Javier Cercas - La Velocidad De La Luz

Здесь есть возможность читать онлайн «Javier Cercas - La Velocidad De La Luz» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Velocidad De La Luz: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Velocidad De La Luz»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Ésta es la historia de una amistad, una amistad que empieza en 1987 cuando el narrador, un joven aspirante a novelista, viaja a una universidad del Medio Oeste estadounidense y conoce a Rodney Falk, su compañero de despacho, un ex combatiente de Vietnam huraño e inabordable, ferozmente lúcido y corroído en secreto por su pasado. Pero ésta es también la historia de una experiencia radical en el abismo indescifrable del mal y la culpa, que el propio narrador sólo logrará entender y asumir años más tarde, como en una fulguración, cuando conozca el éxito y lo que éste tiene de corrupción insidiosa. Para entonces la figura imprecisa de Rodney y su historia devastadora acabarán imponiéndosele con la fuerza de lo necesario, como un emblema de su propia historia, y acaso de la condición humana.

La Velocidad De La Luz — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Velocidad De La Luz», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Me parece una razón tan buena como cualquier otra.

– Te equivocas -discrepó Marcos-. Es la mejor razón. O por lo menos la mejor que se me ocurre a mí. La prueba es que nunca me he divertido tanto pintando como desde entonces. No sé si lo que he pintado es bueno o es malo. Puede que sea malo. O puede que sea lo mejor que he pintado en mi vida. No lo sé, y la verdad es que me da igual. Lo único que sé es que, bueno… -Dudó un momento, me miró y pensé que iba a escapársele la risa de nuevo-. Lo único que sé es que si no lo hubiese pintado aún estaría viviendo en aquel pueblo de mierda.

Aunque las manecillas del reloj de péndulo en forma de raqueta estaban congeladas marcando las cinco, sin duda ya eran más de las nueve, porque los bebedores solitarios de ginebra y de Marie Brizard habían desaparecido de El Yate y los camareros llevaban un rato sirviendo la cena en las mesas que se alineaban a lo largo del ventanal; más allá de éste ya era noche cerrada, y las luces de los coches y los semáforos y las farolas infundían a la calle una temblorosa sugestión de acuario. Cuando Marcos se cansó de monologar acerca de los cuadros que había pintado o imaginado o esbozado en la Cerdanya, preguntó:

– ¿Y tú?

– ¿Yo qué?

– ¿Estás escribiendo?

Le dije que no. Luego le dije que sí. Luego le pregunté si quería tomar otra cerveza. Aceptó. Mientras nos la tomábamos le conté que había dedicado los últimos meses a escribir un libro, que hacía dos semanas que lo había abandonado y que ya no estaba seguro de que mereciera la pena terminarlo, ni siquiera de querer terminarlo. Marcos me preguntó de qué iba el libro.

– De muchas cosas -dije.

– ¿Por ejemplo? -insistió.

Fue entonces cuando, al principio con desgana, casi por corresponder a las confidencias de Marcos, más tarde con interés y al final transportado por mis propias palabras, empecé a hablarle de nuestro piso compartido en la calle Pujol, del encuentro con Marcelo Cuartera en El Yate, de mi viaje a Urbana y mi trabajo en Urbana y mi amistad con Rodney, del padre de Rodney, de los años de Rodney en Vietnam, de mi retorno a Barcelona y luego a Gerona, de Paula y de Gabriel y de mi encuentro con Rodney en el hotel San Antonio de la Florida, en Madrid, de las dos tragedias que hay en la vida y de la alegría del éxito y de su euforia y su humillación y su catástrofe, de la muerte de Gabriel y de Paula, de mi purgatorio en el piso de Sagrada Familia, de túneles y subsuelos y puertas de piedra, de boquetes en las puertas de piedra, de mi viaje por Estados Unidos y mi regreso a Rantoul, de Dan y de Jenny, de los crímenes de la Tiger Forcé y de la muerte de Tommy Birban y del suicidio de Rodney, de mi retorno a Barcelona, de mi retorno frustrado a Rantoul, de los espejismos del álgebra y la geometría. Le hablé de todas estas cosas y de otras, y a medida que lo hacía supe que Jenny tenía razón, que Marcos tenía razón: debía terminar el libro. Lo terminaría porque se lo debía a Gabriel y a Paula y a Rodney, también a Dan y a Jenny, pero sobre todo porque me lo debía a mí, lo terminaría porque era un escritor y no podía ser otra cosa, porque escribir era lo único que podía permitirme mirar a la realidad sin destruirme o sin que cayera sobre mí como una casa ardiendo, lo único que podía dotarla de un sentido o de una ilusión de sentido, lo único que, como había ocurrido durante aquellos meses de encierro y trabajo y vana espera y seducción o persuasión o demostración, me había permitido vislumbrar de veras y sin saberlo el final del viaje, el final del túnel, el boquete en la puerta de piedra, lo único que me había sacado del subsuelo a la intemperie y me había permitido viajar más deprisa que la luz y recuperar parte de lo que había perdido entre el estrépito del derribo, terminaría el libro por eso y porque terminarlo era también la única forma de que, aunque fuera encerrados en estas páginas, Gabriel y Paula permaneciesen de algún modo vivos, y de que yo dejase de ser quien había sido hasta entonces, quien fui con Rodney -mi semejante, mi hermano-, para convertirme en otro, para ser de alguna manera y en parte y para siempre Rodney. Y en algún momento, mientras seguía contándole a Marcos mi libro sabiendo ya que iba a terminarlo, me asaltó la sospecha de que quizá no lo había abandonado dos semanas atrás porque no quisiera terminarlo o no estuviera seguro de que mereciera la pena terminarlo, sino porque no quería terminarlo: porque, cuando ya estaba vislumbrando su final -cuando casi sabía lo que quería decir esta historia, porque ya casi lo había dicho; cuando casi había llegado a donde quería llegar, precisamente porque nunca había sabido adonde iba-, me pudo el vértigo de ignorar lo que habría al otro lado, qué abismo o espejo me aguardaba más allá de estas páginas, cuando tuviera de nuevo todos los caminos por delante. Y fue entonces cuando no sólo supe el final exacto de mi libro, sino también cuando hallé la solución que estaba buscando. Eufórico, con la última cerveza se la expliqué a Marcos. Le expliqué que iba a publicar el libro con un nombre distinto del mío, con un seudónimo. Le expliqué que antes de publicarlo lo reescribiría por completo. Cambiaré los nombres, los lugares, las fechas, le expliqué. Mentiré en todo, le expliqué, pero sólo para mejor decir la verdad. Le expliqué: será una novela apócrifa, como mi vida clandestina e invisible, una novela falsa pero más verdadera que si fuera de verdad. Cuando terminé de explicárselo todo, Marcos permaneció unos segundos en silencio, fumando con expresión ausente; luego se tomó de un trago el resto de cerveza.

– ¿Y cómo acaba? -preguntó.

Abarqué de una mirada el bar casi vacío y, sintiéndome casi feliz, contesté:

– Acaba así.

NOTA DEL AUTOR

Como todos, este libro está en deuda con muchos otros libros. Entre ellos debo mencionar dos volúmenes que recogen experiencias de ex combatientes de Vietnam: Nam, de Mark Baker, y War and Aftermath in Vietnam, de T. Louise Brown. También me han sido muy útiles los siguientes textos: A Rumor of War, de Philip Caputo; Vietnam. A War Lost and Won, de Nigel Cawthorne; Díspatches, de Mkhael Herr; «Trip to Hanoi», en Styks of Radical WiÜ, de Susan Sontag. Por lo demás, quiero agradecer la ayuda desinteresada que me han prestado Quico Auquer, Andrés Barba, Jessica Berman, Frederic Bonet, David Castillo Buils, Ángel Duarte, Tomás Franca, David T. Gies, Cristina Llen-cana, Rosa Negre, Nuria Prats, Guülem Terribas, John C. Wilcox y, muy especialmente, Jordi Gracia, Felip Ortega y David Trueba, a quienes este libro debe todavía más de lo que creen.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Velocidad De La Luz»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Velocidad De La Luz» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Javier Cercas - The Speed of Light
Javier Cercas
Javier Cercas - Outlaws
Javier Cercas
Javier Cercas - Soldiers of Salamis
Javier Cercas
Javier Cercas - El Móvil
Javier Cercas
Javier Cercas - Soldados de Salamina
Javier Cercas
Francisco Javier González - Vida después del covid-19
Francisco Javier González
Javier González Alcocer - Claroscuro
Javier González Alcocer
Javier González Sanzol - Poder y destino
Javier González Sanzol
Facundo Javier Frattini - De la logística
Facundo Javier Frattini
Отзывы о книге «La Velocidad De La Luz»

Обсуждение, отзывы о книге «La Velocidad De La Luz» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x