Julia Navarro - Dime quién soy

Здесь есть возможность читать онлайн «Julia Navarro - Dime quién soy» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Dime quién soy: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Dime quién soy»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La esperada nueva novela de Julia Navarro es el magnífico retrato de quienes vivieron intensa y apasionadamente un siglo turbulento. Ideología y compromiso en estado puro, amores y desamores desgarrados, aventura e historia de un siglo hecho pedazos.
Una periodista recibe una propuesta para investigar la azarosa vida de su bisabuela, una mujer de la que sólo se sabe que huyó de España abandonando a su marido y a su hijo poco antes de que estallara la Guerra Civil. Para rescatarla del olvido deberá reconstruir su historia desde los cimientos, siguiendo los pasos de su biografía y encajando, una a una, todas las piezas del inmenso y extraordinario puzzle de su existencia.

Dime quién soy — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Dime quién soy», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Señor Albi, tengo que darle las gracias por haber tenido entretenido a mi marido; cuando no escribe no sabe qué hacer con el tiempo, y como acaba de terminar un libro no tiene más remedio que darse un respiro. Así que es usted bienvenido.

– Muchas gracias, espero no darles la lata muy a menudo, aunque don Pablo me ha dado permiso para volver a visitarles en breve.

Aunque con más años, era evidente que Charlotte era la misma mujer del cuadro que me había llamado la atención. Parecía norteamericana, aunque hablaba un español fluido, con un suave deje sureño. Pensé que era muy simpática la esposa de don Pablo, y además, a la vista del cuadro, debió de ser muy hermosa, aún quedaban en ella vestigios de su antigua belleza.

Me fui al hotel para llamar tranquilamente a doña Laura. Empezaba a divertirme la tarea encomendada por mi tía Marta. Iba de sorpresa en sorpresa, y yo mismo me imaginaba la escena cuando en las próximas Navidades mi familia leyera la historia de la bisabuela. Mi tía Marta, tan de derechas, iba a sufrir un soponcio al enterarse de que su abuela había sido amante de un agente soviético.

Conecté el móvil camino del hotel. Tenía un mensaje urgente del jefe de Cultura del periódico digital en el que colaboraba. Le llamé de inmediato.

– Guillermo, ¿dónde te metes? Tenías que habernos entregado ayer la crítica del libro de Pamuk. Menuda faena nos has hecho, porque tenemos publicidad de la editorial y esta mañana han llamado para preguntar qué pasaba.

– Lo siento, Pepe, me he despistado, ahora mismo te la mando, dame una hora.

– ¿Una hora? Oye, que esto es un periódico digital, y tengo que meter la crítica ya. ¿Dónde narices estás?

– En Barcelona, he venido a conocer a un historiador, a Pablo Soler.

– ¡Caramba! Soler es uno de los historiadores más prestigiosos, sus libros sobre la guerra civil son de lo más serio y ecuánime de cuantos se han publicado. Es una autoridad en el mundo universitario norteamericano.

– Sí, ya sé que es todo un personaje. Veras, tenía la oportunidad de conocerle y… bueno, se me ha pasado lo de la crítica de Orhan Pamuk, pero me he leído el libro y no tardo nada en escribir el artículo y enviártelo. Déjame que llegue al hotel, que voy de camino.

– Por esta vez vale… y, oye, ya que conoces a Pablo Soler, pídele una entrevista; sería un puntazo, porque no le gustan los periodistas y nunca concede entrevistas.

– Bueno, lo intentaré, veremos qué me dice.

– Sí, inténtalo, por lo menos al director se le pasará el cabreo que tiene contigo. Ah, y no tardes más de media hora en enviarme el puñetero artículo.

Al final tenía razón mi madre: estaba implicándome tanto en la historia de la bisabuela que me estaba alejando de mi propia realidad, que no era otra que un empleo del tres al cuarto en un periódico digital donde me pagaban a cien euros la pieza. Había meses que no pasaba de los cuatrocientos euros, justo para comprar tabaco, el bonobus y poco más. Si Pablo Soler se avenía a concederme una entrevista, lo mismo el director del periódico se terminaba convenciendo de que podía confiar en mí algo más que para que hacer crítica literaria. Las entrevistas las pagaban mejor. Claro que me daba apuro regresar a casa del profesor Soler para pedirle una entrevista; una cosa era que hubiera decidido hablarme de mi bisabuela y otra muy distinta querer hablar para la prensa. Pero lo intentaría. Mi economía no estaba para sutilezas, a pesar de que mientras durara la investigación sobre Amelia Garayoa contaba con la subvención de la tía Marta.

