Laura Díaz — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los años con Laura Díaz», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Manolete embruja al toro -dijo, melancólico, Juan Francisco cenando solo con su hijo Dantón en El Parador después de la corrida.

El hijo quería guardarse en secreto la lección de esa tarde en que vio torear a Manolete: el triunfo, la gloria, son pasajeras, hay que matar a un toro tras otro para aplazar nuestra propia derrota final, el día que nuestro toro nos mate, hay que cortar oreja y rabo y salir en triunfo todos los días que nos dure la vida…

– Dicen que la gente hasta vende sus coches y colchones para comprar entradas a la plaza y ver a Manolete, ¿será cierto? -preguntó Dan ton.

– Por primera vez, hay tres corridas por semana en la plaza -sentenció Juan Francisco-. Por algo será.

El torero galán se paseaba por los nuevos centros nocturnos de la nueva ciudad cosmopolita -Casanova, Minuit, Sans Souci- con Fernanda Montel, una mujer tamaño valkiria que compensaba la hondura de sus escotes con la altura de sus peinados, verdaderas torres teñidas de azul, verde, color de rosa. En Coyoacán paseaba sus poodles el destronado rey Carol de Rumania, bigote de aguacero, ojos de ostra y mentón en retirada, con su amante Magda Lupescu, más atenta a sus zorros plateados que a su rey exiliado y desde una mesa del Ciros del Hotel Reforma Carmen Cortina hacía planes de batalla con sus viejos aliados, la actriz Andrea Negrete, el Nalgón del Rosal y la pintora inglesa Felicity Smith para reclutar a toda la fauna internacional llegada a México con la marea de la guerra ¡Dios te bendiga, Adolfo Hitler!, suspiraba la hostess Cortina a su grupo sentado no lejos del patrón del Ciros, un enano de fistol llamado A.C. Blumenthal, testaferro del gángster hollywoodense «Bugsy» Siegel, cuya amante desechada, Virginia Hill, dueña en el mentón tembloroso y el pelo desteñido de esa tristeza repentina que ataca a algunas mujeres de la ciudad de Los Angeles, bebía martini tras martini que el novelista John Steinbeck, con sus ojos de Gordon's Gin llenos de batallas perdidas, y venido a México para la filmación de su novela La perla, le servía en biberón a su cocodrilo amaestrado, superando las audacias bravuconas del director de la película, Emilio «El Indio» Fernández, amigo de amenazar a mano armada a quienes discrepasen de sus ideas arguméntales y enamorado de la actriz Olivia de Havilland, en cuyo honor mandó bautizar con el nombre de «Dulce Olivia» la calle donde se encontraba el castillo que «El Indio» se mandó hacer con los salarios del éxito, Flor silvestre, María Candelaria, Enamorada…

Laura Díaz tuvo que ir al Ciros porque Diego Rivera estaba pintando una serie de desnudos femeninos para decorar el lugar,

inspirados en el propio amor estelar de Rivera, la actriz Paulette Go-dard, una mujer inteligente y ambiciosa que sólo le habló a Laura para no hacerle caso a Diego y picarlo mientras Laura, a su vez, miraba con una ironía tan dulce como la calle donde vivía El Indio, a la concurrencia de gente que no había vuelto a ver en quince años, el grupo de Carmen Cortina y los satélites que iban y venían por su mesa, el pintor tapatío Tízoc Ambriz empeñado en vestirse de riele-ro a pesar de sus cincuenta años, la huella imborrable del tiempo impresa en cada rostro invulnerable en su pretensión, comido en su realidad como un panteón de figuras de cera, la «Berrenda» Andrea muy gorda, el otrora gordo y chapeteado gachupín Onomástico Galán desinflado y arrugado como un condón usado, el pintor británico James Saxon cada vez más parecido a la Casa de Windsor en su conjunto, y su vieja compañera de Xalapa, Elizabeth Dupont ex-de-Caraza, flaca como una momia, con un temblorín en una mano y la otra apretada a la de un hombre joven, moreno, bigotón, e imperturbable padrote.

Una mano tocó el hombro de Laura Díaz. Reconoció a Laura Riviére, la amante de Artemio Cruz, vencedora de los quince años pasados gracias a una belleza elegante, perlada, concentrada en el cariño melancólico de una mirada que no se hacía vieja.

– Búscame cuando quieras. ¿Por qué no me has buscado?

