Alfredo Echenique - La amigdalitis de Tarzán

Здесь есть возможность читать онлайн «Alfredo Echenique - La amigdalitis de Tarzán» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La amigdalitis de Tarzán: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La amigdalitis de Tarzán»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Juan Manuel Carpio, cantautor peruano probando suerte en París y María de la Trinidad del Monte Montes, joven aristócrata salvadoreña, narran la historia de su relación a través de cartas en La amigdalitis de Tarzán. Ella fracasará en su intento de llevar una vida plena en el matrimonio con un fotógrafo chileno. Él tendrá aspavientos internacionales a través de sus canciones. Pero ninguno imaginará lo indispensable que se tornará para cada cual la lectura del cariño del otro en las misivas, las cartas, que protagonizan La amigdalitis de Tarzán.

La amigdalitis de Tarzán — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La amigdalitis de Tarzán», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Pero si casi vivíamos juntos, Fernanda…

– Pero, con el perdón de Enrique…

– Mis celos nunca son retrospectivos, mi amor -opinó, tolerantísimo, el araucanote. Y, con su sense of humour y todo, agregó-: Todos tenemos un pasado, mi querida Fernanda. Un pasado, y hasta varios, como en mi caso…

– Imbécil…

– Anda, mi Fernanda…

– Mira que no lo iba a decir, pero ahora que tú me sales con que tienes varios pasados, lo digo. Juan Manuel Carpio, al menos, sólo tiene un solo pasado, o sea que sí, que lo suelto: Sí, vivíamos casi juntos, mi hermanito, pero digamos que nada incestuosamente. O poquísimo, en todo caso. O, parafraseando a la santa, mira tú, Juan Manuel Carpio -y agárrame tú esta flor, esposo y paisaje mío de Catamarca-: Vivíamos casi juntos, sí, Juan Manuel lindo y querido, como México, pero tú casi no vivías en mí…

Gracias a Dios, de los momentos como éste, de gran tensión, se encargaba siempre Frank Sinatra, desde alguna de sus canciones y con esa voz de callejón sin salida, de impasse, de dead end, que usaba para entonar, casi hablándotelas, algunas de sus más tristes baladas.

Y la etapa siguiente, la del paso por Lima de la entrañable Fernanda María, también la comentó Sinatra, la matizó, en todo caso. Porque sólo quien ha tenido la peregrina idea de meterse a una Residencia para determinadas señoritas, sin darse cuenta, siquiera, como ella, puede conservar en el alma tanta limpieza de intención y tanta ingenuidad como para aparecerse nada menos que en una de las empresas que administraba la rubicunda e iracunda Luisa, en Lima. Pidió cita urgente y todo, con una importante tarjeta de la Unesco, que aún correspondía a la realidad, porque, en vista de que el inmundo electroshock al que me sometió con el abyecto cantautor Ernesto Flores parecía haber tenido efecto sobre mi tan querida persona, Fernanda María deseaba urgentemente hablar, de mujer a mujer, con Luisa, sobre estos dos temas.

El primero consistía en que, aunque con algunos altibajos de tiempo y de lugar, lo reconozco, Juan Manuel Carpio y Fernanda María de la Trinidad del Monte Montes -vaya con el nombrecito que me manejo, ¿no?- habían nacido el uno para el otro, allá en París. Y que ella, a diferencia de otras personas, me quería tanto pero tanto, que podía esperar tranquilamente a que él termine de desenamorarse de usted, Luisa, y bueno, que me siga aguantado, mientras tanto, hasta que ya algún día verá usted cómo, Juan Manuel decide que ya no puede aguantarme más y entonces empieza a quererme tan inmensamente como yo a él… El segundo tema es que, para poder ir llevando todo esto a la práctica, es imprescindible un rápido divorcio, porque…

Y ahí se le quedó lo del segundo tema, a la pobre Fernanda María, porque Dios sabe que hasta con los muertos, como yo, existen los celos retrospectivos. Y ya la rubicunda y bastante engordadita Luisa se estaba poniendo de pie y dirigiéndose hacia esa muchacha tan linda, tan más joven que yo, tan más delgada que yo, tan que me estoy poniendo hecha una chancha yo, y le arreó aquel tremendo cachetadón que, según Fernanda María, la mantuvo muerta de hambre y de pena en el aire, hasta bastante tiempo después de aterrizar en Chile.

Luisa, de alguna manera, me amaba, y esto le dolió en el alma a Fernanda María, bofetadas aparte. Y en París jamás se le arreglaba lo de sus diplomas convalidados, para poder estudiar arquitectura. O sea que fue, en el fondo, aquel cachetadón limeño el que le labró todo un nuevo destino, todo un nuevo porvenir, todo un nuevo hombre y hasta un marido, toda una adorable criatura de siete meses, todo este exilio de mierda, y ahora resulta que por la Unesco ni me reconocen y tienen toditita la razón, además.