4

No me había terminado de leer el libro de Pamuk, pero tenía suficiente oficio como para escribir una crítica de aliño, que es lo que hice. Telefoneé a Pepe para preguntarle si había recibido ya el artículo y así quedarme tranquilo. Me insistió en que entrevistara al profesor Soler y me comprometí a intentarlo. Luego llamé a mi madre.

– Pero, hijo, ¿dónde estás? Llevo toda la mañana llamándote al móvil y lo tenías apagado.

– Estoy en Barcelona, viendo a una persona que conoció a la bisabuela.

– ¿A tu bisabuela? Pues será un vejestorio, porque de vivir tu bisabuela tendría más de noventa años.

– Bueno, él era un niño cuando la conoció, aunque ahora también tiene sus años.

– ¿Y quién es?

– No te lo digo, madre, no voy a soltar prenda hasta que no termine la investigación, pero sí te diré que tu abuela, o sea mi bisabuela, tuvo una vida bastante agitada, os vais a sorprender.

– Tu tía Marta me ha llamado quejándose, dice que no le quieres informar de cómo va la investigación y que no sabe si de verdad estás trabajando o dándote la gran vida a su costa.

– Tienes una hermana encantadora.

– ¡Guillermo, que es tu tía y te quiere mucho!

– ¿A mí? Supongo que habrá hecho un cursillo de disimulo, porque nunca se le ha notado.

– Guillermo, no te pongas pesado.

– Vale, madre, no me meteré más de lo imprescindible con la tía Marta. Bueno, yo te llamo para saber cómo estás y si me invitas a cenar esta noche.

– Claro, hijo, estoy deseando verte.

– Pues a las diez me tendrás como un clavo llamando a tu puerta.

Colgué el teléfono y pensé que mi madre tenía una paciencia infinita conmigo.

Después llamé a doña Laura; quería que me contara qué había pasado con Amelia en aquellos días previos a la guerra civil o que me indicara quién podía darme esa información, porque estaba claro que yo no tenía otro hilo de dónde tirar.

El ama de llaves dudó cuando le dije quién era y que deseaba hablar con doña Laura o con doña Melita. Me dejó al teléfono y al cabo de unos minutos escuché la voz de doña Laura, que me pareció más apagada que la vez anterior.

– No me encuentro bien, he tenido una bajada de azúcar -me explicó en apenas un murmullo.

– No quiero molestarla, pero el profesor Soler me ha dicho que Amelia estuvo en Madrid dos o tres días antes de que estallara la guerra civil y que su intención era ponerse en contacto con su familia. El profesor me ha indicado que usted podría contarme qué pasó en aquellos días, antes de continuar él con su relato. Pero si se encuentra mal… en fin, puedo esperar o usted podría indícame con quién debo hablar del asunto.

Doña Laura me insistió en que no se encontraba muy bien y en que el médico le había recomendado guardar cama. En cuanto a doña Melita, tampoco estaba bien, de manera que lo mejor era que hablara con Edurne.

– En realidad fue a Edurne a quien Amelia vio aquellos días.

Conmigo apenas estuvo una hora. Venga usted mañana por la mañana, pero procure no cansar mucho a Edurne, es muy mayor, y para ella recordar supone un gran esfuerzo.

– Le prometo que intentaré abreviar al máximo la conversación.

Me daba cuenta de que mis «fuentes» eran personas ancianas, que se encontraban en el último cuarto de hora de su vida. O trabajaba con cierta celeridad o podía encontrarme con que cualquiera de ellas desapareciera de la noche a la mañana. Tomé la decisión de concentrarme en la investigación y quitarme horas de sueño para no perder mi precario empleo en el periódico digital.

Cuando llegué al aeropuerto, en el puente aéreo a Madrid sólo quedaban billetes en business. Dudé si debía esperar al siguiente avión, pero decidí que mi tía Marta no se iba a arruinar por pagar un poco más por un billete.

Al llegar subí a un taxi. Iba camino de casa cuando el zumbido del móvil me sacó de mi ensimismamiento.

– Guillermo, guapo, ¿dónde te metes? Llevas más de quince días sin llamarme.

– Hola, Ruth, acabo de aterrizar en Madrid, llego de Barcelona.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Dime quién soy»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Dime quién soy» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Dime quién soy»

Обсуждение, отзывы о книге «Dime quién soy» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x