José Saramago - Memorial Del Convento
Здесь есть возможность читать онлайн «José Saramago - Memorial Del Convento» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Memorial Del Convento
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Memorial Del Convento: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Memorial Del Convento»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Memorial Del Convento — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Memorial Del Convento», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Aparte de la conversación de las mujeres, son los sueños los que sostienen al mundo en su órbita. Pero son también los sueños los que le ponen una corona de lunas, por eso el cielo es el resplandor que hay dentro de la cabeza de los hombres, si no es la cabeza de los hombres el propio y único cielo. Regresó el padre Bartolomeu Lourenço de Holanda, si trajo o no trajo el secreto alquímico del éter es algo que más tarde sabremos, o no tiene este secreto que ver con alquimias de tiempos pasados, quizá baste una simple palabra para llenar las esferas de la máquina voladora, por lo menos Dios no hizo más que hablar y con ese poco, se creó todo, así se lo enseñaron en el seminario de Belem da Bahía al padre Bartolomeu y así se lo confirmaron, con otras argumentaciones y estudios más avanzados, en la Facultad de Cánones de Coimbra, antes de hacer subir en el aire sus globos primeros, y, ahora que ha vuelto de tierras holandesas, regresará a Coimbra, que un hombre puede ser gran volador, pero también le es conveniente que salga bachiller, licenciado y doctor, y entonces, aunque no vuele, lo considerarán.
Bartolomeu Lourenço fue a la quinta de San Sebastián da Pedreira, tres años enteros habían pasado desde que partió, estaba el chamizo de las herramientas completamente abandonado, dispersos por el suelo los materiales que no había valido la pena ordenar, nadie adivinaría lo que allí andaban perpetrando. Dentro del caserón revoloteaban gorriones, habían entrado por un resquicio del tejado, dos tejas partidas, ínfimas aves aquellas que nunca volarían más alto que el más alto fresno de la quinta, el gorrión es un ave de la tierra y del terruño, del estiércol y del sembrado, y cuando muere, uno se da cuenta de que no podría volar más alto, tan frágil de alas, tan mezquino de huesos, mientras esta mi passarola volará hasta donde lleguen los ojos, véase el fortísimo andamiaje de la concha que me ha de llevar, con el tiempo se oxidan los hierros, mala señal, no parece que Baltasar haya venido como le recomendé, pero, sí, vino, aquí están las huellas de sus pies descalzos, no trajo a Blimunda, o Blimunda murió, y durmió en el jergón, está retirada la manta hacia atrás como si acabara de levantarse ahora mismo, en este mismo jergón me voy a acostar, me cubriré con esta manta, yo, padre Bartolomeu Lourenço que volví de Holanda adonde fui a averiguar si ya saben en Europa volar con alas, si los estudios de esta ciencia van más adelantados de lo que yo estoy en mi país de marineros, y en Zwolle, Ede y Nijkerk estudié con algunos sabios viejos y alquimistas, de esos que hacen nacer soles en retortas, pero luego mueren de muerte extraña, se van resecando hasta no tener más sustancia que una brizna de paja quebradiza, y entonces arden como la paja, que eso es lo que todos piden a la hora de la muerte, sólo cenizas dejo, por sí mismos se inflaman, y a mí me estaba esperando aquí esta máquina voladora que aún no vuela, éstas son las esferas que tendré que llenar con el éter celeste, la gente cree que sabe de qué habla, miran al cielo y dicen, Éter celeste, yo sí sé qué es, algo al fin tan sencillo como que Dios dijera, Hágase la luz, y la luz se hizo, es un modo de hablar, que entre tanto se ha hecho de noche, enciendo esta vela que Blimunda dejó, apago este sol pequeñísimo que de mí depende atizar o extinguir, a la candela me refiero, no a Blimunda, que ningún ser humano puede tener cuanto desea en esta su única vida terrestre, tal vez soñando, buenas noches.
Pasadas algunas semanas, con todas las disposiciones, licencias y matriculaciones necesarias, partió el padre Bartolomeu Lourenço para Coimbra, ciudad tan ilustre, de tan viejos sabios, que, si en ella hubiera alquimistas, en nada desmerecería ante Zwolle, y va el Volador por ahora cabalgando en remansada mula de alquiler, como conviene a sacerdote sin extremadas artes de jinete y sólo de medianos bienes provisto, llegando a su destino volverá la montura con otro caballero, tal vez recién doctorado, aunque a esta dignidad mejor conviene una litera de viaje, es como ir balanceándose sobre las aguas del mar, si no fuese el macho de la delantera tan incontinente de vientos. Hasta la villa de Mafra, adonde primero va, no tiene el viaje historia, salvo la de las personas que por estos lugares moran, pero no podemos detenernos en el camino a preguntar, Quién eres, o qué haces, dónde te duele, y si el padre Bartolomeu Lourenço se paró algunas veces fue todo parar y andar, no más que el tiempo de una bendición que le pedían, a cuántos de éstos les ocurrirá que se les retuerza la historia que tenían para entrar en esta que vamos contando, el simple encuentro con el padre es una señal, porque, yendo él a Coimbra, no sería éste el camino si no tuviese que ir a la villa de Mafra por estar allá Baltasar Sietesoles y Blimunda Sietelunas. No es verdad que el día de mañana sólo a Dios pertenezca, que tengan los hombres que esperar cada día para saber qué les trae, que sólo la muerte sea cierta pero no el día de ella, son dichos de quien no es capaz de entender los signos que nos vienen del futuro, como este de aparecer un cura en el camino de Lisboa, bendecir porque la bendición le han pedido, y seguir en dirección a Mafra, quiere esto decir que el bendecido ha de ir a Mafra también, trabajará en las obras del convento real y allí morirá por caer de pared, o de la peste que atrapó, o de una cuchillada que le dieron, o aplastado por la estatua de San Bruno.
Es pronto aún para estos accidentes. Cuando el padre Bartolomeu Lourenço, en la última vuelta del camino, empezó a descender hacia el valle, dio con una multitud de hombres, exageración será decir multitud, en fin, unos centenares, y primero no entendió lo que pasaba, por qué toda aquella gente corría hacia un lado, se oía tocar una trompeta, sería fiesta, sería guerra, empezaron entonces a estallar tiros de pólvora, tierra y piedras violentamente lanzadas al aire, fueron los tiros veinte, volvió a sonar la trompeta, ahora un toque diferente, y los hombres avanzaron hacia el terreno revuelto, con carretillas y palas, llenando aquí, en el monte, descargando más allá, en la cuesta de Mafra, al paso que otros hombres, azada al hombro, bajaban a los fosos ya profundos, en ellos desaparecían, mientras otros hombres lanzaban cestos adentro y después tiraban de ellos hacia arriba, los sacaban llenos de tierra, y los iban a vaciar lejos, donde otros hombres iban a su vez a llenar las carretillas, que lanzaban en la explanación, no hay ninguna diferencia entre cien hombres y cien hormigas, se lleva esto de aquí para allá porque las fuerzas no dan para más, y luego viene otro hombre que llevará la carga hasta la próxima hormiga, hasta que, como de costumbre, todo acaba en un agujero, en el caso de las hormigas es el lugar de vida, en el caso de los hombres el lugar de muerte, como se ve, no hay diferencia alguna.
Con los calcañares, el padre Bartolomeu Lourenço espoleó la mula, experto animal que ni con la artillería se había asustado, es lo que hace no ser de raza pura, estos animales ya han visto mucho, el mestizaje los hizo poco espantadizos, que es la mejor manera de vivir en este mundo las bestias y los hombres. Por el camino atascado por el barro, señal de que las fuentes de la tierra andaban perdidas en aquella conmoción y brotaban donde no podían aprovecharse, o en muy delgadas linfas que se dividían hasta separarse del todo los átomos del agua y quedar el monte seco, por ese camino, tocando suavemente a la mula, descendió el padre Bartolomeu Lourenço a la villa y preguntó al vicario dónde vivían los Sietesoles. El cura había hecho un buen negocio con los terrenos por ser suyas algunas de las tierras del alto de la Vela, y, por valer las tierras mucho, o por mucho valer el propietario, se hizo una valoración por lo alto, ciento cuarenta mil reales, nada que se pueda comparar con los trece mil quinientos que fueron pagados a João Francisco. Es un párroco feliz, con la promesa de tan gran convento, ochenta frailes confirmados, allí mismo en la puerta de casa, con lo que mucho crecerá la villa en bautizos, casamientos y entierros, valiéndole cada sacramento su parte material y espiritual, reforzándose así tanto la caja como la esperanza de salvación, en la razón directa de los varios actos y prestaciones, Pues bien, padre Bartolomeu Lourenço, es un gran honor para mí recibirlo en esta casa, los Sietesoles viven aquí cerca, tenían un terreno al lado de los míos en el alto de la Vela, pero más pequeño, ahora el viejo y la familia viven de las rentas de una casa que tienen alquilada, quien volvió hace cuatro años fue el hijo, Baltasar, que estuvo en la guerra y volvió manco, manco de guerra, quiero decir, y trajo a la mujer, para mí que no están casados conforme a la Santa Iglesia, y ella tiene un nombre nada cristiano, Blimunda, dijo al padre Bartolomeu Lourenço, La conoce, Fui yo quien los casó, Ah, entonces sí están casados, Fui yo quien los casó, en Lisboa, y agradeciendo el Volador, que allí no era conocido como tal, las efusiones del párroco que mucho tenían que ver con las particulares recomendaciones de palacio, salió a buscar a los Sietesoles, contento por haber mentido así ante la faz de Dios y saber que a Dios no le importaba, un hombre tiene que saber por sí mismo cuándo las mentiras nacen ya absueltas.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Memorial Del Convento»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Memorial Del Convento» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Memorial Del Convento» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.