Acaso diga alguien: "He oído que el discípulo de Tao vive en la calma y no se siente solo, y vive en una muchedumbre y no siente el ruido. Vive en el mundo y no es del mundo, carece de esclavitud y no necesita la emancipación, y pronto crece de su axila izquierda un sauce, y un pájaro hace nido en la cima de su cabeza. Esto es lo más alto de la cultura de la quietud y la emancipación. Ser un sirviente en la cocina, o recoger desperdicios del suelo, es propio de las profesiones más bajas, pero el santo no se perturba por ellas. ¿No hace usted que su espíritu sea sirviente de su cuerpo, cuando teme las restricciones de la vida oficial, y cede al deseo de viajar por lugares inusitados?"
Y Mingliaotsé responde: "Quien ha logrado el Tao puede meterse en el agua sin mojarse, saltar a las llamas sin quemarse, caminar sobre la realidad como si fuera un vacío y viajar por un vacío como si fuera la realidad. Puede estar cómodo doquiera se encuentre, y solo en cualquier ambiente. Esto es natural en él. Pero yo no he logrado el Tao; yo soy solamente un amante del Tao. Quien ha logrado el Tao es dueño de sí, y para él se disuelve el universo. Arrojadle en la compañía de los ruidosos y los sucios, y será como una flor de loto que crece en agua fangosa, que es tocada por ella pero no sufre mácula. Por lo tanto, no tiene que elegir donde ir. No soy todavía competente para esto, porque soy como un sauce que sigue al viento: cuando está quieto el viento, quieto estoy yo, y cuando se mueve el viento, también me muevo. Soy como arena en el agua: limpia o fangosa según lo sea el agua. He logrado a menudo la pureza y la quietud por un día entero, y las he perdido luego en un momento; y a veces he logrado la pureza y la quietud por un año y las he perdido en un día. No me ha sido posible dejar todo, y no perturbarme por las cosas materiales que me rodean. Si un emperador pudiera seguir el Tao, ¿por qué tuvieron que ir Ch'ao Fu y Hsü Yu a la colina Chi y al río Ying? Si un príncipe pudiera seguir el Tao, ¿por qué tuvo que ir Sakyamuni a los Himalaya? Si un duque pudiera seguir el Tao, ¿por qué tuvo Chang Liang que pedir licencia como enfermo? Y si un funcionario de menor cuantía pudiera seguir el Tao, ¿por qué tuvo que renunciar T'ao Yüanming a su cargo? Voy a emancipar mi corazón y a liberar mi espíritu y a viajar por el País de los Indiferentes."
"Hazme saber de tus viajes", dice el amigo, y Mingliaotsé responde:
"Quien viaja lo hace para abrir los oídos y los ojos, y distender el espíritu. Explora los Nuevos Estados ( [57]) y viaja por los Ocho Países Bárbaros, con la esperanza de poder juntar la Esencia Divina y conocer grandes taoístas, y poder comer de la planta de eterna vida y encontrar el tuétano de las rocas ( [58]) Cabalgando en el viento y navegando en el éter, va fríamente por doquiera el viento le lleve. Después de estas andanzas vuelve, se encierra y se sienta a mirar una lisa pared, y de esta manera termina su vida. No soy yo uno de los que han logrado el Tao. Me gustaría alojar el espíritu dentro del cuerpo, nutrir mi virtud con dulzura y viajar por el éter convirtiéndome en un vacío. Pero no me es posible. Traté de alojar el espíritu dentro del cuerpo, pero de pronto desapareció fuera; traté de nutrir mi virtud con la dulzura, pero de pronto se convirtió.en intensidad de sentimientos; y traté de ambular por el éter manteniéndome en el vacío, pero de pronto surgió en mí un deseo. Y así, pues, incapaz de encontrar la paz dentro de mí, utilicé el ambiente externo para calmar el espíritu, e incapaz de encontrar deleite dentro del corazón, pedí al panorama que lo deleitara. Extraños, pues, fueron mis viajes."
b) la MANERA DE VIAJAR.
"Emprendo el viaje con un amigo que ama la bruma de las montañas, y cada uno lleva una calabaza y viste una sotana, y llevamos cien monedas. No queremos más, pero tratamos de tener siempre cien monedas para afrontar emergencias. Y los dos vamos mendigando por las ciudades y las aldeas, junto a puertas bermejas y blancas mansiones, ante templos taoístas y chozas de monjes. Tenemos cuidado de lo que mendigamos: pedimos arroz y no vino, verduras y no carne. El tono de nuestro reclamo es humilde, no trágico. Si alguien nos da, le dejamos, y si no nos da, le dejamos también; porque el objeto es solamente prevenir el hambre. Si nos hacen una grosería, la aceptamos con una reverencia. A veces, cuando no hay lugar donde pedir y no nos queda otro medio, gastamos una o dos monedas de las cien que llevamos, y las reponemos apenas nos es posible. Pero no gastamos ninguna moneda a menos que nos veamos forzados a ello.
"Viajamos sin destino y nos detenemos donde nos encontremos, y marchamos muy lentamente, acaso diez U por día, acaso veinte, o quizá treinta, cuarenta, cincuenta. No tratamos de hacer mucho, para no fatigarnos. Y cuando llegamos a montañas y arroyos, y nos encantan los manantiales y las blancas peñas y las aves acuáticas y los pájaros de la montaña, escogemos un lugar en una isleta del río y nos sentamos en una peña, y miramos a la distancia. Y cuando nos encontramos con leñadores o pescadores o aldeanos o rústicos ancianos, no les preguntamos nombres y apellidos, ni damos los nuestros, ni hablamos del tiempo, sino que conversamos brevemente de los encantos de la vida campestre. Al cabo de un rato nos separamos de ellos sin pesares.
"En épocas de gran frío o mucho calor tenemos que buscar albergue, para que no nos afecte el tiempo. En el camino nos hacemos a un lado y dejamos que pasen los demás, y al cruzar un río dejamos que los otros su'ban primero a la barca. Pero si hay tormenta no tratamos de cruzar el agua, o si aparece la tormenta cuando ya estamos a mitad de camino calmamos nuestro espíritu, y al destino dejamos todo, con una comprensión de la vida, y decimos: «Si nos ahogamos cuando cruzamos, es la voluntad del Cielo. ¿Nos salvaremos acaso si nos preocupamos?» Si no nos salvamos, allí terminará el viaje. Si, por fortuna, nos salvamos, seguimos como antes. Si en el camino encontramos a algún joven pendenciero y tropezamos accidentalmente con él, y si el joven es grosero, le pedimos disculpas cortésmente. Si después de las disculpas no podemos salvarnos de una pelea, allí terminará el viaje. Pero si nos salvamos, seguimos como antes. Si uno de nosotros cae enfermo, nos detenemos a atender a su mal, y el otro trata de mendigar un poco para comprar remedios, pero lo toma con calma. Mira para sus adentros y no teme a la muerte. Y, así, una enfermedad grave se convierte en una enfermedad ligera, y una enfermedad ligera se cura inmediatamente. Si está decidido que estén contados nuestros días, allí terminará nuestro viaje. Pero si nos salvamos, seguimos como antes. Es natural que durante nuestras andanzas podamos despertar la sospecha de policías o guardias y que se nos arreste como espías. Tratamos de escapar entonces, sea por astucia o por sinceridad. Y si no podemos escapar, allí terminará nuestro viaje. Pero si nos salvamos, seguimos como antes. Es claro que nos detenemos a pasar la noche en una choza de techo de estera o una casucha de piedras, pero si nos es imposible encontrar un lugar así, nos detenemos por esa noche junto a la puerta de un templo, o dentro de una caverna de roca, o junto a la pared de una casa o bajo altos árboles. Quizá nos miren loa espíritus de la montaña y los tigres o los lobos, y ¿qué hemos de hacer? Los espíritus de la montaña no pueden hacernos daño, pero somos incapaces de defendernos contra tigres o lobos. Pero, ¿no tenemos un destino dirigido desde el cielo? Lo dejamos todo, pues, a las leyes del universo, y no mudamos siquiera el color de la cara. Si nos comen, tal es nuestro destino y allí termina el viaje. Pero si nos salvamos, seguimos como antes…"
c) en AUSTERAS ALTURAS.
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