Carlos Zafón - El Palacio de la Medianoche

Здесь есть возможность читать онлайн «Carlos Zafón - El Palacio de la Medianoche» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Palacio de la Medianoche: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Palacio de la Medianoche»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El Palacio de la Medianoche. Ambientada en la Calcuta de los años treinta, El Palacio de la Medianoche comienza una noche oscura en la que un teniente inglés lucha por salvar las vidas de dos niños de una amenaza impensable. A pesar de las insoportables lluvias del monzón y el terror que lo asedia en cada esquina, el joven británico logra ponerlos a salvo, pero no sin perder su propia vida… Años más tarde, cuando los dos niños, Ben y Sheere, están en víspera de celebrar su decimosexto cumpleaños, la amenaza reaparece en sus vidas y esta vez no los dejará escapar tan fácilmente. Con la ayuda de sus valientes amigos, los dos hermanos deberán desafiar el terror que los acecha en las sombras de la noche y enfrentarse al enigma más aterrador de la historia de la ciudad de los palacios.

El Palacio de la Medianoche — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Palacio de la Medianoche», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Me has oído, Ben? -Insistió Carter con voz agónica-. ¿Has comprendido lo que he dicho?

– Sí, señor -musitó Ben-. No debe preocuparse ahora, señor.

Carter abrió los ojos y Ben constató horrorizado el rastro que las llamas habían labrado en ellos.

– Ben -intentó gritar Carter con la voz quebrada por el tormento-. Haz lo que te he dicho. Ahora. Ve a ver a esa mujer. Júramelo.

Ben escuchó los pasos del doctor pelirrojo a su espalda y sintió que el médico le asía del brazo y le arrastraba enérgicamente fuera del furgón. La mano de Carter resbaló entre las suyas y quedó suspendida en el aire.

– Ya está bien -dijo el médico-. Este hombre ya ha sufrido suficiente.

– ¡Júramelo! -gimió Carter agitando la mano en el aire.

El chico contempló consternado cómo los médicos inyectaban una nueva dosis a Carter.

– Se lo juro, señor -dijo Ben sin saber a ciencia cierta si él podía escucharle ya-. Se lo juro.

Bankim le esperaba al pie del furgón. En segundo término, todos los miembros de la Chowbar Society y cuantos estaban presentes en el St. Patricks cuando había acontecido la desgracia le observaban con ojos ansiosos y el semblante abatido. Ben se aproximó a Ban-kim y le miró directamente a los ojos inyectados en sangre y enrojecidos por el humo y las lágrimas.

– Bankim, necesito saber una cosa -dijo Ben-. ¿Ha venido alguien llamado Jawa-hal a visitar a Mr. Carter?

Bankim le observó sin comprender.

– No ha venido nadie hoy -respondió el profesor-. Mr. Carter estuvo toda la mañana reunido con el Consejo Municipal y volvió aquí alrededor de las doce. Luego dijo que quería ir a su despacho a trabajar y que no deseaba que nadie le molestara, ni siquiera para almorzar.

– ¿Estás seguro de que estaba solo en su despacho cuando se produjo la explosión? -preguntó Ben, rogando obtener una respuesta afirmativa.

– Sí. Creo que sí -respondió Bankim rotundamente, aunque su mirada albergaba una sombra de duda-. ¿Por qué me preguntas eso? ¿Qué te ha dicho?

– ¿Estás completamente seguro, Bankim? -insistió Ben-. Piénsalo bien. Es impor-tante.

El profesor bajó la mirada y se masajeó la frente, como si tratase de hallar las palabras capaces de describir lo que apenas acertaba a recordar.

– En el primer momento -dijo Bankim-, un segundo después de la explosión, creí ver algo o a alguien salir del despacho. Todo era muy confuso.

– ¿Algo o alguien? -preguntó Ben-. ¿Qué era?

Bankim alzó la mirada y se encogió de hombros.

– No lo sé -respondió-. Nada que yo conozca puede moverse tan rápido.

– ¿Un animal? -No sé lo que vi, Ben. Lo más probable es que fuese mi propia ima-ginación.

El desprecio que las supersticiones y las historias de supuestos prodigios sobrenatu-rales despertaban en Bankim eran familiares para Ben. El muchacho sabía que el profesor nunca admitiría haber presenciado nada que escapase a su capacidad de análisis o comprensión. Si su mente no podía explicarlo, sus ojos no podían verlo. Tan simple como eso.

– Y si así fue -preguntó Ben por última vez-, ¿qué más imaginaste?

Bankim dirigió la mirada hacia el boquete ennegrecido que ocupaba el lugar que horas antes estaba reservado al despacho de Thomas Carter.

– Me pareció que se reía -admitió Bankim en voz baja-. Pero no pienso repetirle eso a nadie.

Ben asintió y dejó a Bankim junto al furgón para dirigirse hasta sus amigos, que esperaban con ansiedad conocer la naturaleza de su conversación con Carter. Entre ellos, Sheere le observaba con marcada inquietud, como si en el fondo de su espíritu fuera la única capaz de intuir que las noticias que Ben traía estaban a punto de decantar los acon-tecimientos hacia una senda oscura y mortal, donde ninguno de ellos podría desandar sus pasos.

