Arturo Pietri - La visita en el tiempo

Здесь есть возможность читать онлайн «Arturo Pietri - La visita en el tiempo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La visita en el tiempo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La visita en el tiempo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En La visita en el tiempo, Arturo Uslar Pietri recrea la vida de Don Juan de Austria, general y hombre de Estado español, hijo natural del emperador Carlos V y Bárbara de Blomberg. Nacido en 1545, fue criado secretamente por Luis de Quijada, mayordomo del emperador. Famoso por su gallardía, Felipe II lo reconoció como hermano, lo instaló en la corte y le concedió los honores propios del hijo del emperador.
Habían proyectado dedicarle a la iglesia, pero lo impidió su carácter belicoso.
Demostró sus condiciones de general y ambicionó reinar más que nada en el mundo; su corta existencia transcurriría en un constante conflicto entre el sueño y la realidad.

La visita en el tiempo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La visita en el tiempo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

No era todo zarabanda en Nápoles. La mujer de esta noche, el banquete de mañana, el torneo y el juego de pelota. No había nadie inocente, era un teatro de intriga. En Roma, el Consejo de la Liga había concluido con tres opciones para la nueva campaña.

«Las posibilidades ofrecidas no cambian pero, finalmente, la opción será una sola. No se va a salir a buscar de nuevo la flota turca. No va a ser otro Lepanto. Tampoco se va a ir sobre Argel. Es hueso duro. Queda Túnez. Allí está todavía, después de tantos años, la fortaleza de La Goleta en manos nuestras. Es en el fondo lo que quiere el rey y lo más hacedero.» «Es también lo que quiere el Papa y lo que conviene para vos, señor.» Volvían así a aquel divagar constante sobre el reino cristiano de África. «Desde los romanos el eje natural del poder va de Italia a Sicilia y a Cartago.» «Cerraría el mar de Occidente para los turcos.» «Pero les entregaría el de Oriente. No es eso lo que quieren los venecianos.» Venían los doctores barbicanos a recontarle el remoto cuento de las guerras púnicas, de la provincia de África en el imperio romano. «Llegó a ser una gran provincia cristiana. Hubo concilios que reunieron a cien obispos. De allí salieron Tertuliano y San Agustín.» "Todo eso se perdió con la conquista musulmana.» No faltaba quien añadiera: «Se perdió hace mil años».

La decisión final la tomaría el rey en Madrid. El Papa había ratificado su deseo de establecer un reino cristiano. El mismo interés que mostraba tanta gente que les parecía adversa a su persona lo ponía sospechoso. «Sería ponerme más lejos y más olvidado. Más lejos que en Nápoles y que en Sicilia, para salir definitivamente de mi.

Rey de una fortaleza perdida, constantemente amenazada.

Decidió enviar a Soto a Madrid a hablar con el rey y con Antonio Pérez. Soto le advirtió: «Conozco a Antonio, va a prometer mucho y no va a hacer nada». Tendría que hablar con el rey y plantearle con toda claridad la verdadera situación en la mar.

Partió Soto para la larga ausencia. Con frecuencia le llegaban rumores sobre la actitud sospechosa de Venecia. Se conocía de emisarios y conversaciones de la Serenísima con el Sultán. Podían llegar a un acuerdo separado que les garantizara sus intereses en el Levante. «Seria una incalificable traición. «Ellos pueden verlo como un buen negocio.» Granvela le fomentaba las dudas. «Los venecianos siempre han sido hábiles políticos. En la política como en la guerra es una gran ventaja ocultar las intenciones.» Le explicaba lo costosa que había resultado la guerra para ellos. «Más que guerreros son mercaderes.» Debían estar sacando sus cuentas. Francia y los protestantes tenían metida la mano. «Cualquier cosa es capaz de hacer el rey de Francia por debilitar a España.» Terminaba contándole lances de picardía y engaño con los venecianos.

Los rumores se habían ido acentuando hasta que ya para fines de marzo no se hablaba de otra cosa.

El 7 de abril llegó un mensajero del Dogo. Primero se negó a recibirlo, pero después lo mandó a llamar. El veneciano casi no tuvo oportunidad de dar explicaciones.

Don Juan hervía de furia. «No he conocido felonía más grande. A esta guerra hemos entrado sobre todo por proteger a Venecia. Eran los venecianos las principales víctimas. No era Malta una posesión española.» Lanzaba injurias y evocaba viejos episodios de las campañas pasadas. Recordó los incidentes con Veniero. «Nunca han obrado de buena fe.» «Quien malas mañas ha las pierde tarde o nunca.» Escribió al rey en forma exaltada pidiéndole organizar una expedición para castigar a Venecia.