– Nadie es irreemplazable, pero yo, además, reaparezco tres años después, y aún no les he avisado que me he ido de mi trabajo. Una persona decente jamás hace una cosa así, y bien merecido que me lo tengo, por consiguiente. Claro que lo malo es que nos estamos muriendo de hambre. Y lo peor es que, ayer por la tarde, a Enrique le han ofrecido un trabajo fijo en Caracas, pero sin billetes de ida ni nada, y ahora yo soy tres y contigo cuatro, si te animas a venirte a Caracas nadando, Juan Manuel Carpio.

Me animé a quedarme en París, más bien, y a pasar nuevamente por una de esas escenitas de aeropuerto en que alguien toma desgarradoramente un avión y lo deja a uno… Bueno, lo deja a uno poco más o menos como me había dejado Luisa siete años atrás, o sea hecho puré, aunque ahora con un matiz bastante enriquecedor, en lo que a las cosas de esta vida se refiere, o, lo que es lo mismo, con la siguiente patética novedad, porque, diablos, esta vez era como pasar de Guatemala a Guatepeor, en comparación a la anterior, en que al menos Luisa estaba tan feliz de largarse para siempre.

Esta vez, en cambio, Fernanda María habría pagado por quedarse. Y, a lo mejor, también, su propio esposo, y hasta el exiliadito de siete meses que era su hijo Rodrigo. Sí, a lo mejor los tres habrían preferido la precaria estabilidad que logré darles durante los dos meses que permanecieron en París, arreglándoselas como podían para dormir en mi cama, mientras yo hacía prodigios de equilibrio para dormir sin caerme todo el tiempo, al más mínimo movimiento, en el estrechísimo diván que había en la salita comedor del departamento, y que normalmente nos servía de asiento en nuestras enternecedoras sentadas de amor nocturno y meditabundo, ante unas botellas de tinto y unas canciones de amor, todas desesperadas.

En fin, que nunca sabré si aquello fue sólo fruto puro del amor, del más grande, extraño, y puro amor, o si no ayudó también un poquito, al menos, el hecho de ser aquélla una época y una edad de la vida en que aún se soportan todas las incomodidades del mundo y hasta una carencia de espacio vital muy propicia a la agresividad, pero lo cierto es que aquel platónico, no muy consciente, y sumamente circunstancial ménage à trois, con angelito de siete meses, de yapa, funcionó de maravilla.

Yo logré que el araucanote Enrique se convirtiera en fotógrafo oficial del Rancho Guaraní, el simpático local de oscuridad, tragos, arpas paraguayas, guitarras, quenas y charangos, y cualquier otro folclor latinoamericano que pidiese la ocasión, en el que yo trabajaba con horario y salario fijos y entonaba cuchucientas mil veces aquello de Aprendimos a quererte, comandante Che Guevara, y también, aunque más bien de contrabando y ya sin sentimiento, o mejor dicho ya con bastante resentimiento, algunas de mis interminables estrofas de amor por Luisa. Las cantaba, en efecto, pensando en Fernanda María y maldiciendo el momento atroz en que no me vio en aquel semáforo y yo no fui capaz de arrojarme bajo las ruedas de su Alfa Romeo verde, para que se diera cuenta de que era por ella por quien yo estaba dispuesto a todo, ahora, en aquel ahora que me había invadido de golpe y porrazo y que era el mismo que, noche tras noche, mientras ayudaba a Enrique a ganarse unos pesos llevándolo conmigo al Rancho Guaraní y a cuanto guateque me tocaba asistir en calidad de retrato del artista sumamente desanimado, tan desanimado y despistado que ya en alguna oportunidad canté el nombre de Fernanda donde me tocaba cantar el de Luisa, y es que en realidad no veía las horas de regresar a mi departamento para encontrar a Rodrigo dormidísimo hace horas y a su amantísima madre con una botella de tinto y tres copas listas para arrancar con otra de nuestras somnolientas veladas musicales, para agarrarnos nuevamente los tres de la manita y jugar a la ronda mientras el lobo está, con música ad hoc en el tocadiscos y miraditas bañadas en lágrimas, todo siempre fuera de tiempo y de lugar, cómo no.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La amigdalitis de Tarzán»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La amigdalitis de Tarzán» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Alfredo Echenique - Cuentos
Alfredo Echenique
Alfredo Echenique - El Huerto De Mi Amada
Alfredo Echenique
Alfredo Sanfeliz Mezquita - La democracia de las emociones
Alfredo Sanfeliz Mezquita
Luis Alfredo Landavere Vergara - Guía de supervivencia audiovisual
Luis Alfredo Landavere Vergara
Alfredo Gaete Briseño - Nadie en cuarentena
Alfredo Gaete Briseño
Alfredo Echenique - Un mundo para Julius
Alfredo Echenique
Alfredo Sánchez Gutiérrez - La música de acá
Alfredo Sánchez Gutiérrez
Alfredo Tomás Ortega Ojeda - La bruja
Alfredo Tomás Ortega Ojeda
Alfredo Gaete Briseño - El regreso del circo
Alfredo Gaete Briseño
Raquel Echenique - Yo soy un refugiado
Raquel Echenique
Felipe I. Echenique March - Una historia sepultada
Felipe I. Echenique March
Отзывы о книге «La amigdalitis de Tarzán»

Обсуждение, отзывы о книге «La amigdalitis de Tarzán» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x