Y entró, con sombrero homburg en mano, Orlando, Orlando Ximénez, y Laura no pudo darle medida al tiempo, sólo pudo regalarle a Orlando la misma cara juvenil de los bailes en la Hacienda de San Cayetano, hacía ya treinta años. La mareó la imagen de aquel muchacho que la enamoró en las terrazas olorosas a naranjo nocturno y cafetales dormidos, pidió permiso y se fue.

Gravitar no es caer, es acercar, acercarse, le dijo Laura a su hijo Dantón, quien desde el día que pasó con su padre entre la CTM y la Cámara de Diputados, pensó esto no es para mí, pero mi papá tiene razón, ¿qué es lo mío? Él también miraba desde el balcón con vista al Bosque de Chapultepec y sabía que detrás del parque estaban Las Lomas de Chapultepec y allí vivían los ricos, nuevos o viejos, no le importaba, pero allí se estaban construyendo las nuevas mansiones con piscinas y pelusas para garden parties y «sonadas bodas», garajes para tres coches, decorados encargados a Pani y Paco el de La Granja, vestuarios de Valdés Peza y sombreri-tos de Henri de Chatillon, flores encargadas a Matsumoto y banquetes a Mayita.

¿Cómo iba a entrar a esos lugares un simple pobre, ni viejo ni nuevo, como él? Porque eso se propuso Dantón López Díaz, dado a escoger entre las proposiciones modestas de su padre, ¿ser político, empresario, periodista, militar? Dantón se propuso ser el artífice de su propio destino, es decir, de su propia fortuna, y puesto que en México era difícil adquirir clase sin lana, el joven estudiante de Derecho discurrió que no le quedaba otra que adquirir lana con clase. Le bastaba hojear las revistas de sociedad para darse cuenta de la diferencia. Había la nueva sociedad revolucionaria, la rica, la que vivía en Las Lomas, insegura pero audaz, morena, pero polveada, lucidora impertinente de sus bienes mal o bien, pero recién adquiridos: hombres oscuros -militares, políticos, empresarios- casados con mujeres claras -criollas, necesitadas, sufridas-; los revolucionarios, en su descenso armado desde el Norte, habían ido recogiendo los más lindos capullos virginales de Hermosillo y Culiacán, de Torreón y San Luis, de Zacatecas y El Bajío. Las madres de sus hijos. Las vestales de sus hogares. Las resignadas a los amoríos de sus poderosos sultanes.

Y había la vieja sociedad aristocrática, la pobre, la que vivía en las calles con nombres de ciudades europeas entre Insurgentes y Reforma. Habitaban casas pequeñas pero elegantes construidas hacia 1918 o 1920, casas de dos pisos y fachadas de piedra, balcón y cochera, planta noble con vista a la calle, desde donde se podían atis-bar mementos del pasado, cuadros y retratos, medallas enmarcadas sobre fondo de terciopelo, bibelots y espejos patinados y, detrás de la recepción, el misterio de las recámaras, la incógnita sobre la vida cotidiana de antiguos dueños de haciendas tan grandes como Bélgica, despojados por Zapata, Villa y Cárdenas; ¿dónde se bañaban, cómo cocinaban, cómo sobrevivían a la catástrofe de su mundo…?

Cómo oraban. Eso era visible. Todos los domingos, poco antes de la una, los muchachos y muchachas de la buena sociedad se juntaban para la misa de la iglesia de La Votiva en la esquina de Genova y Reforma. Después de la ceremonia, los jóvenes permanecían en el tramo arbolado del Paseo, conversando, coqueteando, haciendo planes para ir a comer, ¿adonde?, ¿al Parador de José Luis aquí a la vuelta en Niza?, ¿al 1-2-3 de Luisito Muñoz en la calle de Liverpool?, o ¿al Jockey Club del Hipódromo de las Américas? ¿A casa de uno de esos personajes con nombres pintorescamente íntimos, el Regalito, la Bebesa, la Bola, la Nena, la Rana, el Palillo, el Chapetes, el Buzo, el Gato? En México, sólo los aristócratas y los

hampones eran conocidos por sus apodos, ¿cómo se llamaba el asaltante que le cortó los dedos de un machetazo a la bisabuela de Dan-tón? ¿El Guapo de dónde?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los años con Laura Díaz»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los años con Laura Díaz» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Carlos Fuentes - Chac Mool
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - En Esto Creo
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - Vlad
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - Hydra Head
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - Christopher Unborn
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - Instynkt pięknej Inez
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - La cabeza de la hidra
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes - La Frontera De Cristal
Carlos Fuentes
Отзывы о книге «Los años con Laura Díaz»

Обсуждение, отзывы о книге «Los años con Laura Díaz» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x