El mismo día, de manera espectacular, bajó con un gran séquito al puerto, subió a la Galera Real e hizo arriar el estandarte de la Liga Santa. Luego con sus propias manos izó el pabellón de España.

García de Toledo le había escrito, dando en cierta forma razón a los venecianos.

Más podía ganar con el comercio que con la guerra.

Reunió lo que quedaba del Consejo. Estaba claro que la única acción que quedaba era la de Túnez. Santa Cruz era partidario de atacar primero a Argel. Había buenas razones militares.

La ausencia de Juan de Soto lo había dejado sin el interlocutor confiable que tanto le hacía falta. Las tardías cartas no decían nunca lo que hubiera querido saber.

Se refugiaba en el juego de su imaginación, con las imágenes que los demás podían tener de él. Lo que pensaban y no lo decían, lo que estaba debajo de las lisonjas. Lo que pensaban Requesens o Santa Cruz. O Sesa. En el fondo no le debían ver como un verdadero jefe. Había dado grandes muestras de valor y de eso no podían dudar.

Pero les asomaba la reticencia sobre su modo impetuoso de juzgar situaciones. La campaña de Lepanto había estado llena de aquellas respuestas, respetuosas, cubiertas de elogios, pero que en el fondo terminaban en alguna forma de «sí, pero».

Zúñiga y Granvela siempre estaban prestos para el sinuoso asomo de rectificación.

Le hacían ver lo que él parecía no haber advertido. «Es así, pero no exactamente…» Lo que surgía entonces de la cortesana explicación resultaba muy distinto de lo que él había propuesto al comienzo. Nunca terminaba de saber lo que ocurría. Entre lo primero que le llegaba y la última explicación rebuscada había notables diferencias.

Con el mismo Juan de Soto no dejaba de sentir aquel tenue trasfondo de objeción sumisa.

Entre fiestas y retiros en conventos se acercaba el verano. «Va a ser la misma historia de siempre. Saldremos tarde. Ésta es la hora en que todavía no ha decidido Madrid para dónde vamos.» Diana Falangola estaba preñada. Ahora la veía poco pero estaba al tanto de sus malestares y de las disputas en la familia. No era la única que había salido o que había pretendido salir encinta de tantos encuentros más o menos fugaces. Algunas las arreglaba con una bolsa de dinero y con un nombramiento para el padre o el hermano y hasta con un marido de ocasión.

Recordó las conversaciones con su hermana, la duquesa de Parma, en Aquila. «Ríase Vuestra Alteza en leyendo esta carta de lo que en ella quiero decirle. Acuérdese Vuestra Alteza que entre otras cosas particulares me preguntó si yo tenía algún hijo y juntamente me mandó que se lo diera, silo tenía. Respondile que no, besándole las manos por la merced que me quería hacer; dije que presto podría ser lo aceptase. Este presto, señora, casi lo es ya, porque aquí a un mes creo que de muchacho que soy me he de ver padre corrido y avergonzado y digo avergonzado porque es donaire tener yo hijos.

Ora al fin, Vuestra Alteza perdone, que de ellos ha de ser madre como de mi y el que nacerá.» «La que verdaderamente lo parirá es mujer de las nobles y señaladas de aquí y de las más hermosas que hay en todo Italia, que al fin con todas estas partes y principalmente la de la nobleza, parece que podrá sufrirse mejor este desorden.»

En los días d¿ espera le llegó la noticia de la muerte de Ruy Gómez. Lo entristeció.

Presagiaba un cambio. Recordó la figura amable que había tenido tanto poder y lo había usado con discreción. «Era de los pocos en quien se podía fiar.» Recordó a la princesa: «¿Qué hará ahora?» Nadie la veía resignada a un papel de viuda, en lutos y retiros.

«Querrá seguir mandando.» Para eso le quedaba Antonio Pérez, ahora más poderoso.

Había quien dudaba. Se había creado una nueva constelación de poder. Un cambio de estrellas y quizá de rumbos.

Más tarde se supo que la princesa, en un rapto de aparatoso dolor, se había retirado al convento que mantenía en Pastrana. «No la veo monja.» Los escuadrones de lucientes galeras españolas y pontificias fueron saliendo de Nápoles hacia Sicilia. Se había retardado la salida por las mismas fatalidades de siempre pero, ahora, en el momento de partir, sobre el puente de la Real la brisa marina sonaba a cascabel de guerra. Impaciencia, temor y muchos presagios.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La visita en el tiempo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La visita en el tiempo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La visita en el tiempo»

Обсуждение, отзывы о книге «La visita en el tiempo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x