Julia Navarro - Dime quién soy

Здесь есть возможность читать онлайн «Julia Navarro - Dime quién soy» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Dime quién soy: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Dime quién soy»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La esperada nueva novela de Julia Navarro es el magnífico retrato de quienes vivieron intensa y apasionadamente un siglo turbulento. Ideología y compromiso en estado puro, amores y desamores desgarrados, aventura e historia de un siglo hecho pedazos.
Una periodista recibe una propuesta para investigar la azarosa vida de su bisabuela, una mujer de la que sólo se sabe que huyó de España abandonando a su marido y a su hijo poco antes de que estallara la Guerra Civil. Para rescatarla del olvido deberá reconstruir su historia desde los cimientos, siguiendo los pasos de su biografía y encajando, una a una, todas las piezas del inmenso y extraordinario puzzle de su existencia.

Dime quién soy — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Dime quién soy», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Fue a finales de junio de 1939 cuando James anunció que regresaba a París.

– He terminado mi trabajo aquí, ahora debo regresar y ponerme a escribir. Amelia ha decidido continuar trabajando, de manera que se viene a París conmigo.

Doña Elena protestó diciendo que el sitio de Amelia estaba en Madrid, junto a los suyos, pero Amelia explicó el porqué de su marcha.

– Aquí no puedo hacer nada. Tengo un trabajo como secretaria de Albert, gano un buen salario y con ese dinero os puedo ayudar a vosotros y a mi hermana. Quiero que a Antonietta no le falten las medicinas que necesita para curarse, y quiero que podáis comer algo más que patatas.

– Pero ¿y tu hijo? -se atrevió a preguntar doña Elena.

– Santiago no me permitirá jamás acercarme a él. Lo tengo bien merecido. Vendré de vez en cuando a veros y buscaré la manera de acercarme a Javier; puede que algún día pueda pedirle perdón y puede que él me perdone.

Don Armando reconoció que su sobrina tenía razón. ¿De qué podía trabajar Amelia en Madrid? Laura, que había estudiado para maestra, no encontraba trabajo por ser hija de un rojo y tenía que conformarse con un puesto auxiliar en el colegio de monjas, donde había sido alumna y en el que la madre superiora, en consideración al afecto que le tenía, la había acogido para el curso siguiente. Tendría que barrer, limpiar las clases, cuidar de los más pequeños a la hora del recreo y encargarse de hacer los recados, y por todo ello apenas cobraría unas pesetas.

En cuanto a don Armando, las autoridades le dejaron claro que no podía ejercer su antigua profesión, al menos por el momento. Era mejor pasar inadvertido a los ojos del régimen. El buen hombre buscó la manera de ganarse la vida con dignidad, pero no le resultó fácil, y para humillación suya tuvo que aceptar un trabajo de pasante en el despacho de abogados de un franquista, un hombre de confianza de los vencedores que necesitaba a alguien que supiera de leyes y que trabajara mucho cobrando poco y sin protestar.

Amelia le firmó un poder a su tío para que vendiera el piso de sus padres y así pudiera pagar la deuda a Albert James y obtener un poco más de dinero con el que aliviar las estrecheces de la familia. Al principio don Armando se negó a aceptar la idea de Amelia, aduciendo que el piso era la herencia para ella y Antonietta, pero las dos hermanas insistieron en que intentara buscar un buen comprador, seguras de que habría gente que estaría sacando provecho y podría pagar un piso en pleno barrio de Salamanca.

El día en que Amelia y Albert James se marcharon fuimos a despedirles a la estación del Norte. Todos lloramos, sobre todo Antonietta, a la que tuvimos que arrancar de los brazos de su hermana para que Amelia pudiera subir al tren.

Para los que nos quedábamos había comenzado una nueva vida; para Amelia, también.»El profesor Soler acabó su relato, se levantó del sillón y paseó por la habitación estirando las piernas. Hacía rato que había anochecido y Charlotte, su mujer, había entreabierto la puerta en una ocasión para saber si continuábamos hablando.

– Profesor, perdone, pero tengo una curiosidad, ¿por qué no escribe usted la historia de Amelia Garayoa?

– Porque sólo conozco algunos episodios; es usted quien está completando el puzzle.

Tengo que confesar que cuanto más sabía de mi bisabuela más sorprendido estaba. De mi primera impresión sobre Amelia, a quien juzgué como una joven malcriada sin ningún interés, hasta aquel momento, mi opinión había cambiado. Amelia se me antojaba como un personaje trágico, destinado a sufrir y a generar sufrimiento.

– Bien, ahora debe continuar la investigación -me anunció, tal como me temía.

Como había sucedido en las anteriores ocasiones, tenía previstas las pistas que debía seguir.

– De Madrid fueron a París, pero no estuvieron muchos días. Albert James decidió ir a Londres y se llevó a Amelia con él, de manera que tendrá usted que ir allí. Ya he hablado con doña Laura y está de acuerdo, de todas maneras hable usted con ella también. Le facilitaré un contacto en Londres: el mayor William Hurley, un militar retirado que es archivero.

– ¿Usted le conoce?

– ¿Al mayor Hurley? No, no le conozco. En realidad ha sido mi amigo Victor Dupont quien me ha sugerido el nombre de Hurley, a quien conoció en un congreso de documentalistas. Creo que podrá ayudarle a encontrar la pista de Albert James.

Antes de ir a Londres pasé por Madrid para ver a mi madre. En esta ocasión su enfado era real, lo supe nada más abrir la puerta.

– Te has vuelto loco, ¿crees que tiene algún sentido lo qué estás haciendo? Ya le dicho a mi hermana que ella es la culpable, ¡menuda ocurrencia tuvo! ¿A quién le importa lo que hizo tu bisabuela? ¿En qué nos va a cambiar la vida?

– Tía Marta ya no tiene nada que ver en el asunto -contesté.

– Pero fue ella la que te metió el veneno. Mira, Guillermo, por lo que a mí respecta no quiero saber nada sobre la vida de mi abuela, me importa un pimiento. Pero te diré más: o paras esta locura o no cuentes conmigo para nada. No estoy dispuesta a contemplar cómo tiras tu vida por la ventana. En vez de estar buscando un buen trabajo te dedicas a investigar el pasado de esa Amelia Garayoa que… que… en fin, hasta después de muerta continúa fastidiando a la familia.

No logré convencer a mi madre de que la investigación merecía la pena. Se mostró inflexible y me lo demostró anunciándome que no le pidiera ningún préstamo porque no pensaba ayudarme hasta que no abandonara lo que ella calificó de «locura».

Me sentó mal la cena y me fui malhumorado, pero decidido a continuar con la investigación sobre Amelia Garayoa. Curiosamente no sentía que fuera nada mío, el interés que había ido despertando en mí no tenía que ver con que fuera mi bisabuela. Su vida se me antojaba más interesante que la de tantas otras personas a las que había conocido y sobre las que como periodista había escrito.

Doña Laura se mostró encantada con mis progresos y no puso objeción a que me fuera a Londres.

4

Llegué a Londres una mañana en la que ni llovía, ni había niebla, ni hacía frío. No es que luciera el sol, pero al menos el ambiente me resultó más agradable que en otras ocasiones. En realidad sólo había estado en Londres una vez cuando era un adolescente y mi madre se empeñó en enviarme a un viaje de esos de intercambio para que practicara el inglés.

El mayor William Hurley me pareció un viejo gruñón, al menos por teléfono.

– Venga a verme mañana a las ocho en punto y no se retrase; ustedes los españoles tienen la curiosa costumbre de llegar tarde.

Me fastidió esa alusión a que los españoles somos poco puntuales, y me dije que le preguntaría a cuántos españoles conocía y si todos ellos habían llegado tarde a sus citas.

A las ocho en punto de la mañana llamé al timbre de una mansión victoriana situada en Kensington. Me abrió una doncella muy joven perfectamente uniformada. La chica debía de ser caribeña porque a pesar de la rigidez que se respiraba en el umbral de la puerta me sonrió ampliamente y me dijo que anunciaría sin demora mi llegada al mayor.

William Hurley me esperaba sentado junto a la chimenea en una inmensa biblioteca. Parecía distraído mirando cómo ardía un leño, pero enseguida se puso en pie y me tendió una mano que resultó ser de acero porque casi me aplasta los dedos.

– Le recibo a petición del señor Dupont -me recordó.

– Y yo se lo agradezco, mayor Hurley.

– El señor Dupont me ha adelantado que quiere usted información sobre la familia James, ¿es así?

– Efectivamente, tengo interés en conocer todo lo referente a un miembro de esa familia, Albert James, que según tengo entendido tenía familiares en el Origen Office y en el Almirantazgo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Dime quién soy»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Dime quién soy» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Dime quién soy»

Обсуждение, отзывы о книге «Dime quién soy» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x