– Tenemos que hablar -dijo Ben pausadamente-. Pero no aquí

Recuerdo aquella mañana de mayo como el primer signo del tormento que se cernía sobre nuestros destinos inexorablemente, tramándose a nuestras espaldas, y creciendo a la sombra de nuestra completa inocencia, aquella bendita ignorancia que nos hacía creer merecedores de un estado de gracia propio de aquellos que, al carecer de pasado, nada deben temer del futuro.

Poco sabíamos entonces que los chacales de la desgracia no corrían tras el infor-tunado Thomas Carter. Sus colmillos ansiaban otra sangre más joven, y teñida del estigma de una maldición que no podía ocultarse ni entre la multitud que se coagulaba en la algarabía de los mercados callejeros ni en las entrañas de ningún palacio sellado de Calcuta.

Seguimos a Ben hacia el Palacio de la Medianoche en busca de un lugar secreto donde escuchar lo que tenía que decirnos. Aquel día, ninguno de nosotros albergaba en su corazón el temor a que, tras aquel extraño accidente y aquellas palabras inciertas pronun-ciadas por los labios besados por el fuego de nuestro rector pudiera medrar mayor amenaza que la de la separación y el vacío hacia el cual las páginas en blanco de nuestro futuro parecían conducirnos. Debíamos aprender todavía que el Diablo creó la juventud para que cometiésemos nuestros errores y que Dios instauró la madurez y la vejez para que pudiéramos pagar por ellos.

Recuerdo también que todos escuchamos el recuento que Ben hizo de su conver-sación con Thomas Carter y que supimos sin excepción que nos ocultaba algo de lo que el rector herido le había confiado. Y recuerdo la expresión de preocupación que los rostros de mis amigos, y el mío, iban adquiriendo al comprender que, por primera vez en años, nuestro compañero Ben había elegido mantenernos al margen de la verdad, cualesquiera que fuesen sus motivos.

Cuando minutos más tarde solicitó hablar a solas con Sheere, pensé que su mejor amigo acababa de propinar la puñalada final que restaba para sentenciar los últimos días de la Chowbar Society.

Los hechos habrían de demostrarme más adelante que, una vez más, había juzgado erróneamente a Ben y a la fidelidad que los juramentos de nuestro club inspiraban en su ánimo.

En aquel momento, empero, me bastó observar el rostro de mi amigo Ben mientras hablaba con Sheere para intuir que la rueda de la fortuna había invertido su giro y que había sobre la mesa una mano negra cuyas apuestas nos abocaban a una partida más allá de nuestras posibilidades.

La Ciudad de los Palacios

A la luz neblinosa de aquel día húmedo y caluroso de mayo, los perfiles de los grabados y las gárgolas del refugio secreto de la Chowbar Society semejaban figuras de cera talladas a cuchillo por manos furtivas. El Sol se había ocultado tras un espeso manto de nubes de color ceniza y una asfixiante calima que se coagulaba en las calles de la ciu-dad negra ascendía desde el río Hooghly emulando los vapores letales de un pantano envenenado.

Ben y Sheere conversaban tras dos columnas derribadas en la sala central del caserón, mientras los demás esperaban a una docena de metros de allí, dedicando ocasionales miradas furtivas y recelosas a la pareja.

– No sé si he hecho bien ocultando esto a mis compañeros -confesó Ben a Sheere-. Sé que les disgustará y que va en contra de los principios de la Chowbar Society, pero si existe una remota posibilidad de que haya un asesino en las calles que pretende matarme, cosa que dudo, no tengo intención de complicarles en ello. Tampoco quiero involucrarte a ti, Sheere. No puedo imaginar qué relación guarda tu abuela con todo esto, y hasta que no lo averigüe, lo mejor será mantener este secreto entre tú y yo.

Sheere asintió. Le disgustaba comprender que de algún modo aquel secreto que com-partía con Ben se interponía entre el muchacho y sus compañeros, pero al mismo tiempo, consciente de que la gravedad del asunto podía ser mayor de la que contemplaban en aquel momento, saboreaba complacida la proximidad que aquel vínculo le procuraba con Ben.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Palacio de la Medianoche»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Palacio de la Medianoche» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
Carlos Zafón
libcat.ru: книга без обложки
Carlos Zafón
Carlos Zafón - Alicia, al Alba
Carlos Zafón
Carlos Zafón - Rosa de fuego
Carlos Zafón
Carlos Zafón - Der dunkle Wächter
Carlos Zafón
Carlos Zafón - Das Spiel des Engels
Carlos Zafón
Carlos Zafón - Rose of Fire
Carlos Zafón
Carlos Zafón - Le prince de la brume
Carlos Zafón
Carlos Zafón - La sombra del viento
Carlos Zafón
Отзывы о книге «El Palacio de la Medianoche»

Обсуждение, отзывы о книге «El Palacio de la Medianoche» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x