Penny Vincenzi - Reencuentro

Здесь есть возможность читать онлайн «Penny Vincenzi - Reencuentro» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Reencuentro: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Reencuentro»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una noche de 1987, alguien abandona a una niña recién nacida en el aeropuerto de Heathrow. Un año antes, tres chicas, Martha, Clio y Jocasta, se habían conocido por casualidad en un viaje y habían prometido volver a encontrarse, aunque pasará mucho tiempo antes de que cumplan la promesa. Para entonces, Kate, la niña abandonada, ya será una adolescente. Vive con una familia adoptiva que la quiere, aunque ahora Kate desea conocer a su madre biológica. Es decir, una de aquellas tres jóvenes, ahora mujeres acomodadas. Pero ¿qué la llevó a una situación tan desesperada?
La trama que desgrana este libro se sitúa allí donde confluyen entre estas cuatro vidas. Y es que Kate verá cumplido su deseo aunque, como enseñan algunas fábulas, a veces sea mejor no desear ciertas cosas…

Reencuentro — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Reencuentro», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Hola.

– ¿Hola?

– ¿Quieres pasar?

– Si puedo…

– Por supuesto… -Le acompañó a la sala, que estaba sorprendentemente ordenada para ser la de Jocasta.

– ¿Te apetece un té?

– No, gracias. ¿Cómo te encuentras?

– Fatal.

– Ah.

Hubo un largo silencio y después ella dijo:

– Perdona. -Y salió corriendo de la habitación.

Nick oyó ruidos poco agradables procedentes del cuarto de baño. Finalmente Jocasta salió, más pálida que antes, y se quedó de pie retorciendo un pañuelo en las manos.

– Lo siento.

– La anestesia, supongo -dijo él.

Ella le miró asombrada.

– ¿Lo sabes?

– Sí, lo sé. Vengo de la clínica.

– De la… Nick, ¿quién te lo ha dicho?

– Soy un buen detective -dijo-. Es parte del trabajo de periodista. Como sabes.

– Sí, pero…

– He tenido una ayudita.

– De Clio, ¿no?

– No. No fue Clio. Ella no ha querido decirme nada.

La miró y meneó la cabeza.

– Qué has hecho, Jocasta. Qué has hecho. ¿Por qué no me lo dijiste? ¿No crees que tenía derecho a saberlo? El bebé no era sólo tuyo, también mío. Nuestro. ¿No crees que me habría gustado saberlo, hablar contigo, decirte lo que sentía? ¿Cómo has podido decidir tú lo que era mejor para… para todos? Ha sido muy arrogante y me ha hecho muy infeliz, mucho.

– ¿Infeliz?

– Por supuesto, Jocasta, te quiero. Te quiero mucho. ¿Cómo podías pensar que yo no tenía ni arte ni parte en esto?

– Nick, Nick, ¿no me estarás diciendo que habrías, que habrías querido tener un hijo, verdad?

– Claro que me habría gustado tener un hijo. Tal vez no lo habría decidido ahora mismo. Pero eso no significa que quisiera que… que te deshicieras de él. Si hubiera podido elegir, no te habría dejado hacerlo.

– Oh -dijo-, ya. Sí.

– No entiendo cómo has podido hacerlo. Sin decírmelo.

– No. No, claro. Mira, el caso es que…

– El caso es ¿qué? No creo que pueda soportar ninguna justificación.

– No te voy a dar ninguna. El caso, Nick, es que de hecho creo que he hecho algo bueno -dijo despacio y con mucha suavidad.

Él la miró fijamente.

– ¿Qué quieres decir?

– Que no he podido hacerlo -dijo Jocasta-; al final, no pude. He entrado en la habitación, y estaba allí echada, pensando, reflexionando, sobre lo que estaba a punto de hacer, lo que sucedería, y al cabo de poco me he levantado y me he ido. Así que, Nick, sigo embarazada. ¿Qué vamos a hacer?

Capítulo 45

Clio miró muy temerosa hacia las ventanas de Jocasta. Le aterraba lo que podía encontrar. No sería fácil. De hecho le estaba costando mucho. Incluso en ese momento. Que alguien, sobre todo alguien a quien quería mucho, se deshiciera de un bebé de una forma tan despreocupada le dolía mucho. Pero las razones de Jocasta, por tortuosas que fueran, parecían ser insuperables para ella, y ahora había que cuidarla.

Sin mucho ánimo tocó el timbre. Al cabo de poco oyó la voz de Jocasta.

– Sí. ¿Quién es?

Su voz parecía asombrosamente alegre. Estaba asombrosamente alegre cuando abrió la puerta. Estaba muy pálida, pero sin duda estaba muy contenta. Se recuperaba muy deprisa, pensó Clio, e intentó reprimir su irritación.

– Hola, Clio. Deja que te dé un abrazo. Pasa, qué bien que hayas venido.

– He venido en cuanto he podido.

– Lo sé. Eres un sol. Gracias.

La acompañó a la sala. Jocasta parecía estar perfectamente. Al fin y al cabo podía haberse quedado atendiendo a sus pacientes.

– ¿Qué? ¿Cómo te encuentras? -preguntó.

– Fatal. No paro de vomitar.

– Oh, Jocasta, cuánto lo siento. Has tenido mala suerte. La anestesia no suele tener ese efecto hoy en día.

– ¿Ah, no? No sabría decirte.

– ¿Qué?

– He dicho que no sabría decirte. No me la han puesto.

– ¿Qué? ¿Dices que no te han puesto anestesia?

– Nada, nada de nada.

– Jocasta…

Clio la miró a los ojos, que brillaban en su pálida cara. Sonreía.

– No me la han puesto porque no he abortado -dijo-. Sigo embarazada. No sé cómo voy a salir adelante, pero… estoy embarazada. Me he marchado. Les he dicho que no lo haría, justo cuando venían a buscarme. Se han enfadado mucho -añadió.

Clio se sintió como si alguien acabara de mostrarle pruebas irrefutables de que la tierra era plana. Se quedó mirando fijamente a Jocasta, intentando decidir qué sentía. Por fin lo supo: irritación. Una inmensa irritación.

– Eres una cerda -dijo-, una imbécil. Me he saltado todos los límites de velocidad para venir aquí, seguro que he perdido todos los puntos, esta tarde, preocupándome, llorando como… ¡Oh, Jocasta!

Se echó a llorar.

– Clio, cielo, no, no, ya sé que es duro, pero…

– No -dijo, acercándose a ella para abrazarla-, no es duro. En absoluto. Que te deshicieras del niño es duro. Estoy muy contenta por ti, muy contenta.

– Qué bien, porque yo también estoy contenta por mí. Muy contenta. Estaría en las nubes si pudiera parar de vomitar. Me lo merezco por haberme hecho la enteradilla.

– Sí, puede que sí. ¿Se lo has dicho a Nick?

– Sí. Ha venido.

– ¿Qué ha dicho?

– Clio, se ha puesto contento, contentísimo. De hecho estaba emocionado. Hasta que supo que no lo había hecho, estaba muy enfadado. Todavía no me puedo creer que…

– Jocasta -dijo Clio-. Odio decir esto, no, no odio decir esto, disfruto diciéndolo, pero ya te lo dije.

– ¿Dónde está Nick? -preguntó media hora más tarde, después de prepararle a Jocasta una manzanilla.

– Vete a saber. Ah, sí, ha tenido que ir a buscar su coche, le han puesto el cepo. Es socio de no sé qué cosa que esperan junto al coche hasta que vienen a quitarle el cepo, pero era demasiado tarde y se lo habían llevado, así que ha tenido que ir a buscarlo. Pobre -añadió cariñosamente.

Sonó el móvil.

– Hola, Kate. ¿Cómo estás? Oh, Dios -exclamó pasándole el teléfono a Clio-, tengo que ir al baño. Lo siento.

Clio la miró comprensiva y dijo:

– Kate, soy yo, Clio.

– ¿Qué le pasa a Jocasta?

– Tiene… tiene el estómago revuelto.

– Oh, no, pobre. Pasaré a verla. Le llevaré unas flores. Estoy con Nat, en Clapham, a dos calles de su casa. La hemos buscado en el callejero.

– Kate, no creo que…

Pero había colgado.

De forma asombrosa a Jocasta le hizo ilusión.

– Me encantará verla. De verdad.

– ¿Y Nat? ¿Estás segura?

– Bueno, quizás un par de minutos. Ya sé por qué viene, me llamó ayer. Es por el contrato de Smith. Ha cambiado de idea y va a hacerlo.

– ¿Ah, sí? -dijo Clio. No le apetecía nada oír hablar de Kate y su contrato. De su contrato y de Fergus.

Pensar en Fergus la puso irritable de repente. Estaba contenta por Jocasta, sin duda, y por Nick, pero ella estaba sola otra vez. Muy sola. Sin perspectivas de estarlo menos. Seguro que era por eso por lo que la había llamado Fergus, para decirle que había firmado un contrato fantástico para Kate. Era tan insensible. Y egocéntrico.

Llegó Kate, con aspecto radiante, y con un ramo de flores enorme pero más bien desarreglado.

– Cariño, qué bonitas -dijo Jocasta.

– Espero que sí. Las cogimos cerca del taller. Las ha elegido Nat mientras yo iba al baño.

– Son muy bonitas. Gracias, Nat.

– De nada. Siento que no te encuentres bien.

– ¿Sabéis qué? -dijo Jocasta-. ¡Estoy fenomenal!

– ¿En serio? -dijo Kate-. Clio me ha dicho que tenías el estómago revuelto.

– ¿Ah, sí? No, nada de eso, voy a tener un hijo, Kate. ¿Qué te parece?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Reencuentro»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Reencuentro» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Reencuentro»

Обсуждение, отзывы о книге «Reencuentro» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x