José Saramago - Memorial Del Convento
Здесь есть возможность читать онлайн «José Saramago - Memorial Del Convento» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Memorial Del Convento
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Memorial Del Convento: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Memorial Del Convento»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Memorial Del Convento — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Memorial Del Convento», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
En la guerra de Juan perdió la mano Baltasar, en la guerra de la Inquisición perdió Blimunda a su madre, ni Juan ganó, que hechas las paces quedamos como antes, ni ganó la Inquisición, que por cada bruja muerta nacen diez sin contar los machos, que tampoco son raros. Cada cual tiene su contabilidad, su razón y su diario, se escrituran los muertos a un lado de la página, se anotan los vivos al otro, también hay modos diferentes de pagar y cobrar el impuesto, con el dinero de la sangre y con la sangre del dinero, pero hay quien prefiere la oración, y éste es el caso de la reina, devota paridora que vino al mundo sólo para eso, y así dará seis hijos, pero las preces se cuentan por millones, ahora va a la casa del noviciado de la Compañía de Jesús, ahora a la parroquial de San Pablo, ahora hace la novena a San Francisco Javier, ahora visita la imagen de Nuestra Señora de las Necesidades, y ahora va al convento de San Bento dos Loios, y va a la iglesia parroquial de la Encarnación, y va al convento de la Concepción de Marvila, y va al convento de San Benito de la Salud, y va a visitar la imagen de Nuestra Señora de la Luz, y va a la iglesia del Cuerpo Santo, y va a la iglesia de Nuestra Señora de la Gracia, y a la iglesia de San Roque, y a la iglesia de la Santísima Trinidad, y al real convento de la Madre de Dios, y visita la imagen de Nuestra Señora del Recuerdo, y va a la iglesia de San Pedro de Alcántara, y a la iglesia de Nuestra Señora de Loreto, y al convento del Buen Suceso, y cuando sale del palacio para ir a sus devociones, toca el tambor y suena el pífano, no ella, claro está, qué idea, una reina tamborileando y soplando, forman los alabarderos, y si están las calles sucias como siempre están, por más avisos y decretos para que las manden limpiar, van ante la reina dos ganapanes con unas tablas largas a cuestas, sale ella del coche y ellos colocan las tablas en el suelo, parece un juego, la reina sobre tablas, los ganapanes llevándolas de atrás a delante, ella siempre en lo limpio, ellos siempre en la inmundicia, parece la reina nuestra señora Nuestro Señor Jesucristo cuando caminó sobre las aguas, y de esta milagrosa manera va al convento de las Trinitarias, y al convento de las Bernardas, y al del Santísimo Corazón, y al de San Alberto, y a la iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes, a ver si las hace, y a la iglesia de Santa Catalina, y al convento de los Paulistas, y al de la Buena Hora de los agustinos descalzos, y al de Nuestra Señora del Monte Carmelo, y a la iglesia de Nuestra Señora de los Mártires, que mártires somos todos, y al convento de Santa Juana Princesa, y al convento del Salvador, y al convento de las Mónicas, que fueron las tales, y al real convento del Desagravio, y al convento de las Comendadoras, pero adonde no se atreve a ir, bien lo sabemos nosotros, es al convento de Odivelas, todos adivinan por qué, es una triste y engañada reina que sólo de rezar no se desengaña, todos los días y todas las horas de ellos, unas veces con motivo, otras sin certeza de tenerlo, por el marido lujurioso, por los parientes tan lejanos, por la tierra que no es la suya, e hijos sólo por mitad, o aún menos, como jura el infante Don Pedro en el cielo, por el imperio portugués, por la peste que amenaza, por la guerra que acabó, por otra que empieza, por las infantas cuñadas, por los cuñados infantes, por Don Francisco también, y a Jesús María José, por las angustias de la carne, por el placer entrevisto, adivinado entre piernas, por la difícil salvación, por el infierno que ansía tenerla, por el horror de ser reina, por el dolor de ser mujer, por las dos penas juntas, por esta vida que se va, por esa muerte que viene.
Doña María Ana tiene ahora otros y más urgentes motivos para rezar. Anda el rey con achaques, sufre de flatos súbitos, debilidad que le sabemos antigua, pero agravada ahora, le duran los desmayos más que un vulgar vahído, ved ahí una excelente lección de humildad, tan gran rey sin dar acuerdo de sí, de qué le sirve ser señor de India, África y Brasil, no somos nada en este mundo, y cuanto tenemos acá se queda. Por costumbre y cautela le acuden en seguida con la extremaunción, no puede su majestad morir inconfeso como un vulgar soldado en el campo de batalla, allá donde no llegan capellanes ni quieren llegar, pero a veces ocurren dificultades, como estar en Setúbal viendo los toros desde la ventana y sobrevenirle sin aviso un desmayo profundo, acude el médico que le toma el pulso, y busca al sangrador, viene el confesor con los óleos, pero nadie sabe qué pecados habrá cometido Don Juan V desde la última vez que se confesó, que fue ayer, cuántos malos pensamientos y acciones malas se pueden tener y cometer en veinticuatro horas, aparte de la impropiedad de la situación de estar muriendo toros en la plaza mientras el rey, con los ojos en blanco, no se sabe si muere o no, y si muere no será de herida, como las que van desgarrando a los animales abajo, que aun así de vez en cuando pueden vengarse del enemigo, como ahora mismo aconteció con Don Henrique de Almeida, que fue por los aires con el caballo y se lo llevan con dos costillas rotas. Al fin el rey abrió los ojos, escapó, sale de ésta, pero queda con las piernas flojas, las manos trémulas, el rostro lívido, no parece aquel galán que revuelca monjas con un gesto, y quien dice monjas, dice las que no lo son, que aún el año pasado tuvo una francesa un hijo de su labra, si ahora lo viesen las amantes reclusas y las libertas, no reconocerían en este mustio y apagado hombrecillo al real e infatigable cubridor. Va Don Juan V hacia Azeitão, a ver si con medicinas y buenos aires se cura de esta melancolía, que así llaman los médicos a su dolencia, probablemente lo que tiene su majestad son los humores averiados, y de ello suelen resultar embarazos de tripa, flatulencias, obstrucciones de bilis, todo ello achaques segundos de la atrábilis, que ésa, sí, es la enfermedad del rey, y no sufrimiento de las partes pudendas, pese a sus excesos amatorios y a algunos riesgos de gálico, caso en que le aplicarían zumo de consuelda, remedio soberano para llagas de boca y de las encías, de los testículos y adyacencias superiores.
Doña María Ana se quedó en Lisboa rezando y luego fue a seguir sus rezos en Belem. Dicen que va disgustada por no querer Don Juan V confiarle el gobierno del reino, realmente no está bien que desconfíe así el marido de la mujer, son resistencias de ocasión, más adelante ya será regente la reina mientras el rey acaba de curarse en aquellos felices campos de Azeitão, teniendo para asistirlo a los frailes de la Arrábida, y el murmullo de las olas es el mismo, el mismo el color del mar, el olor del mar con el mismo sortilegio, y el bosque huele como antes, así queda el infante Don Francisco solo en Lisboa, haciendo corte, y empieza ya a urdir la trama y la tela, echando cuentas con la muerte del hermano y con su propia vida, Si de esta melancolía, que tan gravemente atormenta a su majestad, no hubiera remedio, y quisiera Dios que tan pronto acabe su vida terrenal para más pronto iniciar la eterna, podría yo, como hermano que le sigue, y por tanto su más próximo familiar, cuñado de su majestad y muy dedicado servidor de vuestra belleza y virtud, podría, oso decir, subir al trono y, de camino a vuestro lecho, casándonos en buena y canónica forma que por méritos de hombre puedo garantizar que no soy menos que mi hermano, Vaya, qué conversación tan impropia de cuñados, el rey está aún vivo y, por el poder de mis preces, si Dios las oye, no morirá, para mayor gloria del reino, tanto más que para la cuenta de los seis hijos que está escrito tendré de él, faltan aún tres, Pero vuestra majestad sueña conmigo casi todas las noches, que yo bien lo sé, Es verdad que sueño, son flaquezas de mujer guardadas en mi corazón y que ni al confesor confieso, pero, por lo visto, vienen al rostro los sueños, si así me los adivinan, Entonces, en muriendo mi hermano, nos casamos, Si ése es el interés del reino, y si de ahí no viene ofensa a Dios ni daño a mi honra, nos casaremos, Ojalá muera él, que yo quiero ser rey y dormir con vuestra majestad, que ya estoy harto de ser infante, Harta estoy yo de ser reina y no puedo ser otra cosa, pero, pese a todo, rezando estoy para que se salve mi marido, no vaya a ser peor otro que venga, Cree entonces vuestra majestad que yo iba a ser peor marido que mi hermano, Malos son todos los hombres, la diferencia está sólo en la manera de serlo, y con esta sabia y escéptica sentencia concluyó la conversación en palacio, primera de las muchas con que Don Francisco fatigará a la reina, en Belem donde ahora está ella, en Belas adonde irá con demora, en Lisboa cuando al fin sea regente, en cámaras y en quintas discurriendo, hasta el punto de que ya no son los sueños de Doña María Ana lo que antes eran, tan deliciosos en general, tan arrebatadores del espíritu, tan pungidores del cuerpo, ahora el infante sólo le aparece para decir que quiere ser rey, buen provecho le haga, que para esto ni vale la pena soñar, lo digo yo que soy reina. Enfermó tan gravemente el rey, murió el sueño de Doña María Ana, luego el rey sanará, pero los sueños de la reina no resucitarán.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Memorial Del Convento»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Memorial Del Convento» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Memorial Del Convento» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.