Gonzalo Ballester - Crónica del rey pasmado

Здесь есть возможность читать онлайн «Gonzalo Ballester - Crónica del rey pasmado» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Crónica del rey pasmado: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Crónica del rey pasmado»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Felipe IV pide un buen día ver a la reina desnuda.
El revuelo que ello provoca en Palacio no es poco, aun siendo la reina quién es, o lo que es lo mismo, su propia esposa, pues que los reyes en su lecho quieran verse desnudos, o en pelota picada, no es que no sea asunto privado, es que no lo es, y además, es asunto de Estado.
El reino entero se pone en vilo y el Santo Tribunal de la Santa Inquisición convoca urgente reunión para decidir qué es lo que se debe hacer al respecto, si permitir que semejante disparate (pecado mortal) se lleve a cabo o no, pues sabido es por todos que los pecados del rey los paga el pueblo entero y teniendo en cuenta los avatares históricos que por el momento azuzan España, a saber, el posible desembarco de oro en Cádiz para pagar deudas con los genoveses y la inminente batalla en Flandes que hace peligrar la supremacía del reino español en el mundo… digamos que el horno no estaba para magdalenas.
El suceso es digno de ser recordado, para tal efecto se escribe la crónica de todo cuanto sucede aquellos días en Palacio y en la Corte, sin pasar por alto ni el más mínimo detalle ni cuanto personaje aporte, aun siendo poco, vida a esta historia.
Delirante trama que Torrente Ballester nos regala en esta?Crónica del rey pasmado?, tan ingeniosa y divertida que dos años más tarde de ser publicado el libro, en 1991, el cineasta Imanol Uribe decide llevarla a la gran pantalla.
Un libro divertido, asombroso, descripción tremenda de aquella España del siglo XVII, España de Inquisiciones, comedias, glorias, poetas, de moralistas de medio pelo y fanáticos de tres al cuarto.

Crónica del rey pasmado — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Crónica del rey pasmado», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Lo que se dice en esta sala, lo que en ella se oye, es secreto de confesión.

– Eso me tranquiliza. Pues la cuestión se dice en pocas palabras: Su Majestad se fue de putas esta noche.

El Gran Inquisidor pegó un respingo, pero el padre Rivadesella se limitó a sonreír.

– ¿Qué me dice?

– Lo que ya sabe todo el mundo en palacio, Excelencia, lo que empieza a saberse en la villa.

El Gran Inquisidor meneó la cabeza con gravedad de dómine.

– A ese muchacho habría que vigilarle las compañías.

– ¿De qué manera, Excelencia, si en palacio hay salidas secretas y servidores corruptos? Y también hay, y a eso voy principalmente, un confesor del Rey ochentón y de manga ancha, que todo lo perdona con las más leves penitencias, y que, como todo el mundo sabe, es tolerante con los pecados de la carne, acaso, y Dios me perdone si pienso mal, porque él los haya cometido.

– Él, en ese caso, es el Rey, ¿verdad, padre Villaescusa?

El capuchino se sintió molesto por la mirada del Gran Inquisidor, y bajó la cabeza.

– Evidentemente, Excelencia. Al Rey me refería. Pero no voy por eso a dejar que se pierda en el olvido la cuestión del confesor. Recuerde Vuestra Excelencia que se llama el padre Pérez de Valdivielso, un converso sin duda.

Volvió a meditar, brevemente, el Gran Inquisidor.

– Los judíos no se caracterizan por su tolerancia. Recuerde a mi antecesor Torquemada.

– Los judíos, Excelencia, buscan la destrucción de los reinos de España, y nada mejor que empezar por su cabeza.

– ¿Por la cabeza de los judíos, padre Villaescusa? La desconozco. -Hizo una pausa y miró a los frailes-. Alguna vez oí hablar del Gran Sanhedrín, pero creo que son leyendas.

– Y el Gran Turco, ¿también lo es?

El Gran Inquisidor había comenzado a juguetear con una pluma de faisán cortada para su escribanía de plata repujada, obra, indudablemente, de moriscos.

– No, ciertamente; pero el peligro no viene de ahí.

– En efecto, Excelencia: el peligro nos viene de Inglaterra, de Francia, de los Países Bajos, de Alemania, y de Turquía, además. Pero, ¿quién sino los judíos los mueve a todos contra nosotros?

El padre Rivadesella, que llevaba un buen rato callado, metió baza:

– ¿Contra usted y contra mí, padre ViIlaescusa? Porque supongo que dejará fuera de esa conspiración al Señor Inquisidor.

– Donde dije nosotros, quise decir las Españas -respondió con énfasis el capuchino; y los otros dos exclamaron:

– ¡Ah!

Se había recalentado la mañana y aun en aquel salón, protegido de gruesos muros, hacía bochorno. Al padre Villaescusa le resbalaban hasta la barba, donde quedaban temblando, las gotas de sudor. Al padre Rivadesella, como estaba afeitado, no le bajaban de la mejilla: allí se acumulaban, desde allí exhalaban su hedor. En cuanto al Gran Inquisidor, a éste no le sudaba nada visible, lo cual le permitía mantenerse respetablemente quieto; quizá también con la mente razonablemente fría. De todos modos, el padre Villaescusa había osado sacar un pañizuelo de color verdoso y se enjugaba la frente.

– En resumen, Reverendos Señores, que, de una parte, la villa huele a azufre, lo cual corrobora la presencia del Diablo, que me fue denunciada oportunamente por un espía especializado de mi confianza. Y resulta de la otra que nuestro joven Rey, apenas veinte años, se fue de putas…

– Reducida a esos términos, Excelencia, la cosa no pasa de mera anécdota. Pero, ¿y la trascendencia? ¿Podemos olvidar que la Armada de Indias está a llegar, y que en Flandes se prepara una gran batalla? Vistas de esa manera, las cosas cambian…

El Gran Inquisidor, con aire bastante aburrido, meditó.

– Cambian, en efecto, padre Villaescusa. ¿Y qué propone su paternidad para atajar el mal?

El padre Villaescusa comprendió claramente, por primera vez, lo que venía sintiendo en lo más oscuro de sus entrañas: que dependía de su palabra el porvenir del mundo. Y no se apresuró a responder, ni lo hizo con arrebato, sino sosegadamente.

– En primer lugar, Excelencia, propongo para esta tarde una reunión de la Suprema, ron la participación de los teólogos más acreditados de la villa. Y, en segundo lugar, romo medida de precaución, que se saque de palacio al confesor del Rey, conocido judío, y que se meta en las prisiones del Santo Tribunal a esa Marfisa…

– Que no es judía, sino cristiana vieja, y buena cumplidora de los mandatos de la Iglesia. Estoy seguro de que, a esta hora, obedece el precepto de asistir a la misa dominical, y que estará en su parroquia.

– Propongo que se la encierre por sospechas de endemoniamiento. La actitud del Rey, desde que llegó a palacio, esta mañana, es altamente sospechosa: anda metido un sí, como pasmado. ¿Y quién sino ella, puede ser la responsable? Meterla en un calabozo a pan y agua me parece una sabia medida de precaución. En cuanto al confesor del Rey…

– … a quien usted distingue con su afecto… -intervino el padre Rivadesella.

– No lo amo más de lo que puede amarse a un prójimo peligroso, reverencia.

– Ya se ve: pero yo no puedo olvidar el que el padre Valdivielso es franciscano.

– El hábito no hace al monje.

– En este caso, ¿quién sabe?

Parecía que los dos frailes iban a reproducir la antigua y acreditada contienda entre las diversas y enemigas ramas filiales de San Francisco. El Gran Inquisidor atajó con una mano decidida.

– Se hará todo lo que pide, padre Villaescusa, se hará lo más rápidamente posible. Por lo pronto, quedan ustedes dos convocados para la reunión de la Suprema, esta misma tarde, pero no demasiado pronto, a causa del bochorno. Pongamos a las cinco.

El padre Villaescusa inclinó la cabeza.

– Me parece una hora no usual pero acepto.

– Entonces, váyanse.

Cuando los dos frailes se hubieron despedido, y se les suponía fuera del edificio del Santo Tribunal, el Gran Inquisidor movió suavemente la campanilla. Entró un fámulo.

– Dile a mi criado Diego que venga.

El criado Diego pasaba de los cincuenta años, tenía aspecto de santurrón y, por debajo, una sonrisa cínica.

– Ya sabes dónde vive Marfisa. Vete a verla y dile una sola palabra: escóndete. Y haz el recado volando.

– Sí, Excelencia.

El criado Diego salió, sin cambiar de sonrisa, y el Gran Inquisidor, ayudado por el bochorno, y por los buenos recuerdos de los veinte años que había pasado en Roma, joven y dominado por la pasión teológica, se entregó dulcemente a los placeres de una cabezadita.

8. Al Rey lo fueron a encontrar a la puerta de las estancias secretas, que mucha gente llamaba también prohibidas. La gran llave de hierro continuaba puesta, y el Rey, arrimado al quicio, parecía en éxtasis, lo cual quiere decir que tenía cara de bobo. No respondió a los primeros requerimientos de su ayuda de cámara, y sólo cuando fue sacudido con cierta fuerza, en su rostro aconteció algo semejante al despertar de un sueño. El reloj de palacio daba las campanadas de las once, y el ayuda de cámara le susurró, primero, y le gritó después:

– Majestad, que es la hora de ir a misa, y toda la corte espera. Su Majestad tiene que cambiar de ropa.

El Rey, todavía con telarañas en los ojos, se dejó llevar.

– Sí, tengo que cambiar de traje. Sí, tengo que ir a misa con la corte. ¿Estará allí la Reina?

El ayuda de cámara le condujo hasta los aposentos reales por pasillos apenas frecuentados a aquella hora del día, quizá por lo mucho que lo eran de noche: de allí partían los pasadizos secretos, los vericuetos por los que se deslizaba el pecado nocturno. Pronto, el Rey se encontró frente a su gran espejo, y al ayuda de cámara con dos trajes en las manos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Crónica del rey pasmado»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Crónica del rey pasmado» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Crónica del rey pasmado»

Обсуждение, отзывы о книге «Crónica del rey pasmado» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x