Julia Navarro - Dime quién soy

Здесь есть возможность читать онлайн «Julia Navarro - Dime quién soy» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Dime quién soy: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Dime quién soy»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La esperada nueva novela de Julia Navarro es el magnífico retrato de quienes vivieron intensa y apasionadamente un siglo turbulento. Ideología y compromiso en estado puro, amores y desamores desgarrados, aventura e historia de un siglo hecho pedazos.
Una periodista recibe una propuesta para investigar la azarosa vida de su bisabuela, una mujer de la que sólo se sabe que huyó de España abandonando a su marido y a su hijo poco antes de que estallara la Guerra Civil. Para rescatarla del olvido deberá reconstruir su historia desde los cimientos, siguiendo los pasos de su biografía y encajando, una a una, todas las piezas del inmenso y extraordinario puzzle de su existencia.

Dime quién soy — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Dime quién soy», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Nunca olvidaré la noche del 13 de agosto de 1961. Yo estaba en mi cuarto estudiando cuando un ruido me hizo levantar la vista y vi ante mis ojos a un grupo de soldados y militantes del Partido Comunista extendiendo una alambrada de espinos. Nuestra casa, ya se lo dije, era «frontera» con Berlín Occidental.

– ¡Papá! ¡Amelia! ¡Mirad por la ventana!

Los tres nos apretujamos mirando por la ventana de la sala cómo los soldados seguían extendiendo el alambre de espinos.

– La frontera -musitó Amelia.

– ¿Qué frontera? -pregunté yo, que no concebía que Berlín no fuera toda ella una única ciudad.

– Churchill hablaba de un Telón de Acero… bueno, pues bien, ese telón lo están extendiendo también en Berlín -respondió ella.

– Pero es ridículo. ¿Qué pretenden con ese alambre de espinos? Lo único que van a conseguir es dificultar el paso al otro lado, y son miles los berlineses de este lado que todos los días van a trabajar al otro sector -concluí yo.

Amelia me acarició el rostro con mimo, como si aún fuera un niño pequeño que no entendiera lo que estaba pasando.

Mi padre permanecía en silencio, con la mirada perdida en el ojo con el que aún veía, y un rictus de crispación en todo el rostro.

– Deberíamos irnos, tal vez aún podamos -dijo Amelia.

– No, no me iré, pero no te impediré que lo hagas -contestó mi padre, visiblemente alterado.

Ella no respondió. ¿Qué podía decirle? Él sabía que jamás nos abandonaría, pasara lo que pasase. Pero Amelia tenía razón, debimos irnos. ¿Qué sentido tenía allí nuestra vida? En realidad nunca entendí el empecinamiento de mi padre por que permaneciéramos en Berlín Este. A veces pensaba que necesitaba castigarse por haber pertenecido a la Wehrmacht y jurado lealtad a Hitler.

Al día siguiente, Garin le explicó a Amelia que se había enterado de que el alambre de espino era sólo el primer paso.

– Quieren construir un muro de más de tres metros de altura.

– Pero ¿qué van a conseguir con eso? La gente tendrá que continuar yendo a trabajar al otro lado.

– La separación definitiva de Alemania. Creo que van a preparar un documento diciendo que sólo hay una Alemania legítima, la nuestra. Y puede que se restrinja el paso a Berlín Oeste. Ya veremos.

Garin tuvo razón. Pasar al Oeste se convirtió en una pesadilla. Se necesitaba un permiso y sobre todo acreditar el porqué. Era más fácil entrar en nuestro Berlín, ya que los visitantes no tenían la menor intención de quedarse para siempre.

Vimos desde nuestra ventana cómo al alambre de espinos le siguió la construcción de un muro de cemento que alcanzó los tres metros de alto y un perímetro de cincuenta y cinco kilómetros. Ahora el único paisaje que teníamos ante los ojos era aquel bloque de hormigón ante el cual patrullaban día y noche los soldados. Había apenas un metro nada más salir del pequeño jardín que delimitaba el edificio donde vivíamos; a continuación estaba el alambre de espinos, y tras él, el Muro. Yo tenía la sensación de vivir en una cárcel, me ahogaba, lo mismo que Amelia, pero mi padre lo aceptó sin quejas.

– No pueden soportar que la gente continúe marchándose, eso está poniendo en jaque la economía -les justificaba.

Fue aquel otoño de 1961 cuando Amelia se encontró con Iván Vasiliev. Como todas las mañanas, salíamos juntos y caminábamos un trecho hasta separarnos, ella para ir al ministerio y yo a la universidad. Íbamos hablando en árabe. Nos gustaba hacerlo cuando estábamos a solas. Amelia decía que sólo hablándolo no lo olvidaríamos. Quizá fuera su instinto, quizá la mirada insistente del hombre, pero de repente Amelia aflojó el paso.

– Amelia, Amelia Garayoa -escuchamos decir a alguien a nuestra espalda.

Un hombre que debía rondar los sesenta años era quien había pronunciado el nombre de Amelia. Ella se le quedó mirando fijamente, intentando buscar en sus recuerdos a quién se correspondía aquel rostro.

– Iván Vasiliev -dijo el hombre hablando en ruso mientras le tendía la mano-. ¿Recuerda Moscú? Yo trabajaba con Pierre Comte.

– ¡Dios mío! -exclamó ella.

– Sí, es toda una sorpresa que nos hayamos vuelto a encontrar.

– ¿Qué hace aquí?

– Bueno, eso estaba pensando yo cuando la he visto, ¿qué hace usted en Berlín?

– Vivo aquí, con mi familia.

– ¿Su familia? Bueno, es natural que haya rehecho su vida después de la muerte de Pierre.

– Así es. ¿Sigue usted…? Bueno… ¿Sigue trabajando en el mismo lugar…?

– ¿Quiere saber si formo parte de la KGB? Ésa es una pregunta que usted no me debe hacer, ni yo debo contestar. ¿Quién es este joven?

– Mi hijo. Friedrich, te presento a Iván Vasiliev…

El hombre me miró de arriba abajo, lo cual hizo que me sintiera incómodo. Era más alto que yo, más fuerte, y aunque vestía un traje, me pareció que tenía aspecto militar.

– Si tienen tiempo, les invito a un café -propuso Iván Vasiliev.

– Lo siento, Friedrich tiene que llegar a tiempo a clase y dentro de quince minutos yo he de estar trabajando.

– ¿Dónde trabaja usted?

– En un departamento del Ministerio de Cultura.

– Quizá me permita acompañarla, así recordaremos viejos tiempos.

Iba a despedirme, pero decidí que yo también acompañaría a Amelia al trabajo. Estaba tensa, pálida, como si aquel hombre fuera un fantasma.

– Siempre quise decirle que sentí mucho lo que pasó. Fue una imprudencia por parte de Pierre ir a Moscú.

– Le ordenaron hacerlo.

– Debió seguir las recomendaciones de Igor Krisov.

– ¿Ha vuelto a verle?

– ¿A Krisov? No, nunca. Puede que esté muerto. No lo sé.

– ¿Qué hace aquí? -insistió Amelia.

– Como usted sabe la Unión Soviética presta una valiosa ayuda a nuestros camaradas de la República Democrática. Me han destinado aquí como asesor en el Ministerio de Seguridad.

– De manera que ahora sí confían en usted.

– Sí.

– Incluso mucho, de lo contrario no le habrían enviado aquí…

– Bueno, ahora que ya cree saber que cuento con la confianza de los míos, ¿qué me dice de usted?

– No hay nada especial que contar. Vivo en Berlín.

– ¿Y por qué en este Berlín? Una joven como usted encajaría mejor en la otra zona.

– Usted no sabe nada de mí. ¿No recuerda que yo también era militante comunista?

– Tiene razón, apenas tuvimos tiempo de conocernos. Fue usted muy valiente intentando salvar a Pierre con ayuda de ese periodista norteamericano. Casi lo consigue.

Llegamos a la puerta del ministerio y se despidieron con un apretón de manos. Él le preguntó nuestra dirección para visitarnos, y Amelia no tuvo más remedio que proporcionársela.

Cuando ella se fue, aquel hombre volvió a mirarme de arriba abajo.

– Así que es usted hijo de Amelia…

– Bueno, en realidad… se podría decir que soy como su hijo, me ha criado ella. Mi padre y Amelia viven juntos hace una eternidad.

– ¿Y a qué se dedica su padre?

– Desgraciadamente fue herido durante la guerra, está inválido, no tiene piernas.

– Les visitaré una tarde de estas, espero que ni a usted ni a su padre les moleste.

– ¡Oh, no!, venga cuando quiera, los amigos de Amelia son siempre bienvenidos.

Cuando regresé a casa por la noche, encontré a Amelia contándole a mi padre lo sucedido. Fue en ese momento cuando descubrí que Amelia había estado enamorada de un agente soviético que se llamaba Pierre.

– Iván Vasiliev se portó bien conmigo, aunque tenía miedo -nos explicó Amelia-. Cuando fuimos a Moscú, a Pierre le pusieron a las órdenes de Vasiliev. Fue muy correcto con él, aunque Pierre me comentaba que parecía inseguro, pero que era un buen hombre. Fue él quien me dijo que habían detenido a Pierre porque sospechaban de él al haber sido uno de los agentes controlados por Igor Krisov, otro espía al que acusaban de traición por haber desertado. Cuando conocí a Iván Vasiliev era sobre todo un hombre con miedo; ahora parece cambiado, no sólo porque ha envejecido… es como si ahora le fuese bien.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Dime quién soy»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Dime quién soy» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Dime quién soy»

Обсуждение, отзывы о книге «Dime quién soy» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x