Julian Barnes - Inglaterra, Inglaterra

Здесь есть возможность читать онлайн «Julian Barnes - Inglaterra, Inglaterra» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Inglaterra, Inglaterra: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Inglaterra, Inglaterra»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Sir Jack Pitman, un magnate de aquellos que sólo la vieja Albión puede producir, mezcla de Murdoch, Maxwell y Al Fayed, emprende la construcción de la que será su obra magna. Convencido de que en la actualidad Inglaterra no es más que una cáscara vacía de sí misma, apta sólo para turistas, él creará una «Inglaterra, Inglaterra» mucho más concentrada, que de manera más eficaz contenga todos los lugares, todos los mitos, todas las esencias e incluso todos los tópicos de lo inglés, y que por consiguiente será mucho más rentable. En el mismo día se podrán visitar la torre de Londres, los acantilados de Dover, los bosques de Sherwood (con Robin Hood incluido en la gira) y los megalitos de Stonehenge. y para construir su Gran Simulacro, el parque temático por excelencia para anglófilos de todo el mundo, Sir Jack elige la isla de Wight y contrata aun selecto equipo de historiadores, semiólogos y brillantes ejecutivos.
El proyecto es monstruoso, arriesgado y, como todo lo que hace Sir Jack, tiene un éxito fulgurante. Mediante hábiles maniobras políticas, consigue que la isla de Wight se independice de la vieja Inglaterra, e incluso miembros de la casa real se trasladan al nuevo país para ejercer de monarquía de parque temático. Pero en un giro inesperado, el país de mentirijillas se vuelve tanto o más verdadero que el país de verdad, las ambiciones imperiales se desatan y los actores que representaban a personajes míticos, a filósofos, a gobernantes, y cuya función era «parecer», comienzan a «ser»…

Inglaterra, Inglaterra — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Inglaterra, Inglaterra», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

En los primeros meses que siguieron al golpe de mano perpetrado por Martha y Paul, Sir Jack solía llegar tarde a esas juntas, pues su horario era el de un hombre ocupado que todavía ostenta el mando; pero lo único que se encontraba era una reunión ya comenzada y una silla situada de un modo humillante. Trataba de reafirmarse por medio de largas alocuciones desde una posición errante, e incluso impartiendo instrucciones coherentes a individuos concretos. Pero a medida que rodeaba la mesa no veía más que cogotes insolentes. ¿Dónde estaban los ojos temerosos, las cabezas que se vuelven, el sumiso lápiz que rasguea y el tecleo silencioso en el ordenador? Seguía lanzando ideas como una gran girándula, pero ahora las chispas caían sobre un suelo de piedra. Se reservaba cada vez más su silencio y su consejo.

Cuando Martha ocupó su sitio, advirtió la presencia de una figura desacostumbrada al lado del Sir Jack. No, no exactamente al lado: tales eran el tamaño y el boato indumentario de Sir Jack que el sujeto parecía más bien estar a su sombra. Bueno, una de las presunciones del gobernador en el pasado había sido compararse con un roble poderoso que cobijaba a quienes se ponían debajo. Hoy estaba guareciendo de la lluvia a un champiñón: un traje italiano gris suave, camisa blanca abotonada hasta el cuello, pelo entrecano muy corto en el cráneo redondo. Todo ello en el más puro estilo de mediados de los noventa; hasta las gafas eran de la misma época. Tal vez fuese uno de aquellos grandes inversores a quienes mantenían contento y que aún no se había percatado de que su primer cheque de dividendos probablemente lo recibirían sus nietos.

– Mi amigo Jerry Batson -anunció Sir Jack, más para Martha que para los demás-. Perdón -añadió, moviendo la cabeza con suma confusión-. Sir Jerry Batson, actualmente.

Jerry Batson. De la firma Cabot, Albertazzi y Batson. El champiñón agradeció la presentación con una leve sonrisa. Parecía una presencia apenas detectable, mansamente sentado, como un zen. Un guijarro en una corriente cada vez más caudalosa, un carillón de viento silenciado.

– Lo siento -dijo Martha-. No sé muy bien a qué obedece su presencia aquí.

Jerry Batson sabía que no tendría que contestar él. Sir Jack se puso en pie con un enfurecido ding-dong de medallas que entrechocaban. Podía tener aspecto de opereta, pero su tono fue wagneriano, transportando a algunos de los asistentes a la época de Pitman House (I).

– La presencia de Jerry, señorita Cochrane, su presencia aquí obedece a que él concibió, contribuyó a concebir, fue decisivo en la concepción de todo el maldito Proyecto. Por así decirlo. Paul lo confirmará.

Martha se volvió hacia Paul. Para su sorpresa, él le sostuvo la mirada.

– Fue antes de que usted llegara. Sir Jerry desempeñó un papel crucial en el desarrollo preliminar del Proyecto. Consta en las actas.

– Se lo agradecemos todos. Mi pregunta sigue en pie: ¿a qué obedece su presencia aquí?

Sin decir una palabra, con las palmas levantadas pacíficamente, Jerry Batson se alzó sin evidente asistencia muscular. Tras un ligerísimo asentimiento a Martha, abandonó la sala.

– Descortesía tras descortesía -comentó Sir Jack.

Esa noche, el gobernador, ya en su atuendo sencillo de túnica, con cinturón Sam Browne y polainas, estaba sentado enfrente de Sir Jerry con una licorera ladeada. Con la mano libre señaló blandamente su modesto salón. Sus cinco ventanas ofrecían una vista del acantilado, pero Ella le había robado sus chimeneas bávaras, y su Brancusi parecía infernalmente estrujado junto al mueble bar.

– Como dar a un almirante el alojamiento de un guardiamarina -se quejó-. Humillación tras humillación.

– El armagnac sigue siendo bueno.

– Figura en mi contrato. -Por una vez, el tono de Sir Jack fue incierto, a caballo entre el orgullo de haber obtenido aquella cláusula y la tristeza de haber tenido que batirse por ella-. Todo figura hoy día en un puñetero contrato. Así va el mundo, Jerry. Los tiempos de los viejos bucaneros han pasado, me temo. Nos hemos convertido en dinosaurios. Se hacen las cosas haciéndolas, fue siempre mi lema. En la actualidad es «No las hagas» si no tienes hechiceros y analistas de mercado, y directivos que te llevan de la mano. ¿Dónde está el ímpetu, dónde el olfato, dónde los co-jones que hay que echarle al asunto? Adiós, oh, aventureros del comercio…, ¿no es la triste realidad?

– Eso dicen.

Batson tenía comprobado que la neutralidad llevaba a Sir Jack directamente al grano más rápidamente que el comentario activo.

– ¿Pero entiendes lo que quiero decir? -Sé de dónde viene lo que dices. -Hablo de ella. De… la señora. Se le está escapando de las manos. Está apartando los ojos de la pelota. Una mujer que carece totalmente de visión. Cuando ella…, cuando la nombré presidenta ejecutiva, tenía esperanzas, lo confieso. La esperanza de que un hombre que ya no era tan joven -Sir Jack alzó una mano para oponerse a una protesta que en realidad no llegaba- podría descansar sus cansados huesos. Ocupar un asiento relegado. Ceder el paso a sangre más joven, y todo eso. -Pero…

– Pero… Tengo mis fuentes de información. Oigo que ocurren cosas que unas riendas más firmes no tolerarían ni refrendarían. Trato de avisar. Pero tú mismo has visto la insolencia con que me tratan en la junta. Hay veces en que pienso que están socavando mi magno Proyecto por pura envidia y maldad. Y en tales momentos reconozco que me culpo a mí mismo. Humildemente me culpo.

Miró a Batson, cuya expresión sosa insinuaba que quizá estaría dispuesto, a regañadientes, a aceptar aquel reparto de culpas; o, por otra parte, tras nueva reflexión, tal vez no.

– Y ciertos aspectos de los contratos de trabajo elaborados por Piteo estaban mal redactados. Claro que esas cosas no son necesariamente tan vinculantes como parecen.

A Jerry Batson le dio un leve escalofrío que podría haber indicado que asentía. De modo que la filosofía empresarial de Sir Jack había generado un fallo. Las cosas se hacían haciéndolas; menos cuando no se hacían. Supuestamente porque no se podía. Jerry murmuró, por fin:

– Es cuestión de qué cosas queremos eliminar y cuáles queremos incluir. Además de los parámetros.

Sir Jack lanzó un suspiro montañoso e hizo gárgaras con su armagnac. ¿Por qué siempre tenía que hacer todo el trabajo con Batson? Un chico listo, sin duda, y con sus honorarios tenía que serlo. Pero no era una persona que se deleitase con el toma y daca de la conversación masculina. O bien no decía ni pío o cotorreaba como una comadre. Ah, bueno, al grano.

– Jerry, tienes una cuenta nueva. -Hizo una pausa lo bastante larga para pillar a contrapié a Batson-. Ya sé, ya sé, Silvio y Bob manejan todas las cuentas nuevas. Lo cual es muy inteligente por su parte teniendo en cuenta lo que tú probablemente llamarías su falta de realidad existencial. Por no mencionar la existencia real de sus cuentas corrientes en las islas del Canal.

La sonrisa afirmativa de Batson se transformó en una risita sofocada. Quizás el viejo granuja no había perdido sus mañas. ¿Lo sabía desde el principio, y se había contenido adrede, o sólo lo había descubierto desde que disponía de más tiempo libre? Claro que Jerry no se lo preguntaría, porque dudaba de que Sir Jack le dijese la verdad.

– Bueno -concluyó el gobernador-, ya basta de flirteo y de preámbulos. Tienes un cliente.

– ¿Y ese cliente quiere que yo siga soñando un rato más?

Sir Jack rechazó la pista, así como el recuerdo.

– No. Ese cliente exige acción. Ese cliente tiene un problema de cuatro letras, que empiezan por P y riman con ruta. Tú tienes que encontrar la solución.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Inglaterra, Inglaterra»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Inglaterra, Inglaterra» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Julian Barnes - The Noise of Time
Julian Barnes
Julian Barnes - Flaubert's Parrot
Julian Barnes
libcat.ru: книга без обложки
Julian Barnes
Julian Barnes - Pulse
Julian Barnes
Julian Barnes - Metrolandia
Julian Barnes
Julian Barnes - Arthur & George
Julian Barnes
Julian Barnes - Pod słońce
Julian Barnes
Belinda Barnes - The Littlest Wrangler
Belinda Barnes
Julian Barnes - Innocence
Julian Barnes
Simon Barnes - Rogue Lion Safaris
Simon Barnes
Отзывы о книге «Inglaterra, Inglaterra»

Обсуждение, отзывы о книге «Inglaterra, Inglaterra